JUNTO A LA SOLEDAD (YoonMin) - Capítulo 1

Capítulo 1


Jimin POV:


Reclino la regadera y puedo ver como lentamente y por acto de la gravedad el agua cae en cascada sobre mis preciosas plantas. El sol las ilumina a ellas y a mí también produciéndole escalofríos por el calor repentino que me sobrecoge. Es maravillosa esta sensación de libertad y naturaleza en la que me encuentro.

Estoy en el patio de mi casa, un par de metros cuadrados que dan al exterior donde puedo tener toda mi colección de plantas y desde hace poco, un pequeño buda de piedra por aquí perdido haciéndome compañía. Lo miro aquí de rodillas frente a mí y me hace gracia cómo crece la fauna a su alrededor y sin embargo el sigue inmutable. Así soy yo.

Dejo que el mundo cambie pero no quiero ser consciente de ello. No me gustan los cambios y menos las moderneces a las que me somete la sociedad. Me gustan las cosas tal y como estaban en mi infancia y por ello vivo aquí, en una casa apartada de la ciudad y la sociedad que nos corrompe. Esta era la casa de mis abuelos, donde pasé gran parte de mi infancia y me acostumbré al campo, el sol, la libertad…

Mis abuelos fallecieron hace unos años y cuando hace dos terminé la universidad, les pedí a mis padres permiso para vivir aquí y mantenerla con mi sueldo. Sueldo que obtengo por ser escritor. Que ironía, escribo mis libros en un ordenador y los envío con correo electrónico a mi editorial, sin embargo nadie podrá quitarme jamás la estantería que tengo a rebosar de libros de verdad. Me encanta, de vez en cuando y sin necesidad de leerlos, simplemente cogerlos en mis manos, pasar mis dedos por las hojas y sentir su olor a tinta y cola. Hoy día ya nadie lee de esta manera y me entristece pensar que mis hijos, si tengo algún día, podrían no saber qué diablos es un libro. Al igual que los periódicos y los billetes y monedas para pagar. Hoy todo está en internet, todo al parecer menos yo.

Sé que sueno como un viejo amargado, pero a mis veintiséis años no tengo más ilusión por vivir que la de ser libre y feliz lejos de lo que odiaba de pequeño, la gran ciudad y sus incesantes cambios. Miro de nuevo a mis preciosas plantas y creo que tienen agua suficiente por hoy. Dejo de regarlas y me acuclillo para observarlas mejor. En verano son hermosas. Se ven demasiado perfectas y no me resisto a mirarlas constantemente.

Pero como si fueran mis pequeños hijos, tengo uno que es mi favorito, el primero que me regalaron, un pequeño cactus que obtuve de mis padres el día que me mudé aquí. Fue el primero en adornar este precioso jardín y es una pequeña silueta parecida a él la que llevo tatuada en mi muñeca derecha.

Alguien como yo no sé tatuaría siendo tan conservador pero soy un gran defensor del arte. Arte en todas su facetas y esta es una que me encanta ya que un amigo mío de la ciudad es tatuador. Ambos fuimos juntos a la escuela y nos distanciamos después de que empezásemos nuestras carreras correspondientes. Sin embargo hace año y medio volvimos a retomar el contacto y experimentó conmigo para sus tatuajes. Este fue el primero, pero un día le sorprendí con un gran diseño de un koi para mi brazo izquierdo. Encantado y agradecido, decoró mi brazo con un precioso koi naranja.

Sonrío alegremente viendo como el agua sobrante se va por el desagüe del patio. Mi ropa tendida se zarandea lentamente y crea sombras negras sobre mi cabeza. Pienso en que ayer fue mi cumpleaños, y ha sido el primero que no paso cerca de mis padres. La verdad es que se me olvidó y cuando quise preparar el viaje, ya no tuve tiempo. Disculpé a mis padres por mi comportamiento pero si soy sincero en realidad no es tan importante. No le doy importancia a ese tipo de cosas desde hace mucho tiempo. Ya tengo veintiséis años, muchos años.

Mi madre me llamó esta mañana y lloró cuando decía que yo ya era todo un hombre, pero a los minutos su llanto cesó al insistir en mi necesidad para encontrar una esposa pronto. Yo niego con la cabeza al recordar las palabras de mi madre y sus prisas por tener nietos. Yo no estoy tan seguro de lo segundo. Nunca tuve hermanos pequeños y no sé qué es la responsabilidad. No sé cómo me comportaría si tuviese que cuidar constantemente de alguien que no se sirve por sí mismo. Por lo que esa opción está descartada ya.

Entro de nuevo al salón para oír el timbre de mi puerta sonar. Rápidamente me acerco y veo a un hombre con un paquete marrón tan alto como él, y como yo.

–¿Señor Park Jimin? –Pregunta y asiento curioso–. Esto es para usted y viene con una carta que…

–Disculpe, pero yo no he pedido nada…

–Es de un tal… –hace tiempo para mirar en sus papeles–, Jeon Jungkook. –Sonrío sin poder evitarlo y acepto el regalo encantado. No puedo ni imaginar que hay aquí dentro pero antes de que mi curiosidad me devore, leo la carta que viene con este.

–Jimin hyung. –Leo en alto–. ¿Creías que iba a olvidar tu cumpleaños? Ni lo sueñes. No he vuelto a verte por el estudio de tatuajes y espero que regreses pronto con un nuevo diseño como el último. Sabes que no soy bueno con las palabras y espero que entiendas que significas mucho para mí y he estado ahorrando para comprarte un regalo como este. Sé que no te gustan estas cosas pero creo que acabarás acostumbrándote y te hará la compañía que necesitas. Tanto tiempo solo no es bueno, acabarás por volverte más loco aún de lo que estas. Aquí en Seúl los hay ya por todas partes y quieras o no, un poco del futuro va a entrar en tu casa.

Lo he escogido especialmente para ti. Con ojos negros, labios pequeños, de tu altura para que no te sientas discriminado, voz bonita y con el pelo del color de tus preciosas plantas. Disfrútalo y como se te ocurra devolvérmelo me aseguraré de que te mate.

Besos hyung, te amo.

Confundido termino de leer la carta quedándome a cuadros. Respiro profundo y necesito leerla de nuevo para hacerme una pequeña idea de qué diablos me ha regalado. Dejo el sobre con el contenido en la mesa tras de mí y me dispongo a retirar el papel marrón que cubre el paquete. Dejo al descubierto algunas palabras.

Robot personalizable. Robot de compañía.

No puedo evitar pensar que es todo una broma pero cuando lo abro y las pequeñas nubes de plástico para proteger el contenido caen cubriendo todo mi suelo, veo a un hombre frente a mí, no es un hombre, es un robot con los ojos aun cerrados e inmóvil.

            Yo también me quedo inmóvil. 




                                     Capítulo 2                                              

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