IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 26
CAPÍTULO 26
JungKook
POV:
Salgo poco a poco hasta la arena candente y Jimin me sigue cansados ambos de nadar y jugar como niños. De repente sus brazos caen sobre mis hombros y salta para que le lleve en mi espalda. Rápido sus labios van a mi oreja para dar una explicación.
—Quema Kookie… —Se refiere a la arena pero eso no queda ahí porque muerde mi lóbulo y todo mi cuerpo tiembla—. Tengo hambre Kookie…
Llegamos a las toallas y le suelto de mis brazos para verle sentarse en una toalla y secarse el cuerpo con otra mientras yo voy en busca de la nevera aunque me detiene.
—¿No habrás traído una sombrilla verdad? –Niego con la cabeza—. Hace mucho sol.
—¿Quieres que aparque el coche aquí detrás para que nos dé sombra? –Asiente y me subo al coche para aparcarlo más cerca y que el sol no nos torture al menos mientras comemos. Saco del maletero la nevera y cuando la dejo sobre el suelo a nuestro lado Jimin me pone la toalla en los hombros y me ayuda a secar la piel—. ¿Preparas tú los bocadillos mientras yo te miro la espalda? Quiero ver que todo esté bien.
—Claro. –Nos sentamos, él en la parte de delante de la toalla con la nevera entre sus piernas y sus manos ocupadas haciendo bocadillos y yo frente a su espalda revisando con cuidado que los puntos no se hayan saltado o si es necesario quitarlos ya—. ¿Cómo quieres tu bocadillo?
—Me da igual. Oye Jimin, en un par de días tengo que quitarte los puntos.
—¿Se han curado bien?
—Sí, tu cuerpo es fuerte y los cortes no fueron muy profundos.
—Tu hyung es muy fuerte. –Rápido se da cuenta de lo que ha dicho y se ríe solo.
—¿Debo empezar a llamarte hyung? ¿Ya hay confianza? –Se encoje de hombros.
—Supongo. –Abrazo su cintura y le acerco más a mí entre mis piernas. Pongo mi barbilla en su hombro y me relajo viendo como prepara dos suculentos bocadillos de todo lo que hemos metido en la nevera. Queso, jamón, tomate, mayonesa… esta me da una idea y unto mi dedo de ella para posteriormente deslizarlo por el hombro de Jimin y chupar de ahí—. No juegues con la comida Kookie…
—¿Qué no juegue contigo?
—¿Soy tu comida? –Me pregunta mirando por encima de su hombro como chupo su piel—. ¡Eh! Date crema o te quemarás.
—Cuando comamos. –Empiezo a sonreír como un tonto.
—¿De qué te ríes?
—¿Me vas a dar cremita? –Se avergüenza de mis palabras y me ignota terminando los bocadillos y me ofrece uno de ellos. Ambos empezamos a comer y silenciamos nuestras estúpidas charlas tan solo para disfrutar de la comida y el calor del ambiente.
...
—¡Delicioso! –Jimin se tira en su toalla y se palmea la tripa satisfecho.
—¿Qué? ¿Merecía la pena o no escaquearse del trabajo?
—Sí, pero no te acostumbres Jeon.
—Ya lo sé, hyung. –Se acerca a la bolsa mientras sonríe por la forma en que lo he llamado y alcanza el bote de crema para untarse el cuerpo con ella. ¡Ahora sí que brilla!— Deja de tentarme de esta manera, pervertido.
—¿En qué piensas, Jeon?
—¿Realmente quieres que te lo diga? –Sus ojos se abren como platos.
—No, no. Gracias. Puedo imaginarlo.
—Me temo que no. –Olvida rápido mis palabras y termina con su cuerpo para sentarse a mi lado y untar mis brazos con esa crema pastosa. Me hace un masaje en ellos que es gratamente agradable incluso me hace sentir cansado y somnoliento—. Tienes unas manos fuertes.
—Gracias. –Ahora es el turno de mis piernas. De igual manera las hace sentir relajadas. Mi pecho le avergüenza un poco más y la presencia de un piercing en mi pezón no le ayuda en absoluto.
—Uff... Hyung… —Me golpea el brazo y me tumba boca abajo en la toalla para cubrir mi espalda también—. Hazme un masaje, hyung…
No pone objeciones y con las yemas de sus dedos aplasta mis músculos en el lugar exacto para hacerme sentir somnoliento y entregado a sus manos. Apoyo la mejilla en mis manos a su altura y cierro los ojos mientras hace su trabajo.
—Ya Kookie.
—¿Qué quieres hacer ahora? –Le pregunto teniendo toda la naturaleza a nuestra disposición.
—Comer una manzana. –Se levanta y sale corriendo al rio para lavarse las manos, sucias de la crema, y coge una manzana de la nevera.
—Ven. —Palmeo la toalla a mi lado y se tumba pero boca arriba, al contrario de lo que yo estoy. Aprovechando su cuerpo pongo mi cabeza en su pecho y él come la manzana mientras acaricia mis cabellos.
—¿Parece que tienes sueño? ¿Has dormido bien?
—No desde que nos vimos la última vez.
—¿Y eso?
—Estaba preocupado por ti.
—Ya estoy aquí, y estoy bien. No pasó nada. –Besa mi coronilla.— ¿Quieres dormir un rato?
—Sí. Si no me costará conducir de regreso a casa.
—Pues duérmete, no quiero que pongas mi vida en peligro.
—Que simpático. –Digo sarcásticamente pero algo pesa en mí que me impide cerrar los ojos—. No te fugues y me dejes aquí solo eh…
—Duerme tranquilo. Estaré aquí cuando despiertes. –Cierro mis ojos y me dejo llevar por el cansancio—. Te lo prometo.
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