IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 12
CAPÍTULO 12
JungKook
POV:
Yoogeun caminó de allá para acá durante minutos rebuscando y cotilleando en la casa nueva. Todo le parecía extraño y nuevo. Preguntó dónde dormiría, qué comeríamos, si conocíamos a los vecinos. Estaba más que inquieto, estaba feliz, y me encantaba verle así. Y también me gustaba ver la columna de humo saliendo de mis labios.
—Resérvalos. –Me dice Jimin mientras remueve el arroz con verduras sobre la sartén—. Más te vale que te duren al menos dos semanas.
—¿Dos semanas? –Pregunto tanteando la remota posibilidad de que eso suceda—. Ya veremos.
—Kook appa. –Aparece Yoogeun dando saltitos—. Mi nueva habitación es preciosa. –Repite por tercera vez.
—Lo sé, amor. Ve a cambiarte y ponte algo cómodo. Vamos a comer. –Le pedí porque no me gustaba la ropa que llevaba más que por su comodidad. No era ropa que yo le hubiera comprado.
—Me gusta verle así. –Dice Jimin sonriendo.
—A mí también. Nunca le había visto así. –Jimin se encoge de hombros. Cuando está sirviendo el arroz en los platos aparece de nuevo nuestro hijo y yo apago el cigarro en un cuenco que estoy usando de cenicero. Yoogeun se sienta en una silla cercana a mí y Jimin en frente de ambos. Los tres comenzamos a comer escuchando la voz de Yoogeun.
—Os he echado de menos. –Dice haciendo que Jimin sonría y le acaricie la cabeza.
—Y nosotros a ti, pequeño.
—Jimin appa, tengo un amigo nuevo. Se llama Kim JungHan. –Asiento corroborando la información.
—Eso es genial. ¿Pero cómo has hecho amigos tan rápido? Solo llevas aquí dos días.
—El primer día ya era mi amigo. Me deja sentarme a su lado y comparte su bocadillo conmigo.
—Yoogeun, come. –Le digo para que no descuide la comida.
—Déjale. Quiero saber más. –Dice Jimin.
—La profesora me dice que soy muy listo y que si no sé algo, que pregunte. Me ha cuidado muy bien.
—¿Y Luhan? –Pregunta Jimin frunciendo el ceño.
—Bien. Su casa es grande y la comida muy rica.
—No mejor que mi arroz con verduras. –Dice y Yoogeun frunce el ceño haciendo que me ría de la situación—. Come. –Le ordena serio y Yoogeun se lleva un poco de arroz a la boca.
—En los descansos jugamos a los piratas.
—¿Juegas con Jung Hee?
—No. Todos juntos. Unos son piratas malos y otros buenos. Y luchamos con palos en nuestros barcos. –Con los palillos imita las estocadas de una gran espada.
—No hagas eso, es de mala educación jugar con los palillos. –Hace un puchero adorable que no puedo resistir y beso su coronilla—. Mi amor, cuanto te he extrañado.
—Kook appa dice que volveremos a casa. –Le dice a Jimin en susurros.
—¿Hum? –Me mira.
—Sí. ¿Hay que volver de verdad? –Jimin no me aparta la mirada.
—¿Eso te ha dicho tu padre? –Nuestro hijo asiente.
—¿Acaso no vamos a volver? –Pregunto.
—Volveremos en cuanto podamos. –Le dice a mi hijo y me mira de nuevo serio. Un escalofrío recorre mi columna.
…
La respiración de mi hijo sobre mi cuerpo siempre me hace caer en un profundo sueño. Afuera, no hay tráfico, no hay escándalo. La paz y el silencio parecen reinar este lugar y es la sensación más maravillosa que he sentido. La televisión no muestra más que propaganda militar o política por lo que prefiero tenerla apagada y adentro, solo está encendida la luz de la cocina por lo que el resto de la casa está en tinieblas. Es como la sensación de somnolencia que se siente antes de caer rendido en un profundo sueño pero exteriorizado.
Estoy tumbado en el sofá con mi hijo sobre mi cuerpo, plácidamente dormido, mientras Jimin lee sentado en la mesa de la cocina. Si me esfuerzo, puedo incluso escuchar su propia respiración y me pregunto “por qué no” y me limito a esforzarme en ella. Es tranquila como la nuestra, algo fuerte y de vez en cuando se interrumpe por el pasar de una página. Me arrepiento de hacerlo porque antes de darme cuenta ya apenas siente como el peso que sostenía mi cuerpo se eleva y desaparece. Yo no me muevo y a los segundos, la poca luz de la cocina que antes pasaba tenue por mis párpados, desaparece igual.
—Irás a la cama por tu propio pie o tendré que cogerte en brazos a ti también. –Me susurra Jimin en los labios y antes de contestar me besa. Me revuelvo unos segundos.
—Pensaba quedarme a dormir aquí. –Digo sinceramente.
—¿Por qué? ¿Has hecho algo malo? ¿Hemos discutido? –Pregunta sonriendo.
—Me sabe mal dormir en la misma cama que durmió tu mujer… ya sabes…
—Desde la última vez que mi mujer pisó esta casa han pasado ocho años, Jeon. Creo que podré superarlo. –Sonríe mientras me ayuda a incorporarme y me lleva a su cuarto o al menos eso pienso pero antes de darme cuenta estamos dentro del baño y se está quitando la ropa.
—¿Jimin?
—¿No quieres darte una ducha conmigo?
—¿Ahora? –Se encoge de hombros.
—Necesito descargar. –Sonrío porque usa la misma excusa que utilicé yo y cuando está completamente desnudo se cruza de brazos mirándome—. Te vas a quitar la ropa tú solo o…
—Métete en la ducha, anda… —Me quito los pantalones—. Y deja de jugar conmigo.
—Idiota.
Ambos nos metemos bajo el agua templada y nos empapamos con ella antes de besarnos. Sus labios son impacientes no más que sus manos que entre todos se deleitan besando y toqueteando cada parte de mi cuerpo que está a su alcance. Durante cinco minutos se restriega con mi pierna para ponerse duro y cuando creo que es suficiente lo cojo en mis brazos pero se baja de ellos ofendido y me da la vuelta para quedar de espaldas a él con las manos apoyadas en los azulejos de la ducha.
—¿Hoy quieres ser activo…? No te pega nada. –Tira de mi pelo para pegar mi oreja a sus labios.
—No me provoques o no te prepararé. –Su mano juega con mis testículos entre las piernas ya abiertas.
—Mmm…
—Así mejor, amor. No gimas muy alto. –Asiento mientras se unta una mano con gel y embadurna con él mi entrada. Dos dedos de golpe me hacen suspirar y respirar hondo mientras el agua cae en mi cuerpo. Tres y hasta cuatro introduce dentro de mí pero estoy a punto de pedirle que me penetre de una vez cuando sin previo aviso lo hace obligándome a gemir.
—Ah… Jiminiee….
—Shh… —Sus embestidas comienzan sin dejar que me acostumbre y ambos, mientras golpea mi próstata, venimos ensuciando la bañera. No tardamos nada.
—¿Mejor? ¿Ya te has descargado?
—Deja de hacer preguntas estúpidas. —Me giro a él y le veo con su rostro en una mueca de cansancio y tristeza. Me abraza y coloca su rostro en mi hombro mientras la ducha sigue funcionando.
—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?
—Te he dicho que te calles. –Me ordena con un hilo de voz y le abrazo aun mas fuerte sintiendo como algo duele en mi pecho. La tristeza de sus ojos ha conseguido invadirme a mí también. Ambos desnudos, abrazándonos y con agua a nuestro alrededor es una escena un tanto extraña pero me reconforta la forma en que me abraza. No suele hacerlo si no es con segundas intenciones, normalmente sexuales, pero ahora no es más que un niño buscando el calor y el contacto humano de alguien a quien quiere—. Te amo, Jeon JungKook.
—Y yo a ti, idiota. –Suelta mi cuerpo y sale de la ducha para enrollarse la cintura con una toalla para sentarse sobre el retrete y secarse el pelo pero en vez de imitar su gesto cojo la otra toalla y cubro con ella sus hombros. Me mira confuso—. Eres el más hermoso del mundo, y tenemos el hijo más maravilloso del planeta. Soy un hombre afortunado. –Sus mejillas enrojecen—. No me importa donde estemos si es con vosotros y pase lo que pase estaré contigo. Porque te am… ¿Jimin? –Esconde su rostro en sus manos y comienza a llorar. Como sé que retirarlas es misión imposible apoyo mi cabeza en su regazo y espero a que se calme. Solo espero que mi hijo no le oiga.
Comentarios
Publicar un comentario