DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 19

 CAPÍTULO 19


Jimin POV:

 

Tras despertarme algo aturdido por la alarma de mi despertador me incorporo en el colchón pero rápido regreso a tumbarme de nuevo y me cubro con las suaves mantas que aún permanecen calientes y acogedoras. Desde que estoy en Seúl, es lo más parecido que he sentido a un abrazo. Gracias a ello me hace sentir en un sitio mucho más acogedor, más placentero. Cierro los ojos con fuerza y respiro lentamente. Vuelvo a caer, sin darme cuenta, en un profundo sueño reparador.

No sueño con nada en concreto. Solo son sensaciones. Solo eso. Una caricia. Un beso en mi mejilla. No sé quien me proporciona estos sentimientos pero tampoco parece que sienta gran interés por reconocerlo. Una sonrisa. El sonido de una carcajada. Una canción de piano y un café caliente. Cosas que aprecio, cosas que me gustan. Un silencio buscado. Una respiración profunda. Adrenalina.

Me incorporo de inmediato y tras ser consciente de que me he quedado dormido busco a tientas el móvil en mi mesilla viendo que llego una hora tarde a trabajar. Me levanto de un salto como si no me costara en absoluto, inducido por el verdadero miedo a haberme dormido, y rápido olvidando el desayuno y la higiene básica me visto y salgo de casa con el maletín de trabajo en dirección al coche.

En la carretera no puedo sacar de mi mente el presentimiento de que Namjoon me reprenderá por mi mala conducta y Yoongi por lo de ayer, ya que siento que no dijo todo lo que pensaba cuando me recriminó por mis actos. Corro a mi despacho y me enfundo en mi bata dejando el maletín a un lado para salir disparado de nuevo por los pasillos entre los enfermos y doctores para acudir al cuarto de Jeon sin embargo no tengo que esperar tanto. A mitad de camino, sentado en un banco en la terraza, Jungkook está mirando el árbol frente a él.

Me detengo en mis pasos nada más que le reconozco y al sentí como alguien se ha detenido tras el cristal a su espalda, se gira y me mira esbozando una triste sonrisa. Le señalo la puerta, indicándole que necesito su permiso para invadir su ahora espacio personal. Asiente y, una vez fuera, me siento a su lado.

–Perdóname. Me quedé dormido esta mañana. Volví a cerrar los ojos y ¡Bum! Ya no pude… –Detengo mis palabras porque una mano se ha posado en la mía sobre mi pierna. Miro aquello que presiona mi palma y veo la mano de Jungkook allí puesta. Él no las mira como yo hago pero sonríe y mira al frente. Sus ojos están acuosos. Ha llorado.

–Ya pensé que no volverías.

–Claro que sí. Perdóname. –Él no me contesta–. ¿Qué hacías aquí fuera? Ya no hace buen tiempo para estar aquí. –Su mano se retira de la mía y mira al cielo sonriendo, como si el sol le golpeara en las mejillas.

–No importa. Lo importante es que no estoy encerrado. ¿Entiendes? –Asiento.

–No quiero que enfermes.

–¿Más? –Me pregunta alzando una ceja y ambos sonreímos.

–No quiero que te resfríes. –Me pongo en pie y le animo a salir para conducirnos por los pasillos sin un rumbo fijo pero nos detiene el sonido de mi tripa al rugir y allí llevo mis manos sin darme cuenta. Él me mira y mis mejillas enrojecen. Sonrío cohibido–. No he desayunado.

–¿Tienes hambre?

–Sí. –Reconozco pero no le doy importancia y sigo caminando hasta darme cuenta que él no ha seguido mis pasos y me giro para verle frunciendo el ceño.

–Vamos a la cafetería. Debes comer.

–¿”Debo”?

–Vamos… –No le toma importancia a ser él quien conduzca mis pasos pero es gratamente sorprendente y no me importa ceder a él por un tiempo. Caminamos y pensando que nos conducíamos al comedor donde me he acostumbrado a desayunar cada día con él, me sorprendo al verle caminar en dirección a la cafetería donde solo el personal puede comer.

–¿Puedes comer aquí? –Pregunto tremendamente confuso.

–No. Yo ya he desayunado.

–¿Puedes acaso entrar aquí? No sé si…

–No debería. –Le miro interrogante a que me dé explicaciones–. Pero te prometo que no haré nada malo. Me quedaré a tu lado. Hagamos que te he insistido en querer acompañarte, en que tengo una tremenda dependencia emocionar, aunque algo repentina, de mi nuevo psiquiatra. –Me sonríe cínico.

–Pero… tú… –Se encoge de hombros ante mi sorpresa por sus palabras.

–Coge la bandeja y súbela a mi cuarto. Así desayunarás más tranquilo.

Ambos inducidos por mi hambre entramos en la cafetería y las personas que desayunaban allí, incluyendo a YoonGi y el resto de enfermeros, compañeros de su plantilla, nos miran interrogantes, algo nerviosos por la presencia de un paciente entre tantas personas y más aún, cerca de cubiertos, de platos quebradizos… algo lo hace todo peor: La mala fama que tiene Jeon en este lugar. Probablemente todos le conozcan y es aún más probable que Jeon lleve aquí más tiempo que la mitad de las personas en este lugar.

–¿Este es un paciente? –Le pregunta un enfermero a otro.

–Sí, es Jeon, no sé qué diablos hace aquí. Este nuevo psiquiatra debe estar loco. –Miro rápidamente a Jeon y descubro que la valentía que le caracterizaba segundos antes ha desaparecido. Su rostro denota ternura e inocencia. Mira a todas partes un poco agobiado y confuso pero adelantándome a un posible ataque de estrés, poso mi mano en su hombro y nos conduzco despacio hacia una pila de bandejas. Me incorporo a la fila donde escojo de entre toda la comida lo que más me apetece. Dos donuts de chocolate, una manzana verde, un café con leche y cubiertos y servilletas.

–¿Quieres algo? –Le pregunto y él mira todo el mostrados no muy convencido.

–¿Compartirás tus donuts? –Susurra.

–Claro. –Pago toda la comida y cogiendo la bandeja me conduzco fuera del lugar acompañado en todo momento de un Jeon tranquilo y pacífico hasta que un enfadado Yoongi nos detiene a la puerta antes de salir.

–Jimin… –Me dice tranquilo pero algo nervioso–. Entiendo que llevas poco tiempo aquí, y que es difícil acostumbrarse a todas y cada una de las normas pero viniendo de otro psiquiátrico, esperaba que entendieses que no se pueden traer a los pacientes al comedor privado de los enfermeros.

–Jeon no ha hecho nada malo, ¿no lo ves? –Yoongi suspira negando con la cabeza, convencido de que mi comportamiento no cambiará como él espera. Se dirige con su mano al brazo de Jeon.

–Vamos Jeon, no te hace bien estar con este doctor.

–¡No! –Jeon se aleja de YoonGi y se aferra fuertemente a mi brazo desequilibrando mi bandeja sin caerla–. Quiero estar con Jimin.

–¿Crees que lo que tú quieras importa, muchacho? –Vuelve a hacer el amago de agarra su brazo pero se escabulle a mi espalda y se esconde detrás de mí poniéndome como escudo.

–No le hables así. –Le recrimino–. Claro que importa, como el resto de personas en el mundo.

–Es un enfermo, Jimin. –Me recuerda como si no fuera evidente–. La mitad de las cosas que dice no son más que fantasías y alucinaciones. –Yo no digo nada porque incluso esas palabras me han dolido a mí. Siento las manos de Jeon aferrarse a la bata blanca que me cubre y antes las palabras de Yoongi estas aprietan aun más su agarre. Sin previo aviso el rostro de Jeon se esconde en mi hombro y siento su cálido aliento rozar en él. Su pelo me hace cosquillas en la piel. Su mejilla me hace sentir cálido.

–Yoongi, no le pongas nervioso.

–¿No te sirvió de nada lo que pasó ayer?

–Lo de ayer no se repetirá. –Avanzo haciendo que Yoongi deba apartarse de mi camino y Jeon me suelta a medida que caminamos para volver a colocarse a mi lado hasta llegar al ascensor. Una vez dentro le miro y sonrió a su aun muy inocente gesto–. Buena actuación. –Le digo.

–¿Actuación? –Pregunta incrédulo.

–¿Eso no ha sido…? –Me quedo atónito por sus palabras.

–No. Gracias por defenderme. –Asiento y ambos salimos del ascensor para llegar a su cuarto y una vez allí, pretendo conducirme al escritorio que se encuentra al fondo pero me sugiere que ambos nos subamos a la cama y con la bandeja en medio desayune. Al fin y al cabo es su habitación y debo acatara lo que él prefiera. Una vez allí, no le quita ojo a los donuts de chocolate.

–Coge uno, no te cortes.

Despacio llega a alcanzar uno de ellos y lo mira por todas partes. Cuando está convencido me lo acerca a los labios y yo lo muerdo sintiendo su esponjosidad y el dulce sabor del chocolate. Él continua mordiéndolo por donde yo había comenzado y tras dos muerdos lo deja de nuevo en el plato para masticar toda la comida en sus carrillos.

–¿Rico? –Le pregunto y asiente pero de repente deja de masticar y me mira fijamente. En su rostro se denota una clara confusión–. ¿Ocurre algo?

–Estaba pensando en algo que me dijiste ayer pero no sé si fue real o no.

–¿Qué fue?

–Me preguntaste si eras buen doctor.

–Oh… –Me acuerdo al instante. Uno de mis pequeños descuidos en querer sincerarme con él–. Fue real. No me contestaste.

–Digamos que no eres como los doctores tradicionales. Tienes ideas extrañas para hacerme mejorar. ¿Por qué me lo preguntaste?

–Porque yo nunca quise ser doctor y nunca he pensado que sea uno bueno. –Me encojo de hombros.

–¿No? ¿Y qué querías ser?

–¿Yo? –Pregunto con una enorme sonrisa en mi rostro–. Bailarín.

 

 

Capítulo 18                            Capítulo 20

↢ Índice de capítulos


Comentarios

Entradas populares