DENTRO DE LA ESQUIZOFRENIA (JiKook) - Capítulo 15
CAPÍTULO 15
Jimin
POV:
Los días transcurren en esta férrea e incansable rutina en la que me veo obligado a conducir cada mañana a un hospital para pasarme las horas laborales que cobro al cargo de un chico con esquizofrenia. Al principio resultaba incluso interesante descubrí cuáles eran sus patologías, cada nueva manía, cada carencia, pero ahora en que todo parece ser estable, no es más aburrido porque no puede serlo. Han pasado tres días desde que le llevé la magdalena a Jeon. Tras aquel sueño en la noche, me levanté completamente excitado y cohibido como si en mí faltase una gran parte de autoestima y personalidad para avanzar en el día. Llegué al hospital con un sueño terrible dado el mal descanso y pasé las horas muertas en la terraza con Jeon. Para colmo, él no me dirigió la palabra en todo el día y cada vez que mi mano se aventuraba a sujetar su brazo o posarse sobre su hombro, él sufría un escalofrío involuntario y se alejaba de mí nervioso.
El sábado fue igual solo que cambió un poco su estado de ánimo mientras estuvimos bajo el árbol. Es cierto que el tiempo empeoró bastante en cuestión de horas pero el poco que pudimos aprovechar para respirar aire fresco fue maravilloso. Sonreía sin motivo aparente y me hacía sentir bien a mi también. Ambos nos sostuvimos el uno al otro para hacer el día más ameno. Cuando me despedí de él el sábado en la noche le dije que el domingo era mi día libre pero que Yoongi se encargaría de él como era debido.
–No quiero que él me cuide. Él no me entiende y me habla con condescendencia.
–Solo es un médico más. Hará su trabajo. Lee todo lo que quieras y aliméntate bien. –Me despedí de él mientras cubría su cuerpo con la manta y mientras conducía de regreso a casa comenzaba a ser verdaderamente consciente de lo que podía llegar a suponer estar siete años encerrado en ese hospital como única salida a la monotonía, salir cinco minutos, medía hora a lo mucho en el día, a una terraza bajo un árbol. Eso era todo lo que él experimentaba de libertad y al intentar ponerme en su lugar no solo no conseguí comprender hasta qué punto eso era una locura sino que de ser yo, enloquecería sin motivo alguno en menos de una semana. Ya incluso hoy, después de haber estado menos de una semana cuidando de él, me siento derrotado y ahogado por el ambiente.
Tras entrar por casa guardé todos los CDs en la estantería prometiéndome que por unos días no volvería a escuchar ninguno, no solo por alejarme del trabajo sino por la baja sospecha de que la horrible pesadilla fue provocada por sus palabras, aunque insulsas, desde el casete.
El domingo por la mañana cuando me disponía a bajar para comprar algo de comida rápida para la hora de comer, me encontré con TaeHyung saliendo de su casa por el mismo motivo que yo. Agradeciendo sus magdalenas le devolví la cesta y ambos nos condujimos por una de las avenidas principales para buscar entre todos los restaurantes y franquicias, una que nos llamase la atención. No dudamos demasiado y nos internamos entre la gente para acabar en un italiano donde hacían comida para llevar. Mientras nos sentamos a que nos preparasen los pedidos ambos conversamos como dos jóvenes que acaban de conocerse.
–¿En qué hospital trabajas?
–En el psiquiátrico que está a cinco kilómetros y medio al norte.
–¿En el manicomio? –Dijo con palabras vulgares y feas.
–No digas eso. –Me enfadé–. Eso es muy feo.
–Pero es verdad. Aquí todo el mundo lo conoce como la casa de los locos. Tanto por los pacientes como por los enfermeros.
–Vaya tontería. –Dije quitándole importancia. Él se encogió de hombros y continúo hablándome de él.
–Yo estuve estudiando economía hasta hace poco que acabé la universidad. Nunca se me han dado bien los estudios pero aun así puedo vivir de las rentas de mis padres.
–¿Cómo está tu madre? –Le pregunté acordándome de repente y sintiéndome algo culpable por no haberle preguntado antes por ello.
–Bien, no te preocupes. A la tarde iré a verla y le diré que tenemos nuevo vecino. –Dijo por mí.
–¿No tienes hermanos?
–No. ¿Tú?
–No, menos mal.
–¿Menos mal? –Me preguntó frunciendo el ceño.
–Nunca me ha gustado compartir mis cosas ni ser el modelo de nadie. No habría sido un buen hermano.
–Vaya, yo siempre quise un hermano pequeño. –Hizo un puchero y a ambos nos llamaron de la barra para extendernos dos bolsas con embases de aluminio en donde sirvieron nuestra comida. Regresamos a casa.
–¿Podrías enseñarme a hacer esas deliciosas magdalenas? –Le pregunté antes de que ambos nos internásemos en nuestras respectivas casas–. Tengo un amigo al que le han encantado y de seguro que le gustaría probar muchas más.
–Cuando quieras y tengas tiempo ya sabes dónde estoy. –Ambos sonreímos y nos refugiamos en nuestras casas. Tras comer y ver la televisión por horas, me levanté de inmediato del sofá y veloz como el viento me dirigí a mi cuarto y rebusqué entre la ropa que aun no había sacado de las maletas algo en concreto. Recordaba haberlo traído y tras buscarlo por minutos, acabe encontrándolo. Un jersey de lana negro dos tallas más grande que yo, unos vaqueros de igual medida y un abrigo para el invierno. Los miré convencido y los metí en una bolsa de viaje pequeña donde cupiese todo y no llamase demasiado la atención.
Sentí una alegría enorme al verlos, al contemplarlos. Fue como si mi trabajo no importase en absoluto y sí lo hicieran mis ideales y verdaderos motivos.
…
Despierto de nuevo a las cinco y media y tras un desayuno copioso me conduzco al hospital más emocionado que otros días. Aparco el coche sacando la bolsa de viaje y mi maletín de cada día y camino rápido para adentrarme en el edificio y antes de subir a la habitación de Jeon, la voz de Yoongi me detiene en las puertas del ascensor. No me deja entrar por lo que entiendo que JungKook no está en su habitación.
–Está desayunando. –Me dice–. Pero será mejor que no vayas ahora. Se ha puesto un poco nervioso cuando le he insinuado que debería comenzar a tomar la medicación y por poco no tira la comida al suelo.
–¿Seguro que no necesitas que vaya? Tal vez mi presencia le calme…
–Es mejor dejarle solo unos minutos al menos. No sé si comerá más, así que mejor espérale en su cuarto. Por cierto, ¿le has comentado algo de que debería comenzar con la medicación? Creo que llevas aquí el tiempo suficiente para…
–Sí, sí. –Le miento–. Hoy mismos pensaba decírselo. Le prometí que los primeros días no le mencionaría el tema para no alterarlo pero creo que es hora. –Le digo como excusa y me retraigo a los momentos en la escuela en los que cada día era una excusa diferente a algún superior. La improvisación de la mentira es un arte que se perfecciona con el tiempo pero aún más por la necesidad.
–Eso está bien, Park. –Mira mi mano sujetando la bolsa de viaje–. ¿Y eso?
–¡Oh! Esto. –Digo levantando la bolsa para que la vea más y le muestro un poco su contenido abriendo la cremallera–. Es por si tengo que cambiarme algún día. La dejaré en mi despacho porque JungKook se vuelve un poco agresivo en las comidas y muy desconfiado. La bata me salva pero no quiero tener que pasarme el día sucio si le da por arrojarme la comida al cuerpo. –Sus ojos se abren sorprendidos.
–Vaya, muy buena idea. Tendré que seguir tu ejemplo. –Mis manos sudan y por mi columna un sudor frío me recorre. Esta sensación es muy conocida ya–. ¿Has desayunado? ¿Quieres un café en lo que Jungkook…?
–No, gracias. –Le digo mientras pulso el botón del ascensor para salir de la situación cuanto antes y me pregunte qué será lo que tenga planeado con JungKook hoy o cualquier tontería semejante–. He desayunado muy bien. –Pulso de nuevo ante la impaciencia y cuando al fin las puertas se abren, me meto dentro a la espera de que se cierren mientras me despido con una sonrisa encantadora–. Park Jimin. –Me digo en el espejo–. Has perdido facultades.
Tras detenerse el ascensor salgo dirigiéndome a la habitación de Jeon sin ni siquiera pasar antes por mi despacho y allí me lo encuentro tirado en la cama cruzado de brazos mientras mira al techo suspirando. Parece un verdadero adolescente en uno de esos días en los que siente que todo el mundo está en su contra.
–Buenos días. –Le digo y gira su rostro excitado por mi voz pero tras mirarme y comprobar quien soy, se gira de nuevo al techo como si mi presencia le decepcionara–. ¿Aburrido o enfadado? –Le pregunto dejando mi maletín a un lado en el suelo junto con la bolsa de viaje.
–Ambas… –Suspira casi en un susurro.
–¿Por qué ya no lees?
–Ya terminé el libro.
–¡¿Cómo es posible?! –Digo asombrado. Apenas lo has hecho en cinco días.
–¿Qué quieres? Aquí dentro no hay nada mejor que hacer.
–Bien, –digo comprendiendo–, ¿y porqué enfadado?
–Yoongi ha estado de nuevo tocándome los huevos. Odio que me diga que debo tomar la medicina. –Suspirando me acerco a la cama y me siento en el borde de cara a él. Aún permanece tumbado pero me mira a los ojos sin titubear–. ¿Dónde está tu bata? –Me pregunta y no le respondo aun.
–Jeon. Te prometí que no hablaríamos de esto en el primer día, pero creo que es hora de hacerlo. Prométeme que no te pondrás nervioso ni a la defensiva. Cuando creas que la conversación comienza a incomodarte o sientes que estoy en tu contra, dímelo y lo dejamos. ¿Bien? –Asiente no muy convencido pero parece haberme entendido–. Jeon, hay dos opciones en tu situación y quiero que comprendas y nadie te va a juzgar porque escojas la que vaya en contra del sistema del hospital pero debes ser consciente de que tienes opción. O tomas la medicación y haces un esfuerzo por recuperarte o bien no lo haces y dejas que la enfermedad pueda empeorar y dependas siempre de psiquiátrico. Morirás aquí si no te medicas.
–¿Qué pasa si me medico?
–Simple, te recuperas poco a poco hasta conseguir una vida normal, más o menos. La esquizofrenia no tiene curación, como sabes, pero será más fácil adaptarte. Dejarás de sufrir ansiedad constantemente y podrás relacionarte con otras personas que no sean yo o Yoongi.
–No quiero hacerlo. No quiero relacionarme con nadie. No me gusta.
–Mira el lado positivo, perderás a Yoongi de vista.
–No sé si merece la pena. Le he acabado cogiendo cariño con el tiempo. –Dice como argumento pero en realidad es una mentira muy evidente.
–¿No tienes amigos fuera que te esperen? –Niega con la cabeza–. ¿Y tu familia?
–Ni siquiera vienen a verme, Jimin. –Suspiro y siento que tiemblo al oír mi nombre de sus labios.
–Está bien. ¿Qué más…? –Pregunto para mí–. Podrás comprarte todos los libros que quieras, podrás comer la comida que te apetezca en el momento en que te apetezca.
–Basta. –Me dice pero no le tomo enserio.
–¡Podrás estar con la chica que más te guste y llevarla a cenar a un sitio…!
–¡Ya está bien! –Se incorpora de repente quedando a menos de cinco centímetros de mi rostro. Me mira muy serio y juraría que me he quedado sin voz alguna. Sus puños apretados aferran las sábanas pero su voz se vuelve débil con los segundos–. La conversación termina aquí. –Yo no le aparto la mirada y asiento disculpándome. Cuando es consciente de la poca distancia que nos separa retrocede y se apoya en la barra de metal pintada en planco que hay a los pies de la cama. Me mira tras unos segundos y suspira.
–Pensé que sería una conversación más larga. –Digo desenfadado.
–Para ser la primera es más que suficiente.
–¿Habrá más, entonces? ¿Estás dispuesto a negociar?
–No más por hoy, por favor. –Juguetea con sus manos nervioso pero yo detengo su extraño gesto posando una de mis manos sobre las suyas. Él se siente obligado a apartarlas de mí, lo sé, pero se contiene.
–Bien hecho, Jeon. Sé que poco a poco mejorarás y podrás tener la vida que deseas.
–Jimin, ya está… –Me recuerda.
–Lo sé. –Le miro de arriba abajo–. Tengo una sorpresa para ti. ¿Te has duchado hoy? –Niega con la cabeza–. Pues ve a darte una ducha y cuando salgas, hablamos. ¿Sí? –Asiente frunciendo el ceño, muy desconfiado de mí, me quita la mano sobre él y se va al cuarto de baño con una muda nueva. Suspiro cuando me quedo solo y me quito las gafas para frotarme los ojos.
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