CHOFER (TaeGi) - Capítulo 26

 CAPÍTULO 26


TaeHyung POV:

Dejando el coche de Jimin en el garaje saco el de Yoongi y me dirijo a una alta velocidad hacia su casa. Cuando llego él ya está fuera de esta esperándome con un abrigo color crema que es más grande de lo que cabe en su cuerpo y una camisa de cuello alto debajo, de color marino. En sus ojos hay unas gafas de pega redondas y en sus manos unos guantes negros. Aparco frente a él y llevándose ambas manos a su rostro para calentar sus mejillas, entra en el coche y se sienta a mi lado.

—Al fin mi querido coche. –Dice poniéndose el cinturón y encendiendo la calefacción para quitarse los guantes y, posteriormente, poner ambas manos delante de la salida del aire.

—¿Se puede saber por qué diablos esperaba fuera?

—Me sentía impaciente. –Dice sonriendo—. Bonita bufanda.

—Oh, mmm, gracias. –Sonrío aunque me hace gracia que lo diga.

—¿Mi tabaco? –Pregunta.

—Lo tengo en la chaqueta, en cuanto pueda… —Digo porque en este instante se me hace imposible soltar el volante pero inducido por su ansiedad lleva sus dos manos a rebuscar en mi chaqueta palpando mi cuerpo haciendo que sienta el impulso de dar un volantazo pero me mantengo firme y me aguanto las cosquillas que me producen sus manos sin querer. Al notar un bulto sobre la chaqueta que identifica con un paquete introduce su mano dentro de la chaqueta y rebusca en ella el paquete. No tarda apenas diez segundos y ya se está llevando uno de los cigarrillos a los labios.

—¿Quieres uno? –Me pregunta.

—No debería fumar mientras conduzco. –Digo porque no me veo capaz de hacerlo.

—¿No sabes hacer dos cosas a la vez?

—Apenas tengo unos cuantos meses de experiencia conduciendo, señor. –Asiente resignado—. Y usted tampoco debería fumar.

—¿Y eso por qué?

—Porque deberá bajar la ventanilla y será una tontería tener la calefacción puesta.

—Pues la apago.

—Pero hace frío. –Me quejo casi llegando a hacer un puchero. Me mira unos segundos y mientras niega con la cabeza acaba resignado introduciendo el cigarro de nuevo al paquete. Suspira mirando las luces de los edificios por la ventana.

—La entrevista empieza a las diez y cuarto. Pero no sé cuándo terminará. –Dice apoyándose en la ventana—. Supongo que será una media hora o un poco más. No estoy seguro.

—Señor.

—¿Sí?

—No he cenado, ¿podría ir a alguna cafetería cercana a compra un café y tomarlo aquí dentro con la calefacción puesta? –Él me mira frunciendo el ceño.

—¿Qué clase de pregunta es esa? –Dejo caer mis hombros derrotado—. ¡Claro que puedes! –Le miro sonriendo sintiéndome alegre de nuevo y asiento mientras poco a poco nos acercamos a los estudios de radio.

 

(…)

 

El aire frío es tremendamente cortante pero agradezco no solo la bufanda en la que me refugio sino también el bote de café en mis manos que aunque no es demasiado, sí suficiente para que no se me entumezcan los dedos. Camino ligero hasta llegar al coche aparcado a la vuelta del edificio y cuando entro dejo el bote sobre el salpicadero mientras enciendo la calefacción y mi cuerpo se adecua a la nueva temperatura. Descubriendo mis labios de la tela, pruebo el dulce café con vainilla y todo mi interior se apresura a recibir el líquido caliente tan dulce y necesitado. Cuando pasan unos segundos recuerdo la entrevista por radio y sin pensarlo demasiado y por pasar el tiempo enciendo la radio del coche buscando entre las cadenas la que estoy ansioso por escuchar.

El setenta por ciento de las emisoras son de música y el treinta restante programas sobre política o debates similares de deporte o moda. Suspiro apesadumbrado perdiendo las esperanzas cuando la voz de un reportero aparece fuerte y animada obligándome a detenerme.

Estamos aquí con el famoso Min YoonGi que al fin nos ha concedido una entrevista. –Me siento más cómodamente en el asiento y abrazo la taza de café mientras escucho atentamente. La voz que entrevista es una voz animada y muy jovial. Tal vez la persona, según habla, parece alguien hiperactivo, de estos que no paran quietos en un asiento.

Así es, Ryeowook. –La voz de Yoongi resuena en el coche y si cierro los ojos y olvido el sonido de las leves interferencias puedo representar en mi mente su cuerpo a mi lado—. He estado muy ocupado.

Sí, ya lo sabemos. Nada más que en tu nuevo álbum. ¿No es cierto?

—Así es.

—Y dinos, ha sido top en ventas en el país y en el extranjero y apenas lleva en el mercado una semana. ¿Cómo es posible?

—No lo sé, la verdad. Solo pienso en hacer lo que me gusta y es un honor que a los demás les guste lo que hago.

—¡Claro que sí! Pero de eso hablaremos más tarde. Away. Es el título de tu nuevo álbum.

—Sí.

—¿Por qué “lejos”? ¿Qué quiere decir?

—Es parte del título de la canción principal, Take me away. Y la última que escribí de este disco.

—Ya veo. ¿Es tu canción favorita? Sé que a un cantante no se le puede preguntar cuál de todas las canciones le gusta más porque todas tienen algo importante pero me obligan a preguntarlo. –Una risa nerviosa de ambos rompe la conversación.

—Sí, algo así. La escribí entera en una sola noche. Hace apenas dos semanas. Quise incorporarla en el disco aunque la productora me puso muchos inconvenientes.

—Ya veo. Algo así como “inspiración divina”.

—Eso es. –Ambos ríen de nuevo y sonrío yo también. Durante unos segundos se oye de fondo lo que parece el estribillo de esa canción que al contrario de lo que pensé es una canción lenta pero con golpes de voz muy fuertes. Muy intensa.

—Ahí estaba nuestro Take me away. “Llévame lejos”.

—Sí.

—¿Tiene algo que ver con el último disco que hablaba de Ítaca? –Le pregunta de repente con una voz curiosa.

—Tal vez. Todas tienen relación entre ellas porque al fin y al cabo tienen como compositor al mismo autor. –Asiento dándole la razón aunque parezca un perturbado dentro de un coche a solas.

—En el MV de esta nueva canción se te ve muy entregado con la grabación. Descríbemelo para aquellas personas que no lo han visto aún. –Susurra de repente—. Los pocos que quedan. –Me sumo a ellos.

Al principio del MV se me ve en una casa que se sobre entiende es la mía. Y durante todo el video cambio de escenario pero siempre contando la misma historia. Varias veces me llevo las manos a la cabeza sufriendo ataques de pánico. Poco a poco las habitaciones se estrechan y se ve como los muebles se rompen y se astillan porque no queda espacio.

—¿Eres claustrofóbico, Yoongi?

—No, —ríe—, nada de eso. No se me habría ocurrido hacer nada parecido si lo fuera.

—¿Entonces?

—Es una metáfora de cómo la vida nos aplasta y todo parece querer sumirnos en la desesperación.

—Oh, ya veo. –Pasan unos segundos en silencio—. Llévame lejos. –Repite.

—Sí.

—¿Tiene usted tendencia a querer desaparecer? –Su tono de voz se vuelve algo extraño—. La vida de famoso no es fácil, por lo que sabemos. Y menos aun cuando le acribillan constantemente con información privada que los medios no deberían saber.

Yoongi se mantienen en silencio y como el entrevistador esperaba que no dijera nada, continúa.

—Hemos recibido unas fotos algo especiales que mañana mismo se publicaran en todas las revistas del cotilleo. Cómo ve usted aquí, son bastante comprometedoras. –Yoongi sigue sin decir nada—. ¿No dirá nada, señor Min?

—¿De dónde ha conseguido esto?

—Debe cuidar más sus compañías señor…

—¡Este no soy yo!

—La foto está un poco borrosa por el ambiente pero que es usted, es innegable.

—¿Qué es esto? –Grita Yoongi y yo me tenso en mi asiento mirando directamente la radio—. ¿Para esto vengo? ¿Para que me humillen?

Tranquilícese señor. Ni siquiera han visto nuestros oyentes de qué trata la foto. –Oigo como dentro de la sala donde se hayan reunido crujen varios objetos de metal.

—¡Váyanse ustedes a la mierda! ¡Pienso denunciarles a todos!

—Señor Min, no se vaya. Explíquenos esto. ¿Cómo es que usted…? –No termina de hablar porque ya le parece inútil y se oye muy de lejos los gritos de Yoongi.

—¡Esto es increíble! ¿Quién me manda salir de mi puta casa? ¡Joder!

Rápidamente siendo consciente de la situación que sucede dejo el café en el salpicadero y arranco el coche con un movimiento brusco sacándolo del aparcamiento. El sonido de los neumáticos en el asfalto es algo que me pone los pelos de punta pero conduzco rápido fuera del lugar para rodear el edificio. Antes de darme cuenta, sobre el salpicadero vibra mi móvil con una luz azul que me indica una llamada entrante. Lo cojo sabiendo muy bien quién es y me lo llevo a la oreja en cuando lo descuelgo.

—¿Sí?

—¡Ven a buscarme! –Grita enfadado— ¡Ahora mismo o si no…! –No puede continuar porque ve su propio coche pasar frente a él y pararse a un escaso metro de distancia. Su rostro contraído en una ira ciega se sosiega a los segundos y esboza una sonrisa tranquila que me hace sonreír a mí también. Sin duda no esperaba que estuviese al instante de su llamada.

—Suba. –Le digo y no tarda en hacerme caso. Sus ojos miran a todas partes una vez dentro del coche y suspira varias veces en silencio.

—¿Has estado escuchando, verdad? –Asiento de repente por sus palabras inesperadas.

—¿Todo bien? –Le pregunto pero niega con la cabeza—. Debo llevarle a casa, ¿cierto?

—Sí, por favor. –Asiente cansado y se quita las gafas para presionar sus ojos con las yemas de sus dedos como si un fuerte dolor atenazara su cabeza—. Déjame echarme un cigarro ahora, lo necesito. –Me suplica y asiento sonriendo mientras le veo bajar unos centímetros la ventanilla.

Saca el paquete de tabaco del bolsillo y sacando uno de los cigarros lo enciende succionando el aire a través del filtro como un enfermo que sufre de asma. Necesitado y completamente convencido de que morirá si no lo hace. Le miro de reojo sin poder evitarlo.

—¡Oh, cierto! –Dice de repente tensándose en el asiento y rebusca algo en sus pantalones hasta encontrar su cartera y saca de ella un billete de cinco mil wons que me extiende pero que no acepto.

—¿Y esto? –Le pregunto. No es gran cantidad de dinero, apenas una propina así que no comprendo a qué viene.

—El dinero del tabaco. No te lo di antes.

—¿Del tabaco? ¡Qué más da! No importa. –Niego con la cabeza.

—No, no. Enserio. No está bien que te gastes el dinero…

—¡Déjelo! –Digo en un tono más alto del que quisiera. Él se calla por el momento—. De veras que no importa. –Suavizo mi tono.

Al rato, cuando nos detenemos en uno de los últimos semáforos antes de llegar a su casa aprovecho para rescatar el bote de café y tomar un sorbo olvidando que apenas he bebido la mitad.

—¿Café? –Me pregunta y yo asiento—. Huele genial.

—Es café con esencia de vainilla. Ahora que tengo un sueldo me permito escoger algo más exclusivo que el café solo al que estaba acostumbrado. –Él ríe de mis palabras y asiente mordiéndose el labio inferior. Da una nueva calada al cigarro y habla.

—¿Podría probarlo si no es molestia? Me encanta la vainilla. –Asiento pasándole el bote y le veo beber. La nuez en su garganta, cubierta por el jersey de cuello alto se mueve de arriba abajo. Cuando termina se relame los labios y sonríe con sus mejillas enrojecidas. No sé si por el frío o por el calor del café—. Delicioso. –Susurra.

Siento una gran tentación a preguntarle sobre lo que ha ocurrido en la entrevista aunque seguramente no esté de ánimo para ser amable conmigo pero aun así, formulo en mi mente unas cuantas frases coherentes para poder hacerle y sin embargo antes de estar conforme con mis preguntas, hemos llegado a su casa.

—Ya hemos llegado. –Le informo aunque es evidente.

—Ya… —Suspira y se tensa de nuevo en el asiento sujetando el manillar de la puerta pero no sale fuera. Ya no tiene el cigarro en sus manos. Ha debido tirarlo por la ventanilla—. Dijiste que no habías cenado. –Asiento—. Entra en casa, te invito a cenar aunque me tengas que ayudar a…

—No señor Min. No puedo. Debería llevar ya su coche y además…

—No será nada. Además, en el tiempo que llevas el coche y regresas a casa seguro que no cenas hasta dentro de hora y media. –Suspiro y miro fuera, a su casa.

—Señor Min…

—Por favor Taehyung, no quiero estar solo. –Me mira serio unos segundos y me veo obligado a apartar la vista cohibido. A los segundos cambia su tono de voz a uno más divertido—. Vamos… —Me da un golpe en el hombro y sale del coche mientras yo me quedo dentro. Rodea el coche y se queda en la verja metálica mirándome con una sonrisa, expectante a que salga y le siga. Suspirando apesadumbrado abro la puerta y salgo. Suspiro de nuevo mientras le veo avanzar dentro porque me veo obligado a seguirle.

 


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