DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 11
CAPÍTULO 11
Jimin
POV:
Nada más despertar me incorporo al instante y tras regresar en mí, vuelvo a tumbarme recordando una vez más donde estoy y porqué. No reconozco mi cuarto en los primero segundos y la sensación de desorientación que me sorprendió ayer vuelve a atenazarme. Pero esta vez, apenas dura unos segundos en los que consigo orientarme mejor y me atrevo a reconocerme que estoy aquí por propia voluntad más que por un mandato obligado.
Cuando me veo con la fuerza suficiente me incorporo de nuevo y salgo de la cama sintiendo un repentino escalofrío por la baja temperatura a estas horas de la mañana lejos de mis calentitas sábanas. Siento una gran tentación de regresar a ellas pero me obligo a salir del cuarto para dirigirme a la cocina y degustar nuevamente una magdalena de chocolate y un poco de leche caliente. Cuando me siento satisfecho, que no lleno, me pongo algo de ropa y salgo de casa en busca de mi coche en medio de la calle vacía y oscura. Las seis de la mañana en Seúl, que locura.
Camino una manzana hasta ver mi coche Honda gris aparcado ahí a la espera de que me siente en su interior. Lo hago encendiendo un poco la calefacción y retomo mi camino al hospital. Tardo media hora en lo que le da tiempo al mundo para que amanezca y veo el sol salir por la ventana del copiloto con unos colores rosados envidiables. El día parece sonrojarse ante la aparición del sol.
Nada más llego, voy a mi despacho y tras colocar sobre mi cuerpo la bata blanca y sobre mis ojos las gafas que guardaba en su estuche, salgo directo al despacho de Namjoon para golpear un par de veces y recibir un gruñido como respuesta. No parece que se fuera a casa desde ayer. Hoy ha tenido guardia toda la noche y por lo que veo su humor no es muy sumiso.
–Buenos días. –Me dice casi con sarcasmo.
–Hola, venía para preguntarte algo sobre mi paciente.
–Adelante. –Me dice mientras señala su silla delante de él y me siento acomodándome en el cuero bajo mi cuerpo. Sobre la mesa hay una taza de café a medias y un revoltijo de papeles. No se ha molestado por que venga a sacarle de su mundo en el papeleo, más bien parece agradecer que le libere por unos segundos de la pesada carga.
–¿Mucho trabajo? –Le pregunto solo por cortesía pero él me contesta muy enfadado con su situación.
–Los antiguos encargados de las facturas del psiquiátrico no supieron hacer bien su trabajo y me han dejado muchas facturas mal rellenadas. He estado toda la noche en vela ordenándolas y completándolas para no tener problemas fiscales. Es lo que nos faltaba.
–Bueno, seguro que puedes solucionarlo.
–Gracias, ¿a qué venías? –Me encamina de nuevo.
–He escuchado ya alguno de los CDs, y…
–¿Enteros? –Pregunta. Yo me encojo de hombros.
–No tengo nada mejor que hacer. –Él realiza el mismo gesto sin darle mucha importancia. Continúo con lo que estaba diciendo–. Lo que venía a decirte es que en las grabaciones ha estado diciendo que alguien quería golpearle y matarle.
–Eso se llama esquizofrenia paranoica, Jimin…
–Lo sé pero me gustaría saber si tienen un motivo o es solo algo de su mente…
–¿Qué me vienes a pedir exactamente? –Me pregunta ya algo frustrado.
–Quiero saber si cuando llegó aquí tenía lesiones de…
–¡Uf! –Suspira derrotado–. Lleva aquí más tiempo que yo. –Asume–. Llegó con dieciocho años, siete años, Jimin. Yo solo llevo aquí cinco, desde que mi padre se jubiló.
–¿Entonces?
–Vete a los archivos. Busca su nombre y su fecha de ingreso y allí tiene sus documentos. –Asiento resignado–. Están ordenados por fechas. Los análisis médicos, todo. Aquí en el despacho solo tengo las grabaciones anuales y los documentos de los últimos seis meses. –Asiento de nuevo.
–Vale, gracias. –Me levanto y salgo del despacho dejándole de nuevo con su papeleo.
Teniendo como referencia el psiquiátrico de Busán bajo hasta el sótano y allí encuentro los archivos. Nadie me atiende a la espera de pedirme documentación ni nada por el estilo, nadie me impide el paso o me detiene en mi intento de fisgonear. Me sorprende la facilidad con la que alguien podría venir hasta aquí pero le doy la menor importancia y nada más entro en la sala, me sorprenden grandes estanterías con cajas de cartón y muebles con cajones donde supongo que se almacenarán documentos iguales. Comienzo a leer carteles no pudiendo centrar mi atención en nada aquí abajo porque la humedad es muy intensa y el olor a moho muy desagradable.
Facturas
Sueldos
Registro
de personal
El letrero de una estantería me sorprende ya que las estanterías posteriores no contienen ninguna identificación por lo que supongo que serán de lo mismo.
Pacientes
Rápidamente me acerco y comienzo a leer en las baldas de las estanterías que soportan cajas de cartón el número del año que indican. El primero que veo es 1975, por lo que entiendo que no tienen pacientes anteriores a esa edad ya sea porque no residen aquí o porque hayan muerto. Según el dato de Jeon, no me extrañaría que así fuera.
Comienzo a seguir el orden cronológico y cuando encuentro el 1997 me detengo. Busco entre las cajas el nombre de Jeon JungKook y me hace burla desde la balda superior. Rápidamente busco un banco o una escalera para alcanzarla y cuando está en mi poder la apoyo sobre el banco de madera y la abro encontrándome con una pila de documentos grapados o encarpetados a la espera de que los lea todos. Me niego en rotundo con una sonrisa sarcástica y busco entre ellos los primero que se debieron registrar cuando Jeon llegó.
Tras la búsqueda encuentro incluso unos cuantos referentes a los años en que estaba aún en la escuela y le acababan de diagnosticar la esquizofrenia. Me olvido rápido de ellos y busco los que se refieran a sus dieciocho años. De esto encuentro tests psicológicos, análisis en sangre y electros, una copia de las grabaciones que yo tengo y me detengo en una carpeta en la que hay radiografías y fotos de torso y piernas.
Deshaciéndome del resto cojo la carpeta repleta de polvo y humedad y la abro sacando de ellas varias radiografías de sus costillas y otras cuantas de su cadera las cuales parecen levemente lesionadas. Nada roto por lo que veo pero sí parecen haber sufrido algún daño. Las siguientes fotografías son de su torso desde una cámara no de rayos x, sino, una cámara normal y puedo ver en su pálida piel los moratones y hematomas propios de una pelea. En sus costillas se marcan barios redondeles morados y en fotografías de sus piernas y cadera igual. Leo por encima el análisis del médico que le atendiese.
<Presenta hematomas superficiales que no han afectado a los huesos en cuanto a rotura o fractura. El paciente no habla por lo que no se ha podido explicar una causa. Aun así se deduce que son resquicios de varias peleas que haya podido tener dado el color de los moratones. En cuanto la diferencia de color en ellos se presentan varios grados de curación. De ello se entiende que ha estado en varias peleas en días diferente>.
Afirmando mi teoría recojo todo de nuevo y dejo la caja en su sitio con bastante esfuerzo y me dirijo, dada la hora que es, hacia el cuarto de JungKook para despertarlo y llevarlo a desayunar pero mientras camino recordando con dificultad lo que he visto y leído, me paro frente a la pequeña terraza donde me senté ayer con él para ver el mismo cuerpo sentado de espaldas a la cristalera que da adentro y me detengo en mis pasos reconociéndolo como a JungKook. Frunzo el ceño y me acerco a la cristalera para golpearla débilmente con mis nudillos y hacer que se gire algo sorprendido. Nada más verme asiente con la cabeza y salgo fuera sintiendo que el sol calienta mi cuerpo después de haber estado en un almacén repleto de humedad.
Una vez estoy de pie a su lado me mira serio y cierra los ojos mientras su rostro está en mi dirección, sintiendo como a él también le calienta el sol. A los segundos, le hablo.
–¿Puedo sentarme?
–Claro. –Me dice y me siento a su lado viendo como sus manos están unidas en su regazo y su cuerpo completamente relajado.
–¿Qué haces aquí fuera?
–Me gusta. –Reconoce con una pequeña sonrisa–. Me hace sentir bien.
–¿Bien en qué sentido?
–No lo sé. –Se encoge de hombros–. Simplemente bien. Mejor.
–Ya veo… –Miro a todas partes–. Iba a ir a despertarte, ¿has desayunado?
–Sí.
–JungKook. –Le llamo casi de manera inconsciente recordando inevitablemente las marcas en su cuerpo–. ¿Eres alguien agresivo?
–No, aparte de a un par de personas aquí dentro, no he golpeado a nadie en mi vida. –Me mira expectante–. ¿Por qué?
–Nada, por nada.
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