ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 16
CAPÍTULO 16
Jimin POV:
23 :
30
El silencio es tan solo interrumpido por el
sonido de las herramientas de Yoongi en su mano mientras está sobre una
plataforma con ruedas bajo el BMW. Tras preguntarle me contestó que estaba
comprobando que la pintura había llegado bien a todos los puntos de la chapa
que se escondía bajo el coche. Verle tan cuidadoso con su trabajo me hizo
comprender cuánto amaba este empleo y cuánto tiempo le dedicaba pues se ha
hecho de noche y él sigue aquí, trabajando. Yo estoy sentado en el escritorio
revisando los papeles, con permiso de YoonGi, desde luego, para ver cuál es su
sistema de trabajo. Sus facturas, sus horarios, su agenda. Me he percatado de
que prefiere hacer esperar un par de días a los clientes antes que meterse
prisa descuidando la calidad de su trabajo.
Las facturas me muestran su sueldo y no solo
eso, sino la variedad de trabajos que hace a parte de motos, bicicletas y
coches. También ha tuneado monopatines, patinetes, se encarga de colocar logos
y etiquetas en camiones de reparto e infinidad de cosas más.
–¿Has diseñado el logo de un equipo de
patinadoras? –Pregunto asombrado mientras reviso las facturas del mes pasado.
Él me responde desde el suelo bajo el coche.
–Yo y la líder del equipo. Ella me dio ideas
para el boceto y tal…
–Debieron ser geniales. –Siento como se encoje
de hombros ignorando una posible respuesta aunque no pueda verlo.
–¿Disculpe? –Oigo una voz desde el exterior y
veo a un joven, con abrigo y guantes en las manos, llamando mi atención.
–¿Sí? –Pregunto y el hombre entra un poco
tímido y acongojado.
–He visto esto abierto y me preguntaba si…
–Sí, Sí. Aún seguimos abiertos. –Dice Yoongi
saliendo de la nada debajo del coche y el chico da un respingo asustado. Tras
la confortable sonrisa de YoonGi él se tranquiliza y nos mira a ambos
alternativamente–. ¿Qué desea?
–Pues mire. –Se dirige a YoonGi mientras yo me
mantengo en el escritorio. El hombre se saca la mochila de la espalda y de ella
saca un patinete eléctrico de color blanco que le extiende a YoonGi pero no lo
acepta por tener las manos manchadas de pintura. Tras ponerlo sobre la mesa a
mi lado, el chico sigue hablando–. He comprado esto a uno de mis mejores
amigos, que es grafitero, y me preguntaba si podría tunear este patinete con
alguno de sus dibujos–. De la mochila saca algunas cartulinas con los dibujos
de su amigo. Yo las cojo en mis manos y las miro asombrado y completamente
excitado ante la propuesta. Yoongi piensa unos segundos y suspira cavilando la
dificultad o tal vez calculando el precio del trabajo. Yo hablo para romper la
tensión y la espera.
–Tu amigo es todo un artista. –Asiente
sonriendo.
–Ha sido él quien me ha comentado de venir
aquí. –Saca una tarjeta y me la extiende. El nombre “Suga” es lo primero que
veo en ella y en el fondo, varios haces de luces de neón. El número de teléfono
y la dirección del local con las palabras “restauración, tuneado y pintura de
transportes”.
–¿Suga? –Pregunto y Yoongi me hace callar con
un chistido.
–Como comprenderás–. –Comienza Yoongi–. No
estoy familiarizado con el tuneado a este tipo de cosas modernas de hoy en día
pero te garantizo que puede quedar muy bien. ¿Ha sido idea tuya el pintar sus
dibujos en él?
–Sí, espero que le guste.
–¿Quién es tu amigo? Si ha sido cliente mío…
–Lee Min Hyuk. –Yoongi me hace pasarle las
imágenes de los grafitis sin reconocer en absoluto el nombre pero tras ver algo
reconocible en ellos, frunce su ceño, confuso.
–Este me suena. ¿De qué me suena? Ya he
trabajado con él.
–Su nombre artístico es B–Bomb. –Rápido los
ojos de Yoongi se abren de par en par con una enorme sonrisa.
–¡Joder! –Cubro mis labios por la palabrota
pero paso desapercibido en mi inocencia–. ¡Claro que sé quién es! –Ahora me
mira a mí–. Ambos tuneamos hace un año veinte skates para una competición. Él
hizo los diseños con ese estilo suyo y yo trabajé sobre los skates.
–Vaya… –Digo asintiendo.
–Lo haré encantado, y dile que se pase un día.
Aun le debo una carrera con la moto. –Saca su lengua divertido pero yo frunzo
mi ceño.
–Nada de carreras, hyung. Es peligroso. –Ambos
ríen de mí y yo suspiro ignorando su maleducada respuesta.
–Por ser para B–Bomb te lo dejo en 250$, no
puedo ser más generoso. –El chico a su lado suspira aliviado posiblemente por
la rebaja que ha obtenido.
–Genial. ¿Debo pagarte ahora o…?
–Nada de eso. Hasta que no veas el resultado y
estés de acuerdo con él, no necesito que me pagues. No es ético. –El chico
asiente y Yoongi me da los papeles y el aparato. Se despide del chico y vuelve
a su tarea con el coche mientras me habla–. Tómale los datos. ¿Sabes cómo
hacerlo? –Asiento y busco entre el papeleo el libro de encargos sintiendo una
gran responsabilidad sobre mis hombros.
–Nombre completo. –Le pido.
–Kim Yu Kwon.
–Hum. ¿Número de móvil o teléfono para
contactar contigo? –Asiente y me lo dicta–. Según la agenda de Yoongi no podrás
tenerlo listo hasta dentro de dos semanas. –Asiente aunque triste–. ¡Pero
seguro que como es para un amigo, podrá tenerlo en semana y media! –Grito
esperando que Yoongi me oiga y le veo sacar su pulgar y ascenderlo dándome vía
libre–. Eso es, ¿en diez días podrás venir a recogerlo?
–Claro sin problema alguno. –Asiento y tras
terminar por tomar los datos de las características de su encargo, le dejo
marchar.
–Coloca el patinete por ahí, y guarda las
fotografías que te ha traído en el archivador negro de la estantería. –Me dice
Yoongi y yo le obedezco–. Cuando termines cierra la trapa.
–¿Nos vamos ya a casa? –Pregunto esperanzado
pero él se ríe de mí.
–Claro que no. Aun tengo cosas que hacer.
–Suspiro decepcionado, acatando sin remedio sus órdenes.
…
00:45
El silencio de nuevo es brutal, interrumpido,
una vez más, por un sonido ensordecedor, una pequeña aspiradora de mano que
pasa por el interior de la tapicería del coche. Una vez se detiene, hablo.
–Hyung, tengo sueño. –Digo con mi rostro
apoyado en mi mano sobre la mesa.
–Hum. –Contesta guardando la aspiradora y
cogiendo un trapo y un difusor de algún producto de limpieza y comienza a
limpiar los cristales
–Hyung, ¿Cuándo vamos casa?
–No seas como un niño pequeño, Jimin. –Suspiro
con los ojos cerrados–. Si me ayudas, nos iremos antes a casa. –Asiento y me
levanto cogiendo un trapo como el suyo y limpio los cristales laterales
mientras él lo hace con la luna delantera. Suspiro a los dos segundos y pasados
estos dos, suspiro de nuevo, cansado y tremendamente adormecido–. ¿De qué te
quejas?
–De que me haces trabajar en mi día libre.
–¿Yo? –Pregunta atónito–. Es Dios quien te hace
trabajar, por ser hombre.
–¿Hum? –Pregunto aturdido.
–“Y Dios dijo al hombre: Porque le hiciste caso
a tu mujer y comiste del árbol prohibido, maldito el suelo por tu culpa: con
fatiga sacarás de él tu alimento mientras vivas; te dará cardos y espinas, y
comerás hierba del campo. Comerás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas
a la tierra, pues de ella te sacaron; porque eres polvo y al polvo volverás.”
–Génesis 3 – 17.
–¿Qué tiene eso que ver?
–El hombre vivía feliz en el Edén sin necesidad
de trabajar y fue Dios quien al sacarle fuera, le obligo a trabajar para vivir
de sus cosechas.
–No fue culpa de Dios. Adán tuvo la culpa, por
caer en la tentación del primer pecado.
–De igual modo Dios odia al hombre. “Al ver el
Señor que en la tierra crecía la maldad del hombre y que toda su actitud era
siempre perversa, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le
pesó de corazón. Y dijo el Señor: –Borraré de la superficie de la tierra al
hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, porque me
arrepiento de haberlos hecho”. Génesis 6 – 5.
–Estupideces. “El Señor olió el aroma agradable
y se dijo: –No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre. Sí, el corazón
del hombre se pervierte desde la juventud; pero no volveré a matar a los
vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar
siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche”. Génesis 8 –
21.
–Dios no sabe valorar la verdadera belleza de
la maldad.
–Hyung…
–Es cierto. En los peores momentos es cuando
realmente somos valiosos. ¿O no es en las guerras cuando surgen los mejores
inventos? El reloj, el teléfono, el…
–Las armas, la muerte, el dolor…
–La guerra es algo que ha existido siempre,
Jimin. No creas en la paz y en esas chorradas.
–¿¡Como puedes decir que no crees en la paz!?
–¿Qué es la paz? –Me pregunta muy serio,
deteniendo todos sus movimientos. Yo le miro pensando fríamente en una
respuesta que le deje patidifuso pero de mis labios solo salen tonterías.
–Pues es no haber guerras, es la tranquilidad,
la…
–Puf. –Suspira y sigue trabajando volviendo a
instalar un silencio que duele. Yo lo lleno con algún suspiro y mi trapo
limpiando el cristal es lo único en lo que me centro hasta que una duda salta
en mi cabeza que no puedo reprimir a expresar.
–¿Cómo es que sabes parafrasear la biblia? ¿No
eras ateo? –Se encoge de hombros.
–Igual que puedo parafrasear a Dostoievski o a
Hume. –De nuevo ese desagradable gesto de hombros.
–No es lo mismo. –Me mira serio.
–Claro que sí, es cultura general.
–Y sabiendo todas esas cosas de la religión,
¿por qué no eres creyente?
–Porque yo no leo la Biblia como un dogma o una
obligación, sino con un sentimiento crítico. No solo no me creo la mitad de las
cosas que…
–Son metáforas en su mayoría, Yoongi. –Le
detengo–. No hay que creerlo sino pensar sobre ello y quedarse con los valores
que defiende.
–Son valores machistas, retrógrados, sexistas…
–¿Qué tontería es esa? –Pregunto enfadado.
–“A la mujer le dijo: Multiplicaré los
sufrimientos de tus embarazos, darás a luz hijos con dolor, tendrás ansia de tu
marido, y él te dominará”. Génesis 3 – 16.
–Bah. –Digo quitándole importando y finalizando
la conversación. Pienso unos segundos sobre ello y tras que Yoongi sonría
triunfante, le golpeo con el trapo sucio y me mira riendo aún más de mi poca
picardía. De nuevo me dirijo al escritorio y me siento allí con un suspiro. Me
giro de espaldas a él enfadado y hay un puchero infantil frunciendo todo mi
ceño con él. –Estúpido hyung. –Digo entre susurros y él ríe de mis palabras que
ha conseguido escuchar. Sin darme cuenta su sonrisa se cuela por mis oídos
reconduciéndose por todo mi cuerpo hasta hacerme temblar. No distingo entre el
miedo de su estridente y ensordecedora risa y la plena conciencia de agrado por
el sonido.
–¡No te enfurruñes como un niño, me das
vergüenza! –Me tira el trapo que estuve usando y rápido me levanto aún más
furioso.
–¡Hyung! –Camino hasta él con el trapo y cuando
lo tengo enfrente, me siento intimidado y rápido sonrío avergonzado–. Hyung…
–cambio mi voz a un registro mucho más meloso e infantil–. Vámonos a casa,
tengo sueño–. Dejo caer mi cabeza en su hombro y suspira mirando a todas partes
pensativo.
–Está bien, vámonos, venga.
…
De nuevo me delito en las luces de los
edificios en horas poco apropiadas para tanta luminosidad. El sonido de la moto
ya ni me molesta pero sí lo hace la distancia entre Yoongi y yo y en cuanto
puedo me acerco mucho más a él abrazándome con fuerza a su cintura. Él no
parece sentirse incómodo y apoyo mi cabeza enfundada en el casco sobre su
espalda. Hay tráfico, más del que me gustaría y cuando llegamos a casa son la
una y media de la mañana.
–Shh, ya están durmiendo–. Me dice a medida que
entramos en casa y no vemos luces encendidas. Mis piernas tiemblan pero con
sumo cuidado ascendemos por las escaleras y casi como un acto reflejo, ambos
entramos en el cuarto de baño y mientras él orina, yo me miro en el reflejo
lavándome las manos y la cara con agua, después que los dientes. Él hace lo
mismo que yo mientras yo orino vigilándole de reojo que no sea curioso como la
última vez. Cuando termino me lavo las manos de nuevo y me quedo mirando su
reflejo mientras se cepilla los dientes con cuidado.
–Buenas noches. –Le digo y con una sonrisa
tímida desaparezco por la puerta conduciéndome a mi cuarto en silencio. Allí
dentro enciendo la lucecita de la mesilla y comienzo a desvestirme con cuidado
de no hacer demasiado ruido. Dejo los zapatos a un lado en el suelo y comienzo
desvistiéndome por los pantalones y después los calcetines. Mi camiseta va
después y siento como el aire frío me golpea poniéndome los pelos de punta.
Paso la palma de mis manos por mis brazos, mi pecho, mi vientre…
–Tendría que haberme traído la cámara. –La voz
de Yoongi me hace dar un respingo y me giro a la puerta donde le veo apoyado,
mirándome con ojos desorbitados y encendiendo mis mejillas con sus palabras.
Rápido y pudoroso me conduzco al armario para sacar un pijama con dibujos del
dinosaurio Dooly y me lo pongo ante su atenta mirada.
–¿Qué haces ahí parado? –Se encoge de hombros.
Cada vez que hace ese gesto lo odio más.
–Nada y ¿tú? ¿Ibas a tocarte? –Me pregunta con
una sonrisa pervertida y rápido retiro de él la mirada completamente ofendido.
–Claro que no. Idiota. –Quiero gritar, pero me
contengo para no despertar a nuestros padres–. Voy a rezar ahora, si no te
importa. –Él pone los ojos en blanco pero me sigue con la mirada mientras me
conduzco al borde de la cama y me arrodillo juntando mis manos mientras suspiro
antes de comenzar–. Dios, gracias por el día tan laborioso de hoy que… –miro a
mi lado como Yoongi se arrodilla a mi derecha y entrelaza sus manos entre ellas
como yo tengo las mías. Me mira, esperando mi aprobación, pero yo ignoro su
presencia– …he aprendido tanto del trabajo de mi nuevo hermano. Espero que mi
mamá hoy haya sido feliz y haya descansado todo lo que se merece. Espero que
papá Min esté feliz también–. Miro de reojo viendo como Yoongi no me aparta la
mira–. Y te doy gracias porque no habernos matado en la moto según veníamos,
amén.
–Amén. –Repite Yoongi y yo me incorporo
sentándome en el borde de la cama esperando porque se vaya pero él permanece
arrodillado a mi lado sonriéndome.
–¿Ya te has reído de mí?
–Venía a darte las gracias, por ayudarme hoy.
¿Te lo has pasado bien? –Hago un puchero y niego con la cabeza cruzándome de
brazos. Él ríe de mi gesto–. Jiminie, buenas noches. –Se incorpora, acaricia mi
pelo mientras frunzo el ceño, y se marcha. No es hasta que me he asegurado que
ha desaparecido, que no sonrío como un idiota.
Comentarios
Publicar un comentario