AMOR ARTIFICIAL [Parte I] (YoonKook) - Capítulo 21
CAPÍTULO 21
Yoongi POV:
21 – Octubre – 2017
DOMINGO.
El agua cae lenta a través de mi cuerpo.
Desde mi frente y por mi nuca hasta recorrer mi espalda y mis piernas. Me paso
la mano por el rostro y escupo el agua a un lado del plato de ducha. Con una de
las manos me apoyo en la pared de azulejos grises mientras me quedo largo rato
pensativo, sintiendo el agua templada tibiar mi cuerpo. Los recuerdos del
viernes han comenzado a atormentarme hoy. El sábado, ayer, fue un día
completamente inexistente. Despertar pasada la hora de comer y estar toda la
tarde con la mirada perdida en el televisor con una aspirina intentando hacer
frente al dolor de mi cabeza en el cuerpo, el tiempo ha pasado muy rápido, pero
ha sido al despertar hoy que no he podido evitar sentir todos los recuerdo de
golpe. No sucedió nada de lo que deba arrepentirme, pero la sola imagen de sus
mejillas enrojecidas y del contacto de estas en mi mano me hace sentir tan
tremendamente vertiginoso que es como si hubiera mirado a través de un
precipicio sin fondo.
Tras aquella charla en el banco cerca del
local caminamos como unos quince minutos en silencio a lo largo de una calle y
cuando nuestros caminos se bifurcaron, yo me separé de él y él continuó por la
calle en silencio. Me habría gustado despedirme de él dándole un abrazo o
simplemente palmeando su hombro, o cualquier mero contacto convencional, pero
él se alejó un paso de mí el primero despidiéndose con un gesto de su mano y yo
simplemente le dejé ir regresando por mi camino de vuelta a casa. Solo recuerdo
caer en la cama y llamarme idiota por la menos media hora hasta que el mareo
desapareció y dio paso a un profundo sueño.
Durante todo el día de ayer mi mente no
quiso pensar en nada pero hoy al despertar una gran duda me arrebató todo
sentimiento de insensibilidad. Una pregunta que me quitó el sueño de madrugada:
¿Estará bien? Tan sencillo como eso, pero tan importante que de repente esa
pregunta lleva todo el día rondándome. Desayunando me he estado devorando los
sesos pensando en que tal vez le ocurriese algo de camino, en que de ser así,
tal vez me habría llamado. O tal vez no, tal vez no le diese tiempo. ¿Todo está
bien entre nosotros? Es otra pregunta que me ha torturado desde la mañana, pero
rápido más dudas saltan en mi mente: ¿Qué somos? Si fuésemos amigos, debería
preocuparme. Pero, ¿somos amigos? No somos amigos, somos paciente y doctor y no
hay nada más. Y sin embargo ayer rocé su mejilla con mi mano y él se
estremeció, y yo me estremecí con su rubor.
Y desde hace unas horas que me debato en
si llamarle o mandarle algún mensaje, pero eso sería demasiado violento de mi
parte y tal vez podría parecer algo que no soy. Y si él desea que lo haga, si
no lo hago pareceré demasiado insensible. Antes de darme cuenta ya estoy
apagando la alcachofa de la ducha y me salgo de esta rodeándome la cintura con
una toalla. Sin querer mirarme al espejo me seco por todo el cuerpo y me pongo
un pantalón de pijama sin necesidad de acompañarlo de ropa interior y una
camiseta de manga corta mientras me seco el pelo con otra toalla. Tal como
estoy salgo al salón y me quedo mirando la tele encendida desde lejos aún de
pie pensativo. Hay un canal de noticias que no recuerdo haber puesto, pero
tampoco recuerdo haber cenado y tengo que pensarlo seriamente porque no tengo
hambre pero no me hará bien si no como nada hasta al día siguiente.
Cuando estoy en la cocina pensando en qué
diablos cenar oigo un pitido proveniente del comedor y no le doy importancia.
Me digo que ha sido la televisión y sigo mirando a través de los mueves de la
cocina en busca de algo comestible. Me limito a coger un melocotón de la nevera
y un pequeño cuchillo. Lo pongo todo sobre un plato y cuando me siento en el
sofá y pongo la comida delante de mí, el pito se repite y la pantalla de mi
móvil se ilumina haciéndome dar un respingo emocionado. Casi golpeo el plato al
intentar cogerlo pero merece la pena cuando en la pantalla veo dos mensajes de
Jeon. Con una sonrisa ilusionada desbloqueo el móvil pero al mismo tiempo me
aterra la idea de que no sea algo bueno. Antes incluso de meterme en los mensajes
comienzo a cavilar sobre que sea una reprimenda por no haberme preocupado por
él o algo parecido, pero los mensajes me dejan mucho más tranquilo.
——Hola.
——¿Puedo llamarte?
Sin pensarlo un solo segundo más soy yo el
que busca la opción de llamar y le llamo completamente convencido de que está
enfadado conmigo o de que se siente decepcionado con mi conducta. Para intentar
distraerme mientras suenan los pitidos que me anuncian que estoy aguardando a
que el conteste, recorro con la mirada el melocotón delante de mí y los libros
que hay sobre la mesa. Son los mismo que la última vez, los mismos que la
semana pasada. Me siento en un terrible deja vú que se acentúa por la
voz de Jeon al otro lado de la línea.
—Hola, Yoongi. –Dice tranquilo con voz
animada. Más neutra que disgustada.
—Hola. ¿Qué tal estás? –Le pregunto y él
suelta un risa agradable.
—Bien. ¿Y tú? ¿Supiste llegar a casa?
Estaba preocupado por ti… —Sus palabras me hacen sentir mucho más cálido de lo
que me esperaba.
—Sí. –Sonrío—. Eso debería decirlo yo, que
soy más mayor. –Digo fingiendo estar ofendido—. ¿Llegaste bien a casa?
—Claro que sí. –Dice divertido y yo
asiento, sonriendo.
—Está bien. También estaba preocupado…
—¿Por mí? –Se sorprende—. ¡No me mientas!
Claro que no lo estabas… —Dice coqueto.
—Sí. Lo estaba. –Le digo serio y él suelta
una risa al otro lado que me hace sentir cálido. Me siento mejor en el sofá y
subo las piernas a este. El melocotón delante de mí ha perdido toda
importancia. Ya no parece tener sentido. Parece estar muy lejos de este mundo
en el que me hallo y ya no tiene ni siquiera funcionalidad.
—¿Estabas ocupado?
—No. –Le digo—. No estaba haciendo nada.
Solo acabo de salir de la ducha.
—Ah. Yo he terminado de cenar hace un
rato. –Suspira—. También debería darme una ducha…
—¿Están tus padres en casa?
—No. –Dice, y seguro que oculta una
sonrisa detrás de ese tono neutro—. Han ido a tomar algo con los hermanos de mi
padre.
—¿No has ido con ellos?
—¿Por qué habría de hacerlo? ¿Y perderme
el hablar contigo? Dios nos perdone…
—No seas melodramático. –Le digo y él ríe
al otro lado. Me muerdo el labio inferior—. Enserio, ¿no has ido por hablar
conmigo?
—Claro. –Seguro que se encoge de hombros.
Me lo imagino—. Además, no me caen bien.
—Eres un misántropo. –Le digo y él ríe a
carcajadas al otro lado.
—¿Cómo Octavio?
—Como Octavio. –Afirmo y él vuelve a
reírse. El sonido de su risa a través de la línea telefónica no la hace más
inhumana, al contrario, me hace sentir mucho más risueño y afortunado de que
solo yo pueda oírla.
—¿Aún sigues con eso? –Me pregunta
ofendido—. Ya te he dicho que no me compares con un personaje ficticio.
—Ficticio o no, las características de la
personalidad pueden extrapolarse perfectamente a una persona de carne y hueso.
–Digo, pensativo.
—Lo sé. –Dice—. Pero aun así. –Suspira—.
La novela en sí es una bazofia.
—¿Lo crees? –Pregunto, frunciendo el ceño—.
A mí me parece exquisita.
—No lo es. Al ser la primera obra de
Stendhal tiene taras por todas partes. Las personalidades de los personajes son
incompletas, vacilantes y abstractas. No están realmente formadas ni
evolucionan con el paso del tiempo. Por no hablar de que tanto los personajes
como la sociedad son más descritos que presentadas en situaciones: más
explícitos que hechos relacionar. A Stendhal, aquí, le falta aún la maestría
necesaria para domesticar la vida y hacerle representar lo que quiere…
—Es su primera obra, tienes que ser
consecuente con ello. No puedes pretender que haga obras maestras en su primera
experiencia como escritor.
—Aun así, hay veces que hay que desechar
este tipo de cosas. Los grandes autores como él deberían quedarse solo con sus
dos o tres obras que le han dotado de renombre.
—Lichtenberg* dijo una vez, “En muchas
obras de un hombre célebre me gustaría más leer lo que ha borrado que lo que ha
dejado”. –Digo y él se toma unos segundos en silencio pensativo. Cuando
responde sigue con su pesimismo.
—No estoy de acuerdo. Si el autor decidió
borrar algo está bajo su decisión y si esta fue tal, sería porque no lo veía a
la altura de lo que fueron sus grandes obras. Si fueron tan grandes, seguro que
lo que tiró no fue mejor.
—Eso no puedes saberlo, porque no conoces
aquello de lo que se ha deshecho.
—Lo dejo en la mano del autor, el que
decide qué hacer con sus obras… —Le imagino encogiéndose de hombros,
finalizando la discusión y yo ruedo los ojos con una expresión cansada.
—No tienes remedio… —Digo triste y él ríe
al otro lado.
—Soy un personaje plano, como Octavio. No
evoluciono…
—Idiota. –Le digo pero rápido me
arrepiento de haberle llamado de esta forma pero él no parece tenerlo en cuenta
y se ríe con mi insulto. Más de lo que me esperaría. Seguro que se ríe porque
tampoco se esperaba que yo le llamase así.
—Doctor, está cogiendo usted demasiadas
confianzas… —Me dice en forma de advertencia y mis mejillas arden mientras
sujeto con fuerza el dobladillo del pantalón sobre mi tobillo.
—Lo…lo siento... –Suspiro pero él vuelve a
reírse de mí.
—No lo sientas… —Dice. A los segundos vuelve
a hablar—. Me sorprendiste ayer citando a Nietzsche. Pensé que no eras de esos…
—¿De esos?
—De los que retienen tonterías de ese tipo
para soltarlas en un ambiente discernido y hacerse los presuntuosos y pedantes…
—No suelo hacerlo, pero esas partes se me
quedaron grabadas… —Digo, excusándome.
—¿A sí? –Pregunta—. ¿Y eso por qué?
—Porque me recordaban a ti. –Suspiro y
casi me arrepiento cuando no hay risa al otro lado. No hay nada, pero a los
segundos vuelve.
—Qué adorable. –Dice—. ¿Qué haces ahora?
—¿A parte de hablar contigo?
—Hum. –Emite, en forma de sonido
afirmativo.
—Estaba a punto de comerme un melocotón.
–Digo sonriendo—. En forma de cena. Porque no tengo mucha hambre.
—Ah…
—¿Y tú qué haces?
—Nada. Solo estoy tumbado en mi cama.
–Dice, tranquilo—. Pensé en ti y me preocupé, porque no sabía nada desde el
viernes y decidí llamarte.
—¿Pensabas en mí? –Pregunto coqueto y él
suelta un suspiro al otro lado.
—Pienso mucho en ti. –Dice y mis mejillas
arden. Si hubiera estado frente a mí seguro que le habría apartado la
mirada.
—¿De verdad?
—Sí. ¿Tú no piensas en mí? –Me pregunta,
pero él mismo sigue hablando—. Contigo me siento bien. –Suspira—. Me siento
feliz y comprendido. Al menos, aunque no me comprendas, me escuchas, que es
algo de agradecer.
—Me pagas para que te escuche. –Le digo y
él ríe al otro lado.
—No me digas que tengo que pagarte las
horas extra del viernes…
—No. –Río—. Eso no…
—Ya lo sé. –Suspira—. Solo bromeaba. –Con
ese suspiro me dejo caer en el sofá y me tumbo a lo largo de este con la cabeza
sobre la almohada sobre el reposabrazos. Mi pelo está húmedo y la sensación de
frescor me eriza el vello.
—¿Te lo pasaste bien el viernes?
—Sí. –Dice—. Tú compañía siempre es muy
agradable. Y no puedo olvidar que te pusiste corbata, porque yo te lo pedí. Te
veías genial…
—Haría lo que me pidieses. –Le suelto y
comienzo a no sentirme en mis cinco sentidos.
—Hyung… —Suspira al otro lado—. No me
digas eso, puede ser peligroso…
—¿Peligroso? –Pregunto—. No me das miedo…
—El miedo no es el peor de los
sentimientos. El miedo es solo un mecanismo evolutivo para huir del peligro.
Excitación de las glándulas suprarrenales*, inyección de adrenalina…
—¿Qué hay peor que el miedo?
—Ya lo descubrirás… —Dice, tranquilo y yo
frunzo el ceño hasta que oigo otro suspiro de su parte—. ¿Eso que suena de
lejos es la tele?
—Sí. –Asiento mirando en dirección a la
televisión y bajo el volumen.
—¿Estás viendo una peli?
—No. Solo las noticias.
—¿Hoy no vas a salir?
—No. Ya no saldré. Es tarde… —Suspiro—.
Tampoco tengo motivos para salir.
—Mejor. –Suspira al otro lado—. No quiero
que nadie más que yo te vea vestido tan elegante como te vistes para mí…
—Solo me visto así para ti… —Susurro y él
ríe al otro lado.
—¿Y qué llevas puesto ahora?
—Solo unos pantalones y una camiseta de
manga corta. No estoy vestido con ropa de calle…
—Y calzoncillos… —Dice, terminando mis
palabras pero mi silencio le hace dar un respingo—. ¿No llevas ropa interior?
—No. –Digo y él suelta un largo suspiro al
otro lado.
—Hyugn, no me digas eso… —Se lamenta y yo
frunzo el ceño.
—¿Por qué no?
—Me hace sentir excitado. –Me dice y yo me
ruborizo, pero su tono de voz no es nada neutral. Es coqueto y sensual. Me está
provocando.
—Con que poco te conformas… —Le digo y él
se ríe.
—¿Poco? Te sobrevaloras hyung…
—Con los jovencitos que hay por ahí,
¿tienes que llamarme a mí? No tendrás por ahí amigos gustosos de tus halagos…
—Los hay, y todos demasiado vulgares y
aburridos. No será porque no he buscado… —Yo me muerdo el labio inferior y
antes de darme cuenta me acaricio el vientre por debajo de la camiseta. Él no
me ve, por lo que me siento libre de hacer lo que quiera, pero ese tacto me
está controlando sin darme cuenta. Mi propio tacto, que débil soy—. Doctor min,
—suspira—. Le di mi número de teléfono para hablar, pero no olvide que sigo
siendo su paciente. –Se pone serio—. Y ahora mismo me gustaría consultarle algo
que me tiene preocupado.
—¿Qué es?
—Siento una irrefrenable atracción sexual
por mi psicólogo. –Suelta de repente haciéndome morderme el labio.
—¿Y cómo se supone que puedo ayudarte en
eso? –Pregunto aturdido.
—No lo sé. Usted es el doctor… —Murmura—.
Solo de oírle hablar me excito…
—¿Estás ahora…?
—Sí. Mucho. –Me corta—. Si estuviera con
usted, hyung, me cortaría un poco y fingiría tener que ir al servicio. Pero ya
sabe, yo estoy en mi cuarto y mi mano es demasiado juguetona…
—¿Estás…? –Pregunto a la nada porque él me
responde con un gemido y yo rápido comienzo a sudar.
—Sí… hyung… —Gime al otro lado y comienzo
a sentir grandes pulsaciones en mi pene y no puedo evitar llevar allí mi mano y
apretar mi glande con dos dedos. Contengo un gemido y él al otro lado sigue
hablándome—. Hyung… ¿qué debo hacer…?
—No… no lo sé… —Murmuro mientras me bajo
un poco el elástico de los pantalones y saco mi pene fuera. Se siente una
liberación tan pecaminosa que yo solo me avergüenzo—. Pero por tu culpa ahora
yo también tengo un problema. –Le digo y él ríe al otro lado. Una sonrisa
mezclada con gemidos.
—¿Por mi culpa, hyung? Ah… —gime—. Que
dulce culpa. ¿Debería sentirme arrepentido? Octavio no se sentiría arrepentido.
Y yo tampoco lo siento…
—No es la primera vez que te masturbas
pensando en mí, ¿cierto? –Le pregunto con la valentía que me suscita tener mi
pene erecto agarrado de mi mano.
—Que listo es usted, doctor Min… Pero por
su voz temblorosa yo diría que usted ya ha comenzado a masturbarse y que sí es
la primera vez que lo hace pensando en mí…
—Tou ché. –Murmuro y él ríe al otro
lado.
—No pares hyung, quiero que termines en tu
mano. –Sus palabras me alientan de una forma muy cruel—. Ah… —Murmura—. Joder… —Suelta
para sí, lejos del auricular.
—Kookie… ¿Qué estás imaginando?
—¿Qué pagarías por saber lo que estoy
imaginando?
—Lo que me pidas, cielo… —Suspiro y él
ríe.
—Si te corres gimiendo mi nombre… te lo
diré…
—Primero dímelo. –Le pido y él ríe.
—Te imagino chupándomela. –Sus palabras me
hacen ver la magnitud de lo peligroso de esta conversación, pero comenzar a
soltar presemen por mi pene me transporta a una realidad que tenía
completamente desconocida. Me doy cuenta de que acabo de entrar en su juego, en
su mundo. En su deformada realidad—. ¿Quieres más detalles?
—Sí… —Digo tembloroso.
—Me miras mientras lo haces, y pasas tu
lengua a lo largo. Después te la tragas hasta el fondo y a veces te atragantas,
porque es grande, pero siempre vuelves a intentarlo.
—Joder, Jeon… —Murmuro y él sigue al otro
lado.
—Tu boca debe ser como le infierno,
¿sabes? –Me dice—. Dios, y tu lengua tan suave y húmeda…
—Koo—Kookie… —Murmuro mientras me
masturbo.
—¿Te gustaría que me viniese en tu boca?
–Me pregunta y mis respuestas ya están mecanizadas por el placer, sometidas por
la locura.
—Sí. Me encantaría. Seguro que estás
tremendamente dulce, Kookie…
—No tanto como tus labios, hyung…
—Ah… —Murmuro mientras cierro los ojos con
fuerza, mordiéndome el labio.
—Quiero oírte gemir mi nombre…
hyung…
—Kookie… ¡ah! Jungkookie… —Murmuro
mientras me aprieto el grande y trago en seco, rompiendo a sudar.
—Imagínate que es mi mano… —Murmura al
otro lado—. ¿Te gustaría que te masturbase?
—Sí… Claro que sí… —Murmuro perdiendo el
control de todo. Él aborrecería perder el control pero para mí es una sensación
tan liberadora…
—¿Vas a venirte? Córrete para mi,
hyung…
—Ah… mmm… Kookie… ¡Joder! –Murmuro cuando
estoy a punto de venirme y él comienza a gemir mi nombre al otro lado, lo que
ya me aboca al abismo.
—Yoongie… ¡hum! Ah… Yoongi… —Me vengo en
mi mano con el sonido de mi nombre desde sus labios y me mancho la camiseta y
parte de los pantalones. Cuando me miro y me dejo de tocar caigo sobre el sofá
con un gran suspiro y al otro lado oigo su aliento entrecortado—. ¿Has
terminado? –Me pregunta y yo trago en seco, limpiándome con el dorso de la mano
la frente.
—Sí.
—¿Te darás otra ducha? –Pregunta divertido
y yo río, negando con el rostro.
—No. –Suspiro—. Pero más vale que tú te
vayas a duchar.
—Sí, más me vale. –Suspira—. He liado un estropicio.
–Ríe y yo me avergüenzo—. Por tu culpa hyung…
—Lo… lo siento.
—Pues yo te doy las gracias… —Dice
divertido y yo me muerdo el labio inferior—. En fin, tengo que limpiarme. Nos
vemos mañana, ¿no?
—Sí, mañana a la misma hora de siempre. –Y
rápido vuelvo a la realidad. Me incorporo y la sangre vuelve a la cabeza.
—Sí. Hasta mañana. Buenas noches.
—Buenas noches. –Cuelgo el primero y
cuando el sonido de su voz ha desaparecido recorro con la mirada el salón y me
doy cuenta de que he regresado a mi realidad y eso me da vértigo. Me dejo caer
de nuevo sobre el sofá y suelto un largo suspiro, exhausto. Por un momento me
he sentido perdido, lejos de todo lo que me rodea. Que sensación tan dulce y
tranquilizadora…
———.———
*Georg Christoph Lichtenberg (Ober—Ramstadt, 1 de julio de 1742 — Gotinga, 24 de febrero de 1799) fue un científico y escritoralemán. Fue profesor de la Universidad de Gotinga, donde a su vez en su juventud tuvo en su misma función a Gotthelf Kästner. Dirigió misiones astronómicas en Hannover y en Osnabrück. Como científico fue el primer profesor de física experimental de Alemania.
*Las glándulas suprarrenales son dos estructuras retroperitoneales, la derecha de forma piramidal y la izquierda de forma semilunar, ambas están situadas encima de los riñones. Su función consiste en regular las respuestas al estrés, a través de la síntesis de corticosteroides (principalmente cortisol) y catecolaminas (sobre todo adrenalina).
AAAAAAAAAAAAHHHHHH SIEMPRE EXPLOTO CON ESTE CAPÍTULO, soy esclava de esas conversaciones y de como Yoongi esta perdido en Jungkook
ResponderEliminarEste es de los mejores capítulos, en el ecuador de la historía, cuando aun todo va bien... XD
EliminarNo sabes cuánto grito leyendo estooooooo, lo leo mil veces y mil veces me fascina! Gracias por escribir esto 🗣️
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