CHOFER (TaeGi) - Capítulo 8

CAPÍTULO 8


Taehyung POV:

 

—¿Cómo que borracho? –Me pregunta JungKook mientas interrumpe la taza de café a mitad del recorrido a sus labios. Se ve obligado a dejarla de nuevo sobre la mesa y sus ojos me miran de hito en hito sin comprender, o sin querer asimilar, lo que le cuento.

—No sé si debería contártelo pero estoy demasiado cansado como para filtrar tanta información aún. –Apoyo mi cabeza sobre la palma de mi mano que se sujeta en la mesa. Estamos en la cafetería—heladería que tanto nos gusta sentado el uno frente al otro en unos sofás azules con la mesa de por medio. El barullo de gente apenas nos ha dejado comunicarnos al principio pero ahora que es medio día y la gente está en las escuelas o trabajando se ha marchado la mitad de las personas. He creído que sería un buen tema de conversación pero a cada segundo que pasa me da la sensación de que me podría haber ahorrado el comentario. Ha sido un simple comentario: “Ayer tuve que ir a buscarle” “estaba muy borracho”. Ahora me tocará explicarle hasta el más mínimo detalle.

—Suga borracho. –Piensa durante unos segundos algo que no está a mi alcance y luego niega con la cabeza—. No, no. No puede ser.

—¿Por qué no? Todo el mundo se emborracha alguna vez.

—Min YoonGi no. –Frunzo el ceño—. Él es perfecto. Nunca haría esas cosas. –Me encojo de hombros y su tono de voz cambia intentando defender algo en lo que cree ciegamente. Algo débil y sin fundamentos en mi opinión—. Cuéntamelo otra vez.

—Me llamó a las cinco de la mañana. –Digo despacio no solo para que me entienda sino porque mi mente no da mucho de sí. Es mucha y muy grande mi falta de sueño—. Me dijo que fuera a buscarle al Éxtasis. –JungKook asiente—. Cuando llegué lo encontré tirado en uno de los pasillos con la espalda apoyada en la pared. Me pidió que le llevara de vuelta a casa.

—¿Le llevaste tú a ese sitio?

—No.

—¿Cómo fue?

—¿Y yo que sé? –La verdad es que no había pensado en eso. Di por supuesto que se habría cogido un taxi para no molestarme pero la idea de que le hubieran ido a recoger se me hace cada vez más atractiva.

—Sigue. –Me pide.

—Nada más salir del edificio vomitó en el suelo, le monté en el coche cuando se recompuso y le llevé a su casa. –Omito el detalle de que le acompañé hasta dentro y le preparé una infusión porque lo consideré más que innecesario. De repente me acuerdo de su cuerpo en un pijama. Recuerdo también preguntarme a mí mismo cómo vestiría en su casa pero no me di cuenta en el momento porque llevaba un pijama normal. Como todo el mundo.

—Vaya… —Dice calculando algo—. ¿No le pediste explicaciones?

—Le dije que no me incumbía pero que qué había tomado. Me dijo que no era de mi incumbencia así que no insistí.

—Ya veo. Qué raro.

—Todo el mundo tiene derecho a salir una noche.

—Y lo dice el liberal. –Nótese la ironía.

—Yo no digo que sea malo salir solo que a mí, personalmente no me gusta. –Asiente haciendo un puchero y antes de darme cuenta ya sostiene mi mano entre las dos suyas. Con las yemas de sus dedos acaricia la palma de mi mano como si leyera cada una de las líneas y las sigue sin saltarse una. Dedo por dedo hasta llegar al meñique y vuelta a comenzar. En este proceso tarda tres minutos. Ya lo ha hecho antes así que no me molesta. Al contrario, me hace sentir ligero y delicado. Me recuerda a un momento singular en mi infancia cuando mi prima pequeña venía de visita a mi casa y traía sus muñecas. Las peinaba, las acariciaba, las vestía con el mismo cuidado y cariño con que JungKook juega con mi mano.

—Sal conmigo un día. –Dice sin apartar sus negros ojos de mi mano.

—¿Por la noche? Acabo de decir que no me gusta. –Contesto con una sonrisa.

—Cuando tú quieras y a donde tú quieras. No me importa.

—Ya estamos aquí. –Frunzo el ceño y deja de acariciar mi mano para entrelazar sus dedos con los míos.

—¿No me escuchas, Taehyung? Me refiero a una cita.

—¿Una cita? –Aparto mi mano de la suya y la coloco en mi regazo lejos de su alcance.

—¿He dicho algo malo?

—¿Me estás proponiendo una cita? ¿Por qué? –Un escalofrío recorre mi cuerpo. Me siento muy impotente de repente. Se encoge de hombros.

—Eres gay, ¿no?

—Sí. ¿Tú también?

—Claro. ¿No te has dado cuenta hasta ahora? –Me encojo de hombros.

—¿Sabías que yo lo era?

—No. Me he arriesgado. –Sonríe quitándose un peso de encima—. ¿Entonces me dices que sí?

—No lo sé. –Niego con la cabeza y suspiro retirando la taza de café vacía de mi vista. Su rostro parece caer en la decepción por mi respuesta pero rápido se anima y se acerca a mí en la mesa. Inclina su cuerpo más al frente para no tener que hablar alto.

—Sé que he sido muy brusco, lo siento. Te daré tiempo para que me des una respuesta. –Asiento y se levanta de la mesa—. ¿Vamos a dar un paseo? Me apetece caminar. Y sigue contándome más cosas Suga.

Nada más salimos del establecimiento el aire fresco me hace poder volver a respirar de nuevo. Aún intento asimilar que JungKook me haya pedido una cita pero lo que más me cuesta entender es porqué no le he dicho que sí. Es un chico listo, encantador, atractivo, trabajador, amable, cuidadoso, precavido. Algo me dice que no podría mantener una relación duradera. No me veo con fuerzas para hacerlo. No ahora.

—Me dijiste que dejaste de estudiar a los dieciséis. ¿Pensabas por aquel entonces en qué querías trabajar?

Caminando hemos llegado a un parque que está rozando el río Han. Las hojas de los árboles se amontonan en colores ocres por el suelo y crujen bajo nuestros pies. Algunos niños no se ven privados de la tentación por saltar sobre ellas. Algo de lo que yo me tengo que contener porque me considero adulto.

—La verdad es que desde los doce años supe que no acabaría la secundaria. Así que no me preocupé por pensar en esas cosas.

—¿Nunca pensaste en qué te hubiera gustado ser?

—En eso sí. Sabía que no tendría un buen futuro pero todos soñamos con algo así. –Comienzo a susurrar—. Me hubiera gustado ser chofer de ídolos famosos, pero shh, no se lo digas a nadie. –Comienza a reír de manera exagerada y se rodea el vientre con los brazos.

—¿Me lo dices enserio?

—¡Qué va! –Sonrío con él—. En realidad me gustaban mucho las matemáticas, aunque parezca un suicidio y me hacía ilusión impartir clases de matemáticas a niños pequeño. Tengo paciencia para esas cosas.

—Puestos a soñar, ¿por qué no soñar con algo mejor?

Puestos a amar, ¿por qué no amar a alguien mejor que a mí? –Pensé pero no dije nada.

—Porque nunca me han gustado los sueños grandes, las grandes ilusiones, las grandes fantasías. Soy alguien que se conforma con las cosas que no quieren los demás.

—Eso es muy triste. –Dice haciendo un puchero y lleva su mano a rodear mi brazo. Pensé que el contacto físico me incomodaría ahora pero la verdad es que se siente bien.

—No. No es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita.

—Yo prefiero ser una persona caprichosa. Me gusta lo mejor y me esfuerzo por conseguirlo.

—¿Eres cabezón?

—Un poco. Solo cuando no consigo lo que quiero. –Me he dado cuenta, con el tiempo, que comienzo a comparar la forma de hablar de JungKook con Yoongi. Cada uno expresa lo que piensa pero no solo cambia el tono sino también las palabras. Mientras que los sentimientos de JungKook son algo infantiles, inmaduros y vivos, los de Yoongi por el contrario se me hacen indescifrables. Son como un videojuego. A base de repetir y repetir te conoces los primeros niveles casi de memoria, pero a medida que pasas pantallas, cada una se hace más difícil e indescifrable que la anterior. La comodidad de lo conocido de Jungkook vive en una lucha permanente con la intriga que me excita de YoonGi. Una lucha constante que ambos desconocen.

—¿Sueles conseguir lo que quieres?

—Siempre.

—¿Y si no lo consiguieras una vez?

—Tal vez enloquecería. –Dice con una amplia sonrisa que me muestra sus grandes dientes.

La palabra “Locura” se repite en mi mente durante todo el tiempo que nos mantenemos en silencio que no es poco, pero más me preocupa, cuando soy consciente, de los silenciosos pensamientos de JungKook. De un momento a otro con su mano recorre mi brazo y entrelaza nuestros dedos aprovechando que no hay demasiadas personas a nuestro alrededor.

—Imagínanos. –Susurra—. Caminando por el parque, un sábado por la tarde, tomando unos helados, dando una vuelta.

—Eso ya lo estamos haciendo.

—Luego se pone a llover y te dejo mi chaqueta, te acompaño a casa y nos despedimos con un beso.

—Basta Jeon. –Me enfado retirándolo de mí. Le miro con la peor mirada asesina que puedo fingir y se destornilla.

—Solo era una broma, hyung. –Hace un puchero adorable y sus pensamientos cambian cuando pasamos al lado de un kiosco—. Vamos, quiero unas chuches. –Sujeta mi mano de nuevo y me conduce dentro.

Cuando entramos me doy cuenta de que es un establecimiento mucho más angosto de lo que había imaginado en un principio pero mientras que JungKook se entretiene como un niño pequeño pidiéndole al tendero una variada selección de gominolas yo me entretengo ojeando unas revistas. La mayoría, como demanda la sociedad consumista de este país, son de cotilleos sobre famosos pero me sorprendo al ver entre las páginas de una, unas fotos de Yoongi y unos actores y actrices más en medio de una sala de karaoke bebiendo y fumando. El titular es significativo.

« ¿Se nos cae un mito o todos tenemos derecho a un descanso? »

Una variada selección de imágenes algo comprometedoras me asalta pero hay una de entre todas que me sorprende con mi propia presencia. Una imagen, algo oscura y mal enfocada del momento en que le acompaño al coche después de que vomitaste.

—¿Tú quieres algo?

—No, gracias.

—Deme unas cuantas chocolatinas rellenas, le encantan. –Le pide al tendero de mi parte aunque le haya dicho que no. JungKook paga todo y salimos pero yo ya no estoy con él. Mi mente está en los recuerdos de ayer que mi cerebro se esfuerza por revivir en la intimidad.

—Te dije que no hacía falta que me compraras nada.

—Toma, cállate y come, idiota. –Me da unas chocolatinas y las saboreo con gusto. Están realmente deliciosas—. Dentro de cinco días será la fiesta nacional. Y hay una fiesta en casa de uno de mis amigos de la infancia.

—Ya veo. –Digo.

—Me gustaría que me acompañaras.

—¿Es algo que se tenga que ir en parejas?

—No, solo que quiero que estés conmigo allí. Será divertido te lo prometo.

—No lo sé, Jeon. ¿Entiendes cuando te digo que no me gustan las fiestas o salir a bares y discotecas?

—Lo entiendo pero, no te pido que vayas por ti, sino por mí. Quiero estar contigo.

—Mi madre lleva unos días enfadada. No sé si será bueno que salga hasta tarde con ella así.

—Tienes veintiún años, Taehyung, arriésgate a desobedecer por un día.

—No lo sé… —Jeon se detiene en medio de la calle y se planta delante de mí para mirarme con un puchero en los labios.

—Por favor, hyung… —Acabo resignado a su infantil comportamiento.

—Está bien. –Suspiro y comienza a dar saltos de alegría—. Pero prométeme que me dejarás ir cuando vea conveniente.

Después de haberle dicho que asistiré no le importa lo más mínimo acceder a todas las condiciones que le ponga. Sin darme cuenta me comprometo a ir con él a una fiesta. Mi madre me decía que no me comprometiera a cosas que no pudiera hacer.

 


Capítulo 7            Capítulo 9

Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares