IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 11
CAPÍTULO 11
Jungkook
POV:
Me despierto poco a poco en mi cama y me sorprendo al comprobar que el despertador no ha sonado aún. Ayer Jimin se fue algo tarde de casa y me torturó todo el tiempo con temas políticos, judiciales, militares, democráticos. Cualquiera pensaría que es profesor de historia y economía más que director de nada. Pero es por culpa de esto que no haya dormido en toda la noche. Las palabras bailaban en mi cabeza y su voz era una música de fondo por detrás de mis sueños.
Creo que puedo oírla aún diciéndome que los ideales marxistas comunistas a pesar de ser algo complicados son más eficaces a la hora de manipular un estado. Que las escuelas debería enseñar cosas diferentes que sirvieran para la vida real y que tanta libertad de expresión no es buena. Me gusta la fuerza con la que representa sus pensamientos pero no estos en sí. Creo que empiezo a ver cosas en él que no me gustan en absoluto pero cuando da la espalda a su educación y se centra en ser una simple persona normal vuelvo a caer de nuevo presa de esos tentadores labios.
Labios que sin duda no podré volver a catar de no ser que me de permiso pero como dijo ayer. Este es sin duda otro motivo del cual soy esclavo. HyeGun. Me he imagino cientos de rostros diferentes y cada uno provoca más odio que el anterior en mi interior. Será una joven de larga melena negra, con ojos como el café y la piel de porcelana. Alta, siempre con tacones. Seguro que eso no le gusta a Jimin porque se sentirá inferior a su lado.
Rio yo solo pensando en ello cuando de repente el despertador suena y es la primera vez en mucho tiempo que no me cuesta nada levantarme.
...
Salgo del ascensor como cada mañana y el silencio es sepulcral hasta que mi presencia se hace notable. Todos se giran a mirarme y cuchichean hasta que uno de ellos prefiere expresar sus pensamientos.
—Ahí está la princesita del jefe. ¿Le lleva su café hoy o es suficiente con ponerse usted en una bandeja de plata? –Todos ríen su divertido comentario y yo me limito a seguir mi camino en dirección al despacho de Jimin y una vez llego abro sin ni siquiera llamar huyendo de los ecos de las carcajadas.
Una vez estoy dentro su rostro parece iluminarse y me recibe con un amable saludo y una afable sonrisa que me llena el alma. Este es mi lugar en la empresa.
—Si un general cuida de sus hombres como si fueran niños, ellos le seguirán hasta el fondo de un abismo. Si los trata como con el mismo afecto que a sus hijos, ellos se muestran dispuestos a dar por él la vida.
—¿Qué? –Demasiadas palabras demasiado inconexas entre ellas para un saludo normal.
—Su consejo de hoy.
—Llévelos pues al fondo de un barranco pero procure que no salgan.
—¿Cómo? –Me pregunta sonriendo sin entender mis palabras.
—A ellos. –Señalo la puerta de su despacho refiriéndome a sus empleados—. Se creen que siguen en la escuela para meterse conmigo de esta manera.
—¿Qué te han dicho ahora? –Sigue sonriendo mirando la pantalla de su ordenador y yo me siento delante de él.
—Que me ponga en una bandeja de plata para ti. –Hace un adorable pico con los labios y piensa en mis palabras. Después sonríe aún más y niega con la cabeza—. Tenías razón ayer.
—Lo sé. –Sigue tecleando pero de repente se detiene y me mira algo confundido—. ¿En qué de todo?
—La libertad de expresión. Les cortaba la lengua a todos. –Hago exagerados gestos con las manos y él ríe divertido.
—¿Qué tal tu ojo?
—Duele menos pero se pondrá azul y amarillo. –Frunzo el ceño enfadado—. ¿Y tus manos?
—Bien, no te preocupes. Hoy necesito que te esfuerces y me consigas los últimos modelos de chips. Diseños, funcionamiento…
—Pero eso… —Pienso un momento recordando que tengo esos documentos en mi casa—. Es secreto.
—Y los tienes tú, si no me equivoco.
—Sí pero…
—El señor Kim te los dejó a ti para que estuvieran a salvo. Pues ahora los necesito.
—Vale, pero los tengo en mi casa.
—¿Sí? –Me mira curioso.
—Si lo que quieres es asegurarte de que están a salvo…
—Quiero conocerlos.
—¿Por qué? –Frunzo el ceño—. No son más que números y letras sin…
—Soy el director. –Su argumento de peso me puede.
—Eres consciente de que si alguien conociese esta información no solo la empresa se irá a la mierda, sino que de conocerlo otro país, nos adelantarían en tecnología y…
—Lo sé Jungkook. Está bien, cálmate. Confío en que sabrás como cuidar de esa información. –Asiento aliviado—. Procura que ningún espía te entre por la ventana.
—¿Pero y si es guapo? ¿Puedo quedármelo?
—Claro… Pero si es una mujer me la reservas a mí. –Me guiña un ojo y todo mi cuerpo vibra—. ¿Has traído lo que te pedí? –Asiento emocionado y saco del interior de mi chaqueta una hoja de papel con el boceto del nuevo logo.
—Aquí lo tienes. Me quedé hasta las dos de la mañana para terminarlo.
—Lo siento. Ayer debí irme antes. Las diez me pareció demasiado…
—¿Nunca trasnochas? –Niega con la cabeza—. Un día nos vamos de fiesta…
—Deja de invitarme y corromperme para hacer locuras.
—Pizza y cerveza no es una locura. –Niega con la cabeza.
—Cállate. –Sonríe y se levanta de su asiento—. Voy a llevar esto a… —Sus palabras se ven detenidas por una nueva presencia en el despacho que le perturba.
—¿A dónde va, señor Park? –Uno de los trabajadores interrumpe abriendo la puerta y Jimin se queda ahí de pie delante de mí aturdido.
—Voy a donde quiero.
—Me parece que no. –El hombre deja un sobre encima de la mesa y me quedo mirando como el rostro de Jimin se descompone y palidece.
—¿Qué es esto?
—Ya lo verá.
—Ahora no tengo tiempo. Tengo que ir al departamento de márquetin…
—No señor. –De nuevo le interrumpe y veo una vena del cuello de Jimin amenazando con explotar—. No han venido. Ninguno. –Todo queda en silencio unos segundos—. Le aconsejo que lea eso cuanto antes. – Y sin más se larga por donde ha venido y Jimin se sienta en su asiento descansando todo su cuerpo como si le acabasen de dar una paliza y me lanza el sobre a las manos.
—Lee.
—Estimado señor Park. Me temo que debe ser informado de una denuncia interpuesta por su departamento de márquetin de la empresa bla bla bla.
—¿Qué dices? –Mi rostro, como el suyo hace unos momentos también palidece.
—Te han denunciado, Jimin.
—¿Se puede hacer eso? –Me mira con el rostro fruncido.
—Claro que sí. Por agresión física.
—Pero… —mira a todos lados—. Pero…
—Clama Jimin. –Me levanto de mi asiento y rodeo la mesa para ayudarle a sentarse en la silla a fuerza de su voluntad—. Mi padre nos proporcionará un abogado, y cuando nos citen para un juicio…
—¡¿Juicio?! Estoy muerto, estoy muerto…
—No digas tonterías. Tenemos la suerte de que hay cámaras en los despachos y podemos demostrar que solo me defendiste. Que no golpeaste a nadie hasta que…
—¡Van a matarme!
—¡Cálmate! –Me arrodillo delante de él en la silla y puedo ver como el miedo se ha apoderado de toda su persona—. Voy a cuidar de ti, no va a pasar nada.
—Ojalá fuera tan fácil. –De repente me acuerdo de una persona.
—Tengo un amigo, Jimin, que es un muy buen abogado. Nos sacará de esta sin problemas. ¿Quieres que le llame? –Asiente aturdido y sin pensarlo más tiempo me pongo en pie y saco el móvil marcando el número.
—¿Sí?
—¿Yoongi?
—Sí, ¿quién habla?
—Maldito, ¿no tienes mi número guardado?
—¿Kookie? –Emito un sonido para afirmar a su pregunta—. Pequeño, ¿cómo te va la vida?
—Muy bien, pero no te llamo por asuntos lúdicos, sino profesionales.
—Eso es que no te va demasiado bien la vida.
—No es para mí, exactamente, sino para mi jefe.
—Cuéntame ¿qué ha ocurrido?
—Será mejor que te lo cuente él. Aquí lo tengo. –Le paso el móvil a Jimin que lo recoge tímido y algo perdido en la situación.
—¿Yoongi? –Pregunta y pone el manos libres para que ambos oigamos la conversación. Deja el móvil a su lado en la mesa y él se sienta con la cabeza entre las manos, algo derrotado.
—¿Cómo se llama señor?
—Park.
—Muy bien, señor Park. ¿Qué ha sucedido?
—Soy el director de la empresa de electrónica donde Kook trabaja y me han denunciado por agresión.
—¿Quién le ha denunciado?
—El personal del departamento de márquetin. Agredieron a Jungkook y yo solo le defendí.
—Cuéntalo bien. –Le corto y doy mi versión—. El señor Park enfureció y yo me interpuse para calmar el ambiente y me llevé un golpe que no iba para mí. El señor Park viendo lo sucedido decidió tomarse la justicia por su mano y mandar al hospital a seis personas.
—Vaya señor Park. Es usted un caso difícil por lo que veo. Más me vale no perder el juicio.
—¿Entonces nos ayudarás? –Pregunto esperanzado.
—¿Qué remedio? ¿Me pagarás?
—Tengo mucha cerveza en casa…
—Kookie, amor, yo necesito comer…
—Tengo pizza también que sobró de ayer.
—Sí. –Me interrumpe Jimin—. Yo te abonaré los gastos, sin problema.
—Así me gusta. ¿Podríamos reunirnos mañana aquí, en mi bufete?
—Claro, mañana estaré ahí. –Digo pero Yoongi me contradice.
—No. Ambos debéis estar aquí.
—Pero no puedo dejar la empresa así como así.
—Me temo que su empresa puede prescindir de su presencia unas horas. Mañana a las doce del mediodía. Adiós. –Y sin más cuelga.
Jimin y yo nos miramos y pensamos en el miedo que nos come por dentro, yo por la falta de experiencia en estos temas y él, no sé por qué.
Comentarios
Publicar un comentario