DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 2

Capítulo 2

 

Jimin POV:



No recuerdo el día en el que nació mi hermanito. Es lógico ya que apenas yo tenía un año y desde entonces ha pasado mucho tiempo. Tampoco recuerdo, como con el tiempo acabé albergando en mí este putrefacto sentimiento que me corroe. Y me hace prisionero de su dependencia. No recuerdo muchas cosas de mi infancia y sin embargo en mi mente se almacenan imágenes y momentos, algunos inventados y otros nada más que vagos recuerdos perdidos.

Sinceramente me encantaría poder recordar las cosas importantes que han sucedido en mi vida, tal vez mi primer día de instituto, todas y cada una de las felicitaciones que mis profesores me regalaban por mis altas notas, el día que fuimos a cenar a casa de un gran hombre de negocios con mis padres…

Pero me he dado cuenta, con los años, que estos sucesos no son los que han acabado por formar mi personalidad sino los pequeños momentos de cada día a los que no puedo darles la importancia que se merecen. La hermosa sonrisa de mi hermano cuando le regalo dulces, como nuestro profesor de lengua entraba animado y feliz cada mañana asistiendo a clase tan obligado, o más que nosotros…

Tonterías, nada más que tonterías es lo que recuerdo, y sin embargo amo todas y cada una de las estupideces que albergo. Pero no todo es bueno porque todo el espacio que han dejado de ocupar las cosas verdaderamente importantes han sido rellenados con sucios pensamientos, infelices momentos, injusticias irremediables que me obligan a mantener un sentimiento de impotencia constante.

He visto a las personas que aprecio sufrir, ser humilladas, golpeadas, incluso las he golpeado yo y también me he dejado controlar por ellas a su libre criterio. Me he visto siendo la mano agresora y la he visto a ella golpearme hasta creer, que esto era una vida merecida.

Me estoy poniendo demasiado melodramático, ¿verdad? Pero no puedo evitarlo porque los recuerdos me torturan ahora mismo saltando como pulgas en mi mente una tras otra. Es como saber que mueres poco a poco y tu vida pasa frente a ti.

Eso hace, y lo primero que veo es el primer recuerdo en mi mente. El día que conocimos Busán.

El camino en el coche fue largo y tedioso y más aún con Taehyung a mi lado llorando cada dos por tres. Alguna vez también me tocó llorar a mí pero ¿qué pude hacer más que aguantar? Sería a mis cinco años cuando vi por primera vez la playa y el mar. Yo bajé del coche tan rápido como pude y me esperé tener la playa ante mí, una gran extensión de arena frente a mí pero no vi más que una fila de coches iguales que el mío dentro de un garaje. Acabábamos de llegar al aparcamiento del bloque de apartamentos.

Salimos de casa después de comer y ya era tarde. Por mucho que lloré y supliqué a mis padres por ir a ver la maravillosa playa ahora, ellos se negaron en rotundo alegando que cumplirían mis deseos a la mañana siguiente. Yo los creí con absoluta diligencia después de media hora agarrado a la falda de mi madre con lagrimones en mis ojos.

Mi hermano en los brazos de mi madre, las maletas en las manos de mi padre y yo a mi libre albedrío llegamos a la habitación que nos sorprendió con su magnífico olor a limpio. Pero algo más delicioso era el olor a mar que entraba por las ventanas las cuales tenían este como principal vista.

Aún recuerdo perfectamente la enorme masa de agua, el interminable desierto que se funde en él formando la mejor sensación en mí que jamás he visto. El sonido de las olas rompiendo siempre es algo que me ayudó a dormir y las gaviotas con sus chillidos amenazantes.

Mi hermano lloraba de nuevo detrás de mí porque no era capaz de alcanzar a deleitarse con las vistas que la ventana me proporcionaba a mí. Solo tenemos un año de diferencia pero en estas edades es demasiado evidente por lo que me acerco a él, lo sostengo en mis brazos con toda la torpeza que puedo y lo elevo en el aire hasta que sus ojos son capaces de ver aquello de lo que me he enamorado.

Sonríe. Su sonrisa y sus carcajadas son sonoras en mis oídos y cuando creo que ha sido suficiente lo dejo de nuevo en el suelo. Me mira con los ojos llorosos aún pero he conseguido hacerle feliz y me siento muy orgulloso de ello. Mi mano va a sus mejillas para retirar de él las lágrimas constantes que permanecen obcecadas en querer salir de él a todas horas.

Este año es muy importante para mí porque al fin he empezado el colegio mientras que mi hermano sigue en la guardería aun. Me siento muy superior a él y más aún cuando pienso que en unos meses cumpliré seis años. Con el tiempo la responsabilidad que siento con mi hermano aumenta y cada día es una carga más que debo soportar.

Y bendita carga porque siento que puedo hacerme más fuerte solo por él, solo por hacerle sentir bien y feliz. Proporcionarle la mejor vida posible. En esta sociedad surcoreana siempre es el hermano mayor el que se lleva todos los caprichos, pero al mismo tiempo las mayores reprimendas y el que debe superar los grandes esfuerzos. Y sin embargo a mis cinco años nada de esto me importaba, nada era más preocupante para mí que mi moderado comportamiento ante mis padres para después, recibir mi justa recompensa: El mejor caramelo de la tienda más cercana.

 

 

La hora de dormir llegó muy rápido, antes de lo que me gustó porque no estaba acostumbrado a dormir en una cama que no fuera la mía. Hacía mucho mis abuelos murieron y según mis padres nunca tuve tiempo para quedarme a dormir en sus casas. No importa.

—Mamá. –Dije cuando me guiaba a la habitación que debía compartir con mi hermano Tae—. No tengo sueño.

Mentí como el mejor actor suplicando por no tener que enfrentarme a la soledad que me esperaba por delante.

—No digas tonterías. Y no hagas ruido que tu hermano ya está dormido en la cama de al lado. —No me extrañaba en absoluto que Taehyung ya hubiera caído rendido ya que sé por experiencia que pasarse el día llorando agota a cualquiera.

Me introduzco en la pequeña cama que me corresponde y mi madre me arropa tan delicadamente que parece que pudiera hacerme daño. Solo lo hace para no correr el riesgo de que mi hermano se despierte.

Cuando las luces se apagan y me quedo a oscuras oigo los ronquidos de mi hermano. No son ronquidos en realidad, es su aliento algo sonoro. Mi hermano es como una pequeña princesa: delicado, pudoroso y algo misterioso a mis ojos.

El sonido del mar sigue cautivándome con su canto, las gaviotas con el suyo algo particular, las mantas me abrazan calentando mi pequeño cuerpo a pesar de que no las necesite ya que es verano. No importa, no quiero dormir así. Añoro mi cama, mi almohada, el olor de mi habitación y la seguridad que esta me proporciona y me ha proporcionado siempre. Respiro todas las veces que puedo intentando ahogar el nudo en mi garganta pero es imposible y las lágrimas amenazan ya con salir, igual que la idea de salir corriendo hacia el dormitorio de mis padres pero hay algo que me frena. Mi maldito orgullo.

Si mi hermano ha podido hacerlo, yo también. Pensé una y otra vez convenciéndome a mí mismo pero no era suficiente. Estaba dispuesto a salir de aquí cuando unos pasos torpes se oyeron en todo el cuarto y más tarde alguien subiendo a la cama. Respiré profundamente y el aroma de mi hermano invadió mis fosas nasales. Él estaba allí para protegerme.

—Hyung… —Susurraba a mi espalda—. ¿No puedes dormir? –No contesté por lo que siguió insistiendo adentrándose aún más en mi cama. Yo no quería mirarle—. ¿Tienes miedo?

—¿Yo? –Me giro brutalmente—. ¡Yo nunca tengo miedo!

—Yo sí, hyung… —Su vocecilla llena de temor me conmueve y me ayuda a ser compasivo con él. No me queda más remedio que abrazarle y dejar que duerma sintiéndose protegido por mí y esperar que descanse lo mejor posible. Ya no me importa permanecer toda la noche despierto si es por él y por velar un dulce sueño que estoy seguro florecerá en su subconsciente.

Hoy día sé que en realidad Tae no tenía miedo por él, sino por mí.

 

 

 

 


Capítulo 1                             Capítulo 3    

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares