IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 19
CAPÍTULO 19
JungKook POV:
El sueño no es profundo, ni siquiera estoy seguro de estar dormido cuando algo se mueve en mi regazo. Abro uno de mis ojos y veo a Jimin revolverse aturdido y desorientado en mis piernas. Sus ojos, pequeños y adormilados miran a todos lados confuso. Yo me siento mejor aun con su cabeza en mis piernas y al verme despierto se incorpora para quedar sentado a mi lado. Se despereza sin decir una sola palabra y yo hago lo mismo.
—¿Cómo te encuentras? –Miro a fuera y ya es de noche. ¿Cuánto hemos dormido?
—Mejor. –Toca varias partes de su cuerpo comprobando el nivel de dolor que esto le produce—. Vendré más a menudo para que sigas con el tratamiento. Eres buen doctor.
—Eso es porque mi paciente ha sido muy valiente. –Me apoyo de manera que puedo verle a la cara y él imita mi gesto sentado en el medio del sofá.
—¿Dónde está mi premio por portarme bien? Quiero mi helado.
—Hay muchas otras formas de pagar. –Algo kamikaze dentro de mí se apodera de mi control y pienso ¿por qué no? Deja de importarme incluso mi propia integridad física y dejo libre mi mano para ir hasta su nuca y atraerle hasta mí juntando nuestros labios. Sin duda es un gesto que Jimin no se esperaba porque no reacciona lo más mínimo ni siquiera para cerrar sus ojos. Por ello me deleito besando sus labios, mordiéndolos ligeramente e incluso para jugar con mi lengua allí entre ellos a pesar de que no se despegan.
Como veo que no reacciona dejo caer mi peso sobre él obligándole a caer de espaldas al sofá y no sé si es el dolor que esto le causa o que al fin es consciente de lo que hago porque todo su cuerpo tiembla y sus ojos se fruncen. Sus dientes se aprietan y sus manos van rápidas a mi torso intentando separarnos.
No soy ningún violador ni quiero hacer nada en su contra por lo que me incorporo y me quedo sentado a su lado viendo como poco a poco vuelve a la realidad que cae como una losa sobre él.
—¡¿Qué diablos has hecho?! –Pregunta llevándose las manos a la cabeza.
—Besarte. –Digo encogiéndome de hombros como si fuera algo natural. Lo que sin duda no lo es, es el sonido de mi corazón ahora mismo y el subidón de adrenalina que me provoca su estado de locura.
—¡Qué asco! –Lleva el dorso de su mano a su boca y se limpia ahí paladeando el sabor de mi saliva aun en su boca.
—Lo siento. –Pido perdón aunque me siento muy ofendido.— Pero no es para tanto.
—¿Cómo se te ocurre? –Se levanta y va en busca de la camisa que debe estar ya seca. Se la pone sobre los hombros y yo le persigo por toda la casa mientras coge sus pertenencias—. ¡Te dije que no te encariñaras conmigo!
—Pero yo…
—Eres une estúpido. Me gustan las mujeres, por el amor de dios.
—Solo ha sido un beso.
—¡Pervertido! –Me empuja una vez que intento detener sus aspavientos—. Estás despedido. Eso ni lo dudes.
—¡No puedes despedirme! –Ahora grito yo también, genial—. No eres mi jefe hoy ¿recuerdas?
—¡Voy a matarte! –Va a la puerta de la calle—. ¿Cómo diablos has tenido los huevos de hacerme esto?
—¡No te vayas, Jimin! –No me escucha, abre la puerta y sale al portal—. Déjame llevarte a casa.
—¡Para que me violes en el coche! ¡Sodomita! ¡Maricón! –Grita mientras baja las escaleras y poco a poco su voz se va apagando. Suspiro ofendido a la par que decepcionado y arrepentido por haberlo asustado de esta manera y regreso dentro donde antes incluso de llegar a la planta de arriba suena mi móvil el cual me veo obligado a cogerlo porque es el señor Kim.
—¡Señor Kim! –Digo sonriendo olvidando ya a Jimin.
—¡Jeon de mis ojos! –Sonrío aún más avergonzado—. ¿Cómo está mi empresa?
—Ya no es su empresa, ahora está en manos de otros.
—Ah, sí, del señor Park. –Asiento.
—Está muy bien, señor. –Me siento en mi cama—. Pero, ¿cómo está usted por el mediterráneo?
—Perdona que te llame tan tarde, aquí no es más que la hora de comer. –Ríe campechano al otro lado—. Me va genial, Kook. La comida es magnífica, el clima estupendo y las mujeres insuperables.
—YungSum. –Le riñe su esposa a su lado y de repente es solo ella a la que oigo—. Hola Jungkook, perdona a mi marido, es ya un viejo verde.
—Señor Kim. –Le llamo la atención—. Echo de menos sus consejos y sus bromas. –Me sincero.
—¿El señor Park no se porta bien contigo? –Pregunta curioso.
—Es un jefe muy aburrido. ¡Deme un consejo ahora! –Piensa unos segundos.
—No te cases si vas a viajar por Europa. –Ríe y su mujer le golpea también riendo.
—Lo tendré en cuenta.
—Bueno, ya nos sirven la comida. Tengo que colgar. Espero que MyungDae sea bueno contigo.
—¿Quién? –Pregunto aturdido.
—El señor Park MyungDae. Tu jefe.
—Ah. –Finjo que sé lo que dice.
—Me lo presentaron antes de que me jubilase, sin duda siempre sonriente, no entiendo como dices que es tan aburrido. Sé que al ser mayor puede parecer un cascarrabias pero te aseguro que no lo es—. Mi corazón da un vuelco. Este hombre que me describe no es Jimin—. Bueno Jungkook. Buena suerte. Nos veremos cuando regrese.
Cuelga la llamada y me siento inquieto a la par que inseguro. Ya no sé quien es en absoluto. Algo aquí está muy mal y comienzo a creer que ni yo mismo soy quien creo ser. Me levanto y me asomo desde el piso de arriba a la planta de abajo con los ojos fijos en la puerta. Trago saliva y muerdo mis labios sintiendo el sabor de su saliva allí.
Deliciosa.
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