IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 25
CAPÍTULO 25
JungKook
POV:
Camino por las calles a un paso acelerado mientras recuerdo que me he llevado la bufanda de Jimin. Al principio pensé en regresar porque tal vez él la necesitara más tarde cuando regresara a casa pero al rato creí que no era necesario y el hecho de que me estuviera cubriendo del frío me ayudaba a abandonar la idea.
Meto mis manos en los bolsillos de la chaqueta y me acomodo más dentro de mi abrigo para llegar a casa cuanto antes. Apenas son las seis de la tarde pero el sol parece querer esconderse de la presencia de este país. Quiere huir de este lugar tan rápido como yo pero le envidio porque él aparte de tener la posibilidad tiene el valor. Me pregunto si al marcharse deja algo atrás. Creo que no, porque se lleva consigo el calor y la vida dejando nada más que una noche oscura y fría que no contiene más que la muerte.
No tardo en llegar a casa y al entrar por la puerta hay un extraño silencio impropio de una casa en la que se supone hay dos niños. Camino lentamente mientras me deshago de la bufanda por el pasillo y al desembocar en el salón, sorprendo a mi hijo dibujando en el suelo con unos papeles y unas pinturas medio gastadas. Me mira unos segundos, me sonríe como saludo y continúa pintando absorto en su mundo. Miro a todas partes del salón y la cocina pero no veo a HyeGun por ninguna parte.
Suspiro preocupado cuando me dirijo a mi dormitorio y antes de entrar escucho dentro el sonido de unos papeles cayéndose al suelo. El simple sonido no es más que uno de tantos comunes en un día normal. Una torpeza desmedida como la mía lo escuchó miles de veces en la oficina pero hubo una vez que ese sonido me hizo temblar. Hoy, este extraño sentimiento, fusión de adrenalina y miedo, se apodera por segunda vez en mi vida de mí y suspiro antes de abrir la puerta poco a poco para descubrir a HyeGun agachada en el suelo de la mesilla, recogiendo los documentos donde guardamos nuestra documentación personal.
Reconozco los papeles y parece que ella también porque mientras los recoge sabe lo que necesita y lo que no seleccionándolos en dos montones. El hecho de que se le hayan caído no ha hecho sino revolverlos más pero parece que no es problema para ella. Aun en el suelo, como un acto reflejo producido por mi repentina presencia en el cuarto, alza la mirada para descubrirme ahí observándola.
No le mentí a Jimin cuando le dije que los ojos de su hija eran iguales que los de él porque hoy, cuando ella me mira con una falsa inocencia en los ojos, puedo revivir la escena de la noche en que me acosté con Jimin. La misma falta de cuidado les ha delatado y me veo obligado a revivir y rememorar aquello que tanto daño me hizo. Descubrir que la confianza ciega que deposité en alguien no es más que humo lo que la sostiene. Mentiras. Todo son mentiras.
—HyeGun… —La llamo casi con un suspiro porque apenas me sale la voz. En mi mano la bufanda se ha convertido en la víctima de mis dedos estrangulándola. Siento un sudor frio recorriendo mi columna y asciende hasta la base del cráneo donde al fin me congela y me impide moverme.
—Yo… yo estaba... Buscando algo para jugar. –Su voz es muy inocente y por un segundo la he llegado a creer pero sus ojos me muestran la verdadera intención de sus actos y sus manos aferran los papeles con fuerza. Temblorosas sin duda.
—No me mientas. –Digo sin emoción en mi voz—. ¿Buscabas nuestra documentación?
—No, te he dicho que…
—HyeGun. ¿Sabe tu padre esto? –Le pregunto porque se me pasa la posibilidad de que ambos sepan lo que ocurre aquí y no me lo hayan dicho. Niega con la cabeza no solo respondiendo a mi pregunta sino corroborando que algo malo está haciendo—. ¿Y bien? ¿Qué buscabas? –Sus ojos comienzan a llenarse de agua que en un principio creo que no es más que una actuación pero cuando sus labios tiemblan comprendo que es un llanto de miedo y vergüenza. Ante este sentimiento se encierra en la violencia y suelta de golpe los papeles para salir del cuarto pero la detengo sujetándola del brazo sin hacerle daño.
—¡Suéltame! –Grita y lo repite incluso cuando Yoogeun aparece por la puerta preocupado pero le pido que se marche, que esto es una conversación privada. Sé que se irá pero mantendrá una oreja puesta a sus voces—. ¡Si me pegas se lo diré a papá!
—No voy a pegarte. –Me ofendo por su amenaza y la conduzco al centro del cuarto lejos de la puerta por donde pueda salir corriendo—. ¿Por qué hurgabas en ese cajón? –Le pregunto de nuevo pero se cruza de brazos y mira a otro lado—. Si no me quieres contestar me parece perfecto pero cuando tu padre llegue se lo voy a contar todo a ver si a él no le haces caso.
—Mi padre tiene la culpa de todo. –Farfulla con los dientes apretados.
—¿Cómo? –Me sorprendo por sus palabras.
—¡Papá es el peor padre del mundo! –Grita mientras descruza sus brazos—. ¡Mamá murió por su culpa y me abandonó para irse a Seúl y casarse contigo! ¡Nunca me quiso y me ha sustituido por Yoogeun!
—¿Qué tonterías dices? –Frunzo el ceño comenzando a sentir una ira que me obligaría a golpearla.
—¡NamJoon Oppa y Luhan Oppa me lo han contado todo! –Sus ojos se inundan más y más rápido. Sus mejillas arden—. ¡Papá nunca me quiso! Por eso tengo que quitarle el pasaporte y los documentos, para que no vuelva a abandonarme. Luhan me lo ha mandado.
Sus palabras quiebran mi corazón. Engañar a una niña haciéndola creer que su padre nunca la quiso solo para retener a un militar en su país me parece demasiado cruel. Toda mi alma se desmorona y no sé qué debo hacer. Consolar a la pequeña me parece importante, castigarla por sus actos también. Hablar con ella. Golpearla. Llamar a Jimin, o incluso irme directo a Luhan y matarlo a golpes. Todo me parece factible pero ella elige por mí viniendo a mi vera y abrazando mi cintura con sus delgados brazos y rompiendo a llorar sobre mi chaqueta.
—Odio a papá. ¿Por qué te quiere más que a mí?
Todo mi cuerpo tiembla y siento mis piernas flaquear. Mi mano va a su cabeza y acaricio su corto cabello mientras siento como los mechones se enredan en mis dedos.
—Ven mi niña. –La cojo en mis brazos y nos siento en la cama—. Creo que es hora de que te expliquemos lo que sucede. Mírame. –Aparta su rostro de mí para mirarme con ojos aun derramando lágrimas y hace un esfuerzo por no llorar—. Tu madre murió por una enfermedad y no teníais dinero para la cura. Nadie tiene la culpa de eso porque a muchas personas les sucede. La vida decide que sea así. Tu padre trabaja de espía. Trabaja muy duro para cuidarte y mantenerte. Cuando tuvo una misión en Seúl debía quedarse allí durante meses porque tenía mucha información que recoger. –Ella escucha atenta—. Le dijeron a tu padre que si no cumplía su misión te matarían y así le hicieron creer que sucedió.
—¿Él creía que morí?
—Sí. Le mandaron una foto tuya maquillada y ensangrentada. –Ella asiente recordando ese momento—. Creía que estabas muerta y pensó en suicidarse pero yo se lo impedí. Teníamos que empezar de cero y nos mudamos a España para conseguir superar aquello. Él siempre se acordó de ti. Todos los días. Me contaba cosas sobre ti y tu madre. Yo os quería a las dos sin conoceros porque sois parte de Jimin.
—Lo siento. –Dice.
—Luhan es una mala persona que ha secuestrado a Yoogeun y nos ha hecho venir para que tu padre se quede aquí trabajando de nuevo para ellos. Y ahora te ha utilizado a ti para que no se pueda marchar de nuevo.
—Perdóname. No lo sabía. –Se abraza de nuevo a mí y correspondo su abrazo oliendo el dulce de su pelo. Ahora ella se me muestra tal como es, una niña de ocho años presa de unas mentiras que por mucho tiempo torturaron su mente y sus recuerdos.
…
Con unos palillos remuevo los noodles en la sartén mientras oigo a Jimin regresar a casa. Han pasado dos horas desde que regresé yo y ahora, mientras hago la cena, no paro de darle vueltas a la retorcida versión que le han dado a HyeGun de su padre hasta tal punto de hacerle odiar lo que era amor. Niego con la cabeza mientras Jimin se acerca y me da un beso en la mejilla haciéndome dar un respingo.
—Te llevaste mi bufanda, cabrón. Casi me congelo de frío. –Frota sus manos entre ellas para entrar en calor mientras se despoja del abrigo para sentarse a la mesa y llenarse con una cena caliente.
—Luego te caliento. –Le digo mientras le guiño un ojo y me sonríe avergonzado por mis palabras inesperadas.
Cuando todos estamos sentados a la mesa HyeGun no tiene fuerza para coger los palillos pero se obliga para intentar aparentar una fingida, muy mal fingida normalidad. Yo como un par de trozos de verdura y suspiro resignado a comenzar la tan esperada conversación.
—Jimin, hay algo que HyeGun tiene que decirte. –Jimin frunce el ceño y la mira excitado pero esa emoción desaparece cuando su hija niega con la cabeza avergonzada—. O lo haces tú o lo hago yo. –Le amenazo y suspira como hice yo antes. Deja los palillos a un lado y habla al fin.
—Lo siento papá. –Yoogeun no atiende a la conversación. Jimin nos mira a los dos alternativamente—. Yo no quería pero ellos me obligaron, y me dijeron mentiras… yo… es que, no sabía… —Suspira de nuevo queriendo volver a romper a llorar.
—¿Qué ocurre, Jungkook? –Busca en mí una explicación más clara.
—La encontré rebuscando entre nuestros documentos cuando llegué a casa. Buscaba tu pasaporte y tus documentos personales para dárselos a Luhan. Quieren impedir que te vayas del país.
Durante unos segundos en los que no me aparta la mirada parece reorganizar los pensamientos en su mente pero pasados los segundos habla alzando la voz hasta conseguir asustarme. Yoogeun da un salto en su silla.
—¡¿Cómo se te ocurre hacer cosa semejante?! –Sus puños golpean la mesa—. Maldita mentirosa. ¿Se puede saber en qué pensabas?
—¡Appa! –Grita Yoogeun rompiendo a llorar.
—Yoogeun… —Acaricio su cabeza para calmarle pero no hace sino llorar más fuerte.
—¡Lo siento! –Grita HyeGun—. ¡Me engañaron!
—¡¿Pensabas entregar a tu propio padre?! ¡Tendrías que avergonzarte!
—¡No lo sabía! ¡Ellos me mintieron!
—Luhan y Namjoon la engañaron. –Corroboro.
—¡Me importa una mierda! ¡A todos nos engañan! ¡Todos estamos engañado!
—¡Appa! –Yoogeun se lanza a mis brazos y lo cojo levantándome de la silla y arrastro a Jimin conmigo. Él ya se había levantado por el enfado.
—¡No puedo creerlo! –Grita Jimin mientras HyeGun rompe a llorar en la mesa. Yo me desplazo hasta el dormitorio con ambos. Yoogeun llora en mis brazos mientras Jimin sigue vociferando.
—¡Escúchame! –Le ordeno—. Le dijeron que la abandonaste, no que trabajabas fuera para ella. Le dijeron que la olvidaste por mí y por Yoogeun y que la muerte de su madre fue culpa tuya. –Sus ojos se detienen en los míos durante unos segundos como antes y rápido aparta la mirada. Suspirando se sienta en la cama escondiendo su rostro en sus manos mientras muevo rítmicamente mi cuerpo para hacer que Yoogeun se calme.
—No lo soporto más. –Dice Jimin entre susurros y levanta su rostro para mirarme—. Lo siento.
Asiento mientras extiende sus brazos para pasarle el cuerpo de su hijo que en sus brazos parece calmarse con más rapidez. Besa su cabeza, sus mejillas. Lloran juntos unos momentos hasta que HyeGun aparece tímidamente por la puerta asomando su rostro enrojecido por el llanto.
—¿Appa? –Jimin asiente y pasa dentro del dormitorio para que a una señal de Jimin se una a sus brazos y puedan perdonarse—. Appa… —Se separa de él y nos mira a ambos—. Hay algo más. Luhan vendrá en unos días a buscar los documentos. Me dijo que los tuviera antes del día doce de diciembre. Ese día me vendría a ver a la escuela y debería dárselos.
—No le darás nada. –Afirma Jimin.
—Dijo que si no, no volvería a verte.
Jimin palidece y yo solo puedo pensar en el día doce. Dos días después de que prescriba la fecha de los billetes de avión.
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