CHOFER (TaeGi) - Capítulo 33
CAPÍTULO 33
TaeHyung
POV:
El frío se ha colado por todo mi cuerpo
mientras estaba en la calle pero con todo no me he dado cuenta porque no he
parado de correr hasta que no he alcanzado el garaje. Una vez dentro del coche
me he sentido completamente aliviado del nudo en mi garganta que ha reaparecido
a medida que me acercaba a la casa de Yoongi. La tensión me subía haciendo que
parte de mi cuerpo, como los brazos o las piernas sintieran, un extraño
hormigueo. Los dedos se aferraban al volante sin cuidado. Casi con inquina. Nada
más llegar frente a la casa y ver como él ya estaba esperándome fuera, me hizo
comprender lo que realmente me sucedía. La ira me consumía por momentos.
Poco a poco veo el cuerpo de Yoongi acercarse
al vehículo y entrar por su puerta para dejarse caer en su asiento y mirar su
reloj de pulsera plateado con una sádica sonrisa en los labios.
—Cinco minutos tarde. –Chasquea dos veces con
la lengua haciendo que mi más sincera paciencia se desborde acabando pisoteada—.
Pierdes facultades, Kim Taehyung.
Sin contestar a eso acelero tan rápido y de una
manera tan sorprendente para él que se agarra al propio cinturón sin habérselo
abrochado aun. Su cuerpo, al igual que el mío, sufre un extraño empujón hacia
atrás por el reprís pero cuando la velocidad se mantiene acabamos
acostumbrándonos.
—¿Qué tal la cena? –Me pregunta con sorna y sin
apartar la vista de la carretera suspiro y respondo de manera educada.
—Bien.
—Me alegro. –Asiente a mis palabras pero más
bien parece que lo hiciera por las suyas propias—. Hace una noche preciosa, ¿no
te parece? –Como no contesto y me ve fruncir el ceño, habla para sí mismo—.
Siempre me ha gustado la noche. Mucho más que el día. –Mirándole de reojo
descubro que en su cuerpo lleva uno de esos carísimos trajes que portaba cuando
nos conocimos—. ¿Sabes qué voy a hacer hoy? Me van a entrevistar por…
—No me interesa. –Digo a medida que cruzamos el
puente del río Han adentrándonos en la ciudad. Antes de que él diga nada en
respecto a mi respuesta me veo sorprendido por un atasco y suspiro exasperado
sintiendo como la sangre bulle dentro de mis venas.
—¿Qué maneras son esas de hablarme? –Pregunta y
sus palabras se interrumpen por una música proveniente del bolsillo en mis
pantalones. Antes de poder reaccionar ya está allí su mano sacando mi móvil del
bolsillo—. No, no. –Me dice—. Nada de hablar al volante. –Dice pero mira unos
segundos la pantalla luminosa y descuelga llevándose el auricular a la
oreja.
Esto no hace sino enfadarme aún más pero
suspiro un par de veces y pito el claxon, desfogando mi ira con el resto de
conductores a mi alrededor. Yoongi habla con la persona al otro lado.
—Sí, este es el teléfono de Taehyung. Sí. ¿En Serio? ¡Qué mal! –Dice pero no hay pena en su voz—.
—¿Quién es? –Pregunto algo nervioso.
—Sí, está aquí conmigo. No, no puede ponerse.
No. Porque no me da la puta gana. –Su voz sigue normal pero yo tiemblo por sus
palabras.
—¿Quién es? ¿Es importante?
—No. –Me dice a mí—. Es tu novio. –Sonríe pero
a los segundos la sonrisa desaparece escuchando la voz de Jungkook al otro lado—.
Ups, rectifico, tu ex. –Yoongi se encoge de hombros y frunce el ceño ante una
nueva información—. Sí. Sí, lo sé. Pues porque lo sé. Y punto.
—Pásame el móvil. –Le exijo y estiro mi brazo
para cogerlo pero me golpea y me veo obligado a retroceder.
—¡Claro que sí! ¡Qué chico tan listo! –Le dice
a JungKook con un deje sarcástico—. Estaba tan caliente y apretado. Ufff… —Comienza
a poner cara extrañas, simulando un placer inexistente. Mi cuerpo arde en la
ira—. Me corrí tantas veces…
—¡Yoongi! –Grito soltando el volante para
arrebatarle el móvil y cuando está en mis manos mi instinto es colgar
directamente. Me quedo unos segundos mirando la pantalla y suspiro pesadamente
hasta que se vuelve negra.
—Puedes avanzar ya. –Me dice con un tono de voz
completamente distinto. Calmado e incluso aburrido.
—¿Se puede saber qué diablos…? –Intento formar
una frase coherente para exigirle una respuesta a su comportamiento pero tras
mirar su rostro y ver la indiferencia encarnada, me resigno a mantenerme en
silencio y avanzar al fin con el coche hasta llegar al destino. Cuando aparco,
él se baja indicándome que no volverá hasta tarde pero que le espere. Yo me
encojo de hombros y no muevo el coche de donde estoy. Suspiro varias veces y regreso
a mi móvil para llamar a JungKook y aclarar lo que acaba de suceder. Me
sorprende la rapidez con la que me descuelga la llamada pero más aún el llanto
mal disimulado al otro lado.
—¡¿Qué quieres?! –Me grita.
—Quiero hablar con calma.
—Yo ya no quiero.
—Me llamaste para eso, ¿verdad? Quieres una
explicación.
—Quiero que me digas, ¿qué diablos ocurre
contigo?
—No lo sé. –Contesto sinceramente.— Siento no
poder darte una respuesta mejor—. Él ríe sarcásticamente al otro lado del
teléfono.
—Que bien.
—Jeon, lo que has escuchado, no era mi
intención. No me ha dejado hablar contigo…
—No te preocupes. Ahora todo está tan
claro…
—No es lo que piensas.
—¿Seguro? –Reflexiono ante sus palabras y acabo
suspirando porque tal vez tenga razón—. Qué estúpido he sido. No, en realidad
soy el más inteligente del mundo porque ya te acusé hace tiempo de esto. Cuando
me abandonaste por atender las “urgencias” de Yoongi. Ese día te acostaste con
él, ¿verdad? –Hago memoria.
—No.
—Ya claro. ¿Pretendes que te crea?
—No.
—Genial. No tengo nada más que decir.
—Espera, yo sí. Lo sien… —La llamada se cuelga
y me quedo con un móvil inservible en mi mano. Suspiro pesadamente y guardo de
nuevo el móvil en mi bolsillo.
(…)
Cuando son las tres y media de la mañana, mi
teléfono vuelve a sonar. Un mensaje de Yoongi:
——Ven hasta la puerta. Ya nos vamos.
Me pregunto a mí mismo, mientras conduzco a
donde me ha indicado, cómo es posible que el odio me consuma tan de repente y
solo con la misma persona. No me ha hecho nada pero lo que ha creado con sus
gestos es un caos que poco a poco se ha llevado mi vida como un huracán. Un
tsunami que ha arrasado con todo lo poco bueno que aún conservaba. Ese es el
motivo de mi odio y este odio, solo se manifiesta en forma de ira. Ira, que no
puedo contener.
—¿A casa, señor? –Le pregunto una vez dentro
del coche y él me mira por encima del hombro, sonriendo.
—A no ser que quieras hacer algo más
interesante… —Me lo tomo como un sí y nada más incorporarnos a la carretera
vacía a estas horas de la mañana, dejo de contenerme.
—Vas a darme una explicación ahora mismo. –Le
exijo intentando hacer que mi voz suene calmada y no estropeada por el miedo y
la inquina.
—¿Ya estamos con eso de las explicaciones? Ya
te lo dije, no me pidas lo que tú aborreces.
—Las necesito, Yoongi. ¿No lo entiendes?
¡Porque yo ya no entiendo nada!
—No grites. –Me ordena firme.
—Vas a contestarme a todas y cada una de las
preguntas que te haga. ¿Por qué dejaste tu trabajo?
—¿Qué tiene eso que ver contigo? Es mi
problema.
—¡No puedo evitar sentirme tremendamente
furioso! ¿A qué viene eso tan de repente?
—Déjalo estar, Taehyung. –Mira por la ventana
despreocupado.
—¡No! ¡Mírame! ¿Tiene algo que ver con la
entrevista de aquel día? ¿Con la foto que se ha publicado de ti? ¡Esa es otra!
¿Qué diablos hacías besándote con un hombre en una sala de karaoke? ¿Acaso no
sabías que te estaban fotografiando?
—Puede ser, no me acuerdo de eso. –Roza su frente
con la palma de su mano completamente agobiado por mis gritos.
—¡Genial!
—¿Y qué tiene que ver esto contigo? ¿Puedes
explicármelo?
—¡Mucho!
—Explícamelo porque no lo entiendo.
—Si tengo que ir a recogerte a altas horas de
la mañana y te encuentro borracho y sin tenerte en pie, me siento en la
obligación de involucrarme.
—Separa los mundos Taehyung. Es tu trabajo, no
lo haces por caridad.
—Mi trabajo es llevarte a…
—¡Tú trabajo es lo que yo diga! –Grita ahora
mirando el salpicadero. Con su voz siento que mi pie se hunde en el acelerador—.
¡¿O acaso te creías que los cambios de jefe son cosa del destino?! ¡Cuando
quiero tenerte te tengo, y punto!
—Baja de la nueve, idiota. Soy una persona, con
sentimientos. Jugar conmigo implica que me haces daño.
—¿Acaso crees que me importa? –Me mira
esbozando una expresión de repugnancia y yo sonrío sarcástico.
—Me repugnas, Yoongi. –Suelto sin más—. Eres un
maleducado irrespetuoso. –Ahora el que ríe es él—. Me parece una falta total de
madurez la manera en que te comportas.
—¿Eres mi padre ahora, acaso?
—¡Te lo digo porque me da la gana! Dejar tu
trabajo sin más. Salir a beber solo para ahogar los demonios de la conciencia.
Te compadeces de ti mismo constantemente pero en realidad no te cuidas en
absoluto. Esperas que el resto se preocupe por ti y cuando eres consciente de
que no tienes a nadie vuelves a caer sin remedio. ¿Tu solución? Emborracharte y
tener sexo con el primer hombre que se te cruce. –De repente, su expresión que
había sido sincera mientras le gritaba, se torna divertida e incluso
cínica.
—No somos tan diferentes. –Le miro frunciendo
el ceño pero él me devuelve una mirada cálida y sincera—. Beber y drogarse
hasta altas horas de la mañana, compadecerse de uno mismo. Tener sexo con
desconocidos… Si no recuerdo mal, a pesar de ser consciente de tener una pareja
que tenía altas expectativas de ser una relación seria, preferiste serle infiel
conmigo varias veces.
—¡Cállate! –Le grito por hacerme ver mis
errores.
—Seguro que luego pensabas en cualquier excusa.
Yo no te drogué contra tu voluntad así que yo no soy el motivo. Seguro que es
algo así como “no tengo mandos sobre mi vida” –Imita mi voz y eso me pone aún
más nervioso—. ¿Me equivoco? Le echas la culpa al destino por ponerme delante
cuando perfectamente podrías haberme sorteado. ¡Hazte responsable de tus
propios actos antes de recriminarme nada!
—¡No sabes nada de mí!
—¿Y tú de mí sí?
—¡Lo suficiente!
—¡Y una mierda! –Hacerle creer que sé más sobre
él de lo que se cree parece haberle puesto mucho más nervioso, como alguien
receloso de su privacidad. Golpea el salpicadero con sus manos y yo aferro más
fuertemente el volante. Mis nudillos se han tornado blancos y mis piernas
sufren un extraño hormigueo por la ira. Pierdo los mandos de mi cuerpo.
—¡Solo te he pedido explicaciones de tu comportamiento!
—¡Te he dicho que no tengo que darte
explicaciones! ¡Dame un motivo para hacerlo! –Le miro intensamente aun
conduciendo.
—¡Me importas!
Sus ojos me miran de golpe y toda su expresión
parece tornarse pacífica. Un extraño silencio nos rodea de repente acentuado
por la comparación de segundos atrás cuando ambos gritábamos furiosos. Siento
como la tensión se rarifica y nuestros músculos se relajan. Sus ojos brillan
por las luces pero ese brillo desaparece. Él mira al frente y toda su expresión
cambia.
—¡Cuidado! –Grita y me obligo a mira de nuevo
al frente. Ya es demasiado tarde para evitar como el coche inducido por la
velocidad se desvía de la carretera por mi inconsciencia y chocamos contra el
lateral del puente del río. Tras cruzarlo, dejo de tener el control sobre el
vehículo y las ruedas ya no están sustentadas en nada más que la gravedad. En
nuestros cuerpos, el mismo subidón de adrenalina nos consume a ambos y yo me
sujeto al volante mientras desplazo mi cuerpo hacia atrás y veo, a mi lado, las
manos de Yoongi interponiéndolas entre él y el salpicadero. Nos gritamos pero
nuestro cuerpo refleja el miedo que sentimos tensándose a límites
inimaginables. La discusión queda ya muy atrás en el tiempo y poco a poco
mientras el morro del coche se desplaza hacia abajo, la imagen negra del agua
se acerca como una ola que nos consumirá. El impacto es inmediato. Inevitable.
Comentarios
Publicar un comentario