CHOFER (TaeGi) - Capítulo 14

CAPÍTULO 14


TaeHyung POV:

 

Pasa una hora y ya no hay nada de comida sobre la mesa. Había subestimado nuestra hambre y al final acabamos hasta con las migas del pan. El último grano de arroz y estábamos en busca de la última gota de vino. En mi estómago se acumula el alcohol y en mi mente parece empezar a hacer mella porque siento un muy ligero mareo y un leve cosquilleo recorrer mis piernas. Llega el punto en que pienso que caeré de bruces al suelo si me levanto por ello permanezco estático donde estoy y me limito a sujetarme firmemente a la copa en mis manos.

—¿Quieres uno? –Me pregunta Yoongi mientras me ofrece un cigarro pero niego con la cabeza esbozando una enorme sonrisa. Hace minutos que no puedo controlar mis gestos faciales—. Lo preguntaba porque como estás bebiendo, a lo mejor querías probar…

—No, gracias señor.

—Será mejor recoger esto. Mañana se lo llevarán. –Se levanta de su asiento y se conduce con el cigarrillo entre los labios y las manos ocupadas con platos pero al intentar levantarme yo también mis piernas flaquean y me siento caer. Todo me da vueltas y me siento abrumado unos segundos. Antes de darme cuenta estoy sentado en el suelo riendo de manera sorda. Cuando Yoongi mira en mi dirección ríe también no solo consciente de que el vino ha hecho mella en mí sino que a él también le está haciendo efecto—. Vamos, a la cama. –Me coge por el brazo, ambos aun riéndonos, y me levanta a duras penas para dejarme caer en la cama mientras él termina de recoger los platos.

Oigo el sonido un poco distorsionado y en mi cuerpo, siento cada músculo diferenciarse de los demás pero todos igual de pesados amoldándose a las sábanas. Me incorporo para verle alejar el carro de metal y venir hasta donde estoy yo para sentarse frente a mí y cruzar sus piernas mientras yo le imito.

—Vamos a tener que dormir juntos, espero que no te moleste.

—¿Ronca?

—No. –Sonríe haciendo que sus ojos desaparezcan en una fina línea—. Tú no darás patadas ni nada por el estilo, ¿cierto? –Sonrío mientras niego con la cabeza—. ¿Te levantas mucho para ir al baño? ¿Hablas en sueños?

—No, nada de eso. No me muevo en absoluto.

—Mejor. –Asiente y alcanza un pequeño estuche metálico que traía en su mochila y comienza a jugar con él en sus manos.

—Esto me recuerda a una vez que estuve en casa de un amigo durmiendo por la noche. Jugamos a videojuegos y no dormimos hasta las tres de la mañana. –Rememoro en alto.

—Yo nunca hice nada parecido.

—¿Enserio? –Se encoge de hombros mientras abre el pequeño estuche y saca de él una papela opaca de carrillo y un trocito de cartón procedente de la caja de un paquete de tabaco. Acompañando todo esto hay una bolsa transparente, no más grande que el sobre de una infusión relleno de una hierba de color verde que nada más la saca deja un olor muy fuerte impregnado en el ambiente—. Pues hagamos eso. Será como una fiesta de pijamas.

—¿Cómo se hace?

—Pues, —pienso—, nos contamos secretos, anécdotas graciosas, hablamos de chicas, hablamos de…

—Vale, vale. Entiendo. –Pone eso que entiendo es marihuana en la papela y la extiende con mucho cuidado y muy buen pulso sobre su longitud—. Cuéntame algún secreto.

—Mi primera vez fue en los lavabos de un centro comercial. –Susurro y rápidamente me tapo la boca evitando no reír demasiado alto. Yoongi me mira con ojos expresivos y llenos de asombro. Me analizan de arriba abajo. Él también susurra.

—La mía fue en casa de ella. En su cama mientras sus padres salieron. –La palabra ella retumba en mis oídos. Tras decir eso pone el trocito de cartón formando un cilindro en un extremo de la papela y lo enrolla todo formando un cigarro. El olor perdura en mis fosas nasales.

—Una anécdota. –Le pido.

—Mientras caminaba un día por la calle me crucé con un chico que se chocó conmigo y me hizo caer el móvil. A él también se le cayó y ambos recogimos sin querer el que no era. Me enteré a la hora cuando recibía una llamada entrante desde un número desconocido que resultó ser el mío. Quedamos para intercambiarnos los móviles y cuando me reconoció me pidió un autógrafo y todo.

—Vaya. Eso es muy original. –Pienso en algo que me haya sucedido pero debo ser sincero reconociendo que mi vida es demasiado monótona y aburrida como para extraer de ella un capítulo entretenido. Con un mechero enciende el extremo del cigarro y me mira mientras lo hace concentrado en mi expresión ante tal acto. Con parsimonia y extremada delicadeza deja escapar el humo blanco de sus labios y ahora es muchísimo más intenso el olor.

—Pensaba mezclarlo con tabaco pero no tengo suelto y me ha dado pereza destrozar uno de los que ya tengo solo para conseguir rebajarlo.

Habla de abrir uno de sus cigarrillos a consecuencia de no tener tabaco para liar.

—Entiendo. –Le digo—. No sabía que fumaras… bueno…

—Las cosas que se hacen en la intimidad deberían quedar en la intimidad. En mi caso eso es una falacia*. –Su rostro se vuelve muy alegre al momento—. Pero hoy es un día diferente. Hoy tan solo soy una persona normal. –Se repite como un dogma* no para informarme sino para creérselo él.

—Es bueno oír eso. –Le veo sujetar el porro entre sus dedos y mis manos van a él de forma inconsciente y se lo arrebato con delicadeza para llevar el filtro a mis labios. Aspiro de él el humo que quiera entrar en mis pulmones y una presión en ellos me hace toser involuntariamente. Él ríe de mí hasta quedar al borde del llanto y yo me deshago en la tos retirando el humo que ha salido de mi boca con las manos. Me quita el cigarrillo y le da una calada más intensa que la anterior. Sus ojos se cierran disfrutando de la sensación y acerca un pequeño cuenco de la mesilla de madera para tirar la ceniza inservible que se desprende de la punta.

—Nunca has fumado antes, ¿cierto? –Asiento sin poder hablar aun o al menos sin atreverme a hacerlo. Todo mi cuerpo tiembla—. Hazlo despacio. Sintiendo como entra el humo y mantenlo unos segundos. –Me pasa de nuevo el porro y lo llevo a mis labios mientras hago lo que me dice—. Cuando lo sueltes intenta no ahogarte de nuevo.

Esta vez el humo no me rasca la garganta tanto como antes por lo que me permito coger un poco más de lo que tenía pensado. Al retenerlo siento una fuerte presión oprimiendo mis pulmones y cuando lo suelto, esa presión no desaparece pero viene acompañada de un cosquilleo que comienza en la punta de mis dedos en los pies y asciende por todo mi cuerpo hasta instalarse en mi cerebro. Es tan firme y palpable que juraría haberla podido coger en mis manos y detenerla en una parte de mi cuerpo pero siento los brazos demasiado pesados como para saber controlarlos y mi mente tan obtusa como para saber manejarlos.

Miro al frente esperando ver a Yoongi pero lo que veo es su rostro tras una espesa nueve de humo que se ha formado a nuestro alrededor.  No se disipa pero tampoco aumenta. Es una nube permanente que nos separa a ambos. A él no parece importarle porque me arrebata el cigarro y lo disfruta él por unos minutos.

Poco a poco siento un extraño miedo. Es un vértigo invisible que me hace sujetarme a las sábanas pero en realidad no estoy seguro de estar aferrándome de verdad a ellas, solo es una sensación que me conduce a otra sensación más realista pero que no puedo definir como verdad. Frío. Siento un frío repentino mientras vuelvo sobre otra calada. Siento el impulso irrefrenable de de cubrir mi cuerpo pero antes de hacerlo un calor anormal me somete. Ya no es necesario.

—¿Te sientes bien? –Me pregunta con una enorme sonrisa en sus labios.

—Genial. –Alzo mi rostro a la luz que ilumina la estancia. Me ciega por unos momentos pero es una sensación cálida como mirar al sol y sentir sus rayos calentando mis mejillas. Inhalo aire sucio y cargado pero me sacia como para no tener que hacerlo hasta un tiempo más tarde. Aguanto la respiración y suelto todo cayendo de espaldas sobre el colchón. No sé que me ha tocado hasta que no pasan unos segundos. Por un momento pensé que caía sin freno en un abismo pero la pequeña parte de mí que aún conservaba su raciocinio me ha permitido no asustarme.

Siento mi cuerpo más ligero aún que una pluma. Veo una pluma con total claridad caer en la nada y me parece mucho más pesada que mi cuerpo. Mis dedos en las manos tiemblan y van por libre encogiéndose y volviendo a estirarse a su antojo. Los llevo a mis cabellos y me acaricio el pelo sintiendo su suavidad, la manera en que se enreda entre las falanges y como se desprende cuando llego a las puntas. Siento un retraso anormal entre mis sentidos y mi cerebro. Es como si algo funcionara mal en mis neuronas o en los nervios que envían impulsos de mis actos. Sé que realizo un gesto pero la respuesta no me llega sino atrasada de lo que mis ojos ven. Cojo de nuevo el cigarrillo en mis manos y aunque lo veo no soy consciente de que lo tengo entre mis dedos mucho después de que le haya dado una calada más.

Vuelvo a incorporarme en la cama y el rostro de YoonGi denota una total falta de criterio como la mía. Sonriendo y algo aturdido mira a todas partes y tarda en darse cuenta de que he vuelto a estar frente a él. Cuando me mira a los ojos sonríe aún más intensamente y siento que me deslumbra. Aparto la mirada temiendo que funda mis ojos pero no es así. En realidad he querido mirar a otra parte pero el cuerpo no me ha respondido y cuando soy consciente un fuerte cosquilleo en mi bajo vientre me obliga a reír a carcajadas que no puedo detener. Hago un esfuerzo sobrehumano para hacer que cesen pero todo intento es inútil. Solo consigo reírme mucho hasta sentir doler y ni siquiera ahí puedo parar.

Él parece seguir mis pasos porque ríe acompañándome mientras le da la última calada y apaga lo poco que queda sobre la cerámica del cuenco. Lo retira lejos y volviendo a fijarme en su rostro detengo mi risa. No, se detiene ella sola, mejor dicho. Yo ya no siento las riendas de mi cuerpo, de mis actos y menos aún de mis pensamientos porque por un momento me siento valiente. Me siento con autoridad. Es un sentimiento que jamás sentí. Es estar al borde de un rascacielos y sentir el viento en todo el cuerpo impidiéndote saltar, pero saltas. No hay miedo. No hay cobardía. Creo que podría hacer cualquier cosa porque un instinto que llevaba toda la vida escondido de éxtasis me absorbe.

No veo consecuencias y si las hay, mis ojos son ciegos a ellas. No hay barreras, no hay muros. ¿Qué hay? Nada y eso me da la libertad.

Los ojos negros de Yoongi me miran intensamente y tras unos segundos una de sus manos va a la tela de mi albornoz y la retira dejando a la vista uno de mis muslos. No pienso en sus intenciones ni en mi corazón palpitando a gran velocidad. Me quedo mirando, como él, mi muslo y pensando que debería sentir un repentino frío por la falta de una tela que me cubre pero es el calor en mis mejillas lo que no me permite sentir nada parecido a una baja temperatura.

Su mano se queda allí tocando mi piel y siento que la piel que toca no es la mía sino la de un cuerpo al que no pertenezco. Su mano, tampoco es la de Min YoonGi el hombre para quien trabajo. No sé quién es él pero tampoco me conozco a mí así que pase lo que pase, no es más que una vaga ilusión de lo que son nuestros alter egos*. Siento una presión que me hace volver a mirar su mano allí cuando sus dedos se afanan en mi muslo y su sonrisa ha desaparecido probablemente como la mía. No sabría responder si me dijeran si sigo sonriendo o por el contrario estoy serio o inexpresivo. La verdad es que no sabría responder a nada en este momento.

Yoongi se acerca a mí sobre la cama y su mano libre va a mi cuello para asirlo con fuerza y estampar sus labios tras mi oreja. Yo no me muevo lo más mínimo porque mi cuerpo no me obedece, al contrario que él que parece tener un férreo control sobre sí mismo. Sus labios acarician mi piel y parecen terciopelo. Su lengua, ágil y traviesa delinea la forma de mi oreja desde la parte superior y cuando se sorprende estando ya en el lóbulo, lo muerde haciéndome dar un respingo involuntario. ¿Qué es voluntario y qué no? Ya no lo sé.

Antes de darme cuenta mis manos se han desplazado a su cintura y me sujeto a él mientras él se apoya en mí. El olor de su pelo me asusta al ser consciente de que me embriaga una sensación dulce. Interno más mi nariz en la curva de su cuello y sigue siendo aún más dulce. Tan fuerte es la atracción que no me reprimo a sacar la lengua de mi boca y lamer toda la blanca piel que se me expone. Me encuentro como un niño disfrutando de un gran dulce tan delicioso que se me hace la boca agua. Mis manos han tomado el control y van a sus omoplatos para acercarlo aún más a mí y clavar mis dientes allí donde el albornoz no le cubre.

—Ah… —Suspira en mi clavícula y se acerca aún más si es posible pero tras encontrarse en una posición incómoda se separa de mí para mirarme de arriba abajo con el ceño fruncido. Mis labios, empapados de mi propia saliva brillan al igual que los suyos pero algo me dice que los míos sabrán dulces y exquisitos. Parece que él piensa lo mismo porque acerca su rostro y me besa pero el tacto lo siento muy lejos, como si entre nuestros labios, una fina tela los separase. A pesar de ello no me detengo e intensifico el beso para hacerlo más evidente a mis sentidos. Cuando su lengua penetra en mi boca siento una descarga de adrenalina recorriendo mi columna y me vuelvo frágil y delicado a su tacto.

Con sus dedos desabrocha el cinturón del albornoz y lo abre dejándome desnudo en menos de dos segundos. Uno, dos y ¡Ya! La tela cae sobre mis hombros y abierta como está le deja a la vista mi cuerpo tembloroso y delgado. Mi respiración está algo demacrada y mi pecho sube y baja por ella. No tengo abdominales pero mi vientre plano le conduce a mi polla erecta y palpitante. No me he dado cuenta cuando me he puesto tan duro.

Sus delgados dedos se conducen a mi cuello y hace un camino por mis pectorales, por mi vientre, se entretiene con mi ombligo y cuando llega a mi pene lo rodea con su mano y me bombea muy despacio. Ahora sí que puedo sentir perfectamente todo lo que me proporcionan mis sentidos pero esta vez intensificados. Sin darme cuenta abro mis piernas dejándole una mejor visión de mí y tiro mi cuerpo sobre el colchón dejando mi cabeza casi rozando el borde de este.

—Se—señor Min…

—Soy Yoongi. –Me dice como si se presentara por primera vez pero antes la incapacidad para pensar con más rigor solo recuerdo por un momento su nombre.

—Yoongi hyung… más rápido. –Su mano obedece mis órdenes y me retuerzo en su mano. Sus movimientos son a la par que rápidos, firmes, delicados y calientes. Cierro mis ojos con fuerza y antes de darme cuenta le veo chupando tres de sus dedos. Me acerco a él aun tumbado y alzo mis caderas para que me dilate a su gusto. El primer dedo apenas lo siento pero solo soy consciente del dolor cuando me anuncia que ya están los tres dentro. No es mi primera vez pero siempre es molesto al principio.

—No puedo aguantar más. –Me avisa mientras se coloca entre mis piernas abiertas y se quita el albornoz tirándolo lejos. Toda su piel brilla a la luz de la lámpara y me siento insignificante a su lado. Inmerecido de su presencia y menos de su contacto y como alguien inferior, le dejo hacer conmigo lo que se le antoje y de buen grado.

Ambos gemimos cuando entra en mí y cuando sus estocadas comienzan me siento ir por momentos pero no vengo. Es un orgasmo permanente pero que no termino eyaculando sino regresando al punto de partida en que caigo al abismo. Me aferro a las sábanas con fuerza sintiendo por primera vez en mi vida tal éxtasis. Creo que puedo sentir hasta la más mínima célula de mi cuerpo retorcerse como hago yo debajo del cuerpo de Yoongi. Siento su aliento en mi rostro y sus manos abriendo mis piernas. Sus caderas chocando con las mías y su pene torturando mis próstata con alevosía.

Grito bien alto o al menos esa es mi percepción  y me vengo  en nuestros abdómenes. Él sigue embistiéndome unos segundos pero se corre dentro de mí desplomándose sobre mi cuerpo. Creo que no podré moverme por días pero en realidad me sigo encontrando ligero. Yoongi es el primero en incorporarse y ayudarme a mí para colocar nuestras cabezas en el almohadón. Apaga las luces y olvidándonos de todo, nos consumimos en un sueño reparador.

 

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Falacia: Engaño o mentira que se esconde bajo algo, en especial cuando se pone de manifiesto su falta de verdad.

Dogma: Punto esencial de una religión, una doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda dentro de su sistema.

Alter ego: Persona que, con respecto a otra, está muy identificada con sus opiniones o modo de actuar. Persona real o personaje ficticio en quien se reconoce o se identifica a otra o sobre quien esta se proyecta

 


 

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