IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 23

 CAPÍTULO 23


JungKook POV:

Llego a la tienda donde me enseñó Jimin que vendían tabaco y miro los paquetes de tabaco y su precio un poco superior a lo que estoy acostumbrado recordando mis tiempos de facultad donde empecé a fumar. Mi presupuesto no era el suficiente como para conservar un mal hábito como era el fumar por lo que me acostumbré a liar cigarrillos en vez de comprarlos ya hechos. Miro el dinero que he cogido y haciendo uso de mi misericordia por el trabajo de Jimin, cojo un sobre de Malboro unas papelas y una bolsita de filtros que en total acaba valiéndome lo mismo pero me saldrán más del doble de cigarrillos.

Me encamino a la caja donde una señora mayor me cobra mientras veo pasar por delante de la tienda, un grupo de de chicos más jóvenes que yo, vestidos de militares y con paso firme conduciéndose por la carretera. En sus brazos portan fusiles y todo mi cuerpo ante la imagen se escandaliza pero al mirar a mi alrededor, veo que todo está normal. Nadie mira dos veces a esas personas ni tampoco susurras por un extraño comportamiento que pueda suceder. Al parecer esto es algo rutinario.

Mientras los militares desaparecen me entretengo mirando cualquier tontería y salgo cuando ya no están por las calles. Pienso en las posibilidades de dar una vuelta mientras hago tiempo para ir a buscar a mi hijo pero faltan tres horas y no tengo la paciencia necesaria. Volver a casa se me hace muy pesado con la niña dentro y más si se comporta de esa manera conmigo. ¿Qué remedio?

-Ya estoy aquí. –Canturreo mientras entro en el recibidor dejando la chaqueta sobre una percha y las llaves en una mesilla. Me encamino hasta el salón donde Jimin y HyeGun hablan y ríen tranquilamente hasta que ambos me ven a aparecer y el rostro de la chica cambia radicalmente a una mueca de disgusto tras la ignorancia de Jimin.

-Hola amor. –Me dice Jimin haciendo que el retorcido rostro de su hija se acentúe provocando en ella una extraña sensación de total falta de dulzura. Siento un pinchazo en mi corazón por la falta de aceptación por su parte.

-Hola. –Se levanta de la mesa y me besa posando levemente pero con firmeza su mano en mi cintura. Me atrae a él y a los segundos se separa-. ¿De qué habéis estado hablando?

-De todo un poco. –Sonríe de manera infantil y se va hacia el baño-. Voy a darme una ducha. Habla tú con ella un rato. O juega o lo que quieras. –Tenso mi mandíbula viendo como se escabulle y me deja a solas con la niña en el salón. Suspiro y resignado me siento frente a ella viendo como juguetea con sus manos en un intento de no mirarme a la cara.

-Bueno… -Digo de manera casual mirando a todos lados evitando el contacto visual como ella-. ¿Te gusta la casa?

-Claro que sí. Viví aquí antes que tú. –Vaya, meto la pata y sonrío sintiéndome patético.

-Ups, lo siento. –Suspiro-. ¿Qué te gusta? ¿Te gusta pintar? ¿Bailar? ¿Leer…?

-No. –Dice firme y se yergue sobre el asiento para mirarme a los ojos. De esta manera su respuesta es más directa y choca más fuerte contra mí.

-¿Qué te gusta entonces? –Piensa unos segundos pero en realidad no piensa una respuesta sino el responderme o darme a entender que no quiere seguir con esta conversación con un silencio sepulcral.

Prefiere seguir jugando porque sabe que yo no voy a ceder.

-Nada.

-Oh. –Suspiro de nuevo-. Yo a tu edad amaba pintar. –Digo sin pensar-. Me encantaba el arte y todo lo relacionado con la pintura. Incluso le hice un cuadro a tu padre hace unos años. –Sonrío recordándolo.

-¿Estudiaste arte? –Pregunta frunciendo el ceño.

-Sí. Quería ser tatuador o diseñador de… no sé. Ya da igual. –Me encojo de hombros.

-¿Quién diría que ibas a acabar aquí? –Sonríe cruelmente poniéndome los pelos de punta.

-Lo mismo puedo decir de ti. –Ella frunce el ceño y se encoge de hombros. Durante un largo silencio oigo el sonido de la ducha y saco de mi bolsillo trasero el sobre con el tabaco y el resto de las cosas para comenzar a hacer cigarrillos. Ella lo mira curiosa y me centro en abrir el sobre y escoger de él un poco mientras sigo hablando-. Yo no pretendo sustituir a tu madre.

-Hum. –Dice sin más y continúo.

-Cuando me enamoré de tu padre no sabía que había estado casado, ni tampoco que tenía una hija. Lo siento. –La miro y la veo en silencio escuchando mis palabras.

-Vale.

-¿Vale? –Niego con la cabeza sonriendo-. Eres como tu padre.

-¿Eso es algo malo? –Se ofende.

-Claro que no. –Sonrío mientras extraigo una papela y pongo sobre ella el tabaco.

-Fumar es malo. Lo estudiamos en clase. –Me encojo de hombros-. ¿Papá ha empezado a fumar?

-No.

-¿Por qué fumas?

-Porque es un mal hábito.

-Cámbialo.

-Me da pereza.

-¿Prefieres morir a hacer un pequeño esfuerzo?

-Voy a morir igual. Todos morimos. –Paradójico que se lo diga a ella. ¿Cierto?

-Eso te acorta la vida. –Señala el cigarro en mis labios al cerrar la papela con la punta de mi lengua.

-Si me matan mañana no lo habrá hecho. ¿No te parece? Si me atropella un bus o una moto, no habrá tenido nada que ver con esto.

-No debes querer a mi padre si no pretendes envejecer junto a él. –Detengo mi gesto de conducir el filtro a mis labios y me quedo mirándola por unos segundos serio. Pensando seriamente en sus palabras. Saco de mi mayor esfuerzo una sonrisa de admiración y asiento mientras guardo el cigarro dentro del paquete de filtros.

-Muy bien. ¿Qué te parece esto? Por hoy no fumo a cambio de que dejes de mirarme de esa manera tan desagradable y me aceptes como, bueno, -pienso una manera suave de decirlo-, nuevo compañero de piso. –Sonrío-. Entiende que estoy haciendo un gran esfuerzo.

Ella piensa durante al menos medio minuto mirando a la nada en la mesa y acaba asintiendo aun con su ceño fruncido.

-Ahora que nos llevamos mejor… ¿algo que quieras preguntarme?

-Papá me dijo que te quería de veras. ¿Tu a él también? –Asiento-. Si él te quiere, yo debo quererte también-. Se levanta de su asiento haciendo que la falda azul marino de su uniforme baile entre sus piernas pálidas. Viene hasta mí rodeando la mesa y entrelaza sus brazos alrededor de mi cuello. No puedo reprimir un suspiro de admiración por su adorable gesto y veo que hace un esfuerzo por intentar ser amable. Sonriendo como un tonto la cojo en mis brazos y la siento en mi regazo para plantarle un beso en su frente cubierta por un flequillo recto. Al principio se asusta y parece sorprendida alejando su rostro de mí pero con los segundos sonríe también y se abraza a mí dejando su cabeza en mi hombro.

-Vaya, vaya. –Aparece Jimin en toalla secándose el pelo con otra en su mano-. Que adorable imagen. ¿Debo entender, pues, que habéis hecho las paces? –La niña asiente y yo sonrío abrazándola más fuerte.

-Ve a ponerte algo o cogerás un catarro. –Jimin hace un puchero y se acaba yendo.

Los brazos de la niña no me sueltan. Yo no la suelto a ella.

 


Capítulo 22                    Capítulo 24

 Índice de capítulos           


Comentarios

Entradas populares