SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 33
CAPÍTULO 33
Jungkook POV:
Ha terminado de coserme por la espalda y en el pecho.
Ha cubierto las heridas con unas gasas y estas las ha pegado con esparadrapo a
mi piel. No hemos hablado en ningún momento porque mi cerebro tiene mucho que
asimilar. Aun no puedo creerlo, es Jimin, está aquí conmigo. Tengo tanto que
preguntarle pero mi mente está aún drogada y mis palabras no quieren salir.
—Kook, incorpórate. –Lo intento pero a pesar de que el
cuerpo no me responde como quisiera el brazo me duele mucho. Ve que es
imposible y me ayuda a levantar el torso y sentarme en el borde de la cama—.
¿Cómo estás?
—Algo mareado…
—Voy a vendarte el torso, ¿de acuerdo? –Asiento
soportando la postura erguida.
Saca del botiquín a sus pies un rollo de venda blanca
y comienza a enrollarlo alrededor de mi torso y my hombro derecho. Suspiro
pesadamente y relajo mi cuerpo.
—Eres Jimin. –Afirmo auto convenciéndome. Asiente—. Me
has dado mucha droga que incluso diría que te pareces a él.
—Soy yo, Jungkook.
—No puede ser. –Niego sonriendo y con un nudo en la garganta
nuevamente—. Él tenía un buen futuro, sería un importante médico.
—Lo soy, he salvado tu vida.
—Sabes a lo que me refiero, Jimin nunca me habría
robado, nunca me habría golpeado. Me violaste…
—Lo sé, lo siento. –Me mira triste asumiendo sus errores—.
Pero no fue idea mía robar esa casa, fue una orden y creí que podría tener la
oportunidad de verte de nuevo. Tan alto, tan guapo. No debiste haberme seguido
hasta aquí.
—¿Soy yo la persona de la que hablabas el otro día?
¿Aquel amor? “Es dulce, inocente, alegre pero a veces bipolar...” –digo
recordando sus palabras y asiente sonriendo—. Me has tenido secuestrado,
durante más de una semana. Me han golpeado, me han insultado y humillado. He
perdido mi coche, mi dinero. No sé si volveré a ver a mis padres. Y lo peor es
que estuviste aquí, sin hacer nada, sin decirme quién eras, maldita sea.
—Kook…
—No me quieres. El Jimin que yo conocía jamás habría
dejado que me pasara nada. Casi muero hyung…
—Claro que te quiero, pero ese es el problema. No soy
el mismo Jimin de diecisiete años. Mírame, soy un delincuente, un violador.
—Has dejado que me acueste contigo sin saber quien
eras.
—Quería que lo hicieras con el Jimin de ahora, no con
el que recuerdas. –Suspiro comprendiendo su punto de vista. Es razonable. No
quiero ni imaginarme lo que puede haber pasado él.
—No eres tan diferente.
—Ves… eres bipolar. –Me mira sonriendo.
—Mírate, como en los viejos tiempos. Curando mis
heridas cuando me caigo.
—Me siento responsable de ti.
—Ahora entiendo porqué. He sido un idiota. –Restriego
mi mano por mi cara despejándome—. No has parado de insinuarme cosas ¿verdad?
–Asiente—. Debo haberte parecido estúpido.
—En verdad ha sido como un juego, solo esperaba a que
te enterases por ti mismo pero hoy, cuando creí que te morías me arrepentí de
no habértelo dicho antes.
—Ya está, ya lo sé y estoy bien.
—Cuando te desmayaste en el coche, yo pensé… awww… y
toda la sangre, por todas partes… —ya no puede seguir vendándome porque sus
manos tiemblan.
—Eh… ya está…
—Ha sido mi culpa, todo esto… yo…
—Eh… Mírame. –No me obedece por lo que cojo su
mandíbula y le obligo—. ¿Me has echado de menos? –No aguanta más y cae su
rostro en mi regazo, abrazando mi cintura para llorar de nuevo allí—. No, esto
otra vez no. no quiero llorar más—. Intento soltarle del abrazo pero él se
aferra un más—. Duele, duele hyung…
…
Estamos los dos sentados en la cama, yo con las
piernas cruzadas y el torso apoyado en la pared y él exactamente igual pero
frente a mí.
—¿Alguna pregunta más? –Le digo ya que llevamos un
buen tiempo hablando de recuerdos, anécdotas. Tenemos que recuperar el tiempo
perdido.
—No, ¿y tú a mí?
—Una. –Sonrío—. ¿Recuerdas nuestro primer beso?
–Asiente sonriendo y algo avergonzado.
—No debí besarte. Luego me sentí como si me estuviera
aprovechando de un niño pequeño.
—¡No! Me gustó, de veras. –No me mira obligado por su
pudor—. ¿Te das cuenta de que es la misma situación?
—¿Cómo?
—En tu habitación, casi a oscuras, en tu cama.
—¿Insinúas algo, Kookie?
—¿Puedes repetirlo?
—¿Repetirlo?
—Quiero volver a besarte. –Sonríe y sin pensárselo
demasiado camina con sus manos hasta mí y cuando está cerca yo me sumerjo en su
aroma. Sus gruesos labios chocan con los míos torpemente, su pequeña nariz
juega con la mía. Permanecemos así un rato hasta que necesitamos respirar. Se
separa de mí y me abraza fuertemente.
—Te prometo que volverás a casa. Te llevaré a casa. No
sé cómo lo haré pero…
—Pero tú te vienes conmigo. Este no es tu lugar. –No
me contesta. Se limita a seguir respirando mi aroma en el cuello.
Comentarios
Publicar un comentario