CHOFER (TaeGi) - Capítulo 13

 CAPÍTULO 13


Taehyung POV:

Ya vemos las luces de un hotel a lo lejos. Ambos nos conducimos allí esperanzados y entramos en el parking dejando el coche en un lugar apartado. Con todas nuestras pertenencias recorremos la explanada y entramos por la puerta principal para acceder a un hall brillante y reluciente en el que nosotros somos el centro de atención por un par de recepcionistas y unos clientes que bajan por las escaleras que conducen a las habitaciones.

Antes de llegar a la recepción YoonGi se pone las gafas de sol y me da la cartera con disimulo. Entiendo que no quiere pagar a su nombre y menos en un estado tan deplorable. Lo que menos necesita son más críticas.

—Disculpe. –Llamo la atención de una recepcionista con uniforme granate. En la placa sobre su pecho izquierdo leo su nombre: Lee HanKin.

—¿Puedo ayudarles? –Pregunta nerviosa por la suciedad en nuestras ropas.

—Pues mire, hemos tenido un problema con el coche y no podemos llegar a nuestra casa hasta mañana.

—¡Vaya! ¿Necesitan ayuda médica o algo parecido? –Pregunta preocupada.

—No, no. –Niego con las manos—. ¿Podríamos reservar dos habitaciones individuales para esta noche?

—Claro. –La mujer se acerca a su ordenador y teclea un par de veces pero su rostro palidece—. Lo siento, pero me temo que solo tengo una habitación disponible.

—¿Cómo es eso posible? –Pregunto nervioso.

—¿No lo sabe señor? Hoy es la fiesta nacional, estamos a tope. No puedo ofrecerle otra cosa. –Suspiro mirando al suelo y me giro para ver el rostro de YoonGi que ha escuchado todo. Con un leve movimiento de cabeza me indica que acepte la oferta porque no hay otra alternativa y le doy el dinero a la señorita—. Si necesita lavar la ropa tenemos servicios de lavandería que recogerán su ropa en la habitación. También un menú de comida al que podrán acceder a la hora que deseen.

—¿Sería posible tener la ropa limpia a primera hora de la mañana?

—¡Claro señor! –Sonríe mostrando sus dientes—. La irán a recoger en una hora. ¿Le parece bien?

—Sí.

—En su dormitorio tienen un menú y un teléfono que comunica directamente con recepción. –Me extiende una tarjeta con una banda magnética para conseguir acceder a la habitación—. Si desea cenar solo tiene que llamar. ¿Sí?

—Muy bien. Muchas gracias. –Cojo la llave de su mano y miro el número que corresponde a nuestra habitación. 643.

—Sexta planta. –Me dice mientras asiento y entramos en el ascensor con su mochila de la mano. Yoongi suspira cuando entramos y suspira de nuevo al salir como si le costara caminar.

—¿Está bien, señor?

—Solo cansado. No estoy acostumbrado a tanto movimiento.

—Comprendo.

Al salir nos encontramos con un pasillo del mismo color que el hall, con puertas a ambos lado de las paredes buscamos con la mirada la que corresponda con el número de la llave que nos han asignado. La encontramos en un minuto y nada más entrar el olor de un suavizante desconocido nos envuelve, nos seduce a entrar y lo hacemos sin pensarlo. 

—Ve a ducharte. –Me ordena.

—No, vaya usted. –Me quito las botas y las dejo en la entrada. La habitación consta de una cama matrimonial en la misma pared de la puerta, frente a ella una gran ventana sin balcón cubierta de cortinas y un baño en la parte de la izquierda. Es amplia y limpia.

—Cállate y haz lo que te he dicho. Yo pediré algo de cenar mientras tanto.

Asiento y entro en el baño tirando toda mi ropa en un rincón en el suelo. El barro ya seco se desprende de la ropa y cae en el mármol blanco ensuciándolo. Soy un desastre pero tras quedar completamente desnudo me interno en la ducha y gradúo el agua para que una tierna y delicada lluvia caiga sobre mi cuerpo. Las gotas resbalan por mi piel llevándose con ellas la suciedad de mi pelo y mi rostro. De un pequeño bote a estrenar de gel extraigo un poco como para dejar mi cuerpo cubierto de espuma y tras aclararme limpio mi pelo con un bote similar de champú con olor a frutos del bosque.

Lavo todo mi cuerpo y cuando salgo cubro este con uno de los dos albornoces blancos que cuelgan del dorso de la puerta. Anudo el cinturón a mi cadera y salgo del baño con mis pies descalzos para ver a Yoongi sacando algo del dinero de la cartera para dejarlo sobre la mesilla. Habla mirándolo siendo consciente de mi presencia allí.

—Aquí te dejo dinero para que pagues al camarero y cuando se vaya tienes que darle la ropa sucia que… que… —Me mira por primera vez desde que he salido de la ducha y su ceño se frunce.

—¿Ocurre algo señor Min? –Niega con la cabeza convencido.

—Todo bien. ¿Me has entendido? –Asiento y saco del baño mi ropa sucia para meterla en una bolsa para dársela directamente al camarero.

—Bien.

Me siento en la cama mientras veo como se quita las botas, el abrigo y se mete en el baño. Aprovechando la soledad que me proporciona y me tumbo sobre la cama extendiendo mis brazos a lo ancho mientras suspiro pesadamente. Mi cuerpo se amolda a cada arruga de la sábana, a cada pliegue, me dejo envolver por ella con un cálido abrazo y entiendo el cansancio de Yoongi, yo también me siento abatido.

—Dejo esto aquí. –Dice Yoongi sacando el brazo desnudo por la puerta mientras deja fuera su ropa sucia—. Métela junto con la otra y dásela al tío si viene.

Su piel es tan blanca que brilla con la luz de la lámpara. Todo mi cuerpo tiembla cuando la veo sin ninguna prenda de ropa que la cubra y pensar que todo su cuerpo desnudo está al otro lado de la puerta me hace sentir un vuelco en el estómago. Todo mi mundo parece tambalearse por momentos al sentir por primera vez en mi vida un instinto más propio de un animar de entrar por la puerta y despojarle de cualquier prenda que aun conserve solo para deleitarme en su piel de porcelana. Me recuerdo a mi mismo que soy un humano y tengo unas normas morales a las que regirme, por lo que me levanto y recojo su ropa con cuidado comenzando a escuchar tras la puerta cerrada el sonido de la ducha funcionar.

(…)

 

Han pasado diez minutos en completo silencio cuando alguien golpea la puerta y me levanto de inmediato para abrir y enrojecer por presentarme en albornoz. No tengo otra salida por lo que me veo obligado a hacerlo así. Un hombre de mi edad aproximada me saluda y entra con un carro de metal y varios platos cubiertos para conservar el calor sobre este. Veo también una botella de vino blanco en una cubitera y una botella de agua mineral acompañándola. Con una sonrisa recibe el dinero que le doy y la bolsa con nuestra ropa y la mochila de Yoongi también sucia.

Justo cuando el hombre desaparece por la puerta, YoonGi reaparece en la habitación como si hubiera estado esperando porque se fuera.

—¡Qué bien! –Viene a un paso rápido y cuando comienza a decir algo debo ser sincero porque no estoy atendiendo a sus palabras, el albornoz no está sujeto a su cuerpo y tal vez se debe a que es más delgado de lo que imaginé pero puedo entrever sus muslos por la abertura inferior y su pecho pálido y delicado por la superior—. ¿Comemos ya? –Asiendo y nos vamos a una pequeña mesa en el centro del cuarto para poner en ella todos los platos y prepararla de manera que nos sentemos el uno frente al otro.

—Has pedido vino. –Digo como recordatorio de su gesto.

—Sí. –Dice simple—. Supuse que tú no querrías así que te pedí agua.

—Muchas gracias.

Comenzamos a destapar platos de comida y el olor golpea mis fosas nasales con su aroma. Hay salmón ahumado, raviolis rellenos de queso, arroz tres delicias, gambas a la plancha y de postre dos copas con mousse de chocolate con frutos rojos. Mis ojos se salen de mis órbitas y siento un repentino apetito voraz que me obliga a abalanzarme sobre la mesa, pero me contengo. Mi boca comienza a llenarse de agua.

—¿Qué pasa? –Me pregunta cuando su expresión es de total calma y serenidad. La mía debe de haberse trastocado.

—¡Has pedido demasiado! –No lo digo como algo malo, desde luego.

—Estoy muy hambriento. –Dice encogiéndose de hombros.

—Nunca he probado el salmón—. Me mira sonriendo y me acerca el plato con el lomo de salmón tan perfectamente situado en el centro con alguna especia decorando su parte superior.

—Entonces pruébalo. –Niego con las manos.

—Es usted el mayor, comience a comer usted. –Sonríe con mis palabras y me acerca mucho más el plato cruzándose de brazos esperando a que yo empiece.

—Nada de convenciones sociales por hoy, por favor. Si tienes hambre, come. –Asiento mostrándole mi sonrisa más infantil y cogiendo en mis manos los palillos de metal escojo un poco de la carne llevándomela a la boca. Parece que se deshiciera dentro y todo mi cuerpo sufre un escalofrío—. ¿Está rico? —Asintiendo ya sin usar palabras le acerco el plato para compartir con él.

La cena se desenvuelve tranquila pero intensa, llena de color y sabores que estimulan mis sentidos. Cinco minutos después de empezar se sirve el vino en su copa y la mueve unos segundos haciendo que su aroma se esparza a nuestro alrededor. Es dulce y afrutado. Apenas intenso a la par que su color casi transparente. Tras observarla durante unos segundos se acerca el borde de cristal a sus labios y los humedece con el alcohol para saborearlo. Asiente para sí mismo y bebe de un trago la media copa que se había servido.

—¿Rico?

—Exquisito. –Sigo comiendo mientras le veo servirse una copa más. La curiosidad llama a mi puerta.

—¿Puedo, señor? –Cojo la copa vacía apartada a un lado porque mi intención no era beber pero me siento atraído por el olor. Yoongi me mira al principio muy sorprendido pero luego sonriendo asiente y me sirve la misma cantidad que a sí mismo.

—Deja de decirme señor. –Doy un sorbo al vino y rápidamente siento mis mejillas arder. La garganta me molesta pero a la segunda cata deja de hacerlo.

—No puedo, usted es mi jefe. –Me mira sonriendo—. En la empresa me han dicho que…

—Ya da igual.

—No, no. Seguiré tratándole de usted. Me da igual. Es mayor, tiene más ingresos, es más conocido… —Se encoge de hombros y acaba accediendo a mi comportamiento.

 

 


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