SUPLÍCAME (YoonMin) [One Shot]
SUPLÍCAME [One Shot]
Jimin POV:
–Hola,
bienvenidos todos y gracias por estar aquí. –Oigo la voz de YoonGi amplificada
por el micrófono de la tribuna. Mi piel se eriza no por sus palabras que ya he
escuchado y sé lo que dirá a continuación, sino porque me temo, que pocas veces
volveré a escucharla a partir de hoy.
Yoongi, yo
y el resto del equipo estamos en una rueda de prensa convocada por el propio
Yoongi, ya asqueado y tremendamente decepcionado con nuestra discográfica y
nuestro jefe. Desde que comenzamos a trabajar juntos como BTS se nos han
impuesto ciertas normas de conducta, comportamiento y estética que hemos
llevado y soportado con dignidad pero uno entre nosotros no ha sabido
manejarlo. Min Yoongi, nuestro talentoso rapero no ha soportado tanta presión
en sus hombros.
–Soy Min Yoongi,
el rapero del grupo BTS, de la empresa BigHit. He convocado esta rueda de
prensa para anunciar a los medios de comunicación y al resto del equipo que
presento mi dimisión como integrante del grupo.
Las
cámaras le fotografían y graban haciendo que su rostro quede en primer plano y
el nuestro, roto de dolor, en segundo detrás de él. Las personas que se han
trasladado hasta aquí para escuchar sus palabras mantienen un silencio
sepulcral solo roto por el flash de alguna cámara perdida.
Desde el
principio todos supimos a qué nos ateníamos cuando ingresábamos en esta
compañía pero creo que con el tiempo nos han domado hasta tal punto que nada de
lo que dibujamos en nuestra mente aquellos días de pre–debut se ha cumplido.
Hay tantas cosas que añoro de entonces que muchas veces yo también me veo
abandonando el equipo. Pero no es el pasado lo que Min Yoongi añora de la vida,
sino su propio presente. A sí mismo se añora. Muchas veces han censurado sus
maravillosas canciones antes de publicarlas tal vez, y solo según palabras de
Yoongi, mandaban mensajes contra los sistemas burocráticos a los que hoy
estamos esposados, o tal vez, por algunas palabras malsonantes o temas
desmotivadores. Ellos no entendían que cuanto más lo censurasen, más diabólicas
se volverían sus letras.
–A causa
de ideas enfrentadas y temas que no se pueden ya solucionar he tomado la
decisión, lo que yo creo que es mejor para todos, que es marcharme.
El tema
estético también ha influido considerablemente. Desde que le conozco siempre ha
sido una persona creativa y única. Siempre vistiendo diferente. Portando
zapatos extraños y originales. Cuando todos pretendíamos vestir colores claros,
él siempre destacaba por una camisa negra. Cuando todos vestíamos de sport, él
se arreglaba y se acicalaba solo por ser diferente. Él es diferente a todo lo
que conozco y desde la primera vez que le tiñeron el pelo para que fuera acorde
con la temática del MV su comportamiento cambió en rotundo. Recuerdo haberlo
visto frente al espejo, cepillándose el pelo con una mueca de desagrado.
Y esto se
ha degradado con el paso del tiempo porque el color en su pelo a medida que
sacábamos discos, se hacía mucho más llamativo y original. En cierta parte le
gustaba sentirse así, diferente, pero en ocasiones ansiaba su verdadero color.
No porque el negro le gustase más, sino porque quería ser el verdadero Min
Yoongi.
–He roto
el contrato esta mañana y en menos de veinticuatro horas abandonaré el
departamento. Lo siento de veras pero es la única manera de salvar al resto del
equipo.
Sus
palabras no son del todo ciertas porque sin él, ya no habrá BTS.
…
Cuando
queremos llegar al departamento donde comparto habitación con Yoongi ya se ha
hecho tarde. Es de noche cerrada y dado que esto que ha ocurrido ha sido tan de
repente, es ahora cuando mientras intento dormir, oigo a Suga preparando su
maleta para irse mañana al amanecer. Miro a mí alrededor en la habitación medio
a oscuras comprobando que la mayoría de las cosas que debieran estar por todas
partes como prendas de ropa, objetos personales, discos, posters… todo, ha
desaparecido. Ya no hay casi nada que me indique que Min YoonGi ha estado aquí
conmigo durante meses durmiendo al mismo lado que yo.
Me
incorporo en la cama enfadado y Yoongi me mira de reojo mientras ordena su ropa
interior para meterla en la maleta.
–¿Tienes
que hacer esto ahora? –Me quejo pero en realidad el problema no es la hora sino
el hecho de que esté marchándose. No hemos hablado de ello. No lo ha hablado
con nadie. Ayer se limitó a presentarse en la cocina mientras todos
desayunábamos y decirnos la gran noticia de que se marchaba. Aprovechando que
nos habíamos quedado boquiabiertos, se marchó. No le hemos pedido
explicaciones, no las necesitamos.
–Perdóname,
chim–chim. –Perfecto, ahora me llama por
mi apodo–. Terminaré enseguida.
–No te
preocupes. –Me levanto de un salto retirando las sábanas de mi cuerpo y me
acerco a él a pasos agigantados. Una vez a su lado le quito la ropa en sus
manos y la lanzo dentro de la maleta sin importarme que se arrugue o se
estropee. Hago lo mismo con el resto de la ropa sobre la cama aunque sus palabras
desorientadas intenten detenerme y cuando está todo hecho un barullo dentro, la
cierro como puedo y la lanzo al suelo con un sonido desagradable.
–¿Qué
haces? –Me pregunta mirando mi rostro mientras yo miro la maleta en el suelo.
Uno de sus jerseys negro de lana sobresale un poco por una parte donde no me ha
dejado cerrar bien la maleta. Recuerdo esa prenda, yo mismo se la regalé en su
cumpleaños.
–¡Ya está
todo! ¡Ya puedes marcharte! –Agarro con fuerza su endeble brazo y lo aparto de
mi camino en dirección a mi cama pero no me deja llegar a ella porque su voz me
detiene.
–Eres un
maldito crío. –Farfulla para sí mismo.
–¿Cómo?
–Me giro enfadado para verle acuclillado al lado de su maleta en el suelo y la
abre con cuidado comprobado que no he dañando ninguna prenda con la cremallera.
Después mira las ruedas que no se hayan roto.
–Lo que
has oído. –Dice calmado–. Te enfadas como un crio en vez de afrontar los
problemas.
–¿Y cómo
los afrontas tú? ¿Eh? ¡Marchándote! –Grito sin importarme que me oiga el resto
del equipo. Golpearé a cualquiera que pase por la puerta. Incluso si es Yoongi
para marcharse.
–Parece
que no lo entiendes. –Niega con la cabeza mientras con un gran esfuerzo regresa
con la maleta a la cama y comienza a sacar prenda por prenda de nuevo. Por mi
culpa, tardará más de una hora en colocarlo todo otra vez.
–¡Explícamelo!
–No tengo
que darte explicaciones de nada de lo que hago. Ni a ti ni a nadie.
–Eres un
gilipollas irresponsable. Te marchas y te limpias las manos. ¿Qué vas a hacer a
partir de ahora? Te vas a morir de hambre. –Sus ojos me miran serios.
–No. Me
han ofrecido un empleo en una productora estadounidense de rap. –Me quedo
pasmado unos segundos.
–¿Cuándo
pensabas decírmelo?
–No
pensaba.
–¡Genial!
–Alzo los brazos al aire exclamando–. Entonces que te follen, Yoongi. –Regreso
de nuevo a la cama.
–Gracias.
–Dice antes de que pueda tumbarme en ella–. Por hacerme esto más fácil.
–¿El qué?
–Marcharme.
Ahora sí que no me arrepiento. –Sus ojos están fijos en la ropa en movimiento
en sus manos y su expresión seria me indica que sus palabras son ciertas.
Suspiro tremendamente furioso y regreso a posar mi cabeza en el almohadón.
Malhumorado, no consigo calmarme pero la adrenalina en mi interior poco a poco
se degrada hasta sucumbir al llanto. Lloro en silencio escuchando como coloca
todo en la maleta. Comienzo a pensar. Esta es la última vez que le veo. Esta es
la última vez que hablo con él y me pregunto si realmente quiero que esto
termine aquí. Había pensado tanto en nosotros. Había pensado en nuestro futuro.
Incluso había pensado en besarle, en declararme a él y decirle cuánto lo
necesito. Esto ya parece algo muy inexistente en mis recuerdos pero aun tengo
unas horas. No tengo nada que perder.
Me levanto
de nuevo no sin antes limpiar mis mejillas y sujeto su brazo para que cese su
tarea. Le miro a los ojos y él me mira algo asustado pero con el ceño fruncido.
–¿Qué
quieres ahora? Si no me dejas hacerlo no terminaré hasta por la mañana.
–Dame un
beso. –Le ordeno y le acerco a mí con fuerza. Él nos separa.
–¿Qué
diablos dices, Jimin? –Interpone su mano entre nosotros.
–Es muy
sencillo, no voy a dejarte salir si no me besas. No te irás de aquí.
–¿Por qué
quieres un beso? No me hagas golpearte.
–No me
hagas retenerte. –Le amenazo–. Sabes que no puedes conmigo.
–Deja de
ser infantil. –Se revuelve en mi agarre y yo no puedo por más tiempo que
acercar mi rostro al suyo hasta que se siente completamente intimidado–. ¿Un
beso? –Repite calculando las consecuencias de que no le deje en paz.
–Un beso.
–Afirmo.
–¿Por qué?
–Porque si
no, no te dejo ir. Así me demostrarás cuántas son tus ganas de perdernos de
vista.
–No es por
vuestra culpa, –poco a poco lo arrincono contra la pared y solo necesito mis
brazos a cada lado de su cuerpo para impedir que se mueva–, sabes por qué me
voy.
–Y me
parece genial, pero yo exijo un beso como compensación.
–Solo un
beso. –Susurra por miedo de ser oído en otros cuartos–. ¿Bien?
–Sí.
Alza
levemente su mentón y cierra los ojos a la espera. Yo me deleito en su pose
unos segundos y me pregunto si es esto verdaderamente lo que quiero, robarle un
beso a la fuera, con exigencias y amenazas. Después, recuerdo que no tengo otra
alternativa ya que en unas horas desaparecerá de mi vida y me lanzo a besar sus
labios como tanto ansío. Su cabeza retrocede al contacto, casi como un
instinto, y choca contra la pared. Yo no separo mis labios y los moldeo y
ajusto a la deliciosa forma de los suyos. Son suaves, cálidos, acogedores. Tal
como me los había imaginado pero el hecho de que me corresponda el gesto lo
hace todo mucho más caliente y excitante. Se mueven y saborean mis carnosos
labios tanto como yo hago con los suyos. Mis ojos se han cerrado sin poder
evitarlo y antes de darme cuenta estoy mordiendo su labio inferior muy
delicadamente, sin estirar de él y sin dañarle. Solo para asegurarme que nadie
más saboreará estos labios como hago yo.
Cuando
ambos necesitamos de aire cortamos el beso pero no me separo de él y poso mi
frente en la suya. Respiro por mi boca y su aliento y el mío se mezclan.
–Yoongi,
–susurro de manera casi inaudible y de forma muy lenta para que me entienda a
la perfección–, te suplico, que no te marches.
–La
decisión está tomada. –Suspira y me mira a los ojos. Creo que acaba de darse
cuenta que hasta hace unos segundos, lloraba–. Ya no hay vuelta atrás.
–Ahora que
te he besado, no puedo dejarte ir. Ya no.
–Jimin,
–intenta apartarme pero no lo consigue–, Jimin déjame ir.
–No puedo.
Te necesito.
–No puede
ser. –Se escabulle y de nuevo regresa a su maleta pero la presión en mi pecho
me sobrepasa y caigo al suelo frente a él. Aferro mis manos a la tela de su
pantalón y mirando directamente a su rostro suplico por su clemencia.
–Te lo
suplico, no te vayas. No puedes hacerme esto. No, ya no.
–¿Qué
haces? –Me pregunta nervioso y confuso.
–¡Suplicarte!
¡No te marches! –Le miro desesperado. Le miro como miraría a mi Dios porque
complaciera mi deseo.
–No hagas
esto. No.
–¡Min
Yoongi! ¡Por favor, no te marches!
–¡Ya no
hay vuelta atrás! –Comienza a gritar, asustado por mi ridículo comportamiento.
Me estoy dejando en ridículo, cierto, pero ya nada me importa más que el sabor
de sus labios que aún permanece en los míos.
–¡Dame una
solución! ¡No puedes hacerme esto, Yoongi!
–La única
solución sería que vinieses conmigo a Estados Unidos. –Dice alicaído.
–No puedes
pedirme esto. No puedo irme. Aquí está mi familia, mis amigos, mi vida. –Se
acuclilla a mi lado y acaricia mis mejillas. Sonríe compadeciéndose de mí y a
los segundos besa mi frente. Vuelve a sonreírme.
–Lo sé. Yo
también tengo aquí a mi familia. Os tengo a vosotros, pero debo irme. Sé que
este no es mi lugar.
–No me
digas esto. –Lloro de nuevo–. ¿Yo no te importo?
–No sabes
cuánto me gustaría llevarte conmigo, pero no puede ser. Ya tengo los billetes,
ya está todo hecho.
–Haré lo
que me pidas. –Suspiro.
–¿Lo qué
yo te pida? –Me pregunta y yo le miro esperanzado pero niega con la cabeza
asumiendo que no hay alternativa.
–Hyung,
¿me echarás de menos? Yo a ti mucho.
–Jiminie,
mi pequeño… –Acaricia de nuevo mis mejillas y acerca su rostro al mío. Me besa.
Todo mi cuerpo sufre espasmos porque esta vez es él quien lleva la iniciativa.
Su lengua se cuela en mi boca sin apenas darme cuenta y ambos caemos en el
suelo dejándole a él la posibilidad de sentarse sobre mi cadera.
No sé el
momento exacto en el que pierdo el control de mis actos porque recorro con mis
manos todo su cuerpo en busca de imperfecciones, tales no existen en él. Es
perfecto, es un Dios por el que suplicaría cada día. Al que le rezaría cada
noche y me conciencio de ello porque a partir de hoy, pensaré en él cada vez
que le extrañe, cada vez que oiga sus canciones. Me las aprenderé como dogmas
para repetirlas cuando su recuerdo no sacie mi alma. Me entrego a él para ser
su súbdito, un mero objeto. No me importa que me use, que me estropee, que me
rompa o me destroce. Ser su propiedad es más que satisfactorio.
–¿Quieres
seguir con esto? –Me pregunta cuando explora con sus frías y delicadas manos mi
piel bajo la camiseta.
–Por
favor. Sigue. –Suplico. Es ahora cuando verdaderamente suplico por más. Por su
contacto. Suplico porque me toque, porque no cese su contacto contra mi cuerpo.
Se ha subido a mí y besa mis labios de una manera voraz y sin miedo. Ya no hay
miedo, al menos por su parte. El duro suelo contra mi espalda se muestra muy
distante en comparación con el fuego que se ha instalado en el poco espacio
entre nosotros. Yoongi y yo. Nadie más.
–Te
llamaré todos los días. –Suspira en mi oído mientras interna su mano en mi
pantalón–. Pensaré en ti a todas horas, mocoso. Pensaré en tus pucheros, en tus
pequeñas manos, en tus ojos achinados, en tus grandes mejillas. –Su mano
masturba muy rápido mi polla. Tanto que sus palabras se distorsionan en mis
oídos pero hago un esfuerzo por aclararlas–. Pensaré que en tu cuerpo
esculpido, en tu sabroso culo, Jiminie…
–¡Hyung!
–Grito a la par que me corro en sus dedos. Él se mira la mano y el semen blanco
en sus dedos gotea cayendo en mi cuerpo. Tras pensárselo unos segundos se lleva
los dígitos a su boca y saborea toda la sustancia. Yo me obligo a no mirar o
regresaré a estar duro de nuevo.
–Mmm qué
dulce.
–¡Cállate
hyung! –Le riño golpeando su hombro. Sin más, se lanza de nuevo a mi cuello y
besa mi piel caliente allí. La muerde y estira de ella para dañarme pero al
contrario de sentir dolor me encanta y gimo para que continúe. Después va a mi
lóbulo y realiza la misma operación. Cansado de ser él quien domine la
situación le incorporo y nos levanto desconcertándole un poco. Le miro
intensamente a los ojos y le cojo en mis brazos. Rápidamente sonríe entendiendo
el gesto y nos tumbo en mi cama donde no hay ropa ni maleta que nos estorbe.
–Cubrámonos.
–Me dice y ambos nos introducimos entre las sábanas hasta quedar abrazados por
ellas.
–¿Vamos a
hacerlo? –Le pregunto sonriendo.
–Solo si
tú quieres. –Me dice recorriendo con sus manos mi espalda. Estar sobre él es
demasiada presión. Necesito rozar nuestros miembros cuanto antes.
–Quiero
pero no quiero hacerlo obligándote a nada…
–No me
obligas, mocoso. –Sus piernas a cada lado de mi cuerpo rodean mi cintura–.
Vamos, hagámoslo ya.
Ambos nos
desnudamos y cuando nuestras pieles se tocan siento un sofoco de sentimientos
agolparse en mi mente. Siento vergüenza por que no le guste mi cuerpo, porque
su cuerpo me gusta demasiado. Siento un calor extremo porque nuestros penes se
rozan y cuando intento no hacerlo, rozo su muslo consiguiendo humedecer su
pierna con mi miembro mojado. Él sufre escalofríos cada vez que nuestras caderas
chocan y cuando me besa, detiene sus labios para respirar muy a menudo. Tengo
miedo, por no poder hacerle disfrutar y tengo pavor a hacernos daño. Algo
dentro de mí me anuncia que el daño está hecho porque esto es un intento
desesperado por aferrarnos al presente y no pensar en que mañana, a estas
horas, él ya no estará a mi lado. Este sentimiento, una vez más, me lanza a los
brazos de la locura.
Abro sus
piernas todo lo que puedo y habiendo chupado tres de mis dedos, recorro su
cuerpo en busca de su entrada hasta encontrarla, pequeña, fruncida y deseosa de
mis dígitos. Le aviso con una mirada y él asiente esperando pacíficamente. Le
penetro con el dedo central y espero a que se acostumbre. Su rostro se frunce
un poco pero no es nada que Min YoonGi no pueda aguantar.
–Tus dedos
son pequeños. –Me dice y no sé si lo hace solo como una información adicional
que debiera saber yo ya, o para reírse de mí.
–¿Quieres
que meta la mano entera? –Le pregunto furioso.
–No
sentiría nada. –Dice sonriendo.
–¿Ni siquiera
en un momento así eres incapaz de no hacerme enfadar?
–Esto será
lo que más eche en falta, hacerte rabiar. –Hago un puchero por sus palabras y
acaricio su interior con mi segundo dedo–. Déjame disfrutar ahora que te tengo.
–Hyung,
¿por qué te gusta hacerme enfadar? –Le pregunto suspirando e introduciendo el
tercer dedo. Él me responde casi en un lamento.
–Cuando te
enfadas y haces pucheros eres la cosa más adorable del mundo.
–Oh hyung…
–Jiminie…
–Me mira con los ojos llorosos. Sin aguantarlo por más tiempo saco mis dedos de
él y me sitúo entre sus piernas cogiéndolas con autoridad y colocándolas a cada
lado de mi cintura para rodearme con ellas.
–Tienes
unas piernas preciosas hyung.
–¡Cállate!
–Y unos
labios deliciosos. Si tuviera tiempo, te haría mil cosas, te haría correrte mil
veces.
–¡Cállate
Jimin!
–Me
encanta hacerte enfadar también.
–Esconde su mirada en cualquier parte y le abrazo colocando mi cabeza en
la línea de su cuello. Allí, huele genial. Huele a él y él es como el néctar.
Tan dulce y adictivo. Es puro azúcar. Adrenalina. Es una sobreestimulación de
todos mis sentidos. Le penetro poco a poco sintiendo como el azúcar que es, se
deshace en mis brazos. Poco a poco todo su cuerpo se abre a mí, se entrega a mi
mando cuando en realidad soy yo el subordinado. Cuando estoy dentro por
completo espero a que se acostumbre y espero a que su cadera le dirija creando
movimientos de penetración. Comienza a hacerlo a los minutos y me muevo con él
sujetando fuertemente su pequeña y débil cintura. Temo romperle. Temo que se
parta y que llore de dolor. Las lágrimas, ya afloran en sus ojos pero no se
detiene ni me impide a mi continuar. Dudo que las lágrimas en sus mejillas sean
de dolor alguno.
–Más
Jiminie. –Tira su cabeza hacia atrás cuando en una de tantas estocadas toco
algo dentro de él. Obligado a repetirlo sujeto más firmemente sus caderas y le
embisto con fuerza hasta llegar lo más profundo que me permiten nuestros
cuerpos. Se retuerce en mi agarre y se sujeta al almohadón entendiendo que si
lo hace conmigo, me destrozará con sus uñas–. ¡Más! –Grita ya sin miedo de ser
oído. Yo tampoco temo de nada cuando golpeo la pared con el cabecero de la cama
por las embestidas. Ya nada me importa más que oírle gritar más alto por mí.
Su llanto,
es aún más sonoro que antes. Grita, llora, gime, se retuerce y delira en mis
manos, en mi toque. Curioso por sus gestos dirijo mi mano a su polla y comienzo
a masturbarla queriendo saber cómo reaccionará. Su expresión cambia totalmente
mirándome con sus ojos negros entre el pelo húmedo de sudor. No me aparta la
mirada y sigue gimiendo mientras todo su cuerpo se mueve por culpa del mío.
Llega un momento en que ya no me creo nada de lo que sucede. Nada de la
situación parece creíble y me siento en un extraño sueño húmedo en el que no
puedo controlar lo que hago. Pienso que en cualquier momento despertaré y
deberé dar explicaciones a un Yoongi furioso del charco de semen en las sábanas
de mi cama.
–Quiero
correrme… –Lloriquea Yoongi haciéndome regresar a la realidad y mientras
asiento bombeo mucho más rápido su pene. Culmina en mi mano y al sentir los
espasmos en su interior me vengo yo dentro de él. El semen en mis manos gotea
en su vello púbico y el mío de su entrada manchando sus piernas. La suciedad de
un comportamiento egoísta y nada cuidadoso nos rodea. Cansados y exhaustos nos
tumbaos en mi cama y cubiertos por las sábanas nos abrazamos, casi como una
obligación. Yo cierro los ojos y él se duerme en mis brazos.
…
–Hola,
bienvenidos todos y gracias por estar aquí. –Mi voz retumba en toda la sala
haciéndome sentir muy pequeño.
Ya ha
pasado dos meses desde que Yoongi se mudó a Estados Unidos. Dos meses en los
que me ha llamado cada día y hemos conversado por horas. Cuando desperté la
mañana siguiente a nuestro encuentro sexual, él ya no estaba. Todos los
miembros lloraban en la cocina mientras yo, me apoyaba en la puerta de esta
comprobando que la silla vacía ya no le pertenecería a nadie.
Cada día
pensaba en él. Cada noche me tocaba recordando su tacto en mí, siempre tan
delicioso y dulce. Cuando ensayábamos una coreografía, nada salía bien. En las
canciones, su voz sonaba cruel y mezquina simplemente por su presencia. Dejé de
comer, dejé de bailar, de cantar, de sonreír, de vivir.
BTS lo era
todo para mí pero sin Yoongi no es BTS. Él es todo lo que necesito.
–Soy Park
Jimin, el vocal y bailarín del grupo BTS, de la empresa BigHit. He convocado
esta rueda de prensa para anunciar a los medios de comunicación y al resto del
equipo que presento mi dimisión irrevocable como integrante del grupo.
Yoongi,
allá voy.
FIN
Comentarios
Publicar un comentario