DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 4
CAPÍTULO 4
Jimin
POV:
Cuando la hora de comer ha transcurrido y he acompañado a Yoongi hasta su coche, me dirijo sin pensar al despacho de Namjoon donde no me espera pero me recibe con una amplia sonrisa. Yo no le correspondo.
–¿Qué se le ofrece?
–Me gustaría comenzar mi trabajo cuanto antes. –Me indica que me siente frente a él pero me niego porque no pretendo mantener una larga charla con él.
–¿Y bien?
–Quiero que saques a Jeon de la sala de reclusión y me dejes con él para entrevistarlo.
–No es un famoso. –Dice riéndose de mis palabras.
–Quiero hacerle una entrevista para concretar su grado de esquizofrenia y…
–Es inútil. –Dice y comienza a rebuscar algo en unos cajones–. Y tampoco es necesario, aquí tengo los informes médicos que le han realizado cada mes y…
–Nada de eso. Quiero hacer mi propio diagnóstico. –El rostro de Namjoon cambia drásticamente por mis palabras. No intento parecer desafiantes pero él lo recibe así.
–Señor Park, ¿insinúa que no sabemos hacer nuestro trabajo?
–Solo digo que prefiero sacar mis propias conclusiones sin tener en cuenta otras que puedan confundirme. Nada más. Las tendré en rigor cuando haya concluido la entrevista.
–Doctor, creo que no entiende muy bien su trabajo.
–¿No? –Pregunto incrédulo.
–No. está aquí para tratar a Jeon y convencerle con sus trucos de psicólogo de que se tome las pastillas. Nada más.
–Ese no es mi trabajo. Es descubrir cuáles son sus patologías, estudiarlas ya que en la esquizofrenia cada caso es algo particular, y darle al paciente la mejor manera para recuperarse. En este caso, de poder llevar una vida normal.
–Cíñase a lo que le pido, simplemente…
–Me ha llamado porque necesita de mi ayuda. –Le recuerdo interrumpiendo sus palabras–. Déjeme hacer mi trabajo. –Namjoon recapacita y vuelve sobre sus pasos extendiéndome de nuevo los papeles que, de nuevo, me niego a aceptar y se encoge de hombros dejándome hacer lo que quiera.
–Me parece bien, pero Doctor, –me llama antes de irme–, le recuerdo que JungKook sufre de retraimiento social* y alteraciones en la afectividad. A usted no le dirá nada más que lo estrictamente necesario y todo relacionado con su medicación. –Me encojo ahora yo de hombros y salgo por la puerta suspirando y murmurando entre dientes.
–Ya veremos…
JungKook
POV:
La luz es aún intensa. Pero no tanto. Parece que con su marcha progresiva, unos pasos se acerquen al mismo ritmo. Unos pasos lentos pero firmes. Pesados. Reconocibles ya. Los mismos que me han encerrado aquí antes. Jin.
–Jungkookie~ –canturrea de forma delicada su voz a media que abre la puerta y me deja ver su rostro a través de ella. Lo hace para no asustarme como si no supiera que he escuchado todos y cada uno de sus pasos a medida que se acercaba. Lo hace, porque me tiene miedo.
–Te encanta el miedo, Jeon. –Eso vuelve a estar presente siempre en la medida en que me rodeo de personas.
Yo no digo nada en respecto a nada ni a nadie. Me limito a mantenerme sentado ahí en el suelo mirándolo, con un rostro hierático.
–Vamos, es hora de salir.
–¿Hum? –Pregunto confuso, algo inquieto. Normalmente no me dejan salir hasta que no llega la noche, no en las horas en las que el sol está tan intenso. Algo no está bien y pienso que tiene algo que ver con que Él haya estado aquí antes.
Jin se acerca a mí, me libera de la camisa de fuerza y me ayuda a incorpórame. Al principio mis piernas se sienten débiles y me apoyo en Jin para caminar pero cuando me acostumbro, camino y avanzo sin problemas. Poco a poco nos conducimos hacia la sala donde nos alimentan. Un gran espacio en blanco donde hay mesas alargadas y separadas por un pasillo central. Me recuerdan a las de mi escuela. Eso explica porqué nunca tengo hambre.
Cuando llegamos, está todo vacío teniendo en cuenta que no es la hora de comer pero dos personas pintan el espacio con su presencia. Namjoon de pie al lado de una mesa y en esta, Él. Sentado ahí, mirándome. Esperando por mi presencia. Sé que me espera. Intento detener mis pasos pero mi cerebro no me obedece y continúo caminando hasta que llego frente a Él. Me siento cara a cara y le miro a los ojos que en este momento no me corresponden.
Algo en mí se rompe y es la esperanza de que fuera una de tantas visiones. Es demasiado real, creo que puedo estirar la mano y tocarlo. Pero como ya no me fio de mi propio criterio y muchas otras cosas que me indican, que esto que veo no tienen nada que ver conmigo. Porta una bata blanca como el resto de enfermeros, en sus manos, unos papeles en blanco, en sus ojos, unas gafas redondas. Él ya no es Él.
–Jeon JungKook. –Dice despacio, saboreando mi nombre. Miro a Namjoon tras él y Jin se marcha. Nos quedamos los tres a la espera de algo más.
–Te dije que no te hablaría. –Dice Namjoon tras él. Siento un vuelco en el estómago al pensar que tal vez todo esto sea una pesadilla. Todo esto es producto de mi mente. Mi maravillosa y tan odiada mente.
–¿Cuánto años tienes? –Me pregunta Él. Yo no respondo creyendo que tal vez me esté tomando el pelo. ¿Cómo es que ahora no sabes nada de mí? Tal vez sí lo sepas y lo que quieres es solo hacerme hablar. Pues vas a tener que ser más creativo. Él me mira unos segundos expectante y acaba encogiéndose de hombros–. ¿De dónde eres? –¡Debes estar tomándome el pelo, hijo de punta!–. ¿Quieres un vaso de agua? –Pregunta en un tono más amable–. ¿Algo de comer?
Sentado en mi banco me cruzo de piernas y de brazos y le miro frunciendo el ceño, tal vez esta no sea la mejor expresión porque tal vez piense que no le entiendo, que no comprendo sus palabras, pero es que en mi mente se forman tantas frases a decir, tantos insultos y feas palabras que prefiero restringirlas todas. Él suspira.
–Yo soy tu nuevo psiquiatra. –Dice un poco desanimado–. He venido de Busán esta mañana y mi nombre es…
–Park Jimin. –Digo cortando su patético discurso. Él me mira a los ojos asombrado pero su expresión se degrada a una sonrisa cuando señala la placa en su bata con el nombre. Acabo de ser consciente de ella.
–Que listo. –Me dice sonriendo–. Tengo veinticinco años y…
–Park Jimin. –Digo de nuevo frunciendo aún más el ceño ante el nombre en la placa. Él se silencia de golpe y suspira por mi comportamiento. Yo no soy consciente de que tal vez pueda resultarle extraño pero es que todos mis sentidos se debate entre lo que es real y lo que no. No concibo más allá de lo empíricamente demostrable pero desde hace años, han sido mis sentidos la principal fuente de mentiras.
El dolor, sin embargo, procedía de otras manos. Unas manos portadoras de una chapa como esa sobre un uniforme escolar.
–Park Jimin.
———.———
Retraimiento social: El paciente puede reducir sus contactos con otras personas al mínimo e, incluso, con sus amigos y familiares. Debe evaluarse a cada paciente por separado para saber si este rechazo al contacto con otras personas es expresión de un mecanismo de defensa contra la hipersensibilidad asociada a la enfermedad, o si bien el paciente debe de ser animado a tratar de romper su aislamiento social.
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