IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 8
CAPÍTULO 8
Jungkook
POV:
—Son unos tiquismiquis, apenas les he tocado. –Todo el camino en coche me ha calentado la oreja insistiendo en que no es para tanto el destrozo que ha hecho en la sala de reuniones como para que le echen de su propia empresa. Sin duda hoy no se aferra al asiento por miedo de mi temeraria forma de conducir, sino por la ira que le reconcome por dentro.
—¿Qué no? –Le miro de reojo—. ¿Hiciste taekwondo cuando eras joven? Les has matado Jimin… —Exagero para que sea consciente de la realidad.
—Sí, —mira por la ventana—, pero no ha sido para tanto.
—No te estoy alabando, aunque lo parezca. No ha estado bien.
—No me digas qué está bien o no. ¿Recuerdas que soy…? –No me gusta cuando saca a la luz de nuevo quién es y el poder que tiene sobre mí.
—Gracias…
—¿Qué?
—Gracias, por defenderme.
—No ha sido nada. No consiento que se agreda a mis trabajadores.
—Y para equilibrar la justicia te tomas esta por tu mano y agredes a seis personas. –Se encoge de hombros de una forma adorable que no puedo resistir—. ¿Valgo la integridad de seis personas?
—No.
—¿Entonces?
—Es sencillo. Nadie puede tocarte, pero yo puedo golpear a quien quiera.
—¿Y tú puedes tocarme? –Espero que entienda y asimile mi juego de palabras pero aunque lo piensa por unos momentos de nuevo se encoge de hombros y me deja como si nada. Cambio de tema porque esto ya me aburre—. Olvida esto ya. Y dame explicaciones de qué diablos ha ocurrido para que todo esto pasara.
—No me gustó el diseño que propusieron. –Hace un puchero con los labios de manera algo torpe como si hubiera aprendido de verme a mí.
—¿Cómo? –Digo algo atónito.
—Eso…
—¿¡Has montado todo esto porque no te ha gustado el logotipo?!
—Es nuestro nuevo diseño de móviles. Lo mínimo es que el logo sea el mejor que…
—¡No puedes hacer esto por un simple dibujo! –Grito dentro del coche y esperando que él me devuelva los gritos me quedo solo observando como él se acurruca mejor en su asiento y escucha detenidamente todas y cada una de las palabras que le espeto.— ¡No sé cómo has llegado a ser jefe de nada en absoluto…! No sé cómo has acabado aquí…
—Yo tampoco… —Suspira y mira por la ventanilla revolviéndose el pelo.
Pasamos unos minutos sin hablar nada en absoluto y cuando llegamos a las puertas de la pizzería aparco el coche pero no le dejo salir.
—Jimin, —toco su brazo y rápidamente se tensa—, lo siento. No quería gritarte.
—Da igual, tenías razón, esto no es lo mío.
—No quería decir eso, es solo que debes acostumbrarte.
—Por mi culpa te has llevado un ojo morado.
—Da igual.
—¿Seguro que no quieres irte a casa?
—¡Qué tontería, vamos! –Ambos salimos del coche pero cuando estamos a las puertas del restaurante me agarra la chaqueta del traje y no me deja entrar—. ¿Qué ocurre?
—Será mejor que vayamos a tu casa, Kook. Tienes el ojo algo hinchado. Se pondrá morado.
—¿Qué te pasa? –Intento de nuevo entrar pero no me suelta devolviéndome a la calle.
—Mira. –Me enseña sus nudillos magullados y algo ensangrentados—. ¿Tienes vendas en tu casa? Necesito…
—¿Cómo no me lo has dicho antes? –Sujeto sus manos y mi estómago da un vuelco—. Iremos a casa cuanto antes pero ya que estamos aquí compraremos la cena. Haré que nos las metan en cajas para llevar. –Entro ya sin que él pueda evitarlo y cuando ambos estamos dentro me sorprende una cara conocida que no puedo evitar saludar.
—¿Kook—ah? –Un hombre con un traje azul y una gran placa sobre su pecho se levanta de su asiento donde come una deliciosa pizza marinera con su compañero.
—¡Taehyung! –Rápido se lanza a mis brazos y me deleito en la sensación de volverle a verle después de tanto tiempo.
—¿Cómo está mi pequeño conejo? –Golpeo su brazo después de oírle ese asqueroso apodo que me puso cuando éramos amigos.
—Genial. ¿Y tú?
—Aquí. –Saludo a su compañero que no conozco. Me devuelve el saludo—. Escaqueándome del trabajo, como siempre.
—Nosotros igual. –Omito el pequeño detalle de que nos han echado, no que me haya ido por mi propia voluntad—. Aquí mi jefe me da permiso para… —Me giro para señalarle pero no le veo por ninguna parte y me veo obligado a girar unas tres veces divisando todo el lugar hasta encontrarlo en la recepción pidiendo nuestra comida. Que maleducado.
—Que joven… —Golpea con su codo mi brazo y me cuesta entender su indirecta.
—Sabes que me gustan diferentes…
—Coff coff más altos coff coff
—Déjalo ya. –Suspiro regresando con la vista a Jimin.
—¿Qué te ha pasado ahí? –Señala mi ojo y me avergüenzo de tener que darle este tipo de explicaciones.
—Nada, me interpuse en una pelea…
—…Y te llevaste la peor parte. –Termina mis palabras equivocándose. Niego con la cabeza sonriendo.
—Doy gracias que no. –Ambos reímos por mis palabras y le veo reñir a su compañero por seguir comiendo mientras él hablaba. –No molesto más.
—No eres una molestia. Dime, ¿cómo están tus padres?
—Bien, ahí siguen. ¿Y los tuyos?
—Igual, siguen disgustados porque me metiese a policía pero creo que ya comienzan a asumirlo.
—Llevas más de cinco años ejerciendo de guardia civil. ¿Cómo no se han acostumbrado ya?
—Cállate. Tu vida fue más fácil. Papá te enchufó en el primer puesto de trabajo que te encontró y a vivir.
—Me hizo renunciar a mis sueños.
—Mentiroso, —ambos reímos. Las palabras no son duras—, no tenías más que castillos en el aire.
—Sueños al fin y al cabo. –Alguien tira de mi manga y me giro para ver a Jimin detrás de mí, avergonzado y escondiéndose de mis amigos—. ¿Qué ocurre?
—Ya he pedido la comida, tardarán diez minutos en dárnosla…
—¡Eh tu! –Tae habla a mi lado haciendo que Jimin se tense de inmediato—. ¿Eres el jefe de mi conejito? –Asiente algo perdido y antes de darse cuenta Tae ya se ha levantado para estrecharle la mano pero no la acepta como hizo conmigo.
—Es algo antisocial. –Digo disculpándole.
—No tienes que responder por mí. –Me riñe Jimin aun sin soltar mi chaqueta.
—Soy Tae, amigo de la infancia del conejo.
—Deja de llamarme así.
—Encantado, soy… —titubea durante unos segundos—, el jefe de Kook. Y si vuelvo a oírte llamarle conejo no respondo de…
—¿No tuviste suficiente por hoy? –Le pregunto, apartándolo de mí, humillado y decepcionado por su comportamiento pero él se acerca de nuevo a mí y mete su brazo dentro de mi chaqueta para sacar de ahí un paquete de tabaco y el mechero para salir por la puerta. Le miro marcharse a fumar fuera con el ceño fruncido y muy enfadado. Sin embargo, las amables palabras de TaeHyung a mi lado me reconfortan.
—Ven. –Coloca una silla a su lado en la mesa y me siento con ellos mientras espero por mi comida—. Muy amable tu jefe.
—Es muy extraño.
—Su cara me suena familiar, ¿Cuánto tiempo lleva dirigiendo la empresa? ¿No era más anciano?
—El señor Kim se jubiló, este es el nuevo. No lleva ni una semana.
—¿Y qué confianzas son esas que te lo traes a comer?
—No sé. –Miro a todas partes sonriendo—. Me cae bien.
—Pensé que no te gustaba. ¿Sabe de tus inclinaciones?
—Claro que sí. –Hago un puchero mirando la pizza delante de mí y Tae me da un muerdo de la que él come.
—¿Inclinaciones? –Pregunta su amigo.
—Soy Gay. –Su rostro se despeja sonriendo avergonzado—. ¿Cómo te llamas, por cierto?
—No ligues con mi compañero también. –Tae me golpea pero sabe que tan solo es una broma.
—Soy Hoseok. –Señala a Tae—. Nos conocimos hace un año cuando nos asignaron a ambos esta zona. –Asiento.
—Yo soy Jeon Jungkook.
—Encantado.
—Kook—ah. –Miro a Tae mientras él mira fuera preocupado—. No me gusta para ti.
—Sabes que me gustan las cosas difíciles.
—No digo que sea difícil, sino inadecuado.
—Tiene buen culo. –Dice su compañero a mi lado
—¡Hoseok! –Le reprende Tae.
—Ya me he fijado. –Susurro.
—De todas maneras si quieres que le investigue, —susurra mirando a todas partes como si le espiasen—, solo tienes que decírmelo.
—No me gustan estas bromas.
—No es broma. –Dice Hoseok—. Tenemos a mano toda la información que queramos.
—¿Hasta qué punto podéis saber de alguien?
—¿Cuánto quieres que ahondemos en él?
—¡No! Yo no he dicho nada de eso…
—Podemos saber incluso si duerme de lado o boca arriba. –Me quedo con la boca abierta y comienzo a temer por aquel delincuente que se tope con estos desgraciados.
—¡JEON JUNGKOOK! –Dice una chica con dos cajas de pizza en la mano. Me veo obligado a levantarme e ir a buscarlas pagando con mi dinero. Regreso a la mesa de Tae y Hoseok y me despido.
—No te vayas con ese… —Me suplica Tae.
—Me voy, que se enfrían las pizzas.
—Llámame uno de estos días. Quiero saber más de ti.
—Adiós. –Me despido de ambos y salgo sonriendo inducido por la sonrisa de Tae y me encuentro con el amargado semblante de Jimin fuera. Echando el humo con un gesto de asco y repugnancia. Me replanteo la posibilidad de volver dentro pero recapacito y me introduzco en el coche sin otra alternativa.
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