IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 17

 CAPÍTULO 17


JungKook POV:

Pasan dos días monótonos y aburridos. A veces, para calmar mi irritación por este lugar, salgo con Yoogeun a dar una vuelta a un parque cercano al que Jimin solía ir con su hija y sus palabras en mi mente aquella tarde que se sinceró conmigo regresan de nuevo de mi subconsciente para torturarme con una bella verdad.

<Llámame loco porque amo mi país. Me gustaba pasear de la mano con mi esposa por las calles de la plaza. Verla en su trabajo y sentirme tan orgulloso de ella. No había gente ebria por las calles, ni tampoco tráfico constante. La comida es simple y deliciosa. No es abundante pero es suficiente. Me gustaba ir con mi hija al parque cerca de casa y verla ahí, jugar con niñas de su edad. No hay prejuicios entre nosotros, no debemos aparentar ni ser quienes no somos porque todos somos iguales y formamos una única unidad. Las mujeres son recatadas, educadas y pudorosas. Aquí deberían avergonzarse sus padres de cómo se visten mostrando sus pechos de una manera tan provocativa.>

Dentro de mí algo da razón a sus palabras. Son ciertas pero no digo con ello que apoye la postura de este estado. Solo reconozco que todo lo que me contó es verdad y por desgracia, el mismo sentimiento de paz y armonía que pretendía inculcarme se cuela dentro de mí calmando mis nervios siempre a flor de piel.

Sentado en un banco veo como Yoogeun juega con otros niños que estoy seguro no conoce de nada pero no le importa. El primer día se sentó en medio de un cubículo con arena y se dispuso a hacer unos pequeños castillos tan solo con la ayuda de sus manos hasta que tres niños y dos niñas se acercaron de repente y le miraron de manera un poco incómoda. Mi hijo estaba dispuesto a proteger sus pequeñas y endebles construcciones hasta que comprobó que el resto de los niños solo querían aportar su ayuda en la construcción.

Ahora, ya hace migas con cualquiera y eso, como padre, me encanta. Hoy, día festivo, estoy con él en el parque mientras Jimin hace la comida en casa y le dije que disfrutara del día porque el tiempo amenaza con llover y en unas semanas no podremos ni salir a la calle. En este banco me acurruco en mi abrigo y suspiro reteniendo las ganas de fumar. Ganas que olvido cuando Yoogeun salta del columpio con precisión para correr a abrazar a otro niño. Su rostro me suena familiar y corresponde el abrazo. Es Jung Han.

-¿Está ocupado? –Pregunta la señora Kim mientras señala medio banco libre. Niego con la cabeza y me siento un poco más a la derecha para dejarle espacio-. Muchas gracias.

-No es nada…

-¿Cómo le va la vida, señor Jeon?

-Bien, ¿y a usted?

-Normal. Como siempre. –Asiento mirando el cielo cubierto de nubes-. Parece que va a llover. –Asiento de nuevo con un gruñido ante la precaria y obligada conversación que se instala en nosotros.

-No me desagradan los días lluviosos pero a veces es fastidioso para salir. –Ella me da la razón.

-Nuestros hijos se han hecho buenos amigos. –Dice mientras ambos los vemos jugar juntos mientras se persiguen o fingir ser personajes fantásticos. A veces me pregunto en qué mundos estarán para saber evadirse tan fácil y rápido de la realidad-. Es bueno tener amigos en la infancia.

-No lo sé. Yo nunca los tuve. –Digo sincero y pienso en las palabras de Jimin de ayer al hablar de la confianza desmedida.

-Oh. –Dice ella-. Lo siento. –Suspiro.

-No se preocupe. La vida me ha sido fácil, al fin y al cabo.

-Eso está bien. ¿Y su mujer? –Pregunta-. Nunca la he visto, siempre va usted o su amigo a buscar a Yoogeun.

-Siempre se encuentra ocupada. –Miento.

-Hum, ¿en qué trabaja?

-Es enfermera. –Miento de nuevo.

-Ya veo. Hábleme de ella. –Frunzo el ceño y no veo por qué no puedo seguir con mi mentira solo para sobrellevar esta obligada conversación.- Es bajita, dos años mayor que yo, con el pelo corto y negro, con los ojos pequeños y una sonrisa preciosa.

-¿Cómo se llama?

-SungRym. –Digo el nombre de mi madre. El primer nombre femenino que se me viene a la mente.

-Hermoso nombre. –Asiento-. ¿Y usted a qué se dedica?

-Ahora me encuentro temporalmente sin trabajo. Ocupándome de mi hijo soy feliz y mientras mi esposa trabaje nos sobra el dinero. –Creo que me estoy ilusionando con esta precaria vida fantasiosa.

-Ya veo. Un hombre moderno. –Sonrío ante sus palabras con un aire despectivo. Ella acaba riendo como yo y aprovecho este momento de extraño silencio para ver como viste hoy. Una camisa blanca, muy limpia y una falda de color rojo hasta por debajo de las rodillas. Ajustada a su figura. Sobre su cuerpo, una chaqueta de lana blanca algo descolorida.

-¿Usted trabaja? –Niega con la cabeza.

-Bastante tengo con criar yo sola a mis tres hijos. –Miro de nuevo su cuerpo comprobando que es cierto que está tal vez un poco entrada en carnes pero conserva bien su figura teniendo en cuenta que ha tenido tres embarazos.

-¿Y su marido?

-Siempre trabajando. –Niega con la cabeza como si me dijese que ha tenido varias discusiones con su marido por culpa del trabajo-. Siempre ocupado.

-¿En qué trabaja?

-Comandante. Trae un buen sueldo… -Trago saliva.

-¿Cómo se llama?

-Kim Namjoon. –Suspiro amargamente.

 

 

Un día más trascurre y cada vez veo más lejos la posibilidad de salir de aquí y sobre todo cuando me veo obligado a gastarme el dinero que le dieron a Jimin para sobrevivir y que mi hijo pueda al menos comer.

-Nos dan el suficiente dinero como para que nos veamos esperanzados pero en realidad no sirve para nada porque no conseguimos ahorrarlo. –Dijo Jimin.

-¿Eso significa…?

-Significa que pasará una temporada hasta que podamos salir de aquí.

 

 

Lo peor del día es cuando Yoogeun está en clases. Jimin y yo nos vemos obligados a sacar temas de conversación que no son más que estupideces, sin embargo cuando nuestro hijo está en casa, entre que nos cuenta cómo ha ido su día y qué piensa hacer mañana, las horas pasan rápidas e indoloras.

Mi estado de nervios ha consumido ya casi todo el paquete de cigarrillos y tan solo me quedan dos que reservo con mucho cariño porque apenas tenemos ya para comer, y como si Namjoon lo supiera, llama a Jimin dos horas después de haber llevado a Yoogeun a la guardería.

Yo me encuentro sentado en el sofá jugando con el mechero en las manos mientras que el móvil suena ahí, delante de mí, y Jimin sale corriendo del cuarto de baño para recogerlo. Con este en la oreja ayudándose del hombro, se sube la cremallera del pantalón mientras mi fruncida mirada le acribilla.

-Sí, vale. Bien. Allí estaré entonces. Adiós.

-¿Y bien? ¿Qué quiere ahora?

-Mañana tengo que reunirme con él. –Dice mientras se encoge de hombros.

-Ya me conozco yo esas reuniones. –Me levanto del sofá sintiendo todo el fuego arden en mis venas. Un subidón de autocontrol de la situación me hace ponerme los zapatos, echarme una chaqueta por encima y dirigirme a la puerta.

-¿A dónde vas? –Me pregunta mientras todo su cuerpo se tensa por la imagen de mi cuerpo salir por la puerta.

-A hablar con ese hijo de perra y que nos de unos pasajes para salir de aquí cuanto antes. –Mis palabras en mi mente no parecen firmes ni autoritarias, y menos aún kamikazes pero él se escandaliza como si de mis labios hubiera salido el mayor insulto del mundo.

-¿Cómo vas a hacer eso? ¡Deja de hacer estupideces y vuelve aquí! –Cierro la puerta detrás de mí y salgo del edificio en diez segundos.

Mis pasos son decididos y recuerdo perfectamente donde se encuentra la oficina de NamJoon. No me lo pienso, en realidad, no pienso en nada que no sea mi propia liberación y la seguridad de Jimin. Recuerdo la pesadilla y la noche de vómitos que me produjo.

-¡Regresa, Jeon! –La voz de Jimin se acerca a pasos agigantados porque ha salido corriendo en cuanto se ha puesto unos zapatos y algo más de ropa para seguirme. Cuando llega a mi altura sujeta mi brazo impidiendo que continúe caminando pero me zafo de él para seguir. Apenas ya veo el edificio se adelanta a mi cuerpo y me impide el paso-. No hay alternativa, Jeon. La vida es así y hay que afrontara tal como viene.

-No eres nadie para darme lecciones de vida, Jimin. Yo no he decidido esta vida.

-Sabías a lo que te arriesgabas al casarte conmigo.

-Tal vez deberías habérmelo recordado dos veces. Tal vez, si me hubieras dicho algo como: “secuestrarán a nuestro hijo y viviremos en Corea del Norte y pasarás el resto de tu vida con la duda de si regresaré vivo a casa” me lo hubiera pensado dos veces, ¿no crees?

-¿No me quieres? –Pregunta ofendido-. Porque quererme significa estar conmigo en las buenas y en las malas.

-A eso voy. –Le aparto y sigo caminando-. A escoger la buena elección en vez de quedarme de brazos cruzados.

-No hagas el idiota. –Me detengo y le miro sintiendo unas ganas tremendas de abofetearle.

-O vienes conmigo o vuelves a casa pero como me vuelvas a parar te golpeo. –No sé si realmente mi rostro representa la desesperación, pero en un caso de amenazarle con la violencia él hubiera reaccionado golpeándome primero. Sin embargo, esta vez se sosiega y asiente acompañándome.

El camino trascurre rápido y cuando llegamos al edifico y entramos, el mismo hombre que nos recibió la primera vez, vuelve a cumplir su trabajo pero esta vez se ve impedido a acompañarnos porque insiste en que no tenemos una cita con Namjoon.

-Lo siento, no puedo dejarles ir.

-Es importante. –Reitero. Jimin se mantiene en silencio dejándome a mí cargar con las consecuencias de mis actos-. Tenemos que hablar con él de urgencia.

-Lo siento, pero si no salen de edificio ahora mismo me veré obligado…

-Basta. –Luhan aparece por una puerta y nos mira a Jimin y a mí frunciendo el ceño-. ¿Qué hacéis vosotros aquí?

-Quiero hablar con NamJoon, ahora mismo. –Él se acerca a nosotros y el recepcionista se aleja. Regresa a su puesto.

-¿Cuál es el objeto de la visita? –Es muy extraña la sensación que recorre mi cuerpo. A un hombre que he tenido como fiel amigo, ahora me habla de manera distante y formal. Como si no fuera más que un transeúnte más en medio de una ciudad abarrotada.

-Mi enfado. –Digo simple y él ríe de lado. Busco en mi mente un poco de calma y apelo a esa ficticia amistad que tuvimos para hacerle entrar en razón-. Luhan, te doy las gracias por cuidar de mi hijo estos días pasados, me ha dicho que no le ha faltado de nada. Pero por favor, déjame hablar con Namjoon y hacerle entrar en razón.

-Está bien. –Se encoge de hombros como si no tuviera la menor importancia sobre mi petición y nos acompaña hasta la puerta del despacho. Allí, llama con sus nudillos y entra encontrando a un NamJoon hablando por teléfono. Este cuelga de inmediato poniendo una excusa y atiende a nuestra presencia.

-¿Sí?

-¿Podemos sentarnos a hablar? –Pregunto y señala las sillas frente a él mientras hace un movimiento de asentimiento con la cabeza a Luhan y este se marcha.

-¿Cuál es el tema de la conversación?

-Es muy sencillo. Queremos tres pasajes para regresar a casa. Punto.

-Ya os estoy dando dinero para que consigáis pagarlo.

-A mi no me engañas. Nos das el dinero justo para comer y da gracias. No nos dejarás marchar.

-Eso lo has dicho tú, no yo. Yo solo le proporciono a Jimin un trabajo con el que ganarse la vida.

-No estoy dispuesto a verle trabajar de esta manera. No es un trabajo. Es una mierda.

-No está picando roca en las minas, Jeon.

-Mata gente. –Jimin, presente, nos mira a ambos. Namjoon se encoge de hombros.

-No es picar roca en una mina. –Repite-. ¿Cuál es la alternativa?

-Danos el dinero. –Namjoon frunce el ceño al ver como mi voz sube de tono-. Nos marcharemos y no volverás a saber nada de nosotros.

-Conozco muchas otras maneras de hacer que no volváis a molestarme.

-¿Ah sí? –Pregunto desafiante.

-Jungkook. -Jimin tira de mi brazo para evitar que diga nada más-. No juegues con fuego.

-Lo hago por ti. Para que no tengas que jugarte la vida.

-No controles mi vida, Jeon.

-Ahora, tu vida es la mía. Tenemos un hijo, ¿por qué no te das cuenta?

-Qué bonita discusión de pareja pero si habéis acabado…

-¿Qué pensaría JungHan de su padre si supiera lo que nos obliga a hacer? –Mis palabras cegadas por la ira son las incorrectas porque de sus ojos, se desprende la amabilidad con la que nos ha recibido, aunque sarcástica, y ahora la sustituye por una ira retenida que no cambia mi posición pero siN tiempo a su posible reacción. Creo que va a soltarme algo con toda su envenenada lengua pero Luhan interrumpe de nuevo en la sala y trae consigo un pequeño portátil que coloca de cara a Namjoon a la espera de que reaccione.

-Pensaba no remover en el pasado, pero tu indisciplina me ha obligado. –Dice al fin Namjoon ante nuestra confusa mirada.

-¿Qué? –Pregunta Jimin

-¿No le has contado tu secretito? –Pregunta Luhan con la misma picardía con la que me lo preguntó tiempo atrás inducido por unas copas de más. Hoy creo que fueron consentidas y no sin querer.

-¿De qué hablan, Jeon? –Pregunta Jimin pero yo no contesto, no me muevo un milímetro y respiro muy despacio viendo como el dedo de NamJoon se dirige a una de las teclas del portátil y se acciona una grabación en la que reconozco mi voz y la de Taehyung.

-¿Tae?

-¡KOOk! –Escucho varios sonidos metálicos-. ¡Kookie! ¿Estás bien?

-Sí, sí, ¿qué ocurre?

-No sé por qué diablos me dijiste que investigara a ese hombre pero no pienso continuar.

-¿Qué ha pasado?

-Empecé buscado por su número de DNI pero no existe. Su nombre y su fecha de nacimiento no están registrados.

-No entiendo, Tae… -Mi corazón se acelera con cada una de las palabras que oigo. Jimin a mi lado, permanece inerte como yo.

-NO existe. Toda la documentación que te hayan proporcionado de él es mentira.

-Eso ya lo suponía, no es de gran ayuda.

-Eso no es todo. He encontrado su nombre en una lista de sospechosos, criminales a sueldo relacionados con asesinatos.

-Has dicho que no encontraste…

-Miré en los registros del país. No es del país. Kook. No sé porque me has pedido esto pero si investigo más puedo estar atentando contra la privacidad de otros países. Me encarcelarán o peor.

-¿Peor?

-Muerto, Jungkook. ¿Qué crees que hacían esos hombres que murieron en extrañas circunstancias? Uno en su casa y otro en su coche oficial. Ambos investigaban maneras de atentar contra Corea del norte. Este tal Park Jimin es muy peligroso, él y toda su calaña. -Esta parte de la información no la escuché debido a que un hombre interrumpió mi silencio y me vi obligado a tapar el auricular-. Eliminan a las élites y a cualquiera que se interponga en su camino. Yo no quiero saber nada de esto. Lo siento.

-Gracias de todas maneras. Te recompensaré.

-Con seguir vivo me conformo. No vuelvas a pedirme nada parecido. –La conversación termina y Namjoon baja la pantalla del portátil haciéndonos ver que la función ha terminado y ha sido satisfactoria. 

-¿Y bien? –Pregunta Namjoon-. ¿Qué tienes que decir ante esto, Jeon JungKook?

-Yo… no sé… -Tartamudeo y detengo mis palabras ante las de Namjoon.

-¿No sabes? Vaya. ¿Te lo explico? Nah, mejor vamos a explicárselo a Jimin, aquí presente. –Jimin ya no mira a ninguna parte. Su mente, se ha evadido de este lugar-. El hombre con el que tu esposo habla es Kim TaeHyung, investigador policial.

-Taehyung… -Susurra Jimin y a mi mente acuden sus sollozos anunciándome como por culpa de este hombre todo se vino abajo.

-Sí, no tuvimos más remedio que deshacernos de tu hija en cuanto supimos que este hombre te investigaba. Qué cosas tiene la vida, ¿verdad?

Es cierto, que cosas tiene la vida, que por mi intento de salir del país se vaya a descubrir lo que durante años he mantenido en silencio. Lo que me torturaba en las noches y aunque suene extraño o cruel, me alegro. Algo dentro de mí sintió un alivio inmenso al no tener que cargar durante más tiempo con un secreto como este. Sin embargo lo que aún me mantiene en vilo es la espera a una reacción de Jimin, que al contrario como creí que actuaría, se mantiene en silencio e inamovible. Mira a cualquier objeto en la mesa y su respiración es normal.

Yo, por el contrario, creo que sufriré un infarto en este mismo instante.

 

 

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