CHOFER (TaeGi) - Capítulo 3

 CAPÍTULO 3


TaeHyung POV:

Una de las normas estrictas e innegociables de mi trabajo es que cada vez que no esté transportando al dueño del vehículo, debo devolver el coche al local. No puedo usarlo para mi uso personal y aún menos hacerlo sin informar a su dueño. 

Por ese motivo estoy regresando de nuevo a la nave para devolver el coche hasta que sea la hora de regresar. Nada más entrar veo a JungKook subido en un Ford deportivo de color rojo, portando el mismo uniforme que yo saliendo para ir a buscar a su jefe. Me hace una seña con la mano y me paro para bajar la ventanilla y saludarle. Él hace lo mismo.

—¿Ya regresas? –Me pregunta con su sonrisa.

—Sí. Mi jefe es muy madrugador.

—El mío no tanto. Hoseok solo trabaja pasadas las ocho. –Hoseok es el subdirector de la empresa de electrónica Samsung. Lo he visto en varias revistas dando conferencias y cosas por el estilo. No parece mala persona.

—El mío creo que no es muy madrugador pero su trabajo no le permite dormir más.

—Ya veo. –Mira la hora en el coche—. ¿Qué vas a hacer ahora?

—Nada, supongo. Hasta las once estoy libre.

—Ve a la cafetería Toffee y espérame allí, iré en cuanto termine.

Asentí y ambos continuamos nuestro camino. Tras aparcar el coche y sin cambiarme de ropa salí directo al local donde solemos reunirnos a menudo. Él lo llama cafetería pero es algo más infantil que eso. Es más un local de batidos y refrescos donde chicos de nuestra edad o más jóvenes suelen ir a pasar el rato. En las paredes hay grandes televisores con un constante sinfín de música actual.

El local es muy amplio y hay desde mesas individuales hasta sillones con una mesa baja para varias personas. Las paredes blancas hacen que sea todo más luminoso, no como esos locales oscuros donde sin llegar a beber solo el olor a alcohol que desprende la gente te emborracha. Cuando llego a la barra un chico de mi edad me atiende con una sonrisa.

—Un moca chino con helado. –El chico asiente y tarda dos minutos en servirme pero merece la pena porque el sabor de la nata helada derretida por el calor del café hace que todo mi cuerpo vibre y antes de sentarme ya le he dado dos sorbos quemándome la lengua en ambos. 

Sin pensarlo demasiado me dirijo a la mesa donde JungKook y yo siempre nos sentamos. Una apartada, cerca de la cristalera que da a la calle, donde la mesa es alta y la acompañan dos taburetes de bar. Me subo a uno de ellos notando que mis pies difícilmente tocan el suelo por lo que los apoyo en la barra sobre las patas metálicas y suspiro mientras miro el ambiente. A estas horas de la mañana no se puede decir que haya muchas personas, apenas ha amanecido hace una hora pero nunca está vacío. Jamás lo he visto así porque la calidad es muy buena y sus precios bajos.

Hay gente de toda clase, desde chicos menores aun de edad desayunando antes de presentarse a clase, hasta hombres adultos con traje como yo que sienten debilidad por lo dulce. No creo que sea por eso porque tienen la misma facilidad para pedir un café solo como cualquier otra cosa pero estamos en el centro de Seúl y no me extrañaría que su trabajo estuviera cerca y se aprovecharan de la ubicación para desayunar.

Saco mi móvil del bolsillo y miro la hora. Las nueve de la mañana. Un suspiro aparece de nuevo de entre mis labios y miro la carcasa de mi móvil porque no hay nada mejor que mirar. Bebo café, suspiro de nuevo y una vez más reviso el personal del establecimiento y a sus clientes como manía para matar el tiempo. Cuando le doy el último sorbo al café, la radiante sonrisa de Jeon entra por la puerta caminando decidido hasta donde yo estoy. Llega pasada media hora desde que entré.

—¿Ya te has bebido un café? –Me pregunta algo decepcionado—. Te pediré otro, y yo tomaré un Macchiato con helado de caramelo. –Su boca se hace agua y asiento mientras deja sobre el taburete que ocupará una pequeña bandolera negra con motivos en rojo. Regresa a los cinco minutos con dos tazas iguales que pone sobre la mesa y se sienta frente a mí.

—¿Cómo ha ido tu primer día? –Le pregunto y su sonrisa siempre presente se hace más llamativa.

—Genial, el señor Jung es encantador. –Da un sorbo a su café manchándose de helado bajo la nariz. Sonrojado se limpia con el dorso de la mano—. Me ha dicho que si tengo algún problema con el coche que no pasa nada. Que su seguro le cubre todo. Que entiende que sea principiante y bla bla…

—Eso suena genial. –Pienso en que el señor Min no me ha dicho nada de eso a mí. Entiendo por lo tanto que más me vale no hacerle ni el más mínimo rayón o perderé la cabeza.

—¿Y tú? –Me mira expectante.

—Normal.

—¿Solo? –Deja caer sus hombros decepcionado con mi respuesta.

—No sé. Cuando fui a buscarlo creo que fui pronto porque estaba seguramente dormido y le desperté.

—¿Cómo es el señor Min por las mañanas?

—Parece un poco cascarrabias. –Frunzo el ceño y él ríe por mi gesto.

—Seguro que no. –Sonriendo aun lleva ambas manos a la taza y la sostiene sin levantarla de la mesa. La mira viendo como el café se mueve en ella. Hay un largo silencio que acaba rompiendo él—. ¿A qué hora tienes que marcharte?

—Tengo que estar a las once en las naves de televisión. Así que tengo que salir de aquí a las diez y media si quiero llegar. –Asiente mientras escucha mis palabras atento.

—Yo no tengo que ir a recogerlo hasta las dos. –Se encoge de hombros.

—Qué suerte. –De nuevo otro silencio en el que me limito a mirar mi taza—. ¿Conoces a mi jefe? Es decir… ¿Cómo de famoso es?

—Siempre en tu mundo Taehyung… —Me regaña JungKook olvidando el “hyung” con el que debería llamarme para que la queja sea más personal—. Así de famoso.

Le miro frunciendo el ceño ante sus palabras pero ahora su rostro ya no me mira, sigo la dirección de ellos hasta chocar con uno de los televisores con un famoso video de música. Debo entenderlo así porque algunas personas cercanas a la imagen cantan la canción que se emite. La voz, un poco distorsionada por el ambiente, me resulta conocida pero cuando al fin veo el rostro del cantante siento un vuelco en el corazón y en mi estómago al descubrir la cara que esta mañana entraba conmigo en el coche.

—¿Qué hace él ahí? –Pregunto haciendo que JungKook se ría de mi comportamiento. Yo me limito a fruncir el ceño confuso.

—Que idiota eres…

Me quedo mirando el video y parece que todo a mí alrededor desaparece poco a poco y sin darme cuenta. Solo soy consciente de que todo ha desparecido como el humo cuando echo en falta su presencia. Ya es demasiado tarde porque no puedo evitar escapar del sonido de su voz, de su ritmo. De la imagen que por muy lejos que se encuentre ha conseguido atraparme. Seducirme. Min YoonGi, vestido con ropa casual desempeña la función de protagonista en un MV del que no entiendo la trama. La letra apenas la entiendo, distorsionada como he dicho por la muchedumbre cantándola con unas voces malsonantes. Los pequeños ojos de YoonGi, maquillados y oscuros miran directos a la cámara como antes me ha mirado a mí. Al pensarlo siento un vértigo moral y me aferro más fuertemente a la taza de café para mantenerme unido de alguna manera a la realidad.

Todo desaparece, todo se disuelve en mi mente cuando unos dedos chocan entre ellos frente a mi cara. Parpadeo para regresar junto a JungKook que me mira sonriendo.

—¿A dónde te fuiste? –Me pregunta por mi estado mental.

—¿Es muy famoso?

—¡Y tanto! Es cantante, compositor, DJ, actor, presentador… —Mira la hora en su móvil—. Ahora mismo está presentando el canal en directo de entrevistas a idols como él.

Llama al camarero y le pregunta si puede cambiar de canal para poner el que mencionaba antes. Este asiente y robándoles la diversión a los chicos que cantaban felizmente la canción de YoonGi, cambia la emisora y de nuevo su rostro vuelve a aparecer en televisión.

—¿Cómo se os ocurrió la idea para vuestro primer MV? –Le pregunta YoonGi a un grupo de cuatro chicos vestidos con ropas algo llamativas.

—Es algo largo de explicar. –Estos comienzan a dar explicaciones de su video pero yo solo tengo ojos para YoonGi. En su cuerpo porta el mismo traje con el que le dejé en el programa. Su pelo no se ha movido y lo único que parece diferente es que su rostro parece algo maquillado. Sonríe mientras habla, gesticula con las manos y de vez en cuando pierde las riendas de su autocontrol y se destornilla. La cámara graba hasta el más mínimo detalle de sus gestos.

—No sabes la suerte que tienes, hijo de puta. –Me dice JungKook pero yo no escucho ya nada de lo que me dice. Solo tengo ojos para Min YoonGi.

 



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