IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 18

 CAPÍTULO 18


JungKook POV:

Después de que pasaron unos segundos que en mi opinión fueron eternos, pude ver como la mirada de Namjoon saltaba de Jimin a mí alternativamente. Esperando una reacción de ambos o de uno solo pero nada le supo satisfactorio. Porque nada ocurrió.

Ambos tras unos momentos nos levantamos cuando consideramos que ya no debíamos permanecer allí por mucho más tiempo y seguí el cuerpo inánime de Jimin hasta la salida e incluso entonces, su rostro permaneció hierático, sin expresión alguna.

Las aceras están salpicadas de personas de todos los ámbitos y todos dirigiéndose seguros a sus lugares correspondientes. Igual que nosotros a pesar de estar sufriendo una crisis interna impresionante. Yo sigo medio metro por detrás los pasos de Jimin a casa y en silencio, camino hasta alcanzarle en la puerta del portal y subir sin abrir los labios en el ascensor. Un momento incómodo se estanca entre nosotros pero se hace mucho más evidente, si es posible, cuando ambos llegamos a casa. Es entonces cuando no puedo evitar darme cuenta de que si yo no digo nada, él no lo hará.

Me quito la chaqueta y la dejo en el sofá viendo como Jimin ha dejado la suya en el perchero al lado de la puerta. Su cuerpo, tenso aunque intente aparentar que no es cierto, se dirige hacia la cocina y coge un vaso de cristal para verter sobre él agua fría y beberla de un solo trago. Me da la espalda apoyando el vaso en la vitrocerámica con un golpe seco.

—Jimin. –Digo simulando una voz todo lo normal que se me permite—. ¿Estás bien?

Él no me contesta. Permanece unos minutos apoyado ahí de esa manera mientras me permite ver su espalda tensa y contraída. Su respiración hace que se mueva muy lentamente. Su cabeza, cae con su propio peso.

—Jimin… Yo… yo lo siento. –Digo provocando que gire su rostro muy lentamente para que me mire de reojo y al fin se gira y se apoya en la mesa de cara a mí. El vaso vacío aún permanece en su mano y siento un miedo instantáneo a que en un ardiente ataque de ira me lo arroje a la cabeza.

—Lo sabías, ¿verdad? –Frunzo el ceño esperando que sea más concreto—. Sabías que mataste a mi hija. –Su voz grave se acentúa aún más a medida que termina su frase. Pienso que se debe al nudo en su garganta que ha intentado ahogar con agua o tal vez a la adrenalina creciente en sus venas.

—Yo… —Suspiro dejando caer mi rostro—. Sí.

Veo como Jimin asiente y suelta el vaso con bastante fuerza de voluntad y se encamina pasando delante de mí hacia el dormitorio. Le veo desaparecer dentro pero algo me arrastra a seguirle porque debo darle una explicación. Me siento con la obligación de expresarme pero nada más entrar y cerrar la puerta detrás de mí se gira con el sonido de esta y me mira fulminándome con la mirada. Todo lo que tenía en mente desaparece para ocupar su lugar un miedo atroz.

—Jimin. –Digo tragando saliva—. Yo no sabía que la matarían. –Niego con la cabeza mientras lo digo y sus ojos se posan en mi rostro frunciendo el ceño—. Nunca creí que harían algo así.

—Cállate, Jeon. –Gruñe.

—¡No! Yo no sabía que HyeGun… —Antes de que pueda decir nada su mano se dirige a mi cabello y me tira del pelo naciente en mi coronilla lo suficientemente fuerte como para hacerme doblar el cuello con un gemido de dolor. Su rostro se acerca al mío y sus ojos parecen enloquecidos.

—¿Crees que puedes nombrarla, hijo de puta?

—¡Jimin lo siento!

—¡No vuelvas a atreverte a nombrarla! –Antes de darme cuenta ha cogido carrerilla y estampa su puño en mi mejilla derecha. Caigo al suelo con un sonido que entra en mis oídos como algo ajeno que no tienen nada que ver conmigo. A los segundos el dolor me hace reaccionar llevando a mis labios los dedos de una de mis manos. Las yemas se tiñen de rojo y escupo la sangre que se acumula en mi boca porque siento como su sabor me inunda. Es el mismo sabor que la sangre de su corazón palpitante.

Antes de poder siquiera reaccionar su bota se estampa en mi estómago y me veo obligado a girar mi cuerpo para evitar que me golpee en el mismo sitio. No lo hace pero es casi peor porque daña mis costillas y cuando parece que mis gemidos de dolor no son suficientes para hacerle detener una fuerza bruta me hace girar el cuello porque me ha pateado el rostro.

—¡Eres un hijo de puta mentiroso! –Grita con una ira ciega.

—¡Lo siento! –Digo cuando pisa fuertemente mi abdomen.

—¿Cuánto tiempo habrías esperado para decírmelo, Jeon? ¡Más de dos años llevas ocultándomelo! ¡Por tu culpa! –Se sienta sobre mi cuerpo y sus puños cerrados se estampan uno tras otro en mi rostro. Inconsciente intento protegerme interponiendo mis brazos entre ambos pero dentro de mí sé que me golpea con razón. ¡Por tu culpa! –Grita más alto pero esta vez un deje de llanto aflora en su voz. Rompe a llorar con la siguiente frase—. ¡Te odio, Jeon JungKook!

Cuando sus lágrimas caen en mi ropa mojándola se detiene y sale de mí para marcharse del cuarto y recoger su chaqueta para desaparecer de casa. Todo mi cuerpo entra en un estado de dolor general en que me siento incapaz de moverme. Todo da vueltas a mi alrededor y solo tengo por seguro que la sangre sigue manando en mi boca. Entreabro mis labios ya sin fuerza para escupir, para que la sangre salga y caiga en el suelo a mi lado. Mis brazos, los llevo ambos a rodear mi cintura corroborando que nada tengo roto. Por desgracia sabe golpear y me ha dejado con vida a parte de hacer un gran esfuerzo mental para no sobrepasarse.

 

 

Despierto de mi estado de somnolencia y dolor cuando la puerta se abre y entran Yoogeun y Jimin hablando animadamente. Me muevo en la cama en la que me tumbé tras hacer un esfuerzo titánico por incorporarme y no me he querido mover de aquí. Oigo los pasos fuertes de Jimin entrar en casa y los pequeños y rápidos de Yoogeun acercarse a la puerta de la habitación pero Jimin lo detiene y le impide entrar.

—No puedes entrar. –Le dice Jimin en un tono amable.

—¿Y appa? –Pregunta Yoogeun extrañado.

—Está enfermo. No puedes verle ahora.

—¿Está bien? –Jimin gruñe como gesto positivo y ambos se desplazan al salón y a la cocina para seguir con sus rutinas marcadas al margen de mí.

Me muevo un poco sobre el almohadón viendo como su color blanco se ha desdibujado en un rojo carmesí proveniente de mi boca pero al llevar mi mano al rostro descubro más golpes en los que no había caído. Sobre mi ceja derecha se abre una herida y en mi pómulo izquierdo otra de la misma longitud. Cortes producidos por sus golpes sobre mi piel. Caigo de nuevo derrotado sobre la cama y me dejo acunar de nuevo por el dolor a un estado de vaga consciencia.

 

 

Cuando de nuevo vuelvo a sentir que regreso a mi mismo abro los ojos rápidamente para ver como se ha hecho de noche. Las luces de unas cuantas farolas alumbran por la ventana pero en su máximo esplendor destaca la noche con un azul oscuro casi negro ya. Me giro un par de veces sintiendo como el dolor ha disminuido un poco pero lo que probablemente conserve de aquí a unos día sean varios moratones recorriendo mi cuerpo. Suspiro apesadumbrado y agudizo el oído fuera del cuarto donde no se oye absolutamente nada a parte de unos pasos algo disimulados que se dirigen hacia aquí. Aguanto la respiración hasta que veo la sombra de Jimin abrir la puerta y dirigirse a mí desde fuera.

—Puedes salir. –Su voz hace un intento por parecer amable—. No estás encerrado.

Suspiro de nuevo mientras le veo marcharse y me incorporo con bastante dificultad. Tras los primeros pasos me siento bastante inseguro pero tras recomponer mi postura me veo más ágil aunque débil por la falta de alimento y me dirijo hacia la puerta encaminándome al salón. Tras llegar, veo el cuerpo de Jimin dándome la espalda vestido con ropa de calle mientras friega bajo el grifo los utensilios con los que han cenado. Sobre la mesa tras él. Hay un poco de arroz frío en un cuenco con verduras y algo de carne frita.

Me siento hambriento a la mesa y cojo los palillos con torpeza para comenzar a degustar lo que en otra ocasión hubiera despreciado pero que ahora es tan sabroso. El salón y la cocina están iluminados tan solo por una lámpara de luz amarilla que hay cerca de nosotros con lo que el ambiente es acogedor. El sabor de la carne hace que todo el resto de la comida pase sin ningún problema y aunque mis labios duelen, no puedo evitar olvidarlo para al menos comer algo.

—Tengo que salir ahora. –Dice Jimin como si pensase en voz alta. De una manera seca y firme.

—Hum. –Asiento sabiendo a qué y porqué.

—Mañana tienes que cuidar todo el día de Yoogeun. —Aun no me mira dándome la espalda y se seca los brazos con una bayeta para dirigirse a la cafetera y servirse en una taza un poco de café recién hecho. El olor inunda mi entorno—. Le he dicho que te encontrabas mal. —Se sirve el café en una taza negra de cerámica y se gira para sentarse frente a mí en la mesa pero mientras habla, algo dentro de él le hace detenerse—. Le he dicho que te cruzaste en el camino de un hombre en bici y…

Le miro expectante unos segundos a que termine su frase pero no parece recordar ya lo que me iba a decir por lo que me limito a asentir y seguir comiendo, haciendo extrañas muecas cada vez que los palillos chocan con mis labios o cuando gesticulo para masticar y mis pómulos se mueven. Vuelvo a mirar el rostro de Jimin que no ha cambiado su expresión y sigo siendo yo su objetivo. Carraspea unos segundos y acaba mirando a otra parte. Acabo entendiendo que soy yo el problema por lo que no hablaba.

—No sé a qué hora llegaré mañana. –Da un trago enorme a la taza de la que bebe la mitad del contenido. Yo termino el arroz y las verduras por lo que aparto un poco los platos de mí—. Así que no me esperes.

Asiento de nuevo mirando mis manos sobre la mesa mientras termino de masticar con dificultad y de otro trago se termina el café y se levanta de la mesa para dejar la taza en el fregadero y pasar por mi lado para marcharse. Sin más, desaparece de casa cogiendo su chaqueta y el sonido de la puerta al cerrarse me hace temblar un segundo. Evitando morderme el labio como haría en estas situaciones me levanto de la silla y como hizo él, me sirvo un poco de café en una taza y con ella en la mano mientras la tomo me dirijo al baño con una seria curiosidad por saber que ha sido lo que ha trastocado el flujo de su pensamiento.

Nada más mirarme al espejo soy consciente y rápidamente, sintiendo una tremenda vergüenza, dejo la taza en cualquier sitio y llevo las manos a mi rostro cubierto de sangre. Varios afluentes desde mi ceja y otros cuantos desde mi mejilla opuesta. En mis labios el color rojo no se nota apneas por haber estado ingiriendo alimentos pero sí en mi barbilla y en algunas partes de mi cabello. Ahora comprendo perfectamente su estado al verme porque incluso yo me he sorprendido.

Sin otra alternativa llevo mis manos bajo el grifo y dejo que se acumule el agua para estamparla contra mi cara y hacer que la sangre seca se marche. Su estado sólido en contacto con el agua se torna líquido de nuevo y cubro sin darme cuenta mis manos con ese color rojo que gotea de entre mis dedos. Las miro sintiendo unas nauseas repentinas que ahogo por pura necesidad de mantener el alimento en mi interior. Me miro de nuevo al espejo. Yo ya no me reconozco.

 

 

Capítulo 17                    Capítulo 19

 Índice de capítulos          


Comentarios

Entradas populares