IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 27
CAPÍTULO 27
JungKook
POV:
Me siento en un profundo y cansado sueño que perdura durante horas hasta que un sonido metálico me hace despertar de golpe. Al principio me siento un poco desorientado pero tras situarme en la cama abro los ojos viendo, para empezar, que Jimin no está a mi lado. Estiro el brazo sintiendo en él las sábanas pero no llego a encontrar su cuerpo. Alertado me revuelvo en mi sitio y tras girar el rostro lo encuentro de píe cerrando una de nuestras maletas. El sonido de la cremallera ha sido lo que me ha despertado.
—Qué bien. –Dice susurrando—. No quería tener que despertarte.
—¿Qué ocurre? –Le pregunto aún algo dormido y me froto los ojos para ver con más claridad. En su cuerpo, lleva la misma ropa con la que vino anoche.
—Vístete mi amor. Voy a despertar a los niños.
—Pero… Jimin ¿qué…? –No me da tiempo a preguntarle porque sale apresurado por la puerta para dirigirse al cuarto contiguo. De repente un súbito sentimiento de adrenalina fundida con miedo me obliga a levantarme y me pongo una ropa que estaba predispuesta a los pies de la cama. El resto debe estar ya en la maleta así que no pongo objeciones y me visto para estar listo cuando Jimin regresa al cuarto.
—Espero que hayas cenado bien anoche. –Asiento—. No nos da tiempo a desayunar. –Asiento de nuevo aún confuso y tras salir ambos del cuarto veo a mis hijos poniéndose una chaqueta y llevando cada uno una mochila a la espalda. En la mano de Yoogeun la de HyeGun se aferra fuerte. Miro fuera de la ventana para ver como muy lentamente está amaneciendo. Son apenas las siete de la mañana de un día de niebla.
—¿A dónde vamos Jimin? –Pregunto algo ilusionado. Jimin nervioso viene a mí y sujeta mi rostro con sus manos haciendo que le mire.
—¿Confías en mí? –Frunzo el ceño y asiento—. Entonces fíate. Todo estará bien. –Tras que Jimin compruebe todo lo que es necesario salimos de la casa y cierra detrás de nosotros. Salimos a la calle y avanzamos hasta la vuelta del edificio donde una furgoneta aparcada nos espera. Del asiento del piloto sale Jin y nos sonríe algo nervioso. Cuando llegamos hasta el coche Jin en vez de saludarnos reprende a Jimin.
—Me matarán por esto.
—Nunca te he pedido nada. –Jimin suaviza su voz—. Gracias por estar aquí. –Jin niega con la cabeza demostrando que no le importa en realidad.
—¿Va alguien a explicarme qué ocurre? –Me quejo mientras Jimin mete la maleta en el maletero y las dos mochilas de los niños en los asientos traseros donde irán sentados. Comienzo a inquietarme porque Jimin me pone de espaldas a la furgoneta centrándose en mi mirada.
Tras hacerlo saca del bolsillo interior de su americana un sobre que he manoseado mil veces y lo reconozco a primera vista. Me lo da y hace que cierre mis manos a su alrededor. Ya no tiene el mismo tacto que registré en mi memoria.
—Mi amor. –Traga saliva mientras acaricia mis manos—. He conseguido el dinero suficiente como para comprar otro billete. El avión despegará en media hora. Jin os llevará al aeropuerto y aterrizareis en Seúl en menos de hora y media. Es un avión repleto de turistas que vinieron aquí desde el sur. Pasareis desapercibidos…
—¿Os llevará? –Pregunto nervioso con un principio de histeria quitándome sus manos de encima—. ¿Pasaréis?
—Jeon…
—¡¿Qué quieres decir con eso?!
—Kookie no lo hagas más difícil.
—No, no. –Niego en rotundo con la cabeza—. No pienso irme sin ti. Me niego.
—Mi amor, mi amor… —Sujeta mi rostro que tiembla en sus manos. Me obliga a mirarle firmemente—. Es la única salida que tenemos para que podáis vivir una vida que os merecéis. ¿No lo entiendes? Mientras permanezca a tu lado te harán la vida imposible.
—¡Me da igual! –Comienzo a llorar sintiendo que me falta el aire—. No pienso irme sin ti.
—No lo hagas por mí. Por ellos, Jeon. Dales una buena vida. Si se quedan aquí, acabarán como yo y no me lo perdonaría.
—No quiero dejarte. –Digo ya en un llanto desesperado. Las lágrimas caen por mis mejillas estrujadas por sus palmas—. No me obligues a dejarte.
—Te amo, mi vida. Pero si no te vas ahora, no lo harás nunca.
—Jimin…
—Mírame. –Abro los ojos con una fuerte voluntad porque se han inundado rápidamente—. Dime que me amas. Quiero oírlo una vez más.
—No. no.
—Jeon. Te amo. –Niego con la cabeza.
—No me amas. –Sus labios se estampan contra los míos desesperados. Ya no tengo aire en los pulmones ni fuerza para resistirme. Me abandono al beso que me proporciona—. Te amo. –Susurro—. No me abandones. –Suplico.
—Perdóname mi amor. Pero te amo demasiado como para hacerte seguir viviendo en este lugar.
—Pero no puedes dejarme con ellos. –Señalo a los niños—. Yo solo no puedo.
—Mírala. –Me dice señalando a HyeGun que coloca su mochila en uno de los asientos traseros—. Mi esposa me dejó una parte de ella en HyeGun, ahora ella te dará una parte de mí siempre.
—No me digas eso, Jimin. –Lloro aún más fuerte. Ella se gira y se da cuenta de que la miramos. Jimin la llama a su encuentro.
—Hija mía, tu padre te ha querido siempre y no dejó de pensar en ti ni un solo segundo. –Jimin se agacha a su altura y ella le mira con los ojos llorosos pero sin derramar lágrimas—. Todo lo que he hecho, ha sido por ti. Nunca lo olvides. Deja que Jeon te cuide, lo hará mil veces mejor de lo que yo lo haría jamás. –Ella asiente y se funden en un abrazo como solo padre e hija saben realizar. Se mantienen unos segundos en silencio, mirándose mutuamente y entre ellos un vínculo los rodea.
—Appa… —Dice Yoogeun apareciendo de la nada al encuentro de Jimin.
—Mi pequeño, —Dice Jimin tornando su voz un poco más firme—. Cuida de ellos como te he enseñado. –Le susurra—. No dejes que Kookie esté triste y no dejes que nadie le ponga una mano encima a HyeGun. Perdóname por abandonaros.
—¿Te vas appa? –Le pregunta y me veo obligado a cubrir mis labios ocultando una expresión de severa tristeza.
—No hijo. Os vais vosotros a casa.
—¿No vienes? –Le pregunta incrédulo.
—No mi amor. –Jimin le abraza dándole un beso en la frente y se pone en pie de nuevo—. Ve al coche con tu hermana, mi pequeño. –Ambos se internan dentro y ahora se dirige a mí—. Mi amor.
—No, no te despidas de mí, no lo soporto. –Niego con la cabeza ocultando mi rostro completo en mis manos.
—Mi amor, gracias por todo. Por cuidarme cuando no me conocías, por salvarme a pesar de que te mentí. Por jugarte la vida por mí. Por dejar tu vida para darme una a mí. Por venir hasta aquí, por aguantar todo lo malo que te he dado. No sabes cuánto lo siento pero te lo advertí, no te enamores de mí.
—Jimin. –Descubre mi rostro.
—Supongo que ya es demasiado tarde. –Sonríe—. Jamás habría sabido devolverte todo lo que has hecho por mí. Espero que esto compense al menos una pequeña parte. Te pido perdón, por todo, pero ahora, necesito que me hagas un último favor. Cuida de mi hija, de Yoogeun y de ti. Cuídate y nunca me olvides.
Las yemas de sus dedos retiran un par de cabellos de mi frente y continúan por mis mejillas. Yo ya no tengo fuerzas. Todo mi mundo se tambalea. Sus ojos, recorren mi rostro igual que anoche recorrían mi cuerpo. Para no olvidarlo.
—Tenemos que irnos. –Informa Jin nervioso y se adentra en el asiento al volante.
—Ve. –Me ordena pero antes de obedecerle le abrazo y ya en sus brazos hablo susurrando.
—Eres lo mejor de mi vida. No te olvidaré. Perdóname por complicártelo todo. Te amo. –Nos besamos por última vez y me conduzco no por voluntad propia a los asientos traseros y me coloco entre Yoogeun y HyeGun mientras miro a Jimin por el otro lado de la ventanilla agitar su mano unos segundos y girarse para conducirse de nuevo a casa. Mientras camina de espaldas a mí veo como sus hombros sufren leves convulsiones y cubre su boca con su mano derecha. Llora seguro de que nadie le ve. Mentira.
Cuando desaparece de mi visión paso el brazo por encima de los hombros de Yoogeun a mi derecha y miro el reflejo de Jin en el retrovisor.
—¿Todo bien? –Me pregunta con una voz débil y preocupada.
—Todo bien. –Afirmo con lágrimas en los ojos. Pasados dos minutos miro a HyeGun que no llora una sola lágrima—. Tú ya lo sabías. ¿Cierto? –Ella asiente.
—Me lo dijo cuando NamJoon os dio los dos pasajes de avión. –Asiento—. Me dijo que conseguiría todo el dinero posible para sacarnos de aquí.
—¿Lo echarás de menos?
—He crecido echándole de menos.
—¿Duele?
—No te haces una idea. –Muerdo mi labio sintiendo unas terribles ganas de detener el coche—. Jungkook appa. –La miro sorprendido por el apelativo—. ¿Puedo abrazarte?
—Claro. –La estrecho con mi brazo libre y apoya su cabeza en mi hombro. Jimin tiene razón. Me recordará a él el resto de mi vida.
Pasados quince minutos llegamos al aeropuerto y salimos los cuatro dirigiéndonos a la puerta de embarque. Nada más llegar Jin se despide de nosotros y nos colocamos al final de una cola de turistas surcoreanos a la espera de que abran las puertas. Apenas nos colocamos y entramos dentro. Nuestros pasos son rápidos hasta que oímos unos gritos y un par de disparos.
A mi espalda. Jin yace muerto en el suelo y veo su sangre manar de su cráneo. Varios militares le descubren encubriendo nuestra huída y se toman la justicia por su mano acabando con su vida.
Cubro los ojos de Yoogeun para que no presencie la escena pero para HyeGun ya es demasiado tarde. Los ojos del militar me miran de arriba abajo reconociéndonos a los tres pero tras fruncir el ceño y esbozar una mueca, se marcha. Nosotros ya no somos un problema.
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