"EL NUEVO VERSO" - Poema XXVI
EL NUEVO VERSO
Hace tiempo que vengo pensado
en qué hemos fallado,
y desde cuando la poesía ha dejado
de ser un medio para convertirse en fin.
Cuando hemos sustituido la compleja rima,
la alquimia de la sintaxis
y la cábala de los versos,
por un conjunto de extraños sonetos.
Admito que los puzles de Petrarca
y los Quevedos tan enrevesados,
que la picaresca de Villamediana
y todos esos fantasmas se han olvidado.
Que nadie versa historias mejor
que el Duque de Rivas,
y que la antigua magia de los griegos
con ellos nació y ya no nos ilumina.
Pero aunque las formas cambian
y los simiescos trazos se transforman
tanto en idioma como en talento,
hemos matado a la poesía, y a todo el género.
Queriendo mitificar la metáfora
horadando en su significado,
solo hemos creado universos
vacíos de sentido y nostalgia.
Hemos olvidado que detrás del misterio
se esconde el conocimiento y la ilusión,
el aprendizaje y el esfuerzo,
ya nada queda de toda esa enseñanza arcana
¿Nos hemos vuelto vagos al contar?
Ya nadie sabe qué rimas corresponde
a cada uno de los versos,
o si es un nuevo universo precariedad creativa
Los géneros se han sofocado como incendios
y ya nadie se preocupa por el qué contar,
solo hablan de inventar sueños
llenos de espuma de mar.
Porque toda esta nueva poesía que leo
no es más que una fantasía lúgubre,
de quienes creen estar desvelando nuevos secretos
y solo enturbian la realidad.
Han perdido el sentido del deber
que como poetas les exige su profesión:
ahondar en el alma humana
incluso si duele y daña.
No hay más que vacío y falta de carácter
en todas esas farándulas que tejen,
solo enrevesar versos y palabras
con la esperanza de que el lector se la trague.
Mientras que deberían haber conservado
el dulzor y la esencia de todos sus precedentes,
se han ahogado en expectativas
de una generación que se cree mucho más competente.
Pero han fallado en el intento,
ya solo quedan huecos en el aire,
sin nada a lo que aferrarse
porque los poemas mueren antes de nacer.
Pues ni cuándo ni el propio autor se cree su obra
solo le queda esperar que el editor se la compre
a un gran precio de genio especulador
pues el arte muerto parece agradar a la gente.
Pero no perdura en la mente
porque le falta el alma
que el otorga el saber y el querer
porque sin amor o pasión, no hay nada.
Y es que no entiendo los aires de los poetas,
que creen que alcanzan terrenos inexplorados,
y su alma se eleva por el aire como aves,
solo carroñeros, que beben de los que ya están muertos.
Muchos son vendedores expertos
con sus gestos desmedidos
y sus uniformes de pensadores
cuya mente no alcanza a trascender su aspecto.
Siempre con las mismas monsergas,
llenas de clavos y chinchetas,
que esperan que te comas
para beberse tu sangre a gotas.
Envilecen la belleza
y ensucian la pasión y el esfuerzo.
No ven más allá de su inspiración
que sin musas, parece funcionar a la perfección.
¿Cómo hacen para crear tanta cantidad de versos?
Puede que saquen palabras de un saco
y las mezclen siempre con infinitas posibilidades
como hacían hace un siglo, sin que nadie los recuerde.
Y yo que lloro por mis musas
que las busco en el amargo sabor del licor,
y a veces solo me visitan para logar sacar una rima vaga
o una canción de añoranza que no me atrevo a terminar.
El poeta pobre (1839) Carl Spitzweg
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