CHOFER (TaeGi) - Capítulo 29

 CAPÍTULO 29


TaeHyung POV:

 

El sol entra por la ventana sobre mi cabeza. Es un calor tremendamente agradable y juraría que podría estar aquí para el resto de mi vida. Las sábanas me envuelven haciéndome sentir mucho más caliente. Giro mi cuerpo instintivamente y algo se interpone en mi camino. Un cuerpo, igual que el mío pero un poco más frío. Su piel, en contacto con las yemas de mis dedos, es suave y cálida pero siento un fuerte instinto de abrazarme a ese cuerpo y acurrucarme en su espalda. Oliendo su dulce pelo de caramelo acurruco mi cabeza en la línea de su cuello y respiro profundamente.

El cuerpo en mis brazos, tras ser consciente de mi presencia se gira también para quedar de cara a mí y esconderse en mi cuello. Gime un poco intentando desperezarse pero al contrario de lo que pretende, bajo el peso de mis brazos, vuelve a sumirse en la somnolencia. Mis manos, ya despiertas, vagan por su columna sintiendo todas y cada una de sus vértebras. El pelo en su nuca es corto y suave, y la línea de su cintura es perfecta. Repaso y memorizo para mí mismo cada una de las pequeñas partes de esta persona deseoso de descubrir su rostro pero antes siquiera de verlo, mi cerebro se despierta de golpe haciéndome abrir los ojos de inmediato.

El rubio pelo de YoonGi, revuelto y desordenado hace cosquillas bajo mi nariz. Su color es mucho más intenso bajo la luz del sol. Su piel, mucho más pálida y la expresión de serenidad mientras duerme me hace ver que no es más que un niño. Sus mejillas hinchadas, apoyadas en mi torso desnudo. Sus labios húmedos aplastados en mi piel igual. Hace un puchero sin querer y sus ojos se mueven bajo los párpados. Rápidamente se frunce su ceño poniéndome nervioso y uno de sus ojos se abre con dificultad. Mira delante de él con sueño y vuelve a cerrarse para acurrucarse aún más en mi pecho y así pierdo de vista su rostro.

Yo alzo el mío al cielo para sentir como los rayos de sol, aunque débiles, consiguen calentar mis mejillas. A través de los párpados la luz es casi cegadora pero no me importa. Es muy agradable. Es un amarillo tal brillante que me recuerda a la piña. El calor de un verano degustando con su frescura y su intenso sabor mientras todo mi cuerpo sufre el calor de un día en la playa. Un día que nunca ha existido.

Suspiro haciendo un esfuerzo por recordar qué ha ocurrido entre lo último que recuerdo que es comer un brownie de chocolate con marihuana y estar aquí tumbado, semidesnudo con Yoongi en la cama. Repaso todos y cada uno de mis recuerdos y aunque borrosos puedo vislumbrar un par de acontecimientos. Veo la esbelta y curvada figura de una cachimba entre nosotros en el piso mientras el humo invade nuestro espacio. Tantos cigarros que ya no calculo una cuenta exacta. También algo de alcohol pero no recuerdo qué exactamente. Recuerdo el placer constante, a cada momento volvía a estar entre los brazos de Yoongi. Un coche. El suyo. Recuerdo la velocidad y el conejo pero al ver más claramente los ojos rojos del conejo un agudo dolor atenaza mi cerebro y siento como si estallara dentro de mi cráneo. Me llevo allí una mano y presiono en mi sien hasta que todo pasa.

Es entonces cuando tengo la mente más clara y recuerdo quién soy yo. Y más aún, quién es el hombre a mi lado.

—¡Yoongi! –Digo nervioso mientras me incorporo en la cama desplazando su cuerpo dormido a un lado—. ¡Yoongi levanta! –Le zarandeo hasta que se queja y al fin saco los pies del colchón para apoyarlos en el suelo y ponerme los pantalones caídos al pie de la cama.

—¿Hum? –Gruñe mientras se pone boca abajo en la cama y se restriega los ojos con el dorso del brazo.

—¡Llegamos tarde a trabajar! ¡Los dos! –Grito aun más fuerte haciendo que su cuerpo se incorpore unos segundos tenso y nervioso. Me mira a los ojos y yo le miro a él intentando saber en qué diablos piensa pero se encoge de hombros y se desploma de nuevo cerrando los ojos y abriendo sus labios apoyados en la almohada.

Sin poder creerme su comportamiento me levanto abrochándome los vaqueros y miro el reloj.

—¡LAS DOCE Y CUARTO DEL MEDIODÍA! –Grito sintiendo como todo mi cuerpo se tambalea. Pierdo unos segundos el equilibrio y miro el cuerpo de Yoongi tirado en la cama tan despreocupado. Su piel es completamente blanca y la sábana descubre una de sus nalgas desnudas—. ¡Tendría que haber llevado al señor Park al trabajo! –Digo mientras veo varias llamadas perdidas de su número. Y unas cuantas más de mi jefe—. ¡Y tú deberías estar en tu programa de televisión!

—¡Qué más da ya! –Se queja mientras hunde más su cabeza en la almohada.

—¿Me estás tomando el pelo? –Pregunto mientas me pongo de nuevo toda la ropa con la que llegué aquí anoche y le zarandeo el brazo—. ¡Levántate de ahí! ¡Te llevaré ahora mismo a trabajar! ¡Jimin me matará! –Llevo mis manos a la cabeza completamente convencido de que me degollará.

—¡Cálmate! –Me gruñe mientras se yergue en la cama y apoya su espalda en el cabecero. Lleva ambas manos a su rostro y estira de su piel hacia abajo según pasan los dedos por ella.

—Cualquiera diría que no te importa una mierda tu trabajo. –De repente me mira serio y suspira apesadumbrado.

—Pásame la ropa. –Me exige y al fin, se levanta de la cama.

 

(…)

 

—Baja la velocidad, o nos estrellaremos. –Me advierte cuando siente mis prisas por llegar en la velocidad del coche y sin embargo su voz no ha sonado ni mínimamente preocupada. Ha sido más como un comentario vulgar sin importancia.

—Lo siento. –Digo serio frunciendo el ceño.

—¿Estás enfadado? –Pregunta—. ¿Te has enfadado conmigo?

—No. –Digo algo más calmado.

—Mejor, yo no te he hecho hacer nada en contra de tu voluntad.

—Lo sé. Es solo que me gusta ser puntual y cumplir con mi trabajo.

—¿Recuerdas lo que pasó anoche? –Me pregunta mirándome al rostro yo asiento y él se tranquiliza un poco—. Bien, sería muy complicado explicártelo todo.

—¿Pasó algo fuera de lo común? –Pregunto sonriendo.

—Casi atropellamos un conejo. –Me dice con una sonrisa infantil.

—Yo no lo recuerdo así. Yo recuerdo que por poco no nos matamos nosotros.

—Dos verdades de un mismo hecho. –Se encoge de hombros y yo suspiro, desagradado con su comportamiento pasivo antes esta situación—. Gira a la derecha. –Me dice de repente y casi como un acto reflejo le obedezco pero no me doy cuenta hasta un rato después de que ha desviado la ruta del camino a su trabajo.

—¿No vamos a tu trabajo?

—No. Primero vamos al garaje. –Me mira asintiendo y yo me encojo de hombros—. El programa ya debería haber terminado. No es como si llegamos cinco minutos tarde, ¿entiendes?

—Bien.

Durante el camino comienzo a plantearme diferentes excusas que ponerle al jefe en cuanto mi falta esta mañana y mi maleducado comportamiento, pero cuando llegamos y salgo del vehículo mi jefe viene corriendo a mí con un periódico que leía en la mano. Lo enrolla y con él me da en el brazo.

Antes de nada, inclino mi cuerpo disculpándome.

—¡Lo siento mucho señor!

—¿Cómo que lo sientes? Sentirlo no es suficiente. El señor Park llamó encolerizado esta mañana preguntado por ti y su coche. Ha tenido que ir en bus al trabajo y le he hecho llevar su coche a su oficina para que al menos regrese a casa en él.

—¡Lo siento, de veras! –Me golpea de nuevo con el periódico.

—¿Y qué haces apareciendo con el coche del señor Min? ¿Te lo llevaste de fiesta eh, granuja? ¡Pues estás despedido, inútil!

—¡No le ponga una mano encima! –Le ordena Yoongi apareciendo por el asiento del copiloto. Al verle, mi jefe se detiene en sus movimientos y torna su agria expresión a una más amable.

—¡Oh, señor Min! –Le nombra inclinándose—. No sabía que estaba usted ahí.

—¡Y menos mal! –Las palabras de Yoongi son fuertes pero su rostro no cambia de uno inexpresivo—. Si no le dejaría marcadas las noticias impresas en el brazo. –Mi jefe ríe su gracia—. A mí no me da risa. Si este hombre no ha podido venir hasta ahora es porque antes de llevarme anoche a casa como era su trabajo, bueno, no, el de Jeon JungKook. Que de eso ya hablaremos usted y yo más tarde, le pedí que me llevara a dar una vuelta antes porque salí sofocado de mi trabajo.

—Oh, ya veo. –Dice sonriendo—. Ya me he enterado de lo de…

—No he terminado. –Su expresión se torna más seria aún si es posible—. Condujo lejos del centro, el coche nos dejó tirados en medio de la nada.

—¿No pudo llamar a una grúa?

—No pude, no teníamos cobertura.

—Oh, ya veo. Disculpe mucho todo el alboroto. –Ahora se dirige a mí—. Por supuesto tú mantienes tu trabajo, jovencito.

—Disculpe. –Le dice Yoongi—. ¿Podríamos hablar en privado? Necesito comentarle algo. –El hombre asiente—. Bien, espéreme en el despacho, ahora mismo voy.

Cuando el hombre ha desaparecido Yoongi se dirige a mí.

—Ve a casa y aséate. –Me guiña un ojo—. Seguro que lo estas deseando. –Sonrío lleno de alegría.

—Gracias hyung. —Susurro y veo como se aleja en dirección al despacho de mi jefe.

 

 

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