Mi pequeño diablo (JiKook) - Capítulo 3
CAPÍTULO 3
JungKook
POV:
—Ah, ah... Jimin más rápido —le ordeno a su boca alrededor de mi pene. Estoy subido en la encimera de la cocina con mi novio entre mis piernas y mis manos en sus cuernos dirigiendo el ritmo que a mí me gusta y que él sabe hacer tan bien.
Lleva meses aquí en mi casa, por las noches duerme en mi cama y cuando yo debo ir a clase él hace lo que quiere. Aprovechamos que mis padres casi nunca están para vivir. Esta es ya nuestra casa y ambos estamos muy felices.
Él está ante mi vestido tan solo con una camisa mía porque la única ropa que tiene es porque se la ha robado a alguien por ahí, no me ha querido dar muchas explicaciones a cerca de eso, yo tampoco se las he pedido.
Estoy a punto de venir en su boca, mis piernas empiezan a flaquear y agarro sus cuernos hasta que mis dedos quedan blancos por la presión. Pero se detiene al instante porque oímos la puerta abrirse y mis padres entrar. Me bajo de la encimera porque su cuerpo ya no está frente a mi —ha desaparecido el muy hijo de puta—, y me coloco la polla dentro de los pantalones del chándal.
—Hola madre, hola padre.
—¿Qué haces aquí en la cocina? —Pregunta mi madre con su normal cariño.
Puse una excusa cualquiera y me subí a mi cuarto sabiendo que él ya estaría allí esperándome. Y efectivamente Jimin estaba en mi cama sentado con las piernas cruzadas y riéndose del nerviosismo. No le gusta cuando pasan estas cosas.
—Terminemos aquí. —dijo y se lanzó a mi entrepierna acorralándome contra la pared.
—Ahh... ah, Jimin. —No tardé un minuto en venir en su boca ensuciándolo todo.
Una vez que se limpió le besé y bajé sus calzoncillos —que en realidad son míos—, pero él me detuvo.
—No, yo ya vine abajo...
—¿Te has corrido solo chupándome? —asintió avergonzado y lo abracé completamente extasiado.
…
Mi cara se vio obliga a girar hacia un lado con un terrible picor en la mejilla. Las lágrimas se agolparon en mis ojos amenazantes por salir. Mi padre me había abofeteado.
—¿Por qué no puedes ser una persona normal, con amigos y una novia?
Sus duras palabras me hirieron más que el golpe. Pero no me preocupa mi futuro, ni lo que él piense de mí, yo, por fin soy feliz. Llevo tres meses con Jimin y mis padres no saben nada de él. Hoy, mi padre está ebrio y mi madre está en el trabajo. No es la primera vez que hace esto, aprovecha que no está ella para desahogarse conmigo.
—Debes ir a la iglesia para que el señor purifique tu... —detengo su mano en camino de abofetearme de nuevo.
—¿Alma? Padre, yo ya no sé qué es eso.
Volvió a cruzarme la cara, ahora en la otra dirección, y me agarró del pelo obligándome a tirarme al suelo donde aprovechó para asestarme unas cuantas patadas. Cuando su estado no le permitió golpearme más se detuvo y se sentó en el sofá con otra cerveza de la mano.
Me levanté tambaleándome y me dirigí a mi cuarto a paso lento sosteniendo mis costillas con mis brazos. No me dolía demasiado pero aun así me vi obligado a hacerlo. Una vez entré en mi habitación, vi a Jimin sentado en el suelo tambaleándose como un niño poseído, sus oídos cubiertos con sus manos y los ojos cerrados. De su boca salían un montón de palabras sin sentido que me acojonaron.
Corrí a él alterado y me arrodillé ante sus piernas retirando sus manos de la cabeza.
—¡JIMIN! ¡JIMIN! ¿Qué ocurre? — él me miró con sus orbes negros, eran muy negros. Estaban llorando. Y con sus dientes apretados me dijo:
—No puedes creer lo que me cuesta no bajar ahí y matar a ese hijo de puta.
Todo su cuerpo temblaba bajo mis manos y me sentí tan inútil que yo lloré también.
—Estoy bien Jimin, mírame, yo...
—No estás bien maldita sea, solo veo tus labios rotos y tus costillas magulladas.
Abro sus piernas, pongo mi cabeza en su cuello y me acurruco en su regazo dejándome envolver por sus brazos. Ambos nos calmamos mutuamente yo con mi presencia y el con su afecto. No quiero amigos, no necesito novias, no quiero vivir si no es con Jimin.
—¿Lo has oído todo?
—Sí Jungkook. Y como vuelva a...
—Jimin, Te amo. —dejo unos segundos para que asimile le que he dicho porque es la primera vez que se lo he dicho—, Estaré contigo hasta que te canses de mi.
Volvió a llorar desconsolado como un niño pequeño y repitió como un bebé "te amo, te amo" mientras me acunaba en sus brazos.
Tengo miedo de hacerme adicto a esas palabras. A esa voz diciéndome que me quiere y llorando por mí de esa manera.
FIN
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