CHOFER (TaeGi) - Capítulo 21

 CAPÍTULO 21


TaeHyung POV:

Los tres entramos en el ascensor y nada más que las puertas se cierran Jimin acorrala el cuerpo de YoonGi contra una de las paredes. Comienzan un apasionante beso del que soy testigo y me limito a mirar mis pies en constante movimiento por mi nerviosismo. Suspiro de manera inaudible y solo se me ocurre mirar de reojo el espejo a mi derecha que refleja la escena que se está produciendo a mi otro lado. Rápidamente aparto la mirada pero ya ha sido demasiado tarde como para borrar de mi mente el cuerpo de YoonGi sufriendo escalofríos por la excitación de su cuerpo.

Tardamos unos minutos en llegar a lo alto de todo pero a mí me han parecido horas. Días enteros en los que un constante bochorno amenaza con llover pero nunca descarga.

—Aquí es. –Dice Jimin tras salir del ascensor y dirigirnos a la única puerta de esta planta. Su casa se ilumina al instante nada más que ponemos un pie dentro. Mostrándonos un salón enorme con el mobiliario imitando la moda inglesa de hace años. Todo parece relucir aunque sea algo sin brillo. Estoy seguro que su personal de limpieza cobra mucho más dinero que yo y se deja las manos puliendo hasta los lomos de los libros.

—Preciosa. –Le oigo decir a Yoongi por lo que entiendo que esta es la primera vez que se ven en esta casa. O tal vez su delirio por las drogas le haya hecho perder la conciencia y repitiera aquello que dijo la primera vez que estuvo aquí. Todo es posible salido de la mente de un borracho alcoholizado. Una de las paredes se extiende unos diez metros adelante y toda ella es una cristalera que refleja las atareadas calles de Seúl. Al otro lado se extiende la cocina cubierta de paredes de madera oscura y limpia también como una patena.

—Vamos arriba. –Yo les sigo por unas escaleras en forma de caracol que chirrían por el peso de nuestros cuerpos pero sus pasos son mucho más torpes e indiscretos. Ebrios ambos se mantienen aun abrazados mientras caminan y al llegar arriba Jimin me conduce hasta una habitación con la puerta cerrada. La abre mostrándome su gran interior—. Dormirás aquí. No puedo darte un pijama así que te las apañas como puedas.

—Sí señor.

—A las ocho levántate y desayunamos. Después me llevas al trabajo y a YoonGi a su casa. ¿Entendido?

—Claro, señor.

—Ah, —parece recordar algo cuando estaba a punto de marcharse—, no cabe decir que esto que has visto no debe saberlo nadie. ¿Hum?

—No diré nada. No me incumbe en absoluto.

—Buen chico. –Acaricia mi cabello como si recompensara a un perro y se marcha de la mano con YoonGi para alejarse. Yo entro en el cuarto que me ha sido asignado y cierro la puerta detrás de mí. Una extraña luz azul entra desde la terraza y me acerco a la ventana para comprobar que es la luna en lo alto alumbrando todo el cuarto. Ante mi, se extiende la gran terraza que vi mi primer día de trabajo con Jimin. Fuera no hay nada. Nada en absoluto. Me esperé que tuviera sillas o alguna mesa, por lo menos para las visitas pero lo que se extiende a mi vista es una explanada que termina en una valla en el borde. Fuera corre el viento y su sonido se cuenta entre las rendijas de la ventana. Intento buscar con mis ojos el viento invisible pero no hay nada que me indique que está ahí. Solo su sonido permanente.

Tras mirar dos o tres veces la cama de sábanas y colchas blancas de reojo accedo a desvestirme y dejar la ropa en una silla cercana de madera pintada en blanco. Cuando no me queda más que la ropa interior me adentro en la cama y se ve fría y distante. Siento que las sábanas no quieren abrazarme. No lo hacen sino que me repudian para echarme fuera y no puedo evitar pasar mis manos por mi rostro anhelando un baño de agua caliente para cerrar los ojos. Miro la hora ya de manera obsesiva y sin quedarme bien con ella suspiro sabiendo que es demasiado tarde como para que siga despierto.

—¡Ah! –Oigo de repente retumbado dentro de las paredes. Un gemido. Seco y apenas duradero en unos segundos, pero es suficiente como para tensar mis músculos y quedarme inmóvil en la cama. No tengo la voluntad de oír nada de lo que ocurra en la habitación contigua pero mi subconsciente me impide moverme para cubrirme los oídos.

Un golpe seco contra la pared y el sonido de unos muelles comienza a hacerse eco por toda la casa. Ahora sí que es un sonido evidente y permanente, constante, del que estoy seguro que existe. Tapo mi boca con la mano mientras los gemidos de ambos se vuelven mucho más sonoros. Fuertes. Casi gritos.

—¡Dios, más! –Grita Yoongi y muerdo mi labio sintiendo las lágrimas aflorando en mis ojos. Mis manos se aferran a la gruesa sábana y cierro los ojos haciendo que sea mucho más palpable el sonido que entra en mis oídos.

—¡Yoongi! –La cama rebota en su movimiento contra la pared y hace que todo vibre. Todo se mueve y me siento mover también. Las lágrimas terminan por salir de mis ojos una tras otra haciendo que el almohadón se empape sin darme cuenta. Mi respiración es acelerada, todo mi cuerpo está tenso oyendo el sonido de ambos cuerpo golpearse el uno contra el otro. Puedo sentir el calor, el olor a sexo que desprende el cuarto de al lado. Sus gritos se tornan rápidamente en alaridos de placer que me indican el momento de éxtasis.

—¡Me corro Jimin! ¡Ah! –Me encojo en mi mismo cuando todo termina con unos fuertes suspiros y me tumbo de lado cubriendo mi rostro mojado. Mis manos, las llevo a rodear mis brazos y me acurruco entre las sábanas que en comparación con la escena a la que acabo de ser testigo parecen incluso acogedoras. Siento un leve mareo y un cansancio propios de haber participado y sucio y asqueado como si todo lo hubiera causado yo. Una repentina culpabilidad que no sé muy bien de donde sale me atenaza y me impide cerrar los ojos los primeros cinco minutos después del orgasmo.

Veo un pájaro posarse en la barandilla a lo lejos de la azotea. Se gira sobre el poste, abre y cierra sus alas un par de veces y retoma el vuelo nuevamente sobrevolando el edificio. Mi respiración ha vuelto a su cauce y al fin me siento apaciguado. La adrenalina en mi cuerpo se ha calmado y me siento mejor cuando oigo unos ronquidos provenientes de la habitación contigua. Suspiro aliviado de que todo ha terminado cuando el sonido de la puerta me hace tensar de nuevo pero no me giro para verla. Me mantengo de espaldas y de vez en cuando emito leves suspiro simulando un profundo sueño. Entre ellos, oigo unos pasos descalzos acercarse lentamente por el suelo de mármol. Son pasos delicados, casi diría que de mujer, aunque sé que no hay ninguna mujer en esta casa.

Sin ninguna palabra esta persona ha caminado hasta el borde de la cama y se introduce en ella colocándose tras mi espalda. Compruebo que su cuerpo, al rozar con el mío, está desnudo al menos, igual que yo. Con su ropa interior. Su olor, dulce como la miel, es inconfundible. Llega hasta mis fosas nasales rápido y sordo. Sus manos, frías como el hielo se conducen por mis brazos acariciándolos muy delicadamente como si mi piel fuera de porcelana. Cuando se cansa, lo hace con mis muslos y después con mi cuello. Él solo tiene a su alcance mi nuca y no se corta para llevar sus labios allí y posar un beso desprevenido.

—Taehyung… sé que no estás dormido. –Susurra Yoongi en mi oído y tras terminar muerde mi oreja. Yo siento un escalofrío y me obligo a girarme para mirarle al rostro. Él me sonríe e interna sus labios en mi cuello sobando mi cintura.

—Para. Para, ¿qué haces? –Pregunto histérico mientras interpongo mis manos entre nuestros pechos pero su cuerpo se resiste a mi distancia y se acerca aún más besando mis labios. Me deshago rápido de ellos.

—Cállate. –Apenas le oigo pero consigo entenderle.

—No, esto está mal. –Él comienza una carcajada bastante silenciosa y todo mi vello se pone de punta. Me siento mal por hacer esto pero sus manos no me dan tiempo para analizar este sentimiento.

—¿Pero qué tenemos aquí? –Su voz es claramente diferente a la que estoy acostumbrado a escuchar. Una de sus manos ha rodeado mi polla por encima del calzoncillo pero rápidamente se ha separado de allí y ha mirado su mano a la poca luz que entra de la ventana. Como la claridad es poca roza sus dedos entre sí para sentir su tacto. Están húmedos—. ¿Has eyaculado en tus calzoncillos?

No recuerdo haberlo hecho pero es muy probable que dada la situación me hubiera corrido un poco.

—Yo… no he hecho nada… —Escondo el rostro bajándolo un poco de su visión pero él me alza el mentón con una mano mientras con la otra se deshace lentamente de mis calzoncillos húmedos.

—No pasa nada. ¿Hemos gritado mucho? –Asiento y suspiro mientras siento el roce de las sábanas en mi miembro—. Lo siento. –Besa mis labios y yo como un acto reflejo le correspondo los primeros dos segundos pero tras asimilar lo que estoy haciendo me separo pero no digo nada. Le miro a los ojos que se ven claros con la luz. Sus pálidas mejillas brillan y su hombro asoma por encima de las sábanas—. No voy a obligarte a nada. Pero necesito hacerlo contigo.

—¿Por qué?

—Porque quiero hacerlo. Es simple. –Sus manos exploran mi cuerpo.

—¿No has tenido suficiente con Jimin? –Niega con la cabeza.

—No ha sabido satisfacerme. –Sonríe sádico y rodea con sus manos mi polla algo húmeda. La mueve y la bombea haciéndola crecer. Yo no me muevo nada más que para ponerme boca arriba y dejarle más espacio para divertirse—. ¿Te gusta cómo te lo hago? –Asiento frunciendo los labios evitando un gran gemido que amenaza con salir—. Shh… no puedes hacer ruido o se despertará y nos matará a los dos. –Sonríe como un niño travieso.

—Yoongi hyung. –Suspiro muy bajo para que solo él me oiga. Sonríe ante eso y acelera sus movimientos. Respiro profundamente.

—¿Te gusta que te muerdan, TaeTae? –Muerde mi cuello y restriega su miembro muy duro ya en mi pierna. Mueve sus caderas para masturbarse y dirijo mi mano a su trasero para aumentar la fricción y la intensidad. Estrujo su carne allí y mis dedos se internan en su prenda para palpar directamente su piel.

—Quítate esto. –Le ordeno y me obedece sumisamente.

—¿Algo más? –Hace un puchero.

—Se la chupaste a Jimin. ¿Harás lo mismo conmigo? –Sonríe travieso y se pone sobre mi cintura. Todo mi cuerpo tiembla cuando nuestros miembros se rozan entre ellos para producir una descarga de adrenalina.

—Siéntate. –Me siento con la espalda apoyada en el cabecero y se dirige a besar uno de mis muslos y posteriormente colocárselo sobre el hombro. Deja más expuesta mi entrepierna y sus labios besan mi glande. Su lengua delinea su forma y recorre hasta el más pequeño espacio de carne. Cuando está recubierto de saliva se lo traga por completo y me aferro desesperado por gritar a las sábanas y frunzo el ceño mordiendo mi labio. Cuando estoy a punto de correrme me retiro de él produciendo una contradicción en mi cuerpo que me pedía seguir con ello.

—Esto no está bien. –Le reitero por la necesidad que tengo de recordármelo a mí mismo.

—¿No quieres que lo hagamos? –Hace un puchero mientras se sienta sobre mis caderas y coge mi polla para rozar con mi glande su entrada. Pierdo todo contacto con el mundo y me obligo a dejar a un lado mi pensamiento racional para sujetar fuertemente sus caderas y hacerle sentar sobre mi polla. Alguien ha estado dentro de él antes que yo porque dentro se siente extraño, como si otro cuerpo hubiera dilatado su entrada pero sigue siendo mucho más jodidamente apretado de lo que yo me esperaba. Según cae su expresión se torna de dolor pero yo le detengo cuando estoy completamente dentro de él.

—¿Has usado condón con Jimin? –Asiente.

—Claro que sí. ¿Te crees que soy idiota?

—Conmigo no lo estás usando.

—Contigo me da igual. –Sonríe.

—¿Crees que yo no me acuesto con otros hombres?

—¿Lo haces? –Pregunta preocupado pero niego con la cabeza.

—No.

—¿Puedo moverme ya? –Me pregunta como si necesitara mi permiso.

—Claro. –Comienza a saltar y me acerco peligrosamente al orgasmo pero me distraigo para no venir antes que él. Su rostro de placer me seduce y sus manos sobre mis hombros me tientan a correrme.

—Túmbame, y fóllame duro. –Abrazo su delgado cuerpo y hago lo que me pide dejando su cabeza en el almohadón. Me coloco entre sus piernas abiertas y doy una primera embestida con la que se mueve hacia delante por la fuerza. Instintivamente se sujeta en mis brazos y no me aparta la mirada un solo segundo. Mi parte inferior del cuerpo sigue cubierta por las sábanas—. E—eres mu—muy grande, Taehyung… despacio…

Su interior me aprieta, sus paredes me aplastan y siento que no podré controlarme por mucho más tiempo pero no quiero dañarle. Sus labios se abren para coger aire que necesita desesperadamente y yo hago lo mismo pero yendo a besar sus labios. Gime en mi boca y mis embestidas ya son incontrolables. Sus uñas se clavan en mi piel y me indican que he llagado a su punto dulce. Todo a mí alrededor es dulce y cálido. Me siento sucio pero no es nada desagradable. Al contrario. Al chocar nuestros cuerpos se produce una fricción húmeda y pegajosa que me pone los pelos de punta animándome a continuar.

—¡Ah! –Rápidamente llevo mi palma a su boca y cubro sus labios continuando con las embestidas. Al principio no le aparto la mirada sufriente por no poder expresar lo que siente pero yo tampoco puedo hacerlo, necesito cubrir mi rostro en su cuello para silenciar mis gemidos porque esta sensación comienza a inundar mi cuerpo. Me siento ir por momentos—. Tó—tócame—. Dice de manera dificultosa.

—Sí, hyung. —Con mi mano libre bombeo su polla causando que en su cuerpo se produzcan descargas eléctricas que le hacen temblar. Tiembla en mis manos de una manera tan débil que siento que se correrá en menos de un minuto. No continuaremos mucho en esta situación y la sensación de que alguien al otro lado de la pared pueda descubrirnos acaba de hacerlo todo mucho más intenso. Un sentimiento kamikaze de locura inmersa en una droga que se llama Min Yoongi.

Él no me avisa cuando se corre y tras ensuciar mi mano, la sensación en mis dedos me ayuda a eyacular dentro de él. Inundo todo su pequeño interior y tras sentirme mareado por el éxtasis me tumbo a su lado. Es ahora cuando no soy valiente de mirarle, no tengo el valor para hacerlo.

—Deberías volver. –Asiente y tras normalizar su respiración busca el calzoncillo entre las sábanas, se lo pone y se incorpora pero antes de marcharse me da un beso en la mejilla.

Tras salir oigo sus pasos dirigiéndose a la habitación y el sonido débil de la puerta al abrirse. Los ronquidos de Jimin continúan por lo que supongo no se ha enterado de nada. Ahora que lo pienso tampoco me importa mucho porque apenas puedo creerme lo que acaba de suceder aquí. Doy dos vueltas en la cama y tras afirmar que no pegaré ojo me levanto y me pongo mi ropa interior y la camisa negra con la que salí esta tarde.

Algo me llama fuera y tras salir a la terraza el aire frío me golpea y me cruzo de brazos para intentar mantener el calor. Sé que si camino hasta la barandilla Yoongi o Jimin podrían verme desde su cuarto por lo que prefiero sentarme en el suelo cerca de la puerta y enciendo, no sin dificultad, un cigarro y me calmo sintiendo el humo entrar en mis pulmones para luego expulsarlo.

No quiero regresar dentro a una habitación que huele a sexo.

 


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