DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 29

 Capítulo 29

 

Jimin POV:

 

Me tumbo en la cama y miro al techo. Suspiro y al mismo tiempo enjuago mis lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos. Taehyung ha caído enfermo. Una gripe, nada grave pero sé que no ha sido un virus, ha enfermado por la precaria situación que se siente en casa. No ha comido bien estos días, el frío se ha instalado en su cuerpo y las noches, sé que se las pasa en vela intentando caer rendido al sueño, pero su subconsciente es más fuerte que eso.

Quisiera ir a verle pero no me está permitido. Quisiera tantas cosas… pero ninguna de ellas me es apta. Abrazarle y reconfortarle es lo que necesito pero nada de eso va a ocurrir. Mi madre entra en mi cuarto sobresaltándome.

—Jimin… —Entra sin permiso alguno y se sienta en la cama mientras que yo le doy la espalda. Su voz es maternal y cariñosa. Falsa. Maldita traidora—. ¿Cómo te encuentras?

—¿Yo? –Río por la nariz—. ¿Cómo está Taehyung, madre?

—Igual. Sigue con fiebre.

—¿No debería ir al hospital?

—No hijo, solo es una gripe. –Niego con la cabeza—. Hijo, —coloca una mano en mi hombro—, tu padre quiere hablar contigo de un asunto. Te está esperando en el coche.

No me da tiempo a recriminar nada en absoluto porque antes de que me dé cuenta ya se ha marchado y me veo obligado a vestirme y bajar. Salgo por la puerta y el coche negro de mi padre ya me espera fuera. Entro en él sin titubeos, sin pensármelo dos veces porque si lo hago me temo que saldría corriendo. Y eso debí haber hecho, maldita sea.

—¿Ocurre algo, padre?

—No, nada de eso. Vas a venirte conmigo porque quiero enseñarte algo. –Sin quererlo me comienzan a temblar las piernas. Empiezo a pensar en todas las cosas horribles que puede hacerme. Parar en medio de un descampado y dejarme perdido en medio de la nada. Descuartizarme y tirarme al mar. Violarme. Golpearme hasta la muerte.

Solo se calman mis dudas cuando aparcamos enfrente de su empresa. La empresa en que trabaja.

—¿Qué hacemos aquí?

—Quiero que conozcas el lugar donde trabajo. Estoy seguro de que nunca has estado aquí.

Sumisamente bajó el vehículo y ambos entramos de manera tranquila y paciente. Por todo el recorrido que acaba en su despacho saluda a miles de personas, todos le devuelven la inclinación de tronco de la misma manera en que yo le estoy siguiendo. Inconscientemente.

A las dos horas estamos de vuelta en su coche conduciendo a casa.

—¿Te has divertido? –Asiento—. ¿Mejor que el cole, verdad? –Asiento de nuevo.

—¿Para qué?

—Jimin, —me habla seriamente—, un día yo me veré obligado a jubilarme y me encantaría que fueras tú quien ocupara mi lugar en la empresa.

—¿Yo?

—Sí, se te dan bien los temas económicos y…

—¿Por qué yo y no Taehyung?

—Él no tiene madera de líder economista Jimin, lo sabes mejor que nadie.

—¿Pero…?

—Acabará con un trabajo mediocre pero tú serás nuestro heredero e hijo predilecto. Mírate, eres perfecto Jimin.

—¿Cómo puedes decir que uno de tus hijos no lo es?

—No lo es, lo sabes. –Suspiro calmando mis nervios a ras de piel—. Estaríamos tan orgullosos de ti si aceptases el cargo… Pero esto tiene que ser nuestro secreto. Ya cuando seas mayor y te cases anunciaremos que serás mi sucesor.

Me case. Esto se repite una y otra vez en mi mente torturándome los nervios. Yo permanezco con la vista perdida en la radio que suena ante nosotros. No puedo creerlo, acabo de destrozar todo mi futuro.

 

 

Llegamos para la hora de cenar y nada más entrar nuestros padres se dan un beso en los labios y mi madre termina la cena.

—Hijo. Súbele esto a Taehyung. Asegúrate de que coma bien y baja, la cena estará en diez minutos.

Me da una pequeña bandeja con un bol de sopa caliente, un vaso de agua y una pastilla de color rojo. Subo todo lo deprisa que puedo sin derramar nada y cuando llego a su cuarto abro sin avisarle. No me encuentro anda que no esperase. Su débil cuerpo tumbado en la cama, cubierto de manta y con una pequeña toalla en su empapada frente. Me acerco a paso lento pero decidido y dejo la bandeja sobre la mesilla a su lado, donde también descansa un pequeño barreño con agua fría. Retiro el trapo de su frente y abre sus ojitos temblorosos.

—Hola amor. –Susurro para que solo él me oiga. Sonrío al hacerlo compadeciéndome de su estado.

—No puedes estar aquí, hyung.

—Me han dicho que te suba esto y te ayude a tomarte la pastilla. –Asiente y se incorpora un poco hasta apoyar la espalda en el cabecero.

Yo coloco la pastilla en su boca y le ayudo a beber agua. Toco su frente y el calor que desprende de ella es abrumador.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor que ayer. Ya no se me va tanto la cabeza. –Sonríe triste. Y yo no puedo evitar susurrar.

—Quiero besarte, Tae.

—¡No! No quiero que enfermes. –Encuentro una solución algo estúpida que es besar mis dedos y acercar estos a sus labios para que los bese también. Sonríe con ello y se sonroja—. Idiota.

—¿Tienes hambre? Tienes que cenar…

—No quiero hyung… —Me hace un puchero y remolonea en la cama—. Por favor…

—Tae, amor. Tienes que ponerte bueno. –Vuelvo a susurrar—. Piensa que cuanto antes te pongas mejor antes volveremos a follar. –Sus ojos se iluminan y, animado, abre su boca esperando por la cuchara repleta de sopa. Saborea la comida asqueado pero se obliga a sí mismo a ingerirla—. Me recuerdas a Absalón.

—¿A quién?

—Absalón. –Repito—. Es un personaje bíblico, hijo de David, que fingió estar enfermo para que su hermana se compadeciera de él y la violó. –Sus ojos se abren asustados.

—¿Quieres que te viole?

—¡No he dicho eso! –Ambos reímos pero él deja de hacerlo cuando un ataque de tos le sorprende. Golpeo su espalda débil para que se desahogue. Pasa a los segundos.

Sigo dándole de comer pero parece que está animado para tener una conversación.

—¿Qué has hecho hoy? –Trago saliva.

—Nada.

—¿Nada? Siempre tan aburrido. –Termina en unos minutos.

—Vuelve a tumbarte, mi vida. –Mojo de nuevo la toalla en agua fría y la coloco sobre su frente. Sus labios tiemblan un poco y los rozo con mi pulgar reprimiendo mis instintos. Él abre uno de sus ojos y me mira conociendo mis pensamientos.

—¿Puedes quedarte hasta que me duerma? –Pregunta sintiendo ya los efectos adormecedores de la pastilla. Asiento sonriéndole y me siento en el suelo de la cama a su lado apoyando la cabeza cerca de su mano. Esta acaricia mi rostro y mis cabellos. Me temo que no es su mano la primera en cansarse, sino yo porque no recuerdo mucho más. Caigo dormido a su vera.

 

 

—Hyung. —Dice Kookie—. ¿No le contaste lo de tu padre?

—No, tenía miedo de muchas cosas y ni siquiera yo había asimilado nada todavía.

—Pero él tenía derecho a saberlo.

—Y lo sabía. Me temo que es mucho más inteligente que yo y probablemente lo comprendió mucho antes de que yo supiera nada. No sabía lo que ser jefe de una empresa significaba y él me hizo descubrirlo. No es estúpido.

 

 





 

 

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