ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 23
CAPÍTULO 23
YoonGi POV:
Los domingos son tremendamente eternos y
aburridos y más aún cuando el día anterior me lo pasé hasta altas horas en el
taller sin la posibilidad de estar con mis amigos por un encargo urgente que me
vi forzado a terminar en el día. Jeon quiso verme, no le dejé porque
probablemente me hubiera interrumpido en mi trabajo y lo más posible es que me
pidiese explicaciones por mi comportamiento con él en el sábado anterior y
preferí darle de lado como si nada. Pero como es un chico nervioso y
tremendamente cabezón, hablamos ahora lo que no quise hablar ayer.
––¿Seguro
que está todo bien, hyung? No quiero que estés enfadado conmigo.
––Todo
bien, solo me molestó que lo llevases sin mi consentimiento.
––No
me ibas a dejar de todas maneras, hyung. Sé que no debí. Perdóname.
Verle tan amable me escama. Frunzo el ceño
mientras miro la pantalla completamente confuso y mordiendo mis labios. Solo es
tan sumiso cuando está terriblemente caliente.
––Todo
bien. ¿Te ocurre algo?
––Te
echo de menos.
––Estamos
hablando, Kook.
––Sabes
a lo que me refiero, no seas escurridizo. Hemos estado semanas sin tocarnos.
Ayer no viniste y el sábado anterior desapareciste con Jimin. Pensé que
vendrías a buscarme pero no regresaste.
––No
estaba de ánimo.
Suspiro mientras recuerdo el tan apasionado
beso que me pone la piel de gallina.
––¿No?
Hyung, tú siempre lo estás.
––Menos
lo estuve cuando te encontré a la mañana siguiente revolcado en el sofá con dos
tías. ¿No crees que es la mejor imagen para despertarse?
––Ah,
ya. Estaban buenas, ¿cierto?
Frunzo el ceño y aprieto el móvil en mis manos
sintiendo como tras la pantalla sonríe, sabiendo que me pone celoso. Más me
frustra saber que no es cierto y en realidad mi noche fue mil veces mejor que
la suya a pesar de la falta de más contacto.
––Mucho.
¿Hubieras preferido una orgía conmigo a un trío?
––Contigo
a solas no necesito más.
Comienzo a pensar en la posibilidad de que la
borrachera y el colocón no me hubieran afectado, ¿qué habría acabado haciendo
si hubiese estado en mis facultades? Tal vez le deba una explicación a Jimin,
pero tampoco recuerdo bien si él siguió el beso o por el contrario le desagradó
tanto como creo. Tal vez le gustara, tal vez se quedara con ganas de más. No
puedo consentirlo.
––Qué
zalamero. ¿Qué haces?
––¿Tú
qué crees?
––Siempre
que me dices eso me asusta así que mejor dejemos la conversación.
––¿No
quieres saber qué estoy haciendo, hyung?
––No.
Suspiro.
––Ojalá
pudiera gemir en alto para mandarte un audio pero mis padres están aquí al
lado. Me cuesta incluso escribir así.
––Basta,
Jeon. ¿Cómo puedes pasar de estar enfadado, a celoso, a sumiso y ahora caliente
en tan poco tiempo?
––Las
hormonas… Vamos hyung, juega conmigo.
––Hasta
otro día, Kookie. Adiós.
Cierro la conversación y ante la seguridad de
que me mandará más mensajes apago el teléfono móvil y lo tiro sobre la cama
mientras permanezco sentado en el escritorio. Con mis labios en un puchero me
balanceo en la silla sintiendo todo mi cuerpo temblar con el simple recuerdo de
sus labios en los míos. Aun no estoy seguro de si he idealizado el recuerdo o
por el contrario, es tal y como tanto ansío. Muerdo mis propios labios
recordando el sabor dulce de su saliva y su lengua en mi cavidad. Recuerdo el
olor de su pelo, la suavidad de este tal vez por el tinte y su color y brillo
tan agradable. Sus ojos, pequeños, adormecidos, impactados por mi primer beso,
cansados con el segundo y cerrados con el tercero. Sus manos en las mías, su
cuerpo colocado tan sutilmente bajo el mío y de repente, nada. No tengo más
recuerdo y es un completo fastidio porque antes de darme cuenta ya me siento
con la respiración agitada y no puedo evitar levantarme y conducirme al cuarto
de Jimin donde probablemente esté estudiando. No ha salido en todo el día por
miedo a la reacción de su madre y ya en la noche le han llevado la cena para
que al menos no muera de hambre. Ahora, antes de irse a dormir, de seguro que
está distraído y no le importará que le perturbe unos segundos.
Me acerco a su puerta y llamo con suavidad para
no sobresaltarle pero intensamente para que me oiga con firmeza. No tanto como
para que se preocupe de que es algo grave, solo simple aburrimiento. Llamo al
fin tras pensarlo y cuando lo hago, nadie responde desde dentro. Eso me
inquieta y abro para verle tumbado boca arriba en la cama con un libro
ocultando su rostro desde sus manos. Tras oírme entrar mira por encima del
libro y pone los ojos en blanco indicándome que no me ha contestado porque no
quería verme, no porque no me oyese.
–Hola. –Digo pero él parece no querer prestarme
atención y lejos de hacerme sentir triste, me enfurece y camino hasta su lado
en la cama y le veo leer distraídamente por las páginas. Sobre la portada.
“Derecho Pensar” adorna el fondo beige y parece grueso y pesado. Debe tener los
brazos cansados pero se hace el duro. Yo se que se lo hace.
Solo sentir como me ignora me excita, me pone
juguetón y no solo eso. Verle sumiso en la cama y con nuestros padres debajo en
el salón, es todo mucho más peligro. Excitante. Mis intenciones están claras.
Me siento en el colchón, donde sus rodillas
quedan estiradas. A la altura de estas su rostro me queda oculto por el libro
pero no es su rostro lo que busco y poso mi mano en la pierna más cercana a mí.
Él me sigue ignorando y estoy dispuesto a saber cuánto puede aguantar el
contacto. Demasiado tiempo como para aburrirme por lo que deslizo mi mano
ascendiendo hasta su muslo y es tremendamente excitante el contacto de su
turgente pierna en mi mano. Se ve gruesa y fuerte. Musculosa, seductora,
sabrosa y suculenta. Tremendamente adictivo el contacto aprieto mis dedos en su
carne haciendo que se hunda con mi gesto. No le hago daño, solo quiero
excitarme con la forma de su muslo adecuándose a mi fuerza.
Mis dedos caminan a la cara interna del muslo
pero asciendo hasta su vientre rozando sin querer queriendo su entrepierna.
Solo un roce ligero pero evidente. Muy llamativo. Hasta hacerle temblar le he
hecho. Mi mano en su vientre no le pasa desapercibida y me mira por encima del
libro un segundo con lo que yo detengo todos mis movimientos, pero parece
aburrido y regresa a sus estudios para ocultarse de mí. Lo aprovecho para
buscar en el borde de su camisa un lugar por donde colar mi mano pero eso sería
demasiado escandaloso como para que me permita continuar antes de estar
excitado por lo que prefiero seguir con mi mano sobre la tela impidiendo que
pueda marcharse. Incluso así, puedo sentir en la yema de mis dedos y en la
palma de mi mano todas las voluptuosidades que su abdomen forma y me muerdo los
labios mirando como se marcan en la tela. Suspiro y alcanzo uno de sus pezones
con mi pulgar para apretarlo y hacerle dar un respigo obteniendo de sus labios
un leve “hyung” que intenta recriminarme pero que más bien parece un gemido
lastimero.
Las ganas me pueden en sobremanera y llevo
ambas dos manos a sus vaqueros y desabrocho con rudeza y rapidez su bragueta.
Primero el botón y después la cremallera que apenas toco. Abro de un tirón de
la prenda. Ahora es cuando se sobresalta y deja caer su libro en su pecho para
pretender incorporarse pero antes de que pueda ser consciente de hasta qué
punto he perdido la cabeza por su cuerpo, ya recorro con mi lengua su pequeña y
dormida longitud bajo el bóxer blanco. Un pequeño bulto sobresale por la
apertura que me han proporcionado los vaqueros pero solo con lamer eso, él cae
en la cama e intenta recuperar el libro en sus manos a duras penas.
–¡Hyung! –Grita entre susurros–. ¡Basta! ¡Estás
loco! –Con una de sus manos, la que no intenta sostener el libro, sujeta mi
hombro e intenta apartarme pero ni moverse puede cuando lamo de nuevo ese bulto
y le hago temblar en mis manos. Su mano en mi hombro no sabe si apretar o
dejarse llevar por lo que prefiere hacer como si nada y coger el libro de nuevo
y ponerse a leerlo esperando que si no me presta atención yo desista de mi
juego. Está muy equivocado.
Con mis manos en el borde de su pantalón sobre
su cintura, agarro con fuerza la tela y tiro de ella bajándole lo suficiente
como para que me de libertad de movimientos. Me inclino de nuevo en su vientre
y su olor es sin duda enloquecedor. Adictivo incluso. Una de sus manos intenta
recuperar su pantalón apareciendo de la nada mientras se da cuenta de que está
fuera del alcance de sus pequeños dedos. Beso esa mano sin que se dé cuenta por
el libro que le impide la vista y retira la mano nervioso. Me río y comienzo a
masturbar su miembro por encima de la tela provocándole escalofríos. Nadie le
ha tocado antes que yo, y eso me hace sentir tremendamente caliente. Recorro
con mis labios sus muslos, su vientre, su entrepierna y cuando no aguanto más,
me deshago de sus bóxers bajándolos junto con sus pantalones y me meto su
erección a medio formar en la boca.
–¡Ah! ¡Aish! ¡Mmm! –Gime casi dolorido mientras
hago que toque mi garganta con su aún somnoliento miembro. La saco de mí y la
masturbo ya lubricada mientras beso y lamo sus testículos. Con mis labios los
aprieto y los retengo mientras los lamo–. Yoo… Yoongi entrarán. –Me avisa–.
Para, o te echarán de casa, si… ¡Ah! Si te ven así. Vamos.
Comienza a recobra la cordura. Tal vez no estoy
haciendo bien mi trabajo.
Termino de quitar sus pantalones y dejando sus
bóxers colgando de uno de sus pies, abro sus piernas colándome entre ambas y
regreso a lamer su glande ya bastante hinchado. Comienza a hiperventilar
mientras cubre su rostro con el libro. Una de sus manos tiembla, la otra se
aferra con fuerza a la tapa. Me hace querer reír pero sigo tragándome hasta el
fondo su pene ya duro y solo cuando creo que no va a correrse, gime alto y
sonoro.
–¡Hyung! ¡Hyung para!
No me detengo por mucho que me lo suplique y
con mis manos apretando fuertemente en sus caderas, se corre en mi boca y me
trago hasta la más mínima gota de leche que me proporciona. Lo hago mirándole y
él se descubre con unas mejillas enrojecidas y unos labios hinchados a más no
poder. Se los ha mordido conteniéndose.
–¡Voy a golpearte! –Me dice mientras intenta
incorporarse, colocarse el calzoncillo y recuperar los pantalones a la vez. Su
libro ha caído al suelo y solo puedo verle como la mejor expresión de arte que
jamás se me ha presentado. Una obra de arte, un conjunto de colores que crean
la belleza personificada. Una Venus igual de tentadora que cualquiera. El mejor
y más angelical Cupido–. ¿Cómo se te ocurre? Soy tu hermano, por el amor de
Dios. ¡Qué asco! –Dice pero se ha corrido, y sabe que le ha encantado. Mientras
se cubre con una manta, incapaz de recuperar sus pantalones sin hacer un
desfile en ropa interior delante de mis ojos, me mira asqueado observando con
detenimiento como paso mi lengua por mis labios que aún contienen su sabor.
Cuanto me gustaría besarle para que descubriera cuan dulce sabe.
–Delicioso. –Digo y él se escandaliza.
–Somos hermanos… y hombres… y nosotros no… ¡Agg!
¿Eres gay? –Me encojo de hombros ante sus retrógradas palabras y me levanto con
intención de marcharme, ya saciado con su corrida, pero él sigue hablando–.
Como vuelvas a irrumpir en mi cuarto para violarme de esta manera se lo diré a
mi madre. –No parece una amenaza seria, sin embargo, me encanta.
–Perfecto, le dirás que te corriste en mi boca
por el placer que sentías de tenerme chupándotela.
–Yo… no…
–Adiós,
descansa.
Me voy, satisfecho.
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