CHOFER (TaeGi) - Capítulo 25
CAPÍTULO 25
TaeHyung POV:
Antes que seguir escuchando las estupideces de un desconocido absorto en sus pensamientos pero que se veía obligado a querer contármelos, me dirigí de nuevo al coche y me quedé allí dentro hasta que fue la hora de regresar donde Yoongi. Me acerco a la puerta con el coche y espero ansiosos a que regrese pero tarda más de la cuenta y cuando al fin aparece, le sigue una de las chicas invitadas de hoy. Los miro a ambos a través de la ventanilla y se despiden con un abrazo y ella se dirige de nuevo dentro del edificio mientras que YoonGi se adentra en el coche.
—Hola de nuevo. –Me dice y en vez de recibir una respuesta de mi parte solo consigue un gruñido y un asentimiento. Respiro profundo sintiendo que su olor dulce no ha desaparecido ni tampoco se ha camuflado debajo del de ningún perfume femenino. Al menos, en esto nada cambia.
—Le llevo a casa, ¿no?
—Eso es. Pero me tienes que recoger de nuevo a las diez. Tengo una entrevista de radio.
—Sí, sí. Lo sé señor. –Asiente sonriendo y del pantalón saca una tarjeta de color rosa con retoques en dorado donde se ve claramente un número de teléfono bajo un nombre. No puede ser sino de una mujer y siguiendo mi intuición, es de la chica que ha salido a despedirle.
Por mi mente pasa la idea de preguntarle al respeto pero no solo no soy ya su chofer sino que no tengo ningún derecho a meterme en su privacidad por lo que prefiero estar en silencio mientras le veo dar un par de vueltas al trozo de cartulina y cuando cree que no hay más que ver, la rompe en pedacitos pequeños como si de un trozo de papel inservible se tratara. Se encoge de hombros tras mi mirada incrédula.
Tras mirar los trocitos rosas en la palma de su mano baja un poco la ventanilla y los arroja fuera retornando la ventanilla a su sitio segundos después. Todo se envuelve en calma después de eso.
—¿Tienes tabaco? –Me pregunta sonriendo.
—No, lo siento. –Me encojo de hombros y él chasquea la lengua decepcionado.
—Qué pena. Se me ha acabado. –Se mantiene unos segundos en silencio mientras mira el exterior por la ventana a su lado—. ¿Podrías comprarme un paquete cuando vengas a buscarme a la noche? Si tienes tiempo, claro.
—Sin problema. –Sonríe más ampliamente—. Winston, ¿cierto? –Asiente y tras esto, otro rato en silencio que regresa él a romper de nuevo.
—¿Qué le ha pasado a Jeon hoy? –Pregunta mirándome.
—Está con fiebre. Debió coger frío el otro día y… bueno… —Me encojo de hombros.
—Es mucha casualidad que seáis amigos, ¿cierto? –Sé a lo que se refiere.
—Sí.
—¿Te preocupas mucho por él? Parece buena persona.
—Somos pareja, señor Min. –Digo y parece no haber entendido mis palabras pero tras mirarle un segundo a los ojos me entiende a la perfección.
—Oh, ya veo. –Mira fuera—. Es buen chico, según parece. Un poco hablador para mi gusto, pero nadie va a ser tan perfecto como tú.
Siento un impulso racional a pisar el freno y detenernos a ambos en este momento pero lo evito ya que provocaría un accidente y continúo digiriendo sus palabras aunque se me hagan difíciles.
—¿Gracias? –Pregunto no muy seguro de lo que debo contestar.
—De nada. –Responde sin apartar la vista del exterior y continúa así hasta que regresamos a su casa y le dejo allí de donde se despide de mi con el mismo gesto que antes. Todo mi cuerpo se sumerge en una extraña felicidad de la que me siento muy culpable pero no puedo evitar sonreír como un loco cuando ya no veo su casa. Todo parece darme vueltas y la adrenalina es cegadora.
(…)
Tras haber comido en un restaurante de comida rápida donde me he acostumbrado a parar salgo haciendo tiempo con el coche y a las seis estoy puntual en la puerta del edificio de la eléctrica. Jimin sale puntual casi a la par que aparco el coche intentando poner a prueba mis habilidades pero no lo conseguirá. No por hoy.
—Buenas tardes, señor Park. –Le digo mientras estoy fuera, con la puerta de su asiento de la mano a la espera de que entre. Antes de hacerlo me mira de arriba abajo comprobando que sigo vivo tras correr con dos turnos a la vez.
—Buenos días, Taehyungie. –Dice sonriendo y su apodo me pone los pelos de punta borrando de mi rostro la encantadora sonrisa que portaba. Solo con eso retorno a mi mal humor y me siento frente al volante con el ceño fruncido—. ¿Has tenido un día largo?
—No señor. Ha sido un buen día, al fin y al cabo.
—¡¿No me digas?! –Exclama mientras mira la pantalla de su móvil en el asiento trasero. El poco sol que aún permanece en el cielo le alumbra el rostro haciendo que se vea mejor su expresión despreocupada en contraste con sus palabras emocionadas.
—Sí señor. Me encanta mi trabajo.
—Qué sorpresa. Eso es porque estoy siendo demasiado consentido contigo, Taehyungie.
—¿Podría usted ser más cruel aún? –Pregunto sonriendo mientras lo miro por el retrovisor.
—Tal vez. No me tientes a hacerte la vida imposible y llévame al gimnasio de una vez. –Suspiro sonriendo mientras silencio mis labios pero tras mirar por el retrovisor veo como él sonríe también. Se ha divertido conmigo de una manera inocente.
Cuando llegamos a su gimnasio salgo del coche para abrirle la puerta y se despide de mí con un movimiento de cabeza mientras lleva en su mano la bolsa con ropa para cambiarse que saca del maletero. Me adentro de nuevo en el coche y me cruzo de brazos mientras miro a todas partes pero lo único que puedo hacer es esperar a que el sol se esconda tras los edificios como estoy acostumbrado a hacer.
(…)
Pasan dos horas y media y Jimin está saliendo de nuevo por la puerta. Salgo al exterior pero un choque me detiene al primer paso porque sin darme cuenta ha bajado la temperatura por la ausencia del sol y yo apenas llevo un traje simple, con el que me presento todas las mañanas en el garaje. Suspiro viendo como el vaho sale de entre mis labios y camino rápido al otro extremo del coche para abrirle la puerta a Jimin que camina enfundado en un abrigo grueso de color negro y una bufanda gris rodeando su cuello en un par de vueltas. La envidia le corroe por dentro.
—Buenas noches Taehyungie… —Me dice sonriendo mientras me mira de arriba abajo y se interna en el coche sacando de nuevo su móvil como hace siempre. Yo me siento en mi lugar y cuando arranco el coche hablo.
—Señor Park. –Le miro por el retrovisor y él levanta la mirada hacia mí.
—¿Sí?
—Le importaría si enciendo la calefacción.
—¿Por qué? –Me pregunta frunciendo el ceño.
—Hace frío, señor.
—¿A sí? –Mira a su alrededor—. No me había dado cuenta. Estoy tan calentito… —Se esconde más en su bufanda.
—¿Entonces puedo? –Mi mano se dirige al termostato pero la detienen sus palabras.
—Ni lo sueñes. No querrás que me ase como un pollo. –Frunce el ceño y se encoge de hombros mientras regresa su vista al móvil. Suspiro cansado y asiento mientras conduzco de regreso a su casa preocupado también por la hora dado que en cuarenta y cinco minutos debo estar en la casa de Yoongi.
Una vez estoy enfrente del edificio cojo toda la voluntad que me queda y salgo del coche para abrir su puerta y dejar que salga. Sintiendo el cortante frío dañar mis mejillas, muerdo mi labio inferior para evitar que mis dientes castañeen y meto mi mano libre en el bolsillo del pantalón por puro miedo a que se me congele. Cuando Jimin sale se queda de pie frente a mí y me mira de arriba abajo levantando una de sus cejas.
—Necesitas el dinero, ¿cierto? –Pregunta con una voz suave y amistosa.
—¿Hum?
—Tu sueldo. Lo necesitas de veras.
—Sí, señor. –Chasquea la lengua mientras niega con la cabeza y se lleva las manos a la bufanda para desenrollarla de sí mismo y colocarla sobre mis hombros para dar una vuelta con ella en mi cuello y cubrirme los labios y la nariz. Cierro los ojos de manera inconsciente sintiendo no solo el calor que ha desprendido su cuerpo sino también su olor a champú ya que se acaba de duchar en los vestuarios.
—Tienes trabajo aun que hacer hoy, ¿verdad?
—Sí, señor. –Asiente con mis palabras.
—Eres buen chico. ¿Sabes? Eres el chofer que más me ha durado. Los demás pedían la renuncia porque decían que no me soportaban.
—No llevo ni un mes trabajando para usted, señor. –Frunzo el ceño.
—Ya ves. Debo
ser insoportable. –Sonríe ahora con todo su rostro al aire y su sonrisa es
francamente encantadora. Sus ojos desaparecen bajo los mullidos párpados y me
da unos pequeños toques en el hombro con su mano derecha—. Buen trabajo. Sigue
así. –Se marcha pero no da dos pasos y se gira de nuevo a mí. Su abrigo se
mueve con su movimiento haciéndole ver mucho más infantil de lo que es—. Ah, y
pon la calefacción si quieres. ¡Nos vemos mañana! –Se despide con la mano y se
aleja tornándose dentro del edificio. Yo me quedo allí parado mirando como
desaparece y sintiendo como hoy, a pesar de las circunstancias, puede ser un
buen día al fin y al cabo.
Comentarios
Publicar un comentario