ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 2

 CAPÍTULO 2


Jimin POV:

 

–Hola, Yoongi. –Dice mi madre con los brazos abiertos esperando por un abrazo del nuevo invitado en mi hogar pero frunciendo el ceño este se inclina rápido y aburrido ya que lo debe considerar preferible a abrazar a mi madre. Con un gruñido de sus labios se da por saludado–. Qué bueno es conocerte al fin en persona. Mi hijo y tu padre ya se conocían pero nosotros no. –El padre de Yoongi asiente y me mira con una sonrisa. Yo la correspondo con mis mejillas ardiendo.

–Sí. –Dice YoonGi y se gira a mí para mirarme de nuevo de arriba abajo con descaro y una mueca desagradable en su rostro que borra rápidamente la sonrisa en mi cara–. Mi padre me ha hablado de ti, me ha puesto el listón muy alto para lo que eres. –Se encoge de hombros y yo me quedo sin palabras analizado cada una de las suyas tan desagradables dirigidas a mi persona.

–Seguro que seréis buenos amigos. –El optimismo de mi madre, siempre presente e incansable. Hasta yo comienzo a darme cuenta que esto no puede salir bien–. Ambos tenéis edades parecidas yademás, a partir de ahora seréis hermanos.

–Hermanos. –Repetimos Yoongi y yo a la par conscientes de que, como dos buenos hermanos, no tenemos nada en común.

–Bueno, sentémonos a la mesa ya, que la comida está lista. –El olor de la lasaña de mi madre inunda el salón en cuanto abre el horno y como sumisos a sus alimentos nos sentamos en la mesa yo junto con mi madre y frente a mí, Yoongi, junto a su padre. Yo le sonrío, mientras relamo mis labios por el hambre que me atenaza pero él levanta una de sus cejas por mi infantil gesto y pone los ojos en blanco ignorándome durante los siguientes minutos.

Mi madre llega a la mesa con la fuente de la lasaña y la pone en el centro mientras veo la carne humear por encima de nuestras cabezas. Yoongi se ha quitado la chaqueta de cuero y puedo ver su camisa abierta, mostrándome lo blanquecina que es su piel y lo frágil que parece. Cuando mi madre se sienta a mi lado me estrecha la mano y yo intento hacer lo mismo con la de Yoongi frente a mí, pero rápido ante el primer roce la aparta horrorizado y lo mismo con la de su padre. Confuso y desorientado nos mira a todos, los tres, unidos con las manos.

–Hijo. –Me dice mi madre–. ¿Haces los honores?

–Claro madre. –Cierro los ojos y cojo aire–. Te damos gracias, Dios, por los alimentos que vamos a consumir y por la felicidad que nos proporcionas cada día. Te doy gracias por la unión de mi mamá y el señor Min al que ya quiero como a un padre. Y gracias por darme un hermano mayor, Yoongi.

–Amén. –Decimos todos a la vez y abro los ojos para ver los de Yoongi como platos con una expresión mezcla entre asombro por mi comportamiento y asco por mis palabras. Repugnancia.

Animada, mi madre se incorpora y comienza a servirnos a los tres con ella la última y antes de que pueda catar la pasta, Yoongi habla con su padre mientras remueve la comida en su plato con el tenedor. No parece con hambre.

–¿Desde cuándo eres religioso, padre?

–Yoongi, hay que ser respetuoso. –Yoongi bufa y yo cojo la jarra de agua para servir en su copa.

–¿Agua? –Pregunto y él, mirando por todas partes en la mesa, me pregunta:

–¿No hay vino? –Yo sonrío sirviéndole el agua.

–No, en esta casa no se bebe alcohol. –Me encojo de hombros y él retorna esa expresión de sorpresa. Sin otra alternativa acepta el agua y bebe un poco de ella humedeciendo sus labios.

–Y dime, Jimin. –Me dice el señor Min–. ¿Cómo van tus estudios?

–Muy bien, la verdad. Este segundo año de la carrera es muy parecido al primero pero nos han asustado bastante. Dicen que el tercero es un cambio muy brusco.

–¿Y eso? –Me pregunta curioso.

–Hay más asignaturas pero yo no tengo miedo. –Susurro haciéndole reír.

–Eso está bien.

–¿Qué estudias? –Me pregunta Yoongi y le contesto con una sonrisa.

–Derecho. Quiero ser abogado. –Él pone los ojos en blanco de nuevo y prueba la lasaña con una mueca extraña. Sigo hablando con su padre–. El año pasado tuve historia del derecho romano, me encantaba y este año la echo en falta. Pero lo que ansío por aprender es retórica. El año que viene es una de las asignaturas optativas y me han dicho que no es fácil pero seguro que se me da bien.

–Mi hijo es un chico muy listo. –Me alaba mi madre y mis mejillas arden mientras que los ojos de Yoongi parecen aburridos y un tanto enfadados.

–¿Y ya tienes a alguna chica especial? –Me pregunta y yo niego con la cabeza sin ser capaz de dar una respuesta. Mi madre lo hace por mí.

–Mi hijo no sale con chicas, aún es muy joven.

–Pero si tiene ya diecinueve años. –Dice y mi madre hace un puchero.

–Es aún muy pequeño, mi hijo aun no ha conocido mujer alguna. –Los ojos de Yoongi se levantan del plato para mirarme directamente y una endeble sonrisa aparece por sus labios. Es incluso terrorífica.

–¿Virgen? –Pregunta–. ¿Es lo que quiere decir tu madre? –Asiento con un puchero en los labios y él se ríe de mi respuesta. Al aparecer, me veo mucho más patético de lo que pensaba. Su padre golpea su brazo levemente con su codo y este se detiene sin poder borrar aun la persistente sonrisa en sus labios.

–¿Y–Y tú qué estudias? –Le pregunto nervioso por cambiar el tema de conversación.

–Yo no estudio. –Dice sin mirarme.

–¿Trabajas?

–Sí. –Espero porque me sigua hablando pero él me mira sin ninguna intención de continuar. En vez de hacerlo él, habla su padre.

–Trabaja tuneando coches y motos. En un taller llamado “Motores”. –Su padre mientras lo dice no parece agradarle la idea y es que la verdad no suena demasiado bien pues no solo no parece un trabajo honrado sino que no creo que esté muy bien pagado.

–Eso ya lo sabía, –dice mi madre–, ¿te gusta tu trabajo?

–Claro, se me da bien y es agradable. El ambiente en el taller siempre es tranquilo y los clientes suelen ser originales así que puedo recrearme en mi trabajo.

–Si algún día tienes algún problema con los clientes yo puedo ser tu abogado. –Le digo y mientras lo hago parece que su ceño se frunce enfadado por regresar a mí en el tema de conversación.

–Con que abogado, ¿hum? No sé si es muy cristiano defender a asesinos y criminales a cambio de grandes sumas de dinero. –Rápido sus palabras me hieren y mi madre bebe agua más temerosa de la fría mirada de Yoongi que de sus palabras. Yo me hielo con el ambiente por entero. Mi hambre desaparece.

–Todo el mundo es inocente hasta que se declare lo contrario, y yo me encargaré de que mis clientes sean siempre inocentes.

–Vaya mentira. Todos tenemos cargos en nuestra conciencia y aunque no haya ojos que nos hayan visto realizarlos, eso no te exime de la culpabilidad.

–En realidad sí, así es la ley.

–La ley está mal. Aplicarás una ley que no tiene sentido para beneficiar a violadores y pederastas. –Pareciera que se divierte en la medida en que yo me pongo más nervioso. Llega un punto en que incluso pierdo el apetito y dejo el tenedor en el plato. Me cruzo de brazos y le retiro la mirada, su sádica sonrisa ha conseguido acomplejarme. Mi madre por cambiar de tema intenta hablar sobre su cena. Mala idea.

–No has comido nada, Yoongi. ¿No te gusta la lasaña? Puedo prepararte otra cosa…

–No se moleste. Simplemente no tengo hambre.

Formo un puchero involuntario en mis labios y puedo oír su sonrisa aparecer con el gesto. Su padre retoma la conversación tornándola más personal de lo que me hubiera gustado escuchar.

–Normal. –Dice en respecto a su poco apetito–. Seguro que has bebido como para llenarte el gaznate. ¿Te parece bonito? Sabías que teníamos la cena. –Yoongi ríe poniéndonos a todos los pelos de punta. Puedo sentirlo en el ambiente. Todo el mundo contiene el aliento a sus próximas palabras.

–E incluso así no doy más pena que estos dos. –Nos señala a mi madre y a mí y rápido se levanta con su pato sin tocar de la mano–. Con su permiso me llevo esto a la cocina. 

Viendo como se levanta me levanto yo también cogiendo mi plato y después de disculparme le sigo hasta la cocina. Allí veo como deja el plato sobre la encimera y me mira curioso de saber el porqué de haberle seguido. Dejo mi plato al lado del suyo y me quedo mirándole escuchando de fondo como nuestros padres hablan entre ellos.

–¿Por qué eres así con mi madre? Ella solo quiere que nos conozcamos y que sea una cena agradable para todos. –Hago mi mayor puchero y él levanta una de sus cejas confuso por mi infantil comportamiento. Rápido me ataca.

–Perdona si no puedo fingir que no me importáis una mierda.

–Por favor, discúlpate con mi madre y cenemos tranquilos. ¿Sí? ¡Si quieres incluso puedes quedarte esta noche aquí! Podemos ver una película, tu favorita. ¿Cuál te gusta más? –Sin contestarme me mira de arriba abajo y se cruza de brazos formando la peor cara de asco que he visto a nadie con unas palabras mucho más crueles que su ceño fruncido.

–Niño gordo de mierda. ¿Crees que necesito amigos? Yo ya tengo amigos y para que me laven el cerebro tengo alcohol. –Lleva su mano a mi jersey nuevo y aferra sus dedos allí aumentando su desagrado por mi persona. Me mira repugnado por mi presencia y me suelta empujándome hacia atrás sin llegar a caerme. Me amenaza y se larga saliendo de la cocina seguido por mis pasos. Cuando desembocamos en el salón todo parece haber vuelto a la normalidad y nos encontramos a nuestros padres agarrados de las manos con una sonrisa tremendamente sincera. Suspiro y Yoongi a mi lado bufa.

–Mamá. ¿Yoongi puede quedarse a ver una peli? –Le pregunto a mi madre con la mejor intención del mundo pero antes de que ella conteste siento a Yoongi pasar por mi lado golpeando mi hombre y recogiendo su chaqueta de la silla en la mesa. Sin decir nada y sin ni siquiera cruzar una palabra con su padre regresa a donde estoy yo para acercarse a la puerta de salida y abrirla murmurando algo casi incomprensible.

–Vaya panda de idiotas.

Sin más cierra la puerta y yo me quedo mirando la blanca pintura de la madera en la puerta suspirando y pasando mi mano por mi cabello. Muerdo mis labios culpable de que se haya ido y me giro a mi madre esperando de ella unas palabras que me animen en mi estado. Ella sonríe quitándole importancia mientras el señor Min suspira alicaído. Mi mamá habla.

–Hijo, ¿por qué no subes a tu cuarto y bajas el álbum de tus fotos de bebé? Seguro que el señor Min desea verlas.

–Mamá. –Reniego con una sonrisa–. Me da vergüenza. –Ella sonríe aún más y tras mirarme intensamente entiendo que no es más que una excusa para cambiar el ambiente en el salón. Asintiendo subo a la planta superior y camino hasta mi cuarto sentándome en la cama mientras reviso en los cajones de la mesilla de noche el álbum que mi madre desea.

De fondo, y tras varios suspiros por mi parte, escucho el rugido incesante de una moto fuera. Frunzo el ceño y me levanto acercándome a la pequeña plataforma acolchada en la repisa de la ventana donde me siento a veces para mirar afuera. Tras el cristal no puedo ver nada pero tras abrirlo y asomarme fuera, bajo la ventana, puedo ver una moto negra y brillante, impecable, culpable del sonido tan estridente.

Sobre la moto, el cuerpo inconfundible de Yoongi se pone el casco y está a punto de salir a la carretera pero como si mi presencia pudiera haberle molestado en su camino, mira hacia arriba tras el cristal negro del casco y me mira, sé qué lo hace porque segundos antes de darme la espalda y salir conduciendo me saca el dedo y provoca que el sonido del motor sea mucho más desagradable mientras se aleja. Suspiro triste mientras me siento allí suspirando, decepcionado a la par que confuso. Muerdo mis labios y jugueteo con el pelo de mi jersey en mis manos.

Me ha llamado gordo y se ha largado, genial. Mi hermano es un desagradecido.

 

 



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