ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 27

 CAPÍTULO 27


Jimin POV:

 

Giro de nuevo sobre el colchón acomodando las sábanas a mi nueva postura alrededor de mi cuerpo. Sigo sin sentirme cómodo a pesar de que he probado en todas las formas diferentes en lo que el colchón me delimita. Con un gran suspiro me pongo boca arriba y respiro profundamente mirando la luz azul en el techo de mi cuarto producida por la pequeña lámpara a mi lado. Trago saliva y siento como las sábanas me incomodan y las retiro a pesar del frío pero me cruzo de brazos enfadado. Mirando fijamente a la nada con el ceño fruncido y un puchero en mis labios. Las palabras de Yoongi son las que no me dejan dormir y sin embargo a pesar de creerle hipócrita y mentiroso, yo no soy mucho mejor porque a pesar de haber disfrutado en su boca, me defiendo un hombre de Dios. Y maldito Dios el que me está torturando, detenga este sufrimiento.

Con un gran suspiro me incorporo y bajo los pies descalzos al suelo incorporándome para caminar, mientras con mis pisadas produzco un sonido amortiguado. Cuando estoy en la puerta sujeto la manilla dubitativo pero acabo cediendo a un impulso racional de desahogarme aunque no sirva para nada, por lo que salgo fuera y me dejo guiar por mis pasos hasta el cuarto de YoonGi sorteando con acierto el cuarto de nuestros padres que siguen dormidos. Perfectamente conciliadores bajo una conciencia que no debe dejarles soñar con ángeles agradables.

Sin llamar no queriendo despertar a nuestros padres y con un sigilo más propio de un felino, entro en su cuarto y cierro detrás de mí mientras consigo ver la silueta de la cama con un bulto sobre ella bien acurrucado hacia un lado. Me acerco a ese bulto y acuclillándome a frente a él puedo ver por la débil luz de la ventana las pequeñas manchas que configuran su pálido rostro, más pálido aún por la luz de la luna sobre él. Sus cabellos oscuros se esparcen por el almohadón con pequeñas ondas y sus manos están sujetando la sábana con sutileza. Su respiración es fuerte, pero no ronca.

–Yoongi. –Susurro pero no me responde a pesar de que sé que puede oírme, porque temo alzar la voz–. Vamos, Yoongi, despierta. –No obtengo respuesta por lo que me limito a suspirar y acercarme más al colchón hasta poner las manos sobre él y acariciar con cuidado uno de los mechones en su pelo que cae sobre su frente descuidado–. Yoongi, ¿por qué dijiste eso? –Pregunto a la nada tan solo por la inercia que me hace decir mis pensamientos en alto. Ya duelen en mi interior por ser apresados en el silencio–. Es mentira, ¿verdad? ¿Verdad? –Suspiro–. No sabía lo de tu padre, lo siento. ¿Tienes miedo de él? Yo te protegeré, hyung. Te lo prometo.

Me arrodillo en el suelo para mi comodidad.

–¿Por qué hiciste eso el otro día? ¿Y por qué has sido así hoy? Tenía tanto miedo… ¿De veras piensas esas cosas? Yo pensé que tú… eras… Bueno, entiéndelo. Primero me haces eso… y luego tú. Ah. ¿Por qué me confundes así? Mírame, no tengo nada mejor que hacer que venir a hablarle a una marmota que no se despierta por nada del mundo. ¿Yo… ahora… soy gay? No sé si lo soy, hyung. Me gustó. Pero… está mal. Por muchos motivos. ¿No lo entiendes? Nos matarán. –Suspiro más intensamente y bajo la cabeza derrotado, con el ceño fruncido y pensando en marcharme, pero su voz me hace alzar el rostro asustado.

–¿No vas a defenderme, como has dicho? –Me dice con un intento de sonrisa que pasa desapercibida por la oscuridad en cierta parte de su rostro. Rápido sonrío animado pero a la par que avergonzado porque ha escuchado todo lo que le he dicho y por su expresión, noto que lleva despierto mucho más de lo que me creo.

–¿Me has oído?

–¿Cómo no hacerlo cuando lo dices al lado de mi oído? ¿Qué haces aquí? –Pregunta confuso y yo me revuelvo en el suelo intentando levantarme pero solo consigo ponerme sobre mis piernas, no parece molesto sino preocupado.

–Lo siento, necesitaba hablar con alguien de esto…

–¿No tienes amigos a los que mandarles un mensaje? –Niego con la cabeza y aunque al principio sus palabras parecían jocosas, detiene la chanza.

–¿Por qué dijiste esas cosas tan feas?

–¿Por qué me preguntas esto? Eres tú el de la religión que no tolera…

–Pero tú no lo eres. Tú no eres así.

–Creo que ha quedado claro que por la violencia de mi padre no estoy dispuesto a pasar.

–Pero… –No me deja hablar.

–Ya pasé una vez diciéndole que tenía un amigo gay y eso me costó una costilla rota. –Frunzo el ceño e incluso me hago a la idea de que tal vez sea tan solo una exageración. Incluso que lo que me cuenta es algo ya lejano en el tiempo pero recuerdo los gemidos cada vez que se mueve, la incesante manía de Jeon de abrazar su cintura y la poca movilidad semejante a la de un anciano. Me incorporo más en la cama y dejándose hacer, le quito las sábanas de encima para verle boca arriba y llevar mi mano al borde de su camisa. Él se deja tocar porque es su intención enseñarme su penitencia. No es sino su mano la que me indica dónde debo mira para descubrir en su costado un gran moratón que ya se ve viejo y tan solo amoratado por el recuerdo pero sin duda ha caído una gran violencia sobre él.

–Yo… Yo lo… siento… hyung…

–Da igual. Fue por Jeon. Discutimos, me empujó y caí del lado con una mesa. –Suspira mientras se deshace de mis manos y baja la camiseta de nuevo para cubrir su cuerpo aterciopelado. Mis yemas arden por el contacto. Mis mejillas por la situación–. No quiero ni imaginar qué me pasaría si le dijese… que yo… Bueno, ya sabes.

–No. –Niego en rotundo alzando la voz–. No dejaré que te haga nada.

–Jimin. –Con su mano en mi mejilla acaricia suavemente mi piel y giro mi rostro para aumentar el contacto contra su palma–. Antes que defenderme me dejaría golpear para que no te hicieran nada. Eres un Dios, pero no tienes la capacidad para cambiar a las personas. Yo tampoco la tengo.

–¿Entonces? ¿Cuál es tu plan?

–Aguantar hasta poder marcharme de su techo. Una vez desaparezca, nada me hará regresar.

–Eso no es vida. –Me quejo mientras frunzo el ceño pero él sonríe. Apoyo mis codos en el colchón a su lado y suelta mi rostro de sus manos.

–¿Y qué lo es? –Niega con el rostro–. Da igual. ¡Ah! Y no, porque te haya gustado tener sexo oral, no significa nada… supongo.

–¿Supones? –Me alarmo–. ¿Y qué pasa si quiero más? ¿Y si quiero estar con un chico? ¿O hacer el amor con él?

–¿Qué problema hay, pequeño?

–Me… me golpearán a mi también….

–No dejaré… –le interrumpo.

–Te arriesgaste mucho el otro día. Podrían habernos visto y a ti….

–Mereció la pena. ¿No crees? –No quiero asentir por lo que desvío la mirada.

–Ahora estoy confundido.

–¿En respecto a qué? –Me pregunta inocente pero mis pensamientos no lo son tanto.

–Quiero besarte. No sé porqué, pero así es. ¿Puedo? No debería…

–Bésame. –Me pide. ¿Cómo negarme?

Sus labios se ven perfectamente recortados por la luz que la ventana le proporciona y me acerco a ellos sintiendo su aliento y su respiración entrecortada. No es hasta que no estoy suficientemente cerca como para demostrar mi iniciativa, que no alza su mentón para acercarnos aún más. Parece incluso que fuera nuestro primer beso pero no es cierto ya que en otra ocasión me comió la boca lo suficiente como para no tener vergüenza pero la hay, y mucha. Sobre todo de mi parte cuando nuestros labios al fin chocan y tiemblo ante el contacto. Mis labios tiemblan conmigo y él lo percibe como algo malo por lo que se aparta y yo me alejo de él para verle con ojos titilantes y nerviosos. Culpables tal vez. Pero tan solo un segundo después de romper el contacto ya me veo adicto a él y a la necesidad de más. Le beso nuevamente esta vez más decidido y él conduce su mano a mi nuca para intensificar el contacto. Su olor es embriagador hasta hacerme perder el control e introduzco mi lengua en su boca como hizo él conmigo. El sonido de nuestras salivas chocar y mezclarse es electrizante y solo el simple contacto húmedo entre nuestros labios, me pone los pelos de punta.

Un instinto irracional, no quepa la menor duda, me impulsa a encaramarme sobre su cuerpo en la cama y sucumbir a cual sea el máximo contacto de nuestro cuerpo. No lo hago, sin embargo. No hasta que él sujeta mi camiseta y me acerca más, hasta que nuestros cuerpos chocan y me veo obligado a subir a la cama como él me presiona a hacer. Pretendo acomodarme entre las sábanas pero él se deshace de ellas y las lanza lejos para dejar espacio a mi cuerpo. Sabe que soy inexperto, y que no me gusta sentirme indefenso por lo que me deja encaramarme sobre él y sentarme en su regazo tomando el control tan solo momentáneamente. No se incorpora, me mira desde la distancia que le proporciona estar con la cabeza en el almohadón pero no me resisto a acotar la distancia entre nuestros labios hinchados por el beso. Nuevamente nos unimos, y obedeciendo a mis instintos, me tumbo sobre su cuerpo mientras sus manos bajan por mis glúteos apretando y estrujando allí donde se le antoja. Me hace sentir violento y sucio. Pero me encanta. Sus manos son ágiles y delicadas. Saben donde tocar, saben cómo hacerlo y como hacerme sentir insatisfecho buscando más contacto.

Nuestros miembros han rozado un par de veces a través de la tela de nuestros pijamas. Es incluso vertiginoso pero tremendamente excitante. Le abrazo con intensidad mientras él hace lo propio intensificando el beso que acaba desembocando en una hambrienta pelea por dominar en la lengua del otro. Me sumo sin darme cuenta a un juego de lenguas que es mucho más satisfactorio de lo que me habría imaginado jamás. No sé donde acaba este juego y ya ni si quiera recuerdo como hemos llegado a él. Nada importa lejos de nuestros labios y el extraño contacto entre nuestros cuerpos. Tampoco importa si alguien nos descubre, la adrenalina ha tomado el control de mi cuerpo para cometer locuras insospechadas de mi persona. No me reconozco mientras me siento en su regazo para deshacerme de la parte superior de mi camisa y mirarle intensamente para verle completamente hipnotizado con las vistas.

–¿Soy un niño gordo, virgen y malcriado, hyung? –Pregunto mientras le veo tartamudear sin poder responderme.

–Yo… Ji–Jiminie…

–¿Sí hyung? –Cojo sus manos en las mías para llevar sus palmas a mi vientre y él araña mi piel completamente excitado.

–No juegues conmigo, Jimin. –Me advierte como si de verdad fuera el inocente Jimin el que controla mis actos. He perdido el mando hace ya tiempo y me dejo caer a su lado en la cama mientras él entiende mis intenciones y se sube sobre mí para desprenderse del resto de mi ropa y dejarme desnudo frente a él. Completamente y tan solo con un fondo de sábanas blancas adornando mi cuerpo. Me agarro a ellas mientras le miro de reojo mordiéndome sutilmente el labio inferior. Hago un puchero y me revuelvo bajo su cuerpo con un gemido involuntario de mi placer–. No me hagas esto, Jimin…

–¿Ahora te muestras retraído? Bien que me devoraban la boca en la casa de Namjoon. Y bien que degustabas mi pene el otro día. ¿Hum? –Sus mejillas enrojecen–. Complace a tu Dios. Es una orden. –Le digo firme pero por dentro estoy suplicando porque me bese, porque me roce con las yemas de sus dedos y pueda sentir el placer que tanto ansío. Con una sádica sonrisa en los labios se acerca hasta besarme de nuevo y sujeto su rostro con mis manos para unirnos aun más en el beso.

Cuando el beso se interrumpe por su voluntad, sale de mi boca para dirigirse a mi cuello y lamer allí donde le place. Sus dientes y labios torturando mi piel se sienten tremendamente deliciosos y me deshago en el contacto solo de imaginarme poder hacerle lo mismo a él pero no parece querer dejarse porque toma toda la iniciativa del momento arrastrándose hasta mis pezones y estrujándolos con sus dientes y lame para aliviarlos. El otro pezón lo agarra con su índice y pulgar y su cuerpo se hace espacio entre mis piernas mientras rozo inocentemente mi erección con su vientre.

–Deja de ronronear como un gato. –Me dice aunque una sonrisa le delata en su placer por escucharme.

–Quiero gritar, pero nos oirían.

–No hace falta. Nada puede superar tenerte en mis brazos, Jiminie. –Me mira desde mi pecho pero no tarda demasiado en apartarme la mirada para dirigir una de sus manos a mi entrepierna y apretar mis genitales haciéndome querer soltar un grito que retengo con mi mano cubriendo mis labios. El contacto es al principio incómodo y desagradable pero a medida que va reduciendo la fuerza, es tremendamente placentero y suculento. Sus dedos se envuelven alrededor de mi longitud ya despierta y masturba mi pene antes de lo que esperaba. Él ni siquiera se ha desnudado.

–¿No vamos a hacerlo? –Le pregunto y él parece sorprendido.

–¿No quieres que te de placer? Iba a…

–Ya sea a lo que vas. No, quiero que tú también disfrutes de esto. –Con un asentimiento de cabeza se incorpora y camina hasta una de sus mesillas para coger un pequeño bote de lubricante morado de esos que he visto vender en tiendas de sex shops o supermercados, al lado de los condones. También trae uno de esos en sus labios.

Dejando el condón a mano, se desnuda completamente haciendo un sutil estriptis y me besa para después girarme en la cama y alzar mis caderas a su disposición. Yo no me resisto y me dejo hacer mientras hundo mi rostro en la almohada. Su olor es intenso, huele a él y eso me hace sentir tranquilo.

–Sentirás frío. Luego incomodidad, escozor y después solo placer. ¿Bien?

–Sí, hyung. Adelante. –Sus dedos aun sin lubricar se pasean por mis testículos masajeándolos para complacerme y después su mano resbala por mi espalda para acariciarme mientras oigo el bote de lubrícate siendo destapado. El frío llega produciéndome una descarga de adrenalina pero tan solo ha humedecido mi entrada. Uno de sus dedos se cuela por ella segundos después y me escondo entre la manta y el almohadón un poco tembloroso. Siento como su dedo se mueve en mi interior haciéndose espacio y después de ese va un segundo. La incomodad, el escozor. Todo está ahí tal como ha dicho pero el placer viene antes de lo que él me esperaba porque me siento terriblemente excitado con la situación. Una de sus manos se ha conducido a mi pene y me masturba para hacerme olvidar la incomodidad. Se lo agradezco y me dejo guiar por el movimiento de sus dedos saliendo y entrando en mí de esa manera tan placentera. Un tercer dedo acompaña a los otros dos y los tres juntos tocan un punto dentro de mí que me hace gemir con el almohadón cubriendo ms voces.

–¿Ahí? –Pregunta como si realmente estuviese interesado en tocarlo más veces. Como si se creyera que sé dónde diablos ha tocado. No me importa, como si me mata al presionarlo de nuevo, solo quiero que lo repita.

–Ahí, hyung. De nuevo, por favor. –Vuelve a hacerlo ejerciendo más fuerza en la estocada y es efectiva porque tiemblo en sus manos con lo que él cree que es suficiente y saca sus dedos de mí para abrir el condón y cubrirse el miembro con él. Lo hace rápido y certero y no resiste más tiempo a penetrarme lentamente. Me ha preparado apropiadamente y el dolor es apenas perceptible. Solo una gran incomodidad y unas ansias incontrolables porque vuelva a darme ese placer que he sentido.

No lo hace de primeras. Espera a que me acostumbre al intruso en mi cuerpo y él a mi interior. No parece agradarle porque suelta extraños ruidos que entiendo son de desagrado pero antes de darme cuenta, está aferrando con fuerza mis caderas y se mueve desenfrenado mientras yo me veo arrastrado por su violencia.

–Joder, Jiminie… estás muy apretado…

–Hyung… Hyung… –No soy capaz de decir nada y menos cuando vuelve a presionar con tanta intensidad ese punto dentro de mí que me hace desplomarme sobre el colchón.

Sale de mí y me gira para estar de cara a mí. Se tumba y abre mis piernas para que se introduzca entre ellas con total comodidad. Cogiendo ambas piernas, se las coloca sobre sus hombros para tener mi entrada más abierta aprovechando mi flexibilidad. Quisiera tocarle, abrazarle y sentirle también en mis manos pero estas se ven ocupadas en cubrir mis labios por la cantidad de gemidos involuntarios que salen de ellos. Él me mira sudando, yo le miro lastimero por no poder proporcionarle ni un beso. Doy gracias a Dios de que el colchón no sea viejo y sus muelles no nos descubran en nuestro pecado, y que el cabecero esté bien anclado a la pared y no sufra las embestidas de YoonGi que mueven toda la cama. Cierro mis ojos con fuerza y gimo su nombre lo más bajo que la conciencia me permite y con eso, su cuerpo tiembla y segundos después se desploma sobre el mío.

–¿Hyung? –Pregunto mientras le veo incorporarse sobre mi cuerpo y sale de mí deshaciéndose del condón que gotea y que en su interior acumula una gran cantidad de líquido blanco–. Yo aun no… –Le digo avergonzado, cubriendo mis partes con mi mano pero él asiente consciente.

–Lo sé. Ponte a cuatro de nuevo. –Le obedezco confiando en él y de nuevo me acomodo sobre mis codos dejándole hacer. Su mano va hasta mi pene y me masturba pero algo extraño hace con sus labios. Besa mis glúteos y poco a poco se dirige hasta mi entrada donde cuela su lengua y la mueve haciéndome dar un respingo en sus manos. Lloriqueo sin poder evitarlo y muerdo mis labios temblando. Su lengua dentro de mí es tan placentera y resulta tan agradable que me corro antes de lo que pesaba ensuciando sus sábanas.

Una vez caigo sobre el colchón le veo a él acomodarse a un lado lamiendo su mano ensuciada con mi semen. Le miro desagradado pero él sonríe y se encoje de hombros mientras no deja el más mínimo resquicio de semen en él. Cuando termina va a mi pene y me lame para limpiarme de igual manera que ha hecho con sus dedos tan solo como medida higiénica, no para una segunda intención sexual. Cuando cree que estoy bien, me cubre con el calzoncillo ayudarme a ponérmelo y nos cubre a ambos con una sábana de la que dudo de su higiene.

–Perdóname si he sido brusco, he perdido la paciencia con los años… –Yo solo sonrío y me abrazo a él mientras su brazo me corresponde inconscientemente. No dice nada más y yo tampoco lo necesito. Me siento somnoliento y cansado. Aún no dolorido pero va a dolerme. Por ahora cierro los ojos y me dejo llevar por el sueño.

 

 


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