ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 15

CAPÍTULO 15


Jimin POV:

 

15 : 15

El sonido de la pistola de pintura, junto con un tráfico lejano es lo único que se oye en la nave. Yoongi está terminando de dar los últimos retoques a la pintura del BMW mientras yo fotografío con la cámara la bicicleta acabada y perfectamente adorable. Cualquier chica desearía tener una igual e incluso yo me siento envidioso de la afortunada. Cuando creo que he hecho suficiente me siento en el escritorio y paso las fotos en la cámara enorgullecido de ellas pero de repente reaparecen las mías y hago un mohín enfadado pero muy sorprendido por mi propio gesto tan antinatural en comparación con mi sonrisa permanente pero que sin embargo me hace ver mucho más adulto de lo que me creo. Con total libertad sigo viendo imágenes y cuando termino las mías aparecen algunos coches y algunas motos también restauradas y tuneadas. Cuando estoy viendo un Mercedes verde y negro unos pasos se acercan desde fuera y puedo oírlos poco a poco sobre el pavimento. Son unos pasos firmes y algo acelerados. Energéticos y atléticos. Un cuerpo aparece por uno de los laterales del espacio abierto y puedo verle pero no distinguirle. En su cuerpo un gran abrigo militar asoma y en su espalda, una mochila de escuela. Es un chiquillo perdido, o eso me creo yo.

–¿Hyung? ¿Hyung, estás ahí? –Pregunta mirando dentro y con una bolsa de papel marrón en la mano. Mira a todas partes hasta detenerse en mí y parece esperanzado pero tras reconocerme, su expresión se torna decepcionada a la par que sorprendida–. Tú no eres el hyung al que busco. –Dice con una expresión divertida y a medida que se adentra y se acerca sin permiso alguno puedo reconocer varios rasgos de su rostro. Es el mismo chico de las fotos delante de mí, es el mismo chico de la fiesta.

–¿Qué haces aquí? –Pregunto intentando sonar amable aunque me mire como si acabase de amenazarle. Alza la bolsa en su mano y ahora es él quien se siente enfadado.

–Vengo a comer con mi hyung, como siempre. ¿Y tú? No me dijo que estuvieras aquí. –Me encojo de hombros y rápido apago la cámara para guardarla en su sitio. Mientas lo hago él sigue hablando–. No he traído comida para ti, lo siento.

–Da igual. Yoongi está ahí dentro. –Señalo la sala de pintura y él asiente colocando la comida sobre el escritorio y dejando la mochila tirada por el suelo al igual que la chaqueta, tomándose las mismas libertades que si estuviera en su propia casa. Tras hacer un mohín miro la chaqueta en el suelo y me siento intimidado por ella pues puede servirme como tienda de campaña si quisiera.

Antes de que el chico llegue a la puerta, ya sale YoonGi quitándose la mascarilla y sorprendido por ver a Jeon ahí. Rápido golpea su propia frente enfadado y frustrado. Yo le miro sonriendo por su inocente y divertido gesto.

–¡Lo siento Jeon! Se me olvidó avistarte, hoy iba a estar con mi hermano. Lo siento.

–Oh, ¿interrumpo? Puedo irme si quieres hyung… –Rápido Yoongi niega con la cabeza deshaciéndose del traje de plástico. Cuando al fin está libre de él Jeon consigue abrazarle y él se deja tan sumiso como un niño. Algo me hace pensar que de hacerlo yo él no se dejaría y por el contrario, tal vez me empujaría lejos.

–Bueno, Jimin. –Me habla YoonGi  un poco avergonzado por la situación–. Este es Jeon JungKook, ya le conoces.

–Nuestro primer encuentro no fue muy agradable. –Digo y Jeon se encoge de hombros.

–Jeon, este es mi hermano pequeño, Park Jimin. –Le mira ahora a él–. Al fin una buena presentación. ¿Hum?

–¿Cómo os conocisteis? –Pregunto y ellos se miran divertidos.

–Por amigos de por medio. –Dice Jeon y pasa el brazo por el hombro de Yoongi–. Ambos tenemos un amigo en común y nos presentaron en el almacén de Namjoon. –Asiento–. No tenemos una historia muy bonita, hyung, para ser mejores amigos.

–Da igual como empiezas algo si disfrutas el proceso de creación. –Yoongi se deshace del agarre del chico y este hace un puchero. Este se intensifica ante la enfadada mirada de Yoongi cuando ve la mochila y la chaqueta de Jeon tirada en el suelo pero debe ser algo ya normal porque tan solo con un suspiro lo olvida y lo deja pasar–. Jimin, vamos a lavarnos las manos antes de comer. –Asiento y me conduzco con él a un pequeño baño donde nos acercamos al grifo y con jabón y agua nos lavamos las manos con para quitarnos de ellas el desagradable olor a pintura y hierro oxidado. Cuando regresamos, Jeon ya está sentado en donde yo permanecía antes y le veo sacar unos cuantos envases de aluminio, un bote de Coca–Cola y dos pares de palillos–. ¿Qué has comprado hoy? –Pregunta.

–Pollos degollados, desollados, deshuesados, triturados y hechos nuggets. –Sonríe y yo me escandalizo por la forma tan desagradable en la que nos ha anunciado nuestro alimento. Yo frunzo el ceño y él continúa–. Con la posibilidad de aderezar sus cadáveres con dos salsas, barbacoa y salsa de ajo y cebolla. Que ricos van a saber vuestros besos después. –Nos guiña un ojo pero yo solo pienso en su desagradable vocabulario.

–Mamá dice que tenemos que respetar a los animales. Que son obra del Señor igual que nosotros. –Hago un puchero y aunque Yoongi ignore mis palabras cogiendo uno de los dos pares de palillos yo me quedo ahí de pie escuchando la estridente risa de Jeon que se ha tomado mis palabras como un chiste. Cuando ve que nadie más se ríe como él, deja a un lado la risa para mirarnos a los dos alternativamente.

–¿Es enserio?

–Cosas de su madre. –Dice Yoongi excusándome como si tuviese la necesidad–. Déjalo estar. –Jeon se encoge de hombros y yo me quedo ahí parado mientras veo como ambos comienzan a abrir los envoltorios y el delicioso olor de la comida me golpea. Sin saber qué hacer obtengo la triste mirada de Yoongi y yo le hago un involuntario puchero uniendo mis manos detrás de mi espalda sintiéndome un poco fuera de lugar. Incluso Jeon se da cuenta y me mira sonriendo mientras palmea su regazo.

–Ven, siéntate aquí, no estés de pie. –Yo niego rápido con la cabeza tremendamente avergonzado y Yoongi con un suspiro se levanta, me da sus palillos, y se sienta donde Jeon me ha cedido lugar. Como si nada, Jeon rodea la cintura de su hyung con un brazo mientras con el otro le conduce un trozo de carne de pollo hasta los labios agradeciéndole este de buen grado. Yo me siento en la mesa donde Yoongi estaba y cojo uno de los trozos de pollo untándolo en salsa barbacoa.

–El mofletes aquí no será vegetariano, ¿no? –Niego con la cabeza pero detengo la comida a medio camino por el apodo tan inapropiado que me ha dignado.

–¿Mofletes? –Asiente y Yoongi ríe. Ambos, como si yo no estuviese ahí, comienzan a hablar de lo que ha hecho Jeon en clase, de no sé qué de su familia, de los avances que ha hecho Yoongi en el taller, incluso me elogia por la bicicleta de la chica que hemos decorado. Alegando que él tiene el sentido artístico, palabras textuales, “en el culo”, estudia para ser profesor de educación física y dado su buen estado físico, no me extrañaría que lo consiguiera. Todo el tiempo hasta pasada casi una hora ha sido así y aunque la conversación ha variado e incluso hemos seguido hablando después de terminar la comida, hay una sola cosa que no ha cambiado, la mano de Jeon en el costado de Yoongi acariciando y sujetando esa parte. Me ha puesto nervioso desde el primer instante en que la he visto tan descuidada al principio pero tan autoritaria al final. No se despegaba de él y tan solo conseguía mi más sincero enfado.

–¿Trabajarás hoy hasta tarde? –Pregunta Jeon mirando a Yoongi que le devuelve la mirada sonriendo.

–¿Por qué? –Pregunta pensativo y con picardía.

–Por nada hyung… –Dice el otro mucho más pícaro y jocoso.

–Sabes que los días de diario no puedo, Jeon. ¿Mañana estarás donde Namjoon?

–Claro. TaeTae irá a recogerme por la mañana, me prometió ir al parque de atracciones.

–¿Sí? Genial. Espero que no regreses cansado…

–¡Hyung! –Le grita y este se levanta de sus piernas, dada por finalizada la conversación. Yoongi se incorpora para ir a mirar la cámara que guardé y rebusca en la galería las fotos que hice comprobando su calidad como me dijo que haría y no ha tenido tiempo a hacer. El silencio se hace un poco incómodo y acabo siendo testigo de los ojos de Jeon que me miran de arriba abajo sentado en la mesa como estoy sin reparo alguno–. ¿Y tú? –Me pregunta y yo miro a Yoongi que no está atento a sus palabras. No sé a qué se refiere por lo que prefiero mantenerme en silencio hasta que él aclara su pregunta–. ¿Vendrás mañana?

–Yo… eh… –Yoongi interrumpe mi indecisa respuesta.

–Ya hemos hablado de eso, Jeon. No es conveniente.

–Oh, vamos, hyung. No le haremos nada malo. –Dice Jeon y me mira como la mejor presa de su vida. Yo tiemblo con ello y me agarro a la madera de la mesa nervioso–. Dime, mofletes, ¿tú quieres venir o no?

–Yo… mamá… no sé si…

–Tu madre no te dejará. –Dice Yoongi mirándome serio–. Y no quiero cargar con la responsabilidad de que te pase algo o de tener que llevarte a casa pronto. No.

–Que aburrido eres, hyung. Seguro que hacía buenas migas con Hoseok mientras tú y yo… –Yoongi le interrumpe nervioso.

–¡He dicho que no, punto! –Jeon suspira y pone los ojos en blanco–. Voy al baño, no se te ocurra violarle mientras no estoy. –Dice Yoongi caminando lejos y yo me aferro mucho más fuerte que antes a la mesa. Jeon le sigue con la mirada mientras desaparece y rápido, cuando ha desaparecido, Jeon se incorpora a toda prisa en la silla y yo retrocedo asustado, pero no soy yo su objetivo sino una de las libretas en la mesa que escoge al azar igual que uno de los lápices en un bote de aluminio. Rápido y veloz arranca una hoja en blanco y me la extiende en la más absoluta impaciencia.

–Escríbeme tu número de teléfono, vamos, rápido. –Yo lo hago dudando en si está bien o no, pero al fin y al cabo, es tan solo mi número de teléfono. Lo que más me inquieta es el secretismo que se tiene. Cuando termino de escribir las cifras rápido deja todo en su sitio y escribe “mofletones” en el papel para recordar de quién es. Se guarda el papel en el bolsillo y me mira con una sonrisa infantil y divertida–. Mañana te pasamos a buscar mi amigo Tae y yo. –Me guiña un ojo y rápido siento como la adrenalina me controla–. No le hagas caso, –habla de Yoongi–, siempre es así, seguro que luego no le importa. Pero no le digas nada, ¿sí? Te prometo que te cuidaremos bien. –Rápido escuchamos el pestillo de la puerta y él se lleva un dedo a sus labios–. Shh shh. Disimula.

Yoongi regresa colocándose la ropa y yo agarro mis manos entre ellas sintiendo como tiemblan por mi pura inocencia.

–Bueno, yo me voy ya. –Dice Jeon levantándose y recibe un puchero de parte de Yoongi–. Tienes trabajo, hyung. –Se abrazan y Jeon coge a Yoongi en sus brazos pero rápido, ante el primer quejido de este, lo suelta con cuidado en el suelo y se disculpa. Ambos se despiden y cuando Jeon recoge sus cosas y desaparece, YoonGi me mira suspirando.

–La chica de la bicicleta tiene que estar al llegar. Y el de la moto dorada también. Tenemos que avanzar trabajo, así que pongámonos manos a la obra.

Suspirando me levanto y me conduzco a su lado otra vez para volver a trabajar.   

 

 


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