SÍNDROME DE ESTOCOLMO (JiKook) - Capítulo 26

 CAPÍTULO 26


Jungkook POV:

 

Domingo

 

Despierto sobresaltado porque algo acaricia mi cara tranquilamente, aun así yo me asusto y doy un bote involuntario. Abro los ojos y miro a todas partes viendo a un Dooly algo sorprendido por mi reacción. Retira rápidamente su mano de mí.

—Perdona amor, no era mi intención… —Sonrío avergonzado por mi comportamiento y niego con la cabeza.

—No pasa nada. Soy un idiota.

—Tienes mala cara, ¿has dormido bien?

—No, la verdad. –Vuelvo a tumbarme en la cama y su brazo hace de mi almohada. Con su mano libre revuelve mis cabellos disfrutando de su tacto.

—Sigue durmiendo, pues.

—No, he tenido pesadillas hyung, no quiero dormir más.

—Bien. Y dime, ¿qué eran? ¿Un monstruo bajo la cama? ¿En el armario tal vez? –Me trata como si fuera un niño pequeño pero mi respuesta le hace ver que no.

—Hoy mis padres volverán de sus vacaciones. –Restriego mi mano por los ojos—. Estarán ya en el avión.

—Oh, cierto. –Asiente y piensa algo para él solo.

—Hyung… —Me mira y no puedo evitar suplicar un rato más—. Llévame a casa, por favor.

—No puedo hacer eso, Kookie.

—No hace falta que me devuelvas las cosas, solo déjame ir.

—¿Y cómo viviría sin ti?

—Sabes que no es eso por lo que no me dejas, no hagas chantaje emocional hyung.

—Si lo sabes, ¿por qué insistes?

—Si me quieres, déjame libre.

—No estoy de acuerdo con ese tópico cursi. Si amas algo, lucha por ello.

—Si quieres mi felicidad, proporciónamela.

—Mi felicidad también es importante.

—Pero tú serás feliz viéndome feliz a mí.

—No te veré porque estaré muerto.

—No digas esas cosas.

—Te prefiero en un estado de nostalgia aquí encerrado que en uno de profunda tristeza por ver mi cerebro esparcido por el suelo.

—Suficiente. –Me incorporo y le miro serio—. Deja de hacer el idiota.

—¿Yo?

—Si no sirven las súplicas, probemos con el chantaje. –Sonríe sádico—. ¿Si te doy un beso? –Niega con la cabeza. Pienso más duramente—. ¿Si te toco? –Se lo piensa mejor pero niega de nuevo—. Acostémonos de nuevo.

—¿Te acostaste conmigo ayer para que te dejara ir? –Pregunta inseguro de sí mismo y de mí también. Me siento culpable por ello.

—No, no. —Niego en rotundo.

—¿Por qué lo hiciste? Reconoce que lo de ayer no fue una violación. –Me encojo de hombros.

—Me gustó…

—No te pregunto eso. Ya sé que te gustó.

—No entiendo tu pregunta.

—¿Solo fue sexo?

—No me hagas esto, hyung.

—Sí, lo hago, ¿sientes algo por mí?

—Como comprenderás no me voy acostando con todos los que me roban y me violan. –Alza las cejas.

—¿Con todos? ¿No soy el primero? —¿Por qué ahora juega tan fríamente conmigo?

—Idiota. –Golpeo su brazo a mi alcance.

—Ojalá pudieras entenderlo de la manera en la que yo lo hago.

—Explícamelo.

—No puedo, amor.

—¿Por qué?

—¿Sabes jugar al ajedrez? –Asiento no entendiendo a qué diablos viene esto ahora—. Dicen que la función de la reina es proteger al rey, porque este es el más importante, pero no valoran el verdadero poder de la reina ya que el rey por sí solo no tiene ninguna fuerza destructora.

—No entiendo.

—Si muere el rey, el juego acaba. Jaque mate. Si muere la reina, ¿qué me queda?

—Las torres, los caballos, los alfiles… —Comienzo a enumerar como un idiota todas las piezas.

—¿Y qué pasa si ganas pero tu reina no está a tu lado? ¿En realidad has ganado?

—Pero el juego consiste en…

—Amor. –Detiene mis palabras llamando mi atención—. Olvídalo. –Paso unos segundos guardando todas sus palabras en mi mente.

—Entonces… ¿no voy a volver a casa para cuando estén mis padres? –Niega con la cabeza. Asimilo la información—. En ese caso… —me levanto y me siento en sus piernas apoyando su espalda en el cabecero—, tendrás que compensarme.

Hago un puchero precioso y se enternece con él sin comprender mis intenciones hasta que descanso mi trasero en su polla.

—Kookie… ¿Qué haces? –No necesita respuesta porque beso su cuello y lo muerdo a mi antojo—. ¿Te has levantado juguetón? –Asiento y comienza a acariciar todo mi cuerpo a su alcance.

—No te sientas mal, hyung, esto no es solo sexo, ¿de acuerdo? –Muevo mis caderas haciendo fricción entre nosotros. Mi cuerpo ya da señales de adrenalina.

—¿Qué es?

—Déjame descubrirlo. –Ambos sonreímos y una vez más nos dejamos conducir por el camino de la lujuria, ebrios de placer.

Él se quita su camiseta acalorado y yo hago lo propio con la mía. Sus pezones me llaman la atención y me inclino para morderlos. Él chasquea su lengua desagradado y avergonzado por la situación pero la mía, juguetona no se detiene y le provocan unos gemidos algo escandalosos, demasiado infantiles.

Bajo poco a poco lamiendo cada centímetro de su piel expuesta a mí. Es deliciosa, pero esto tiene que terminar porque la línea de sus pantalones grises me detiene en mitad del camino. Su respiración es entrecortada y puedo verlo porque su vientre sube y baja rápidamente, y más a medida que me acerco al bulto en su entrepierna. Agarro con ambas manos el borde del pantalón y antes de hacer nada le miro. Me encuentro con sus mejillas hinchadas y enrojecidas, con unos ojos apenas visibles, escondidos tras unas líneas negras.

—¿Puedo? –Le pido permiso con mis dulces ojos infantiles.

—¿Cómo que si puedes? Pues claro, idiota. –Acaricia mis cabellos animándome a continuar pero a mí me atenazan las dudas.

—No sé hacer esto. Nunca lo he hecho.

—¿Crees que yo sí? –Hago un puchero que no puede resistir—. Hazlo como te gustaría que te lo hicieran a ti. –Asiento.

Bajo los pantalones pero él va más allá bajando también sus bóxers. No debería sentir tanta vergüenza ya que ayer mismo tuvimos relaciones pero no puedo evitarlo. Su falo ante mí, grande, rojo, mojado y erecto es imponente. Sin pensármelo demasiado cojo su pene con mis manos y beso su glande haciendo que todo su cuerpo tiemble.

Meto su glande en mi boca y lo saco saboreándolo con mis labios. Como si de un helado se tratase. Oigo sus suspiros y eso me incita a continuar. La siguiente un poco más profundo, luego un poco más. Así hasta meter casi su longitud entera por mucho que me cueste y por todas las arcadas que tenga que soportar.

—Mmm, Kookie… —Aumento la velocidad—. Que boca tan deliciosa… —Le veo relamerse su propia saliva en sus labios y morderlos, torturarlos para no gemir demasiado alto.

Cuando ha tenido suficiente agarra mis cabellos y saca su polla de mi boca rápidamente. Me tira hacia atrás y cae sobre mí saboreando su propio gusto en mi boca. Su larga lengua juega provocándome, saliendo y entrando de mi boca una y otra vez. Lamiendo mis labios, empapándome la mandíbula con nuestras salivas descontroladas.

Me arranca el pantalón y la ropa interior ya sin capacidad racional y los tira por ahí dejándome desnudo y vulnerable a él. Recorre un camino de besos rápidos hasta mi entrepierna y cuando llega maneja mis piernas a su antojo. Las coge apretando los muslos, las abre, las alza. No importa, yo me dejo hacer porque sus labios en mi ingle me están matando.

Me hubiera encantado que empezase a chuparme despacio y con tacto, pero en vez de eso la traga de una vez y mi espalda se sume en convulsiones de placer. El primer gemido es demasiado alto y me mira con sus pequeños ojos recriminándome pero no pude evitarlo. Tapo mi boca con una mano y gimo ahí, aun intentando controlarme. Esto es imposible, pero aún lo es más cuando le miro como chupa tan deliciosamente mi polla y sus labios, grandes, jugosos y carnosos, manchados con mi presemen suben y bajan por mi longitud.

Entrelazo mis piernas sobre sus hombros y mis manos van a sus cabellos para intentar obligarle a ir a un ritmo concreto pero que lo haga él a su manera es mucho más placentero. Y cuando creo que no puedo recibir más éxtasis de su boca, saca de él mi falo y me levanta las caderas para tener mi entrada a su vista. Chupa y muerde mis nalgas, y cuando se cansa lame mi entrada e introduce su lengua poniéndome los pelos de punta.

—Hyung… métela más profundo. –Me obedece sumiso acatando mi sucia orden. Es maravilloso. Pero no dura demasiado y sale de mí dejándome enloquecido.

Me incorporo y le siento con la espalda en el cabecero dejándole algo confundido. Antes de que pueda decir nada me siento sobre él y le miro travieso, sádico.

—No te conocía así Kookie…

—Hyung… voy a prepararme.

—Déjame, yo… —Le retiro su mano de mí de inmediato.

—No, no hyung. Yo sé hacerlo solo. –Acto seguido chupo tres de mis dedos y cuando los siento lubricados me penetro con ellos a la vez haciendome daño, pero no importa porque son mis gemidos lo que busco. Quiero volverlo loco de placer tan solo por mirarme.

Veo sus ojos abiertos de par en par, analizando y guardando en su memoria todo lo que ve. Me escruta con ellos para comprender lo que hago y entender como su cuerpo reacciona a ello. Lloriqueo con una mano dentro de mi entrada y la otra masturbando my polla dura y caliente, mientras salto sobre su regazo provocándole todo lo que puedo.

—Jungkookie… ¿Y yo qué?

—Ah… fóllame ya. –Digo con dificultad pero entiende perfectamente lo que digo y saco mi mano para dejar que me ayude a introducir la polla en su lugar.

Al principio, al igual que ayer, es incómodo pero así es más fácil tocar mi próstata. No me muevo para darle placer, me dejo caer para proporcionármelo a mí. Nuestros muslos al chocar emiten un sonido adictivo que aumento golpeándole aun más fuerte. Cojo su rostro en mis manos y besos sus labios que lo único que buscan es coger aire, lo siento, aunque yo también la necesito, me muero por sus labios.

—Voy a venir, hyung. –Asiente como puede y ya me siento al límite, primero un calor extremo y luego un frío glacial. Escalofríos ya conocidos. Impotencia e incapacidad para controlar mi cuerpo. Me deshago en su mano manchándonos y sigo moviéndome dos estocadas más hasta que se corre dentro de mí. De nuevo.

Retomo el aire que me falta y beso sus labios.

—¿Te gustó? –Le pregunto conociendo la respuesta. Asiente sin poder hablar—. Bajemos a desayunar.

 

 


 

  Capítulo 25                                   Capítulo 27                            

 Índice de capítulos

 

 

Comentarios

Entradas populares