AMOR ARTIFICIAL [Parte II] (YoonKook) - Capítulo 39 [Final]
CAPÍTULO 39 [Final]
Yoongi POV:
10/04/2018
Miércoles
Consulta de YungSoo
Una
de las habitaciones de su hogar la ha transformado en una agradable consulta.
Dos amplias butacas, una para cada uno. De color gris pero con una tela suave y
muy agradable. Paso mis manos a través de reposabrazos y suelto un largo
suspiro, casi obligado por la sensación de comodidad, y aprecio mejor el olor
de toda la estancia. Huele a lavanda. Conozco los efectos relajantes de este
olor, pero a mí personalmente no me dicen nada. Ya nada parece tener sentido y
ningún olor puede compararse al de su sudor en mi cama. En esta misma
habitación encontramos una estantería, amplia, casi fuertemente recargada de
gruesos volúmenes y pequeñas ediciones de clásicos. Sobre una de las baldas
está el pequeño frasco de aroma morado que es el causante del olor y en otra
balda, alejada de la primera, un pequeño marco con una foto. No sé quién es el
anciano que hay en ella y tampoco me importa demasiado descifrarlo. Es un
rostro que carece de importancia. Son facciones sobre una silueta. No necesito
saber más.
Comienzo
a leer, algo apresurado, los títulos de algunos libros. La mayoría los conozco:
Enciclopedias, clásicos de Poe, Freud y Dostoievski. Pero casi la mayoría de
los volúmenes son de autoayuda. YungSoo es de esos parroquianos que creen en la
medicina de los libros de autoayuda, cuando en realidad la mayoría de ellos los
han escrito autores muertos de hambre desenado sacar un par de pelas con la
moda de los libros de autoayuda. “¿Qué es la depresión y cómo salir de ella?”
“Jugando con los Kilos.” “Noches en vela. ¿Cómo librarme de las pesadillas?”
Con esos repugnantes títulos que te involucran y te hacen asentir, concorde con
esas afirmaciones o cuestiones dirigidas al primer pardillo que los compra
deseando solucionar un problema en su vida que en realidad no tiene, solo
existe sugestionado por esos libros. ¿Acaso alguien se plantea tener depresión
sin saber qué es esa palabra?
A
mi derecha hay una ventana. Ha comenzado a llover cuando he salido de casa y a
pesar de que hace sol, sigue lloviendo. A veces se me hace muy extraño ver esos
fenómenos juntos a la par, como si alguien pudiera ver la belleza en un clásico
remasterizado. Sol y lluvia se fusionan y caen ambos a plomo sobre el cristal a
mi lado. Mientras que las gotas de agua comienzan una desenfrenada competición
por ver quién es la más rápida en llegar al final del cristal, el sol las
atraviesa, insuflándolas de vida. Y mientras el sonido de la lluvia contra el
cristal hace de lejano murmullo y el calor del sol me calienta el regazo,
YungSoo me mira desde la distancia de su butaca, con una pequeña libreta en la
mano. Me siento aturdido y como si hubiera recapitulado, empiezo mi historia
desde el día en que puedo llamar a mi vida mía, el día que conocí a JungKook.
Pero esta vez, soy yo la victima de preguntas acusatorias y miradas de
condescendencia.
—Bueno,
aquí estamos. –Dice él mientras golpea con la parte trasera del bolígrafo sobre
su libreta.
—Sí.
–Suspiro, porque esperaba que contestase algo a sus palabras.
—Estás
algo más desmejorado desde la última vez que te vi la semana pasada. –Dice,
apenas hace una semana que nos reencontramos, y han pasado demasiadas cosas.
Tantas, inexplicables. Demasiadas, increíbles.
—Sí,
no he dormido… bien. –Las palabras bien, bueno, divertido
o incluso feliz han comenzado a dejar un amargor desagradable en mi
lengua cada vez que las pronuncio. Le sonrío. No es más que una mueca, pero
estoy feliz en realidad. ¿Ves? Ese sabor desagradable de nuevo en el fondo de
mi garganta naciendo como una ramificación de bilis.
—¿Has
dejado los ansiolíticos, como te dije?
—No.
–Le digo, y de nuevo esbozo esa sonrisa—. No puedo.
—Está
bien. –Dice, con una mueca de condescendencia y apunta algo en su libreta. Con
un gesto mecánico se ajusta las gafas en el puente de la nariz. Jersey marrón,
pajarita negra sobre camisa blanca. Es todo un tipo, pero yo, yo ni siquiera
porto ropa que sea mía. Jersey negro, cuello alto y las mangas con un
dobladillo para que mis manos puedan salir a través de ellas. El tacto es suave
y su olor aún permanece en mí. Me siento tan terriblemente aturdido que nada de
lo que me diga va a herirme lo más mínimo—. ¿Cuántas pastillas te quedan?
—Bote
y medio. Pero puedo conseguir más prospectos.
—No
más. –Dice, casi como una sentencia y yo le miro desde mi asiento casi con
subordinación. Puede hacer conmigo lo que desee, puede experimentar conmigo
cualquier dosis de cualquier sustancia que quiera meterme en vena. Yo ya he
perdido voluntad de negarme a nada de lo que me pida—. ¿Quieres hablar de lo
que ha pasado esta semana? ¿O prefieres comenzar desde el principio?
Me
pregunta. Parece que me está preparando para una dura carrera de varios
kilómetros. Me palmea los hombros, me da ánimos y me señala con temor la meta.
Me pregunta si quiero hacerlo o si no debería ser tan exigente conmigo mismo y
aun menos estando todo tan reciente, pero desearía poder volver a correr con
normalidad. Como solía hacer antes…
—Me
da igual.
—Bien.
–Dice, pero no me indica ningún camino a seguir. Al fin, tras mucho cavilar y
pensando que el sonido de la lluvia va a ocultar mis palabras, estas salen casi
desesperadas.
—Nunca
había conocido el termino Obsesión hasta que él me lo mencionó, hace mucho
tiempo. Obsesión. –Repito la palabra, paladeándola—. Tiene un sabor agridulce,
la palabra. Es suave, como un pastel de crema y con chocolate en el interior.
Es intenso, como el café y tan picante como el chile. Cuando lo tragas, es como
el tequila y en el estómago no sienta bien. Cuando tu cuerpo lo asimila, es
destructivo y vomitivo hasta el punto en que te ves obligado a regurgitarlo
todo. Pero una vez de nuevo en la lengua, vuelve a ser dulce y acaramelado.
>>He
sido un hombre bueno, diría un católico practicante, lamentándose de que su
dios le haya abandonado, o tal vez de que haya descargado sobre él toda su
fuerza. No he hecho nada malo en mi vida, no he herido a nadie, no al menos de
forma intencionada y con premeditación, he querido a mi familia, he amado a mi
prometida, he estudiado y he salido delante con toda la mediocridad de la que
disponía. Eran otros tiempos, yo conseguí trabajo enseguida, la vida era
aburridamente tediosa. Toda mi vida, hasta hace unos meses, era normal. Ha sido
como un largo sueño del que al despertar me he visto fuera de mi zona de
conforto. ¿Qué ha sido del dios que me resguardaba en una nube de fantasía y
aburrimiento? A veces anhelo el tedio y las noches de dulce sueño en compañía
de mi prometida. A veces echo en falta el calor de mi familia y la tranquilidad
que me proporcionaba la monotonía. Extraño levantarme cada mañana y quejarme de
lo que las personas normales suelen quejarse: la luz está muy cara, hay atasco,
el bus está abarrotado de gente, tengo que poner una lavadora y se me han
quemado las verduras que cenaría hoy. ¿A quién demonios le importa ahora el
precio de la luz si ni si quiera la enciendo? Hace días que no me hace falta
encender una maldita luz porque antes de que caiga la noche ya estoy en
posición fetal en la cama con la única intención de regresar a la dimensión de
la que he salido y despertar en un tedio matutino.
>>Él
–no pronunció su nombre, ya no por miedo o resquemor, es casi un respeto
religioso— me dijo que el amor se asemejaba a la obsesión. Antes no lo
comprendía, ahora así. Caigo en la cuenta de que esta obsesión que siento se
asemeja en gran medida a la idea platónica del amor romántico que Stendhal tan
bien redacta. No como, no duermo. Me apasiona la idea de que puede reaparecer,
del recuerdo devorándome y del remordimiento alentándome a cometer ciertas
locuras que no me permito replantearme. Puedo verle ahora, en el brillo de cada
una de las gotas de lluvia a través del cristal. Puedo verle en ideas
abstractas como el miedo o la tristeza, en conceptos mucho más concretos como
el dolor o el insomnio. Está en todas las horas del día, en cada minuto, en
cada segundo que transcurre con monotonía. Tik, ahí está. Tak, y ahí de nuevo.
Está en todas sus facetas, tales como su sonrisa avergonzada o esa perturbadora
manía de golpearse las piernas con las palmas de las manos al levantarse, dando
algo por finalizado. Esos gestos, se han quedado tan grabados a fuego en mi
inconsciente que me los he notado en mi propio ser, en mi ADN. Y en cierto
sentido, aunque el remordimiento me invada, siento una calidez que me
transporta a un sueño en el que yo soy él, y él es yo. Con sus manías, sus
malos hábitos, me siento mucho más cerca de él, como si estuviese dentro de él,
y él de mí.
>>He
aprendido a verle a través de las personas. Incluso en ti, puedo verle en ti. Ya
bien sea en la forma en que te sientas, en la forma en que me miras. Puedo
imaginarme que estoy hablando con él y de repente las palabras simplemente
salen solas, porque he vivido con su recuerdo, con su imagen, con una ilusión
de él, durante mucho tiempo hasta que la imagen se ha vuelto tan nítida como
tú. Su recuerdo se ha convertido en mi mejor compañero, en la mejor forma de
resguardarme del llanto o el mejor alivio para la ansiedad de su presencia. Ha
sido quien me ha acunado cada noche desde su ingreso en prisión y ha sido quien
me ha soportado en todas mis flaquezas. Quien me ha mirado con cariño y bondad
y quien me ha dicho duras verdades. Cuando ese recuerdo cobraba vida por sí
mismo, entonces, y solo entonces, sí podía temer de mi capacidad, pero hasta
ese momento, yo era feliz con mi invento personal.
>>Si
recapitulo, soy consciente de todo lo que he perdido por el camino. Creo que él
ha sido consciente de ello aunque no sé si ha sido algo intencionado. La verdad
es que saberlo me daría igual. Mi familia, mi trabajo, muchas de mis amistades,
dinero… pero eso no son más que cosas materiales que bien puedo sustituirlas.
Sé que suena duro, y cruel, pero las personas son personas y puedo encontrar
más. Incluso la soledad me parece reconfortante, casi más que los brazos de mi
madre. Pero hay muchas otras cosas que he perdido y que no creo poder remplazar
nunca: Mi autoestima, mi libertad, mi vitalidad y mi sueño. En las eternas
noches, en esos momentos en que la noche se hace perpetua y el espacio se pierde
entre las horas y los minutos, en esos instantes en que pierdo toda esperanza
de que el sol vaya a salir a la mañana siguiente, aún puedo verle. Puedo sentir
que se cuela en mi cama y que me abraza, sin importar nada. A mí no me importa
nada. No me importa que no sea real, que no sea el momento o que yo no esté de
ánimo. Sus manos en mi piel es suficiente estímulo como para pensar que al fin,
la vida cobra sentido de nuevo. Sin quererlo he establecido un sistema
particular entre mi mundo y aquello que lo sostiene. Y nada importa de mi mundo
siempre que esté sujeto por sus manos. Sus dedos fríos sobre la piel de mis
hombros.
>>Pero,
¿sabes qué es lo peor de toda esta situación? Ya no importa si es real o no, si
estoy medicándome de más o de menos, si tengo o no trabajo o si alguna vez
volveré a salir adelante y a recuperar mi vida. Es el conformismo en el que me
he instalado. No me importa si muero de hambre, si no vuelvo a tratar con
ningún humano o incluso si acabo malviviendo entre cartones debajo de un puente
hasta que me muera de melancolía y nostalgia. Ya no me importa, porque su
recuerdo es fuerte y me soporta a mí y a mis delirios. Porque ya he perdido
todo ánimo de vivir y de sobrevivir en un mundo en que me exige de todos mis
sentidos. Me he cansado de dar mi vida por un mundo que no me aprecia y por
portarme bien con aquellos a quienes no les importo. Estoy cansado de la falsa
tristeza de la gente y de aquellos que se quejan sin motivo. Harto de escuchar
sandeces de “creo que mi pareja me engaña” “Tengo mucha tarea que hacer, creo
que voy a dejar los estudios” A quién demonios le importa las nimias
preocupaciones de aquellos que jamás han pensado por sí mismos. Estoy harto de
una vida que ha dado demasiado para los demás. ¿Quién me ha dado a mí nada?
—Háblame
de lo que ocurrió el viernes. –Me pide YungSoo.
—Estaba
allí en mi piso cuando regresé de la prisión. Lo había imaginado muchas veces,
lo había visualizado tal como sería, lo había incluso soñado. Él ahí, esperando
por mí para matarme. Había fantaseado con la idea de morir en sus manos casi
con misericordia y resignación. Había planeado cientos de métodos para huir
sano y salvo. Pero cuando ocurrió al fin, ni él quería matarme ni yo quería
huir. Podía ver en su mirada y en su expresión que yo ya no era nada más que un
engranaje en un gran sistema, el sistema que le daría la liberación. Él ya no
deseaba matarme. Ya me había matado en vida, yo ya no soy nada para él, ni una
amenaza ni un logro que alcanzar. Me había destrozado cada pequeña parte de mi
existencia, ¿qué sentido tenía gastar engreía solo para quitarme del medio?
Pude verlo claro. Y mi miedo, desapareció al instante.
—¿Qué
hiciste?
—Le
besé. –Suspiro—. Así, sin más. Le besé porque deseaba hacerlo,
desesperadamente. Me dejé llevar por una vez en mi vida, por lo que yo
realmente deseaba. No temía a las consecuencias de su parte. Sabía que no
moriría, y eso para mí era suficiente. Tal vez no era lo que él deseaba, o lo
que se esperaba de mí, pero dejarme llevar por lo que yo deseaba me liberó. Me
hizo sentir al fin que tenía algo bajo control, algo, cualquier cosa, incluso
una fantasía. Nos besamos y nos acostamos. Para mí fue como alcanzar el límite
de mi cordura, aunque yo sé que él solo cumplió por pena. Sé que lo hizo porque
no se negaría a acostarse con alguien. Al principio me molestó, pero si te digo
la verdad, ahora me siento feliz por ello. De no haberlo hecho, me habría
arrepentido el resto de mi vida. Tenerlo de nuevo en mis brazos, poder arañar
su piel, poder oler su cabello, la sensación de su cuerpo sobre el mío me hizo
regresar al Olimpo de mis recuerdos, a un momento en que todo era una gran
mentira.
>>Conocerle
fue como descubrir la Atlántida. Un mundo desconocido, un lugar asombroso, una
cultura diferente, una nueva forma de ver el mundo. Pude apreciar el revoloteo
de sus palabras, las maravillosas aguas de sus pensamientos y aquellos
ciudadanos no eran más que aquellas formas tan diferentes que tenía de
mostrarse ante mí. Están desde el joven muchacho impulsado por sus instintos,
hasta el gran dominador de masas. Todo ello estaba recogido en una persona, en
un ser tan real como tú, como yo. Pero ya no. Sin embargo en estos últimos
meses, desde que fui consciente de su psicopatía, fue como retirar un fino velo
que cubría la realidad con brillante oro y reluciente plata. Debajo de ese velo
yacían los restos de lo que un día debió ser la Antártida. Los maravillosos
palacios no son más que ruinas esparcidas por yerma tierra. Los ríos secos y
las personas muertas. Es una ciudad fantasma, y sin embargo no puedo dejar de
admirar lo que hoy es, lo que un día fue, tal como plantarme frente al Coliseo
Romano y decir, “Que hermosura” cuando no estoy sino admirando restos de la
historia. Piedras sin sentido, el desgaste del tiempo sobre un gran monumento.
Y a pesar de ello, me inclino ante la majestuosidad del ser. Ya me lo dijo una
vez: No me he enamorado de una persona, sino de un cerebro. No me he enamorado
de sus facciones, ni de sus besos, ni de sus caricias. Me he enamorado de la
capacidad de asombro que ha inflamado con sus palabras, con su arrogancia. Me
he enamorado de una idea, de un concepto de superioridad intelectual. Igual que
los romanos se enamoraron de los griegos al descubrirles, igual que un fiel se
enamora de su dios y cómo un hijo se enamora de su padre.
—¿Qué
pasó después de que os acostaseis? –Me pregunta, algo cohibido por mis
palabras.
—Se
marchó. Sin más. Cogió parte de sus pertenencias que había en mi casa y salió
por la puerta. Así, sin más. En cierto modo siento cierto alivio porque pude
ver en sus ojos que ya no había odio, que no había miedo ni tampoco
resentimiento hacia mí. Me liberó de él, pero yo no sé si quiero ya ser
independiente a él. Y aunque quisiera, creo que no puedo.
YungSoo,
delante de mí, alcanza un periódico que estaba colocado estratégicamente cerca
de él y lo abre casi desinteresado. Ha dejado aparte la libreta en que le he
visto escribir tan solo un par de palabras y comienza a buscar algo en
concreto. Sé lo que busca, pero si no lo supiese, pensaría que está simplemente
ignorándome, tomando el periódico como un mejor entretenimiento. Cuando
consigue hallar lo que tan despreocupadamente buscaba, me lo pasa a mí y yo ni
lo leo. ¿Para qué? Ya nada importa.
—Algunos
periódicos dicen que Jeon Jungkook se escapó de la prisión el viernes, como
bien sabes, pero que los policías le alcanzaron apenas una manzana al norte. Le
dispararon y murió desangrado en el trayecto al hospital. Herida de bala en un
pulmón. –Suspira y yo alzo la mirada casi con resignación—. No ha salido en
todos los periódicos, e incluso puede que sea una mentira, dado que no creo que
una prisión como en la que estaba deseen que sepan que uno de los presos más
peligrosos del país anda suelto. Sembraría el caos. Ya sabes…
—Sí,
lo sé.
—Pero…
—Suspira—. Tú lo viste, en tu piso. –Asiento—. ¿Fue real? –No contesto a lo que
vuelvo a mirar la noticia en el periódico. Esas palabras me parecen tan
inverosímiles como la idea de que yo mismo esté vivo.
—He
perdido de vista, hace ya mucho tiempo, la fina línea que separa la cordura de
la locura. He aprendido a vivir con la incertidumbre. No sé si tú eres tú y
eres real. No sé si sigo vivo o si estoy muerto y este letargo no es más que el
limbo, dándome tiempo para decidir si deseo ir al cielo o al infierno. No sé si
Jungkook fue alguna vez real, u ocupaba las horas muertas entre paciente y
paciente fantaseando con una dulce locura. No sé si intentó matarme o yo mismo
me autolesioné, no sé si realmente estaba vivo cuando le iba a ver a la prisión
y ni siquiera estoy seguro de que las cosas de mi piso sean todas mías. Tal vez
siempre fueron mías, tal vez no sea mi piso…
—Dices
que se llevó cosas cuando se marchó. ¿Esas cosas que se llevó han desaparecido
de tu piso o siguen ahí?
—Buena
pregunta. –Digo, casi ilusionado. Pero es una fingida ilusión—. La cosa es que
no sé que se llevó, y ni siquiera sé si lo que se llevó era suyo, mío, o si
realmente se llevó algo. Te digo que le recuerdo llevarse parte de sus cosas,
pero solo es un recuerdo. Y ni siquiera puedo fiarme del presente, como para
fiarme del pasado a través de mis recuerdos. ¿Puedes explicarme como puedo
vivir así? –Le pregunto, y de mi voz sale casi un murmullo desesperado—. No hay
cuerpo. –Digo, refiriéndome a Jungkook—. Nadie lo reclamó y la morgue decidió
incinerarlo, según las noticias. Nadie ha dicho nada, ha sido todo muy rápido.
Cuando la noticia salió, ya se había incinerado al cadáver. ¿Eso fue real? ¿Ha
sido una piadosa mentira? No lo sé y en cierto sentido, no me importa. Ni
siquiera lo creo. Estoy seguro de que si hubiera muerto, yo lo habría sentido,
una parte de mí habría muerto con él, pero aun me siento con ese vigor. Sé que
volveremos a vernos. Tal vez dentro de unos meses, o de unos años. No importa.
Yo ya no le temo, y tampoco le amo. Solo estoy obsesionado con él. Con su
arrogancia, con su inteligencia, con la idea platónica que ha dejado para mí su
recuerdo.
>>Siento
una absoluta calma interior. Como si al fin pudiese descansar en paz. Como si
morir no me supusiese un esfuerzo. La verdad se me ha revelado nítida. Yo no le
recuerdo, porque jamás nos llegamos a conocer. Todo lo que creí un palacio
construido alrededor no es más que una mentira bien entrelazada. No es más que
humo. ¿Él fue real? ¿Acaso importa? ¿Qué diferencia hay entre realidad y
ficción? Si la ficción puede quitarme el sueño, pude enloquecerme y volverme
tan sumamente vulnerable como si de la vida misma se tratase, bendita
imaginación y bendito el delirio que me ha permitido amarle. Porque aunque
duela, aunque cada noche me desvele entre sollozos, aunque aun siga suspirando
su nombre en pleno orgasmo, no desearía que hubiese sido de otra manera. Me ha
regalado vida, encerrándome entre barrotes de terror, dolor y desesperación.
FIN
No se suponía que había un suicidio en esta fan fic? O la tag era sólo como advertencia a que habría menciones al suicidio?
ResponderEliminarSolo es una advertencia por mención. Me acostumbre a ser muy minuciosa con eso porque muchas personas se espantan con solo mencionar ciertos temas. Siento si te ha decepcionado no encontrar nada sobre ello.
EliminarAl contrario Cynthia, sólo me sorprendió porque leía casi aventurando que se acabarían quitando la vida, de hecho me encantó demasiado la historia.
EliminarEscribes increíble!
Muchas gracias por tus palabras y por haber leído esta historia. Espero que te animes a leer el resto a medida quelas vaya subiendo. Un saludo.
EliminarPara lo que significa el personaje de Jungkook, la muerte es un amago. ¡Qué buena obra! Y la tristeza que acompaña a los despiertos entre tantos "borregos" es en verdad entrañable.
ResponderEliminarA fin de cuentas, Yoongi decidió ponerle nombre y darle carne a su propio velo.
¡Gracias por permitirme leer un relato de tal calidad!
Gracias a ti por llegar hasta aquí y leerlo, y también por encontrar mi blog. Es un placer ver como la gente vuelve a leer mis historias. Un saludo.
EliminarCynthia que asombroso final nunca me lo hubiera imaginado. Apenas he leído 2 obras tuyas y me he quedado fascinada con tu forma de escribir (con todo respeto cynthia me dejaría dedear de esos maravillosos dedos que han creado tremenda obra)
ResponderEliminarHhah Te alegrará saber que es la pirmera persona que me sugiere algo parecido ahhaha No me tientes hahaha
EliminarMe alegro de que te hayan gustado mis historias. Espero que te animes a leer algunas más, estoy segura de que te encantarán. hahah Ay me pusiste nerviosa. :P
Jajajaja nerviosa estoy yo al ver que me respondistes.
EliminarCynthia si no es mucha la molestia recomiendame algunos obras tuyas que me dejen estupefacta.
Pues la verdad es que no sé que recomendarte. Como no sé qué tipo de temáticas te gustan o si prefieres que te recomiende solo fanfics o no, te voy a recomendar de todo un poco.
EliminarEn cuanto a fanfics: Te recomiendo "El peso de nuestra perdición (Yoonmin)" "El precio del arte I y II (BTS)" "Amnesia I II y III (YoonMinKook)". Creo que estas son las más elaboradas, las que más me ha gustado escribir y las que considero que han gustado más y merece la pena.
Tengo también algunos relatos cortos, que no son fanfics, como por ejemplo "El castigo de los suicidas" que tiene un aire parecido a los cuentos de Allan Poe.
Y si te animas a leer alguna de mis novelas más largas, te recomiendo "NO tan alto, ícaro" si te gusta la temática yaoi, y "La tienda de Exvotos" que es la última que he escrito, que es novela histórica.
Cynthia es como la octava vez que leo está historia, y no estoy exagerando. Simplemente es mi obra favorita en todo el mundo! Me siento vacía como todas las veces anteriores, solo me queda dejar pasar el tiempo otra vez, para leerla desde el principio jajaja, eres increíble, un beso<3
ResponderEliminarWOW la octava vez? Eso es realmente sorprendente hahah ni si quiera yo he releído tantas veces un libro o un cuento. Me alegro mucho de que te haya gustado tanto como para eso. Espero que la hayas disfrutado como la primera vez, y que te animes a leer otras de mis historia. Es un placer mantener este Blog para personas como tú.
EliminarCYNTHIA. yo te leía en wattpad hace años y encontrar un blog con tus maravillosas historias me hace tan feliz. no quiero leer a nadie más, me devolvés el apetito de lectura que me caracterizaba. besos desde Argentina. <3
ResponderEliminarJo, me hace muy feliz que hayas conseguido dar con este blog. Desde que wattpad me eliminó la cuenta no ha sido lo mismo, pero ahora tengo el control de esta web y puedo hacer lo que me venga en gana sin preocuparme porque al Boss no le agraden los temas de mis historias o lectores que quieren denunciarlas... En fin. Me alegro mucho de devolverte el apetito por la lectura, retomar a un autor conocido es siempre más fácil, ¿verdad? Te animo a leer todas aquellas cosas que no pudiste leer en aquel tiempo y las nuevas que he ido subiendo en este blog y que no conocieron wattpad. Muchos besos desde España, me alegro de tenerte de vuelta.
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