CHOFER (TaeGi) - Capítulo 12
CAPÍTULO 12
Taehyung POV:
El recorrido del sol ha avanzado más rápido de lo que nosotros hubiéramos querido. Ambos, aunque yo no lo reconozca, estamos disfrutando plenamente del silencio, de una sorda compañía entre amos y cuando se oyen palabras, a ninguno nos juzgan. Es una sensación muy plena.
—Será mejor que regresemos al coche. –Dice de repente mientras yo me entretenía mirando a la nada en concreto. Asiento y ambos nos incorporamos para volver por el mismo camino o eso creí porque él conducía mis pasos pero en realidad todo el trayecto me parecía completamente diferente. Corroboro ese hecho cuando nos vemos obligados a detenernos porque el terreno se divide por medio de un charco de lodazal. El barro nos interrumpe el camino y no alcanzamos a ver dónde termina por ambas partes de su circuito.
No vemos el barro moverse y antes de plantearnos regresar comprobamos, tirando una piedra dentro, que está muy húmedo como para caminar por él.
—Se nos hundirán los pies. –Digo sin recibir una respuesta mientras Yoongi lo observa con paciencia. De ancho no supera los tres metros y su profundidad no creo que sea demasiada pero cruzarlo no es una opción, no al menos para mí.
—Hay que saltarlo. –Dice firme y se quita la mochila de la espalda para lanzarla al otro lado. Cae con un sonido seco y todo mi cuerpo tiembla cuando le veo alejarse para coger carrerilla. Intento persuadirle.
—Pero, señor. Es muy difícil. Sería mejor dar la vuelta y buscar otro camino.
—No hay tiempo. Anochecerá en unos minutos y nos llevaría una hora dar la vuelta.
—Nos caeremos y nos mancharemos. –Sin responderme a nada más se impulsa y corre haciendo que sus veloces piernas le catapulten en el mismo borde para alcanzar el otro extremo con sus pies y por muy poco no cae dentro pero se mantiene en equilibrio unos segundos y acaba retomando la compostura recogiendo su mochila del suelo para retornarla a su espalda. Se gira para mirarme estático al otro lado.
—Vamos. ¿Te quedarás ahí?
—Me caeré dentro. –Afirmo seguro de ello.
—No seas cobarde. Vamos. –Miro el barrizal entre nosotros y le miro de nuevo a él suplicante—. Si no saltas ahí te quedas. Yo me voy y como llegue al coche…
—¡Vale! ¡Vale! –Suspiro resignado y sus ojos cambian confiados en mí. Cojo la misma carrerilla que él se ha tomado y avanzo a gran velocidad pero me debo impulsar demasiado tarde porque mi pie pisa el húmedo barro de este lado del terreno y caigo de bruces contra la tierra sucia. Me quedo unos segundos ahí tirado analizando mi deplorable estado mientras Yoongi ríe de mí hasta caer en el suelo sujetándose el vientre—. ¡No tienes gracias! –Le grito mientras me incorporo en el barro retirado de mi rostro la suciedad líquida que gotea por todo mi pelo. Quisiera limpiarme con mis propias ropas pero están incluso más sucias. Un nudo se forma en mi garganta.
—¿Cómo se puede ser tan torpe? No pienses que te voy a dejar montar en mi coche en ese estado. –Grita y su voz retumba entre las hojas de los árboles. Hago un puchero y a los segundos, cuando la risa comienza a provocarle un agudo dolor en su vientre acaba compadeciéndose de mí—. Ven idiota. –Estira su mano para alcanzar la mía y se acerca hasta el borde de la tierra seca para alcanzarme. Yo desde el barro miro su amable gesto y estrecho mi mano sucia para sujetar la suya con fuerza. Él me asía firmemente y haciendo acopio de su fuerza y equilibrio me ayuda a incorporarme. Lo consigo pero al dar el primer paso por esta tierra resbaladiza me vence el peso y caigo de espaldas llevándome conmigo el pequeño y frágil cuerpo de YoonGi que cae a mi lado de cara como me ocurrió antes.
Me quedo unos segundos petrificado, con mi espalda completamente tirada en el barro mientras un Yoongi inerte permanece inmóvil a mi lado cubriéndose de lodo. Le miro de reojo con todo mi cuerpo temblando para ver como muy lentamente se incorpora a duras penas y se retira de una pasada el barro en sus ojos. Su rostro parece carente de expresión pero juraría que solo es a causa de que no le veo el rostro por la suciedad.
Sus ojos me miran, pequeños, sucios y oscuros entre la capa de barro en él. Yo no me muevo un milímetro sintiendo como el lodazal me envuelve.
—Lo has hecho adrede. –Dice con un hilo de voz que tengo que mantener unos segundos en mi mente para comprender su significado.
—No, señor. –Digo levantando mi tronco para sentarme en el suelo enlodado. Sus ojos me siguen.
—Mentira. Lo has hecho porque me he reído de ti.
—No, no de veras. –Miro a todas partes quitando todo el barro posible de mi pelo con mis manos igual de sucias. Él busca un trozo de prenda limpia para restregarla por su rostro y cuando cree que se ha limpiado suficiente comienza a gritar histérico.
—¡ERES UN TORPE!
—¡Dije que no era buena idea! ¡Dije que me caería!
—¿Cómo se puede ser tan torpe? –Se arrastra por el barro para salir de él y cuando al fin está fuera imito su gesto para incorporarme a su lado. Sus piernas tiemblan de puro nerviosismo al verse envuelto en barro. Sus pasos no son firmes ni seguros y sus brazos se mueven sin cesar intentando deshacerse de la mayor parte de la suciedad aunque sabe que es imposible. Yo suspiro mientras me quito la chaqueta de lana y la sacudo para quitar de ella la mayor parte del barro consiguiendo con ello salpicar la cara de Yoongi—. ¡TaeHyung!
—Lo—Lo siento, señor Min.
—¡Eres estúpido! –Suspira cansado mira al cielo el cual ya no es azul. Se ha visto envuelto en una fusión de lilas y morados que asusta anunciando que ya comienza la noche. El día se despide de nosotros con una maravillosa expresión de colores rosados.
—Es tarde. –Digo simplemente expresando un sentimiento.
—No pienso montar en el coche así. –Se cruza de brazos.
—Me da igual, vamos. Es tarde. –Agarro su brazo con fuerza y lo conduzco por el camino que continúa hacia delante y se deja guiar no muy convencido. Solo me obedece porque tiene el mismo miedo que yo a quedarse solo en medio de la nada. Cuando ya vemos el coche desde lejos Yoongi esboza una sonrisa de satisfacción y relaja su cuerpo—. ¿Tienes más comida?
—No.
—¿Bebida?
—Tampoco.
—¿Ropa limpia?
—No. ¿Por qué?
—¿Qué hacemos ahora? –Me detengo al lado del coche y le miro serio con los brazos sujetos en mi cintura. Frunzo mi ceño desesperado.
—¿Cómo que qué hacemos? Volver a casa.
—Son más de las diez. Han cortado las calles del centro para los desfiles y los fuegos artificiales. –Parece despertar de repente. Le despejo la mente un poco más para que comprenda el verdadero valor de la situación—. Si quieres llegar a tu casa antes del amanecer lo veo complicado, sinceramente. Si quieres quedarte a dormir en el coche me parece genial pero no lo pasarás muy bien sin bebida ni comida.
—Lo dices como si no estuvieras incluido en el plan. –Me mira serio—. ¿A caso tienes tú otra alternativa?
—Depende lo que decidas me amoldaré a una situación u otra.
—¿Si decido que me lleves a casa?
—Conduciré toda la noche.
—¿Y si decido quedarme a dormir aquí? –Levanta su mentón.
—Dormiré al raso porque no entramos los dos para dormir bien. –Suspira cansado y saca su móvil para sentarse en el suelo y cruzar las piernas de manera más cómoda. Yo le miro desde la distancia como su rostro se ve obligado a fruncir o hacer pucheros a medida que pasan los minutos. Diez o doce, más o menos pasan y acaba sonriendo de manera esperanzadora.
—Hay un hotel a diez kilómetros de aquí. –Se levanta del suelo me muestra la dirección y la ruta a seguir por la carretera—. Llegaremos antes de que se haga de noche cerrada. Dormiremos ahí y mañana temprano regresamos a casa. ¿Qué te parece? –Asiento mordiéndome el labio inferior. No hay otra alternativa.
—No tengo dinero para pagar una habitación. –Digo un poco avergonzado.
—¡No te preocupes por eso! –Sonríe guardando el móvil y caminando hasta su puerta del coche—. Yo te pagaré una habitación.
—¿Me lo descontarás del sueldo?
—¡Qué va! –Entro dentro del coche y cierro detrás de mí sintiendo como mancho sin querer el asiento. Yoongi también ha debido notar esta desagradable sensación. Su voz cambia drásticamente a una grave y autoritaria—. Pero limpiarás personalmente y a conciencia cada centímetro de mi coche—. Trago saliva viendo como sin apenas movernos hemos ensuciado todo el interior.
—Claro, señor Min.
Arranco el coche y nos saco a ambos del camping. Me incorporo a una carretera desierta mientras Yoongi programa el GPS para que me marque el camino a seguir. Cuando este ya está listo conduzco en silencio y se instala entre nosotros un extraño sentimiento. De repente he dejado de ser su empleado y él ha dejado de ser mi jefe. Somos dos chicos en plena veintena disfrutando de las locuras de desaparecer por un día. Hemos evadido los compromisos personales, sociales y morales para buscar en un lugar alejado de la mano de Dios la paz que tan desesperadamente necesitábamos. Pero este sentimiento se vuelve aún más incomprensible cuando en una situación que se produce cada día como es trasladarle a mi lado en el coche se torna cómica por estar ambos cubiertos de barro.
No puedo evitar mirarle y al hacerlo compruebo que él ha sentido el mismo impulso. Sin reprimirnos por más tiempo nos rendimos a la risa y caemos en la locura desternillándonos por nuestra propia situación.
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