IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 14

 CAPÍTULO 14


JungKook POV:

Una noche más pasa y el amanecer nos sorprende de nuevo.

Llevamos a Yoogeun a la escuela pero cuando regresamos a casa Jimin me abre la puerta, me da las llaves y se queda al otro lado mirándome.

—Tengo que irme. –Me dice sonriendo. Acaricia mi mano unos segundos y después se da media vuelta.

—¿A dónde vas?

—¿No te acuerdas? La reunión con Namjoon. –Asiento aunque algo enfurecido por la situación.

—¿Cuándo vas a volver? No quiero que tardes.

—No lo sé Jeon. –Se aleja hacia el ascensor—. No me esperes, amor.

Frunzo el ceño pero me obligo a entrar en casa y buscar algo para pasar el rato hasta que vuelva. Lo primero y único que se me ocurre, porque soy demasiado vago como para pensar en otra alternativa, es rebuscar por la casa algo que me llame la atención. En los muebles de la cocina lo único que encuentro son utensilios de cocina. Y en el baño nada nuevo me va a sorprender por lo que dentro del dormitorio de Jimin algo tengo que encontrar.

Nada, nada en absoluto más que libros y ropa. Resignado, me tumbo en el sofá y me duermo un rato a la espera de Jimin.

 

 

Despierto con un pequeño subidón de adrenalina por algo que ronda por mi mente y me incorporo en el sofá pensando que tal vez me haya despertado por algún ruido. Me levanto y camino por la casa llamando a Jimin pero nadie me contesta. Miro la hora en mi móvil y me fascino al comprobar que llevo más de cuatro horas dormido. Mi cuerpo, cansado por la adrenalina de ayer no ha tenido suficiente con dormir las ocho horas de esta noche.

Frunzo el ceño y suspiro algo decepcionado porque Jimin aún no haya llegado por lo que cojo mi móvil y le llamo. Oigo los pitidos pero este no contesta. Tras esperar diez largos segundos cuelgo y vuelvo a llamarle con la misma respuesta. Nada. Cuatro horas hace que se ha ido. La cifra no para de bailar regodeándose en mi mente.

En hora y media deberé ir a buscar a Yoogeun a la guardería y no me gustaría hacerlo solo, así que para evitar que mi mente se sature igual que el móvil de Jimin a base de llamadas perdidas, prefiero ponerme a hacer algo de comida para no tener que hacer esperar a mi hijo. Pero todo el mundo se me viene encima cuando me veo obligado a salir de casa sin Jimin y conducirme por las calles haciendo un gran esfuerzo por no perderme. Mi sentido orientativo no es muy bueno.

<No me esperes> Han sido sus palabras pero no puedo evitar preocuparme y más aún cuando ha ido junto con Namjoon. Estos pensamientos atormentan mi mente mientras espero en la puerta de la guardería a Yoogeun pero una mujer a mi lado me distrae momentáneamente con sus palabras.

—¿Es usted nuevo? –Pregunta sorprendida y nada confundida al ver a mitad de curso a un hombre nuevo a por su hijo.

—Sí. Acabamos de venir.

—Ya veo. ¿Es su primer hijo? –Tras su segunda pregunta comprendo que lo que intenta es entablar una conversación y no una mera respuesta a una curiosidad. Por ello me fijo mejor en la mujer que parece de muy buena familia a pesar de que su ropa parezca del siglo pasado. Su pelo se ve muy limpio y cuidado y en sus orejas, unos pendientes en forma de perla llaman la atención. Sobre su cuerpo porta un vestido azul ajustado a sus curvas. Se ve hermosa.

—Sí. –Sonrío y me pregunto qué pensará de mi, y si sabrá que soy del sur. Haré lo posible por no dar más información de la que me conviene.

—Este es el tercero. –Sonríe marcando las débiles aRrugas en su cara—. Qué pena dan cuando crecen…

—Aún no lo sé, déjeme descubrirlo.

—¿Por qué no ha venido su esposa? –Miro a mi alrededor comprobando que la mayoría son mujeres a la espera de sus hijos.

—Está ocupada. Y además a mi me encanta venir, no hay problema. –Asiente.

—Ya veo. Soy la señora Kim. –Me mira—. ¿Usted?

—Yo soy el señor Jeon. Encantado.

—Oh. –Junta sus manos sorprendida—. ¿No será usted el padre de Yoogeun? –Asiento con las manos sudorosas—. Mi hijo y el suyo se han hecho muy buenos amigos.

—¿Usted es la madre de JungHan? –Ella asiente sonriendo y durante unos segundos en que no hablamos suspira. Antes de que la conversación salga de nuevo los niños salen y de entre todos, Yoogeun y JungHan vienen juntos en nuestra dirección y cuando mi hijo me alcanza lo alzo en mis brazos y le llevo a casa mientras se despide con la mano de su amigo.

Creo que van veinte veces que he llamado al móvil de Jimin pero nadie contesta. Yoogeun, ya dormido en su cama, se ha pasado el día preguntando por él y la única respuesta que ha conseguido de mí es: “Está en una reunión, no sé cuándo volverá”. Rendido por el cansancio ha caído en mis brazos mientras le acunaba, no por hacer de su sueño algo más placentero, sino porque yo necesitaba abrazarle.

Este que está en mis manos es el tercer cigarrillo que me fumo hoy y me gustaría sentirme mal por desperdiciarlos pero tengo los nervios a flor de piel y necesito tener algo entre mis dedos con lo que entretenerme. En proceso de llevarme el filtro a los labios, aspirar el humo y soltarlo, pasan una cosa de tres segundos pero repetirlo hasta la saciedad me da la impresión de que pasan horas. Uno tras otro me he fumado tres con un descanso de media hora entre cada uno. Miro el reloj y me golpea dándome cuenta de que son las tres de la mañana. Apenas cinco minutos pasan desde la última vez que miro la hora y ya siento unas llaves entrar en la ranura de la puerta. Son torpes y algo sonoras pero me levanto de inmediato del sofá y cierro la puerta de la habitación de mi hijo mientas a la par compruebo como el cuerpo de Jimin se desliza por la puerta pero su intento de pasar desapercibido se chafa al verme de pie con los brazos cruzados. Me siento como una esposa recelosa pero no puedo evitar sentirme tremendamente frustrado.

—¿De dónde vienes a estas horas? –Bufo mientras deja una copia de las llaves en una mesilla cerca de la puerta. Su rostro denota cansancio pero no me preocupa—. No me dirás nada como “He estado reunido” porque no voy a creerte. –Sin contestarme se mete en el baño y deja la puerta a medio cerrar detrás de él. Creo que ha intentado cerrarla pero no ha podido—. ¿No vas a contestarme? Genial.

—Dijiste que yo soy así. –Farfulla desde dentro—. No voy a mentirte.

—Pero no me dirás la verdad.

—Estuve ocupado. –Se encoge de hombros.

—Que bien. ¿Y por qué no me cogiste las llamadas?

—Porque estuve ocupado.

—¿Tanto como para no cogerme las veinte llamadas? –Suspiro y veo cómo apoya sus manos a cada lado del lavabo dejando caer su cabeza—. He tenido que ir a buscar a Yoogeun yo solo. Se ha pasado el día preguntando por ti y yo no sabía qué decirle.

El que suspira ahora es Jimin que se mira unos segundos en el espejo y después me mira a mí pidiéndome perdón con su mirada completamente arrepentido.

—¿Cómo está? –Pregunta por nuestro hijo.

—Está bien. –Digo ya en un tono algo más calmado—. Solo ha estado un poco preocupado porque me veía nervioso. –Entro dentro del baño y cierro detrás de mí—. No puedes hacerme esto, Jimin. ¿Sabes lo preocupado que estaba? –Niega con la cabeza de nuevo mirando sus manos en la cerámica—. Dime la verdad, ¿Dónde has estado? –Sin contestarme saca de unos de los bolsillos de su vaquero un sobre de color beige y me lo entrega. Frunciendo el ceño lo cojo y dentro encuentro millón y medio de wons. No es demasiado pero es una cantidad que no se consigue así como así.

—No te lo gastes en tabaco. –Me dice con una sonrisa y pretende marcharse aprovechando que me he embobado con el dinero. No, me niego que esto termine así y le sujeto por el brazo antes de salir.

—¿De dónde has sacado este dinero?

—¿Importa acaso? Necesitamos dinero para los billetes de vuelta a Barcelona. Ellos no nos pagarán el regreso. Como mínimo para la comida y para sobrevivir. ¿No es eso lo que quieres? ¿Salir de aquí?

—Depende a qué precio. –Me mira frunciendo el ceño.

—Eso déjamelo decidir a mí. –Tira de su brazo para deshacerse de mí pero no le dejo salir y le devuelvo el sobre.

—Si me dices que te has prostituido me das una alegría. –Le espeto poniéndome en la peor situación posible.

—¿Me ves capaz de eso? –Sonríe sádico.

—Te veo capaz de muchas cosas, Jimin. Pero solo hay una que me pasa por la cabeza ahora mismo. ¿Eres tan amable de resolver mis dudas? –Jimin sale del baño y se dirige a la cocina para buscar algo que llevarse a la boca. Yo le sigo esperando por mi respuesta. Como no contesta, suspiro de nuevo—. Solo dime si estás bien. ¿Estás herido? –Niega con la cabeza.

—Estoy bien, Jeon. No ha pasado nada.

—¿No lo entiendes? –Siento las lágrimas aflorar en mis ojos—. No quiero volver a tener que coserte unos cortes en la espalda, y tampoco quiero llegar al cuarto de baño y encontrármelo ensangrentado y con una jeringuilla de anestesia en el suelo. –Llevo mi mano a mi pecho sintiendo como algo me ahoga—. Si te pasara algo yo me muero. No, no soportaría otra vez verte sufrir así.

Jimin deja el sándwich que estaba comiendo sobre un plato y se acerca a mí para abrazarme y aliviar el dolor en mi pecho. No aguanto por mucho tiempo y acabo llorando por todas las horas de angustia que he pasado hoy, por todas las que pasé por él en mi vida y por todas las que veo venir.

 


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