HEREDEROS (JiKook) [Parte I] - Capítulo 11
CAPÍTULO 11
Jimin POV:
El taxi para en la puerta exacta de la casa del
señor Jeon. Me quedo unos segundos aferrado con fuerza a una botella de vino en
mi regazo, casi desesperado. Como necesitado del contacto físico con alguien o
tal vez como terapia antiestrés, pero corro el riesgo de excederme en mi fuerza
y romper la botella, lo cual sentenciaría todo el resto de la velada. El taxista
me mira por el retrovisor esperando que yo le pague, o bien que deje de mirar
el asiento delantero como embobado y mira por todas partes, creyendo que a lo
mejor esta no es la casa a donde le he pedido que se dirija o por si hay alguna
entrada a la mansión a parte de las puertas de acero cerradas a cal y canto. El
guardia de seguridad asoma desde el interior y yo me muerdo el labio inferior.
Con un largo suspiro le pago al conductor la carrera y rápidamente me bajo del
coche antes de arrepentirme.
Cuando me encuentro en la acera, miro con una
sonrisa tímida al guardia y rápido este se acerca hasta la verja para atender
mis necesidades. Cuando le pronuncio con un suspiro mi nombre él asiente y me
abre las puertas. Con una inclinación de cabeza le despido y él me corresponde
con un amable gesto que borra de su rostro la dureza de sus rasgos. Me encamino
entre los jardines de la entrada y a través del suelo adoquinado, hasta la
entrada cerrada de la casa. Miro antes de llegar las ventanas superiores imaginándome
que una de esas es la de Jeon y se esconde tímidamente detrás de una de las
cortinas mientras me saluda, avergonzado de mi presencia. Me borro esa imagen
de la mente, la cual me ha dejado una tonta sonrisa en el rostro, y llego hasta
la puerta golpeando la madera con los nudillos.
Oigo los pasos de alguien acercarse y me tomo
esos segundos para mirar la hora en mi teléfono dentro de mis pantalones y
descubrir que vengo dos minutos tarde. Normalizo mi respiración, agarro bien la
botella de vino, de forma que sea presentable y esbozo una naciente sonrisa
cuando siento que alguien gira el pomo de la puerta. Es el señor Jeon el que me
recibe con una radiante sonrisa de oreja a oreja y sentirle tan cerca es
impactante a la par que vergonzoso. Sabiendo quien soy y quién es él, que me
presente en su casa con una botella de vino esperando poder sentarme en su mesa
a cenar es del todo absurdo. Dentro de mi mente es como si un cuadro de
Caravaggio poco a poco se convirtiese en una desfigurada sombra de un Dalí*.
—¡Bienvenido! –Exclama mientras me deja paso y
yo primero le muestro la botella de vino.
—He traído esto, como presente por su
agradecimiento al invitarme a cenar, señor.
—No tenías por qué, muchacho. –Me dice,
cogiendo la botella y Jeon aparece por las escaleras con un radiante traje de
dos piezas negro.
—Es una convencionalidad, padre… —Le recrimina.
—También lo es decirle que no hacía falta,
Jeon. –Contraataca su padre y yo les sonrío a ambos completamente avergonzado
con las mejillas ardiendo. Mientras que el señor Jeon desaparece por el salón
yo camino hasta Jeon y este se acerca a mí, posando mi mano en una de mis
mejillas.
—Tranquilízate, hyung. Pareces nervioso.
—Lo estoy.
—No le des más vueltas. Vamos a cenar, vamos a
tener una agradable conversación y punto. –Me dice con voz dulce y
tranquilizadora—. No hay más, no tienes que ponerte tan nervioso.
—Vale, lo intentaré. –Digo aunque juraría que
él también se siente nervioso porque su mano parece sudada cuando me acaricia
la mejilla. Yo sonrío, tímido y ambos nos encaminamos hasta el salón donde me
topo con una mesa toda ella dispuesta por varios platos de abundante comida
coreana y un pollo asado en el centro. Varios sirvientes terminan de ultimar
los detalles y la señora Jeon aparece desde la cocina, con la mirada en la mesa
seguramente cerciorándose de que todo está tal como se espera, pero cuando posa
la mirada en mí, ya no puede apartarla.
—¡Oh, mi pequeño! –Grita en mi dirección. Como
Jeon está a mi lado intuyo que se refiere a él pero cuando está ante mí con
ojos triste y cogiendo ambas mejillas con sus pequeñas y finas manos, soy
consciente de que se dirige a mí con el amor de una madre. Yo enrojezco aún más
mientras Jeon ríe por lo bajo, alejándose de mí y rodeando la mesa para
sentarse.
—Buenas noches, señora Jeon. –Digo mientras
ella aplasta mis mejillas.
—¡Pequeño! Lo que ocurrió el último día, fue
tan desagradable. –Dice con voz triste.
—Siento que mi padre y yo estropeásemos su
cumpleaños.
—No, mi niño, estaba tan preocupada por ti.
¿Cómo estás? Eres joven, —me dice con ternura en sus ojos—, te curas rápido
pero aquello… ¡Oh! Me asusté tanto…
—Madre, deje de atosigarle. –Le dice Jeon,
desde un sitio que ha escogido en la mesa. Se sienta y su madre le mira, como
tan solo una madre miraría a su hijo, con bochorno en sus ojos.
—¡Déjame en paz, Kook! –Exclama—. Que sepas que
la idea de que vinieses a cenar es mía. –Me susurra, sonriente.
—Muchas gracias, señora Jeon. Gracias de
corazón.
—No hay que darlas, pequeño. –Ella se gira a su
marido, sentado frente a Jeon—. Ambos te queríamos pedir perdón a ti por
contribuir en la discusión…
—No, nada de eso. Señora, no se preocupe en
absoluto.
—Sentaos ya. —Murmura Jeon—. Tengo hambre. –Su
padre le fulmina con la mirada y su madre sonríe, mientras pasa por su lado y
le da unas palmaditas en el hombro como advertencia a su comportamiento. Yo me
siento en la mesa al lado de Jeon y frente a su madre. Uno de los camareros
sirve el vino que he traído y poco a poco la cena comienza, con el padre siendo
el primero en probar bocado y su esposa, la primera en abrir la boca.
—¿Y bien? ¿Cómo te va todo? –Pregunta, curiosa.
Más que como en una convención social.
—Bien señora, Muchas gracias. ¿Y a usted?
—Qué chico tan educado. –Dice casi sorprendida,
sin responderme—. ¿Dónde estudiaste?
—En la universidad privada de economía de Seúl.
—¡Buena universidad! ¡Sí señor! –Dice el padre,
mientras bebe un poco de vino—. ¡Y excelente vino!
—Muchas gracias, señor.
—¿Eres experto en vinos?
—No, la verdad es que me dejé aconsejar por el
vendedor.
—Pues este tiene buen gusto. –Dice.
—El muchacho es experto en música, ¿te parece
poco? –Le recrimina la señora Jeon a su marido y este sonríe, divertido.
—Experto tampoco. –Digo, avergonzado—. Más bien
conocedor. –Me llevo un poco de arroz a los labios y ella me mira,
condescendiente.
—No todo el mundo reconocería una canción de
Henryk Wieniawski.
—El oído se hace a todo, señora. La verdad es
que al principio dudaba pero reconocí los acordes y recordé los pentagramas
siguientes.
—¿Cuál es tu compositor favorito?
—No creo que se puedan escoger compositores,
sino canciones en concreto. Es decir, no conocí a las personas pero conozco sus
obras y de Chopin hay muchas desagradables pero otras que me entristecen como
nada. De Bach hay muchas tediosas, pero otras que me hacen sentir como el mismo
cielo. ¿Entiende lo que intento explicarle? Esta es mi humilde opinión, por su
puesto.
—Claro que lo entiendo, jovencito, y estoy de
acuerdo, pero también estará de acuerdo conmigo en que cada uno tiene su forma
de expresarse. Tienen su algo, ese algo que es reconocible. Como el timbre de
voz en una persona o las expresiones de un escritor.
—Estoy de acuerdo, en ese caso, elijo a
Beethoven*. Sé que no es una respuesta muy original, pero es el primer
compositor de música clásica que escuché cuando era pequeño y siempre que lo
escucho es como regresar a la infancia.
—Buena respuesta. No siempre se premia la
originalidad.
—Gracias señora.
—Siento la intromisión. –Dice de repente el
señor Jeon—. Pero me preguntaba qué tal está tu padre, Jimin. Al fin y al cabo
es un gran empresario y…
—¿No soportas escuchar hablar de música
clásica? —Pregunta su esposa, con un deje pícaro. El señor Jeon sonríe—. Todo
lo que no sean números le aburre. –Me susurra ella como cómplice. Jeon nos mira
a todos, comiendo en silencio, como si nada de esto fuera con él.
—No se preocupe. –Le digo a la señora Jeon—. Mi
padre está bien—. Digo esta vez dirigiéndome a su esposo—. La verdad es que
estos días desde su fiesta hemos estado un poco distantes. Solo nos vemos en
momentos de obligado cumplimiento dentro de la empresa.
—¿Estáis así por lo sucedido?
—No creo que fuese porque me golpease, sino más
bien se siente resentido por su… —suspiro, y estoy a punto de detenerme porque
intento buscar las palabras adecuadas sin que piensen que voy en contra de
ellos—. …propuesta
—Entiendo, espero que esté bien y pronto
recuperen su confianza.
—Confianza no ha habido nunca. –Digo, casi en
un susurro.
—¿Y con su madre?
—Mi madre y mi padre están divorciados. –El
señor Jeon asiente, como si fuese ya conocedor de la información, sin embargo
la señora Jeon presenta una mueca triste—. Se divorciaron cuando yo era pequeño
y me he acostumbrado a una vida dividida.
—¿Tiene mejor relación con su madre?
—Sí, o algo así. Supongo. No la veo mucho.
–Digo y la señora Jeon se entristece y su marido asiente.
—Cada familia es un mundo. –Dice a lo que yo
asiento y les miro a todos.
—Me siento envidioso, ustedes son una familia
de cuento. Son todo un referente.
—Oh, pequeño. —Dice la señora Jeon—. Eres un
cielo.
—Padres. –Dice Jeon de la nada. Yo le miro de
reojo casi habiendo olvidado su presencia y mientras deja los cubiertos se
limpia los labios con la servilleta y me mira, con una mueca entusiasta pero
algo alicaída. Nerviosa.
—¿Sí? —Pregunta su padre.
—Sé que prometimos no hacerlo. –Me dice
Jungkook a mí y yo frunzo levemente el ceño—. Pero eres muy importante para mí
y yo sé que mi familia te respeta y te entiende. Creo que es bueno…
—¿Qué haces? –Susurro, comenzando a sentir las
manos temblorosas con los cubiertos aun en ellas.
—Padres, querría contarles una cosa. –Le miro
con una mueca confusa y él lleva una de sus manos a la mía que tiene más
cercana, lo que me hace soltar el cubierto en medio del plato produciendo un
sonido desagradable. Pone nuestras manos unidas en medio de ambos sobre la mesa—.
Jimin y yo estamos en una relación. –Ambos padres dejan de comer, como
sorprendidos.
—JungKook… —Susurro, muy nervioso y con su mano
sobre la mía—.
—Estamos juntos, padres. Y Jimin es muy
importante para mí. –Suspira mirando su plato—. De veras que entiendo que la
situación es del todo enrevesada, pero de veras que… yo… yo le quiero. —Susurra—.
Pretendíamos mantenerlo en secreto porque nuestras empresas son competencia
pero no puedo mentiros más tiempo. –Finaliza el discurso mirándome y
sonriéndome, cálidamente con la mirada temblorosa y el pulso acelerado.
Se produce un largo silencio. Un silencio en el
que su mano no me suelta y temo que el señor Jeon se abalance sobre mi yugular
o su esposa me tire los platos a la cara. Todo parece estancarse durante al
menos medio minuto y con un suspiro, la señora Jeon mira a su esposo con una
sonrisa entre avergonzada y cálida. El señor Jeon, con una expresión seria me
mira y me deshago de la mano de Jeon sobre la mía, nervioso. Comienzo a mirar a
mi regazo, avergonzado.
—¿Os queréis? –Pregunta.
—Sí. —Contesta firmemente Jeon a lo que yo
asiento cuando los ojos de su padre caen sobre mí. Él suspira y chasquea la
lengua.
—¿Y qué puedo hacer yo contra eso? –Le pregunta
sonriente, a su esposa. Ella se encoge de hombros—. Me alegro de que hayáis
sido sinceros con nosotros, eso demuestra valor y respeto. Siendo así, solo me
queda felicitaros. Sois adultos, confío en vuestro criterio. –Finaliza y sonríe
ampliamente mientras Jeon vuelve a estrecharme la mano y me quedo mirando a la
nada completamente paralizado, con el miedo aun invadiéndome de pies a cabeza y
temiendo porque esto sea una broma pesada. No lo es, la señora Jeon me
reconforta con una agradable sonrisa y yo se la devuelvo, sintiendo un gran y
ardiente nudo en mi garganta que me impedirá comer el resto de la cena.
—Seguid hablando de música. –Nos dice Jungkook
a su madre y a mí—. Me gusta oírlos.
———.———
*Salvador Felipe Jacinto Dalí i
Domènech, marqués de Dalí de
Púbol (Figueras, 11 de mayo de 1904—ibídem, 23 de enero de 1989), fue un
pintor, escultor, grabador, escenógrafo y escritor español del siglo XX. Se le
considera uno de los máximos representantes del surrealismo.
*Ludwig van Beethoven (Bonn, Alemania, 16 de diciembre de 1770—Viena,
26 de marzo de 1827) fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán.
Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el Clasicismo hasta los
inicios del Romanticismo. Es considerado generalmente como uno de los
compositores más preclaros e importantes de la historia de la música y su
legado ha influido de forma decisiva en la evolución posterior de este arte.
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