IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 22

 CAPÍTULO 22


JungKook POV:

En mi mente, el sonido de esa dulce e inocente voz se repite y se sobrepone a sí misma con alevosía. Desde mis pies nace un cosquilleo que me sobrecoge e inducido por el tremendo silencio que se ha producido de repente en la estancia no soy más valiente que  para mirar a Jimin a mi lado y consumirme en sus gestos, si los hubiera, porque no se mueve un palmo de su asiento. Ni siquiera mira a la puerta a nuestra espalda. Nada.

Sus labios, se han secado, y sus ojos bailan mirando la nada delante de él. En su mente una secuencia de imágenes pasan a gran velocidad y de repente, sus manos se tensan en su asiento. Poco a poco gira su cuerpo con los ojos titilantes buscando el nacimiento de esa voz que le ha petrificado. Gracias a su acto, ahora yo también soy valiente de moverme y ambos recibimos con la mirada a una niña de tez pálida. Sus ojos, vivos y brillantes, miran a Jimin y sus labios, característicos de su padre, están tornados a un rojo carmesí brillante. Su cabello oscuro y corto se esconde en sus extremos hacia la mandíbula. En su cuerpo, porta un uniforme escolar que la hace ver mucho más pequeña de lo que es.

—HyeGun. –Dice Jimin en un suspiro y ella encara una sonrisa tímida a la par que sus mejillas se tiñen.

Miro a Namjoon aun presidiendo la mesa con una expresión relajada y feliz. Afable y sincera. Luhan, con su mano sobre el hombro de la niña la empuja muy levemente incitándola a acercarse a Jimin y lo hace muy despacio. Sus pequeños pies, enfundados en zapatos de charol sobre unos calcetines blancos, avanzan lentamente.

Jimin, sin poder contener ya las lágrimas, cae al suelo de rodillas a mi lado y abre sus brazos recibiendo en ellos el cuerpo de su hija. Esta también cae de rodillas y se abraza con fuerza al cuerpo de su padre. Ambos lloran. Yo muerdo mi labio aún sin asimilar la situación. Un gran cúmulo de sentimientos pesa sobre mí y me impide disfrutar del momento. Por una parte, ha caído de mis hombros la culpabilidad por su muerte, pero por otra, una extraña incertidumbre me inquieta. Son demasiadas facilidades en un pequeño momento. De nuevo miro a Namjoon, y este aclara mis dudas.

—Es maravilloso lo que puede hacer un poco de maquillaje y un buen enfoque de cámara. –Se asombra de sí mismo.

—Eso ha sido muy cruel a la par que incensario. –Replico.

—Pero mira este momento. –Señala a Jimin y a HyeGun aún abrazados—. ¿No es maravilloso e irrepetible?

—Ha sido una tortura para él y para…

—¿Y para ti? –Me interrumpe—. Ya he visto como sufrías, con un nuevo hijo y en Barcelona. –Niega con la cabeza intentando hacer que me sienta mal.

—Ya da igual. –Dice Jimin sentándose de nuevo en la silla con su hija en su regazo—. Gracias por devolvérmela. –Sonríe ampliamente y yo no hago otra cosa que sentirme indignado e insultado por su estúpido comportamiento.

—¿Cómo que gracias? –Miro a ambos hombres a mi lado sin poder llegar a creer hasta qué punto la falsedad puede convertir a una persona.

—Aish, hija mía. –Vuelve a abrazarla—. No sabes cuánto te he extrañado. Mi amor.

—Yoogeun tenía razón. –Digo de repente en susurros acordándome de las inocentes palabras de mi hijo que yo tomé por un delirio infantil.

—¿Yoogeun? –Pregunta Jimin.

—Él me dijo que la había visto. Que se conocían.

—¿Cuándo ha sido eso? –Pregunta Jimin confuso.

—Hace dos días. Siento no habértelo dicho, no creí que me estuviera diciendo la verdad.

—No importa. Ya no importa nada Jeon. –Apoya su mejilla en la cabeza de su hija—. Ya todo está bien. –Su sonrisa es amplia y sincera. Una felicidad plena.

—Seguro que estas deseando pasar tiempo con ella. –Le dice Namjoon a Jimin y este sonríe y asiente—. Venga, la reunión ha terminado. –Jimin se levanta de su silla con HyeGun en brazos y yo le sigo pasando por la puerta pero antes de cerrar, la voz de Namjoon me llama y me hace girar de nuevo—. Antes de que te vayas, toma esto.

De nuevo me extiende el sobre con los dos pasaportes y yo me acerco a la mesa mientras Jimin camina por el pasillo alejándose, embobado con el cuerpo de su hija al fin en sus brazos.

—No gracias.

—Cógelos, anda. No pierdes nada por tenerlos. –Los sujeta en su mano y pensándomelo, tiene razón. Estiro mi mano asta sujetar el sobre pero no lo suelta haciéndome que le preste atención de nuevo.

—Jeon. –Su voz es suave y amable, casi diría que amigable—. No le hagas sufrir más, aquí tienes una buena oportunidad de hacerle feliz. Este es su lugar, Jeon. No lo olvides.

Suelta al fin el sobre y lo meto en el bolsillo de mis vaqueros para salir del despacho con sus palabras bailando en mi mente. Ahora han cobrado un nuevo significado, pero lo temible de este, es que no puedo decir que esté de acuerdo pero tampoco puedo permitirme el lujo de deshacerme de ellos.

 

...

 

Mientras caminamos por las calles de regreso a casa me deleito en el caminar de mis dos acompañantes para intentar distraer mis pensamientos pero no son sino un agravante de la verdadera intención de Namjoon por hacerme sentir culpable. Ellos hablan entretenidamente mientras yo tan solo soy testigo de la conversación y de sus manos unidas, balanceándose al caminar. La mía ocupa una bolsa de viaje donde está la ropa de HyeGun que nos ha dado Luhan al salir.

—¿Estás ya en el cole? Cuanto tiempo ha pasado, has crecido tanto…

—No tanto, appa.

—Eres igual que tu madre, mi vida. –Acaricia su pelo liso y lo veo enredarse entre sus pequeños dedos.

—¿A dónde vamos, appa?

—Vamos a casa, con Jungkook, y conmigo. Y ahora, tienes un nuevo hermanito.

Recuerdo cuando al fin adoptamos a Yoogeun, nos fue muy sencillo explicarle que tenía dos padres en vez de un padre y una madre como la mayoría de los niños. Sin embargo, yo, estaba viendo venir que esto no sería tan fácil esta vez, y menos cuando ella realmente sabía quién eran sus padres.

—¿Quieres algo de comer? –Le pregunto a HyeGun cuando llegamos a casa y me quito el abrigo. Ella niega con la cabeza sin separarse un segundo de Jimin. Él tampoco parece querer que se separe de ella—. ¿Nada? ¿Galletas? ¿Chocolate caliente?

—Yo si quiero un chocolate caliente. –Dice Jimin animado y solo cuando él accede, la niña afirma querer uno también.

Voy a la cocina y mientras caliento la leche, HyeGun aparece sentándose en la mesa a la espera de que su padre regrese. Este se sienta a su lado y la niña se abraza a él para darle un beso en la mejilla, los ojos de Jimin brillan y titilan nerviosos y acongojados. Pasados cinco minutos pongo sobre la mesa dos chocolates calientes y un café amargo para mí y me siento junto a ellos para entablar una conversación que Jimin comienza.

—Este chico es Jeon JungKook. –Nos presenta. La pobre niña me mira de refilón centrada algo más en su taza roja con chocolate—. Mi pareja. –Dice con cuidado y la niña me mira de nuevo de la misma manera. Me gustaría decir que parece timidez pero es incluso mala educación.

—Puedes llamarme Kook. O Kookie…

—¡No! Así solo te llamo yo. –Jimin hace un puchero haciendo que parezca incluso más infantil que la niña sentada a su lado—. Ahora, —le explica a ella—, tienes un nuevo padre.

—¿JungKook será mi padre también? –Pregunta confusa.

—Sí hija.

—Pero… —titubea—, yo solo te quiero a ti como padre. –Muerdo mis labios nervioso mientras Jimin intenta excusar y corregir el comportamiento de su hija.

—Ya pero, ahora, tienes dos padres. JungKook y yo estamos casados y somos una familia. –Ella frunce el ceño y suspira varias veces sin probar el chocolate.

—Yoogeun es tu nuevo hermano. –Sus ojos me miran con intención de acribillarme y yo doy un respingo por ello—. Lo conoces ya, ¿verdad? –Ella asiente y remueve el líquido en su taza.

—¿Has tenido otro hijo? –Le pregunta a Jimin algo ofendida.

—No es mío en realidad, lo adoptamos. Pero lo quiero como a un hijo de verdad.

—Él es del sur. –Me dice señalándome—. Y has adoptado un niño del sur, también.

—Sí. –Dice Jimin mirándome nervioso. Yo comienzo a sentirme inquieto y bebo el café como si fuera lo único que puedo hacer—. Pero ahora estamos aquí. –Cambia su tono de voz a un registro más agudo y amable. Casi canturreando para que remita el naciente enfado de su hija.

—¿Ya no quieres a mamá? –Le pregunta y siento una punzada en el corazón el ver la extraña expresión en el rostro de Jimin.

—La amo por encima de todas las cosas, hija. Pero ella ahora es un recuerdo. –Le explica—. Sabes que murió cuando naciste.

—Me dijiste que la amarías siempre. Que mamá era única y nadie podría sustituirla. –Ahora lo entiendo. Se siente no frustrada sino insultada.

—Mi vida. –Dice Jimin cogiendo las manos de la niña en las suyas—. Mamá estará siempre, siempre, en mi corazón. JungKook lo sabe, —me señala—, y lo entiende. Sabe que nadie puede sustituirla. Pero para mí, Jungkook no está ocupando su lugar. Tiene otro lugar igual de importante en mi corazón. –Sus frases son largas pero vocaliza y habla despacio para que se le entienda bien. Yo sonrío y asiento a sus palabras.

—HyeGun… yo… —llevo mi mano cerca de su cabeza para acariciar su cabello y hablar pero ella se incorpora en el momento en que me ve acercarme y se aparta de la mesa frunciendo el ceño.

—No me toques. –Dice enfadada.

—HyeGun. –La riñe Jimin pero esta se va y se encierra en el dormitorio principal. Yo me limito a suspirar y a pedir disculpas por mi comportamiento—. No es culpa tuya. Entiendo cómo se siente.

Termino mi café y me levanto llevando el vaso al fregadero. Pongo de nuevo sobre mis hombros la chaqueta y cojo un poco de dinero del sobre que trajo Jimin ayer.

—Me bajo a comprar tabaco. –Jimin me mira encarando una ceja y yo le sonrío—. Será duro pasar esto sin nicotina. –Me encojo de hombros y salgo por la puerta dándole a Jimin la oportunidad de tener un momento a solas con su hija. Yo también necesito estar a solas.

 


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