Sin recompensa (JiKook) Capítulo 2 - Lluvia
CAPÍTULO 2 — Lluvia
Jimin
POV:
Debía estar completamente de la olla porque me vi a las doce menos cuarto de la noche corriendo por la acera evitando inútilmente la lluvia que caía sobre mi cabeza, solo para dirigirme a un supermercado y comprar alimento para un gato callejero. Y yo mañana debía ir a clase. Genial.
Esta vez, no cogí el paraguas, sabiendo que al regresar, no tendría manos para sostenerlo, y por lo tanto sería un estorbo. Una vez llegué, entré agradeciendo la calefacción que estaba dentro de aquella tienda, y la pobre señora que estaba en la caja me miró sorprendida.
Me dirigí directamente al pasillo de mantenimiento de mascotas. Mentalmente hice una lista de todo lo que necesitaría para Kookie: una caja, arena, comida sólida, una pequeña almohada para que durmiera y además compré un pequeño juguete que me pareció gracioso.
Una vez lo tuve todo me acerqué a la dependienta y pagué. ¿Y de dónde tengo yo dinero? Mis padres me dan una paga mensual hasta que termine la universidad y pueda encontrar trabajo. Doy gracias a Dios.
—Debes querer mucho a tu gatito ¿verdad? —Me preguntó la señora que estaba cobrándome.
—Si señora —dije en un acto reflejo.
—Es un gato muy afortunado.
No contesté, simplemente cogí las bolsas y salí de nuevo a la lluvia.
A medida que caminaba, porque no me quedaba otra alternativa, comencé a pensar en el qué haría dentro de unos días. Me planteé la posibilidad de quedarme al gato indefinidamente pero me preocupaba que no fuera el mejor ambiente para él, ni la mejor compañía para mí.
Por fin llegué a casa y metí la llave en la cerradura. Eran las doce y media y por fin había regresado a casa. Entré y las bolsas cayeron de mis manos nada más ver al gato sobre la mesa jugando con un cenicero de cristal. En realidad no jugaba, lo estaba conduciendo al borde y una vez estuvo allí...
—¡No se te ocurra! —no me escuchó. Tiró el cenicero despedazándose en la caída contra el suelo. Veo todos los cristales repartidos por el parqué y mi paciencia se agota—. Gato estúpido.
Corrí para alcanzar al gato sobre la mesa pero resbalé con algo que no fui capaz de ver y caigo de bruces al suelo. Puse mis manos para frenar la caída pero no importa. El suelo alcanza mi cara de todas maneras y sin embargo no es la cara lo que siento arder, es la palma de mi mano derecha, que alzo para verla ensangrentada y con cristales clavados.
—Maldita sea. Joder. —siento la adrenalina en mi columna. Me levanto cuidadosamente evitando cortarme más y me dirijo corriendo al cuarto de baño.
Meto la mano inmediatamente bajo el grifo y dejo que la sangre corra. Cuando veo claramente los cristales los saco de mi carne gimiendo de dolor. Doy gracias que el botiquín aun sigue ahí y vendo mi mano aplicando alcohol en las vendas. Respiro profundo sintiendo el cansancio en mis huesos y el nudo en mi garganta.
Salgo del baño para encontrarme de nuevo el desastre en mi salón. A medida que me acerco a la mesa veo un charco de orina, el causante de que yo me haya caído. Es orina del puto gato. Lo cojo de inmediato que observaba distante en la mesa y lo suelto dentro de la cocina. Cojo una de las bolsas de comida, la abro y echo unos cuantos granos de comida en un cuenco. Se lo tiro, literalmente, y salgo de allí candando detrás de mí para encerrarlo.
Miro de nuevo el desastre y lo primero que hago es quitarme los zapatos para dejarlos en la entrada y cojo una fregona para limpiar el suelo. Apenas soy capaz de fregar porque mi mano no funciona al cien por cien y me duele mucho.
Una vez está todo, vacío las bolsas dejando la cama y el juguete en un rincón del comedor, lleno la caja con arena y todo lo que me ha sobrado lo devuelvo a las bolsas para meterlos en la cocina. Cuando entro, veo al gato intentando despedazar uno de los granos con sus frágiles dientes. Apenas podía comerlos y a este paso se moriría de hambre.
Él maullaba pidiendo ayuda y yo me quedé mirándolo. Solté las bolsas y los ojos ya me picaban.
—¿Se puede saber qué quieres? —lloriqueé. Él era muy pequeño para comer eso—. ¿Qué se supone que debo hacer?
De repente tuve una idea y me dirigí a uno de los cajones de la cocina y lo abrí, encontrando allí una pequeña jeringuilla para jarabe. La cogí, y junto con ella, un vaso de leche. Evitando hacerme daño recogí al cato del suelo y me dirigí al sofá. Me senté en el acolchado y puse al animal en mi regazo, el vaso sobre la mesa y absorbí leche con la jeringuilla.
No estaba seguro si esto funcionaría pero era mi última alternativa. Introduje la punta en su boca y presionando el extremo dejé que goteara dentro de él la leche. Mi corazón dio un vuelco cuando lo vi tragar gustoso aquel líquido. Mis músculos se relajaron y mi cabeza dejó de latir provocándome migrañas. Repetí aquel acto todas las veces que él estuviera dispuesto a beber.
—Va a tener razón mi madre. —Mi tono era suave y dulce—, Los gatos negros dais mala suerte
No estoy seguro de por qué, pero fue entonces cuando lloré. Tal vez me pudo el estrés y el cansancio pero llorando fue la única manera en la que conseguir sacar fuera mis emociones. Mi mano me estaba torturando manteniendo la jeringuilla, pero seguí con aquello hasta que no aceptó una toma más.
A los pocos segundos calló dormido inducido por mis caricias en su pelaje y junto a él, yo también caí rendido.
JAJAJAJAJAJA LA CAÍDA DE JIMIN POR EL PIPÍ 😂😂😂 🤣🤣🤣🤣
ResponderEliminarYo viendo que JiMin sigue odiando a los gatos y que, ¡zas!, va en la noche a comprárselo todo lo necesario para criar a un gatito 😭😭😭😭✨❤❤❤❤
ResponderEliminarLos gatos negros son traviesos siempre, pero también tienen un aura misteriosa 🤫
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