CHOFER (TaeGi) - Capítulo 9

 CAPÍTULO 9


Taehyung POV:

El domingo era el día libre de Yoongi por lo que ninguno de los dos tenía que trabajar. Pasé el día en mi cuarto buscando cualquier tontería para distraer mi mente. Jungkook me ayudó a ello porque hablamos durante cuatro horas por mensaje pero no debió de ser una conversación demasiado interesante porque la recuerdo vagamente. En su mayoría no eran más que tonterías y cosas sin sentido para lograr entretenernos. Al final de la conversación me preguntó de nuevo si iría con él a la fiesta.

--¿Seguro que quieres ir? No quiero que te sientas obligado.

--Sé que insistirás si digo que no. ¿Acaso tengo remedio?

--¡Claro que no! Ja Ja.

La verdad es que ganas no me sobran, pero JungKook ha sido un buen amigo y me siento en la obligación moral de acompañarle a pesar de que me da la sensación de que la fiesta no es más que una de sus excusas para pasar tiempo conmigo.

El lunes de vuelta al trabajo pero sin novedades. Creí que el comportamiento de Yoongi habría cambiado respecto a nuestra relación pero me equivoqué en rotundo. Llegué incluso a dudar de que aquello que ocurrió el sábado de madrugada fuera real. No podía fiarme de mis recuerdos pero en las revistas del cotilleo se me confirma lo que tanto miedo me da.

El lunes porta un traje azul oscuro con una corbata a topos blancos y azules. Es horrorosa y tras preguntarme si le gustaba me dijo que a él tampoco pero que le habían obligado a llevarla para una sección de su programa. Me encogí de hombros y le llevé al trabajo. A la vuelta, todo se mantuvo en silencio.

El martes fue algo más extraño. Apenas me dirigió dos palabras. Una al ir. “Hola”. Y otra al regresar a su casa. “Adiós”. No puedo decir que fuera por culpa de un mal comportamiento. Durante ambos trayectos se la pasó mirando unos papeles que antes de entrar en el coche ya traía de la mano. El martes llevaba un traje negro con camisa negra y corbata negra. Creía que este tipo de combinaciones denotaría el viaje a un velatorio pero la verdad es que se le veía muy elegante y resaltaba el pálido de su piel.

El miércoles fue algo completamente distinto. Por la tarde tendría que ir a una entrevista en un programa de televisión y como dijo que era una tontería llevarle a casa para recogerle a la hora después me invitó a comer en un restaurante que estoy seguro está muy por debajo de su listón pero no parecía importarle.

Era un restaurante de comida rápida típica americana. Las comandas que los camareros sacaban a las mesas nada tenían que ver con las deliciosas imágenes que anunciaban sobre el mostrador pero acostumbrados ya a esta cultura ambos pedimos dos perritos calientes con todo tipo de guarrerías encima y nos sentamos en una mesa algo alejada por petición de YoonGi, el miedo a que le reconocieran era latente en él.

Durante este tiempo pude ver dos vidas separadas entre ellas en mi mundo. La primera pertenecía a Jungkook y la segunda a Yoongi. Ambos, partes de mí. El miércoles fue diferente porque sacando valor de la nada los uní en un momento.

-Tengo un amigo que es chofer como yo. –Dije sin más para romper un silencio algo extraño. Los ojos de YoonGi me habían mirado sin cesar y si no mantenía una conversación tal vez me habrían entrado ganas de marcharme.

-¿Sí? –Asentí.

-Se llama Jeon JungKook. Y es dos años más pequeño que yo.

-¿Os conocéis desde hace mucho?

-Desde que me saqué el permiso de conducir. –Asintió mientras masticaba-. Es buen amigo pero ahora es diferente.

-¿Y eso?

-Me ha pedido una cita. –Dejó de comer al instante y yo ya no lo hacía. La mitad del perrito caliente está en mi mesa.

-¿Y? –Me encogí de hombros-. ¿Qué le has respondido?

-Me ha dado tiempo para que lo piense.

-Ya veo. –Comía de nuevo y yo le seguí. No le dio más importancia que la que tenía. En cierto modo me hizo sentir aliviado pero a una pequeña parte de mí le habría gustado que sus celos le devoraran. No es el caso-. Pero si te gusta, deberías estar con él. No le hagas sufrir mucho tiempo esperando o se cansará.

-No sé si me gusta. –Asumí.

-Tengo curiosidad. –Dijo de repente con una sonrisa-. ¿Por qué me cuentas esto a mí? ¿Por qué ahora?

-No lo sé. Solo quería un poco de conversación y es lo único que tengo en la cabeza por el momento.

-¿No será que buscas consejo en un hyung? –Alzó una de sus cejas y su sonrisa se tornó traviesa.

-Señor Min, no soy nadie para pedirle consejos a usted. Seguro que tiene cosas mejores en qué pensar.

-Yo nunca tuve hermanos pequeños, y siempre me hizo ilusión dar consejos a los dongsaengs.

-¿Me daría un consejo? –Pregunté.

-Claro. ¿Qué quieres saber?

-¿Qué debo hacer?

-¿En respecto a salir con ese Jeon?

-No. –Le miro serio-. En respecto a mi vida.

Suspiró unos segundos y me dijo algo que no recuero bien como que debía dejar a la vida fruir como un río, que ella se encargaría de despejarme la visión para que, una vez teniendo las cosas claras, pudiera tomar una decisión. Esto no es más que un resumen bien estructurado de lo que creo que fue una explicación algo chapucera de un rio que está cubierto de neblina. Me costó interpretarlo y no fue hasta la noche que no lo entendí cuando al fin me quedé a solas en mi cuarto. Paciencia, es lo que ha dicho que debo tener antes de tomar una decisión. Esperar a que mis sentimientos se aclaren.

Pero toda su tesis se vino abajo cuando le dejé en casa y se despidió de mí desde fuera de la ventana del coche.

-Si no lo tienes claro, tal vez no sea culpa de la niebla. Tal vez no sientas lo mismo que él y lo que te haya producido el desconcierto sean sus nuevas intenciones para contigo. –Le miré como estaba de pie fuera del coche mirándome a través del cristal bajado.

-Gracias señor Min, por sus palabras.

-No te preocupes por JungKook, él podrá entenderlo si es tu amigo.

Sus palabras recorrieron mi mente durante toda la noche como si en mi cerebro miles de ríos discurrieran y nunca terminaran. Ríos sin un mar donde desembocar alimentándose unos con otros con aguas mezcladas y algunas incluso estancadas y con un principio de putrefacción. Lancé esas palabras a las aguas más cristalinas y tras navegar durante horas arrastrando nuevas ideas, acabaron sedimentadas en una orilla que con el paso de los minutos acabaron por enquistarse.

A la mañana siguiente no tenía que llevar a Yoongi a trabajar por lo que lavé y limpié mi cuarto. Cuando mi madre se levantó me descubrió desayudando un tazón de leche con cereales y tras servirse una taza amarga de café se sentó delante de mí en la mesa y se observó las uñas descalabradas en las manos. El esmalte de color crema en ellas estaba corroído por mordérselas.

-¿No trabajas hoy?

-No, madre. Hoy es la fiesta nacional.

-Que bien. –Dijo sin la más mínima señal de entusiasmo-. ¿Qué harás hoy? ¿Dormir hasta tarde de nuevo? –Escupía las palabras al hablar.

-No. He quedado con JungKook a las nueve.

-¿Con quién? –Preguntó aturdida. Tal vez había hablado demasiado rápido.

-CON JUNGKOOK. –Vocalicé con énfasis-. Un compañero del trabajo. Te he hablado de él antes.

-No lo recuerdo. –Dice mientras se frota la frente.

-No importa. Hemos quedado por el día de la fiesta nacional. Daremos una vuelta.

-¿A dónde?

-No lo sé, madre. Una vuelta. –Dije de nuevo.

-No me gusta esa idea. –Suspiro encogiéndome de hombros.

-Me parece bien.

-¿Te estás riendo de mí?

-No madre. Solo digo que me parece bien tu opinión.

-No es una opinión. Es mi decisión. No es buena idea y no irás.

-No tengo doce años, madre. –Digo en un tono calmado y sumiso. No me gusta discutir a voces, no soluciona nada aunque esto tampoco lo haga.

-Pero vives bajo mi techo.

-El cual no tendríamos si yo no trabajase. –Su rostro se frunce como cada vez que le recuerdo que aún conserva la casa gracias a que yo la pago.

-No te creas mejor que yo.

-No lo hago. Pero sí tengo autoridad. Y si quiero ir con JungKook a dar un paseo tú no puedes decir nada.

-¡¿Cómo que no?!

-Madre, cálmate. Yo no estoy gritando.

-¡Me faltas al respeto! –Termino mis cereales y me levanto de la mesa concluyendo la conversación-. ¿Estás con ese chico? ¡Es con él con quien te vas hasta altas horas de la mañana! –Ya quisiera él, pienso.

-No madre. Me da igual lo que digas. –Me encierro en mi cuarto y me tiro a la cama aun deshecha y me cubro la cabeza con el almohadón esperando que de un momento a otro sus cuerdas vocales dejen de funcionar para así poder vivir una vida en constante silencio porque no son sus palabras lo que detesto sino su voz. Aunque diga algo amable parece chirriar en mis oídos y algún día llegará el momento en que me sangren. Hasta entonces, rezo a las divinidades para que le arrebaten la voz de manera muy dolorosa.

 

(…)

 

Cuando dieron las ocho Jeon me mandó un mensaje.

--Ponte guapo, te pasaré a buscar a  las siete, pequeño. <3 <3

--NO me digas pequeño.

--PRECIOSO¡

No contesté a eso porque sonreí hasta cerrar mis ojos y solté el móvil comenzando a pensar en la ropa que me pondría. Vacié y volví a colocar el armario dos veces seguidas y nada de lo que había me convencía. Me faltaba una cantidad de información importante como si sería una fiesta elegante, discreta, casual, en una piscina, en una discoteca…

De repente la luz pareció iluminarme y saqué de un cajón una camisa blanca a estrenar que me compré en mi último cumpleaños. Me la puse y comprobé que estaba perfecta. Su olor aún mantenía el recuerdo de la caja donde estuvo guardada y su tacto se nota ralo, recién estrenada. Toqué mi brazo por encima de la tela y las yemas de mis dedos disfrutaron del tacto tan delicado. Junto a ella me puse unos pantalones vaqueros negros y los abroché por encima de la camisa. Cansado de llevar traje a todas horas desistí de ponerme corbata o chaqueta y me calcé unas botas negras y una chaqueta amplia de lana con motivos en negro, blanco y rojo. Me miré al espejo sintiéndome satisfecho cuando mi móvil comenzó a sonar entre las mantas de la cama haciéndome dar un respingo acudiendo a él lo antes posible.

Miré el nombre confiado en que sería JungKook pero me equivoqué.

-¿Señor Min? –Pregunto nada más descolgar. Al otro lado se oía la rápida respiración de Yoongi como si algo apretara sus pulmones.

-Ven a casa a recogerme. –Dice con dificultad.

-¿Hoy? Pero señor, hoy es fiesta, yademás tengo que…

-Por favor, Taehyung. –Su súplica parece querer romper en el llanto-. Necesito que vengas. Por favor, ayúdame.

-Señor Min…

-Ven con el coche. Te veré llegar. Estaré esperándote. –Cuelga sin decir nada más y menos dejarme a mí contrarrestar su comanda.

 

 

Capítulo 8            Capítulo 10 

Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares