SNITCH (YoonMin) [One Shot]

 SNITCH


Jimin POV:

 

Mis pasos retumban por los pasillos produciendo un extraño eco tanto a mi espalda como frente a mí. Una vez más me veo huyendo de lo invisible. De aquello que no puedo evitar. Un nuevo enfrentamiento con Min Yoongi.

Respiro pesadamente viendo los baños a un par de pasos y me adentro en ellos cerrando la puerta detrás de mí. Mi corazón, permanece acelerado incluso cuando me mantengo estático, de pie parado, mirando la puerta frente a mí. Aquí en este espacio mis pisadas suenan mucho más a pesar de estar casi arrastrando los pies por miedo a que me pueda oír. Una vez más me recuerdo que las serpientes no tienen oídos. Él no los necesita.

Con mi traje de quidditch sobre el cuerpo me ajusto los guantes en mis manos sudorosas y llevo una de ellas a mi pecho sintiendo mi respiración acelerada. Siempre es lo mismo, siempre desde que estoy en esta escuela y me apunté a este estúpido deporte. Hace siete años tan solo había sido algo normal e incluso divertido. Una competición sana. Pero desde que a ambos nos asignaron ser buscadores, nos vimos enzarzados en una guerra de la que no sé salir. Es ahora, cuando cada vez que se juega un partido Gryffindor contra Slytherin, él viene a molestarme. A amenazarme. A instalar en mi cuerpo el miedo que solo una putrefacta serpiente sabe inducir.

En el campo, Yoongi se ha tornado mucho más agresivo, no le importa entrometerse en las jugadas de sus compañeros o participar en las tiradas que no le corresponden. Mucho menos parece importarle agredir a los jugadores de mi equipo u otros solo para lesionarlos y crear una notable desventaja. Le he visto quebrar piernas, abrir cráneos incluso usar su varita en medio de la jugada, lo cual, no se debe hacer. No parece importarle saltarse las normas ya que es uno de los jugadores más respetados y en el jurado, su padre admite todo lo que él haga.

Pero hoy es diferente. Hoy es un día especial, hoy, es el último campeonato, el último partido del curso. Todo se decide en este juego y por ello huyo antes de tiempo temeroso de una diferente represalia. La noche anterior no he dormido ya que mi mente se complacía en mostrarme imágenes de una horrible muerte antes del partido, provocada por las impuras manos de Min Yoongi. Todo mi cuerpo tiembla al pensarlo y más aún al recordarlo tan claramente en mis sueños. Le veo como esa persona que a la hora de matar, tira su varita al suelo y se deleita estrangulando o arrebatando el corazón a sus víctimas.

Suspiro sintiendo mi cuerpo relajado tras comprobar que nadie entra. Nadie me ha venido persiguiendo aunque tuviera esa sensación. Retrocedo dentro del baño y cuando desvío mi mirada de la puerta al espejo su rostro aparece reflejado en él. Rápidamente doy un respingo cubriendo mis labios y me giro en la dirección de su cuerpo para verle ahí parado, cruzado de brazos en la puerta de uno de los cubículos mirándome fijamente. Tras mi reacción sonríe cínico porque ha logrado su objetivo y se descruza de brazos descubriendo su varita en una de sus manos.

–Yoongi… ¡aah! –Nada más susurrar su nombre dirigí mi mano a mi propia varita, asustado por la presencia de la suya, pero en un rápido movimiento de su mano, consiguió dañar la mía haciéndome soltar la batirá. Con esta en el suelo, retrocedo a medida que él avanza y choco con la pared viendo como su pie se posa sobre mi varita y la patea alejándola de mí todo lo posible.

–¿No te alegras de verme? –Me pregunta. Miro sus ojos pequeños y negros analizar mi cuerpo. Su pelo verde brilla por la luz del sol que entra desde la ventana. Este, demuestra hasta qué punto es su fanatismo por el juego y por su casa. Slytherin lo es todo para él y para su familia y por ello, su dedicación al juego y la violencia.

–No te he oído entrar… –digo con mis pensamientos nublados, siempre me ocurre en su presencia. Me siento hipnotizado.

–¿No lo recuerdas? Soy una serpiente, estúpido. –Se acerca aún más hasta estar a un palmo de distancia, esta es su manera de intimidar. Me gustaría decir que estoy acostumbrado pero nunca podré sentirme cómodo ante su presencia. Todo en él es frío y calculador.

–No me hagas perder el tiempo, Min Yoongi.

–Solo venía a desearte suerte. –Susurra con una voz infantil como si de verdad fuera a creerle, en él, la inocencia no existe.

–¿No te cansas de hacer esto? Si pierdes hoy, o si ganas, no depende solo de mí. Ve a intimidar a otros.

–Nah, solo contigo me divierto. –Su sonrisa es mucho más intensa ahora que su mano se alza clavando la punta de su varita en mi cuello. Esta se hunde en mi carne y un sudor frío me recorre igual que si me clavasen el cuchillo más afilado y cortante del mundo. Tiemblo bajo su contacto y él lo sabe. Le encanta. 

–N–No me hagas nada. –Le ruego porque sé que es capaz. Se lo he visto hacer antes.

–¿Tienes miedo? –Me pregunta y yo asiento. No puedo evitarlo. Durante años siento este mismo temblor en mis piernas, las mismas náuseas. El mismo pánico ante su presencia–. ¿Por qué? No te haré nada.

–Pues baja tu varita.

–Esto es solo para impedir que no te me escapes. No me gusta perseguirte. –Mentira. Le encanta hacerlo. Se desliza cual serpiente en su escudo. Sus pasos son lentos y apenas audibles y cuando me sorprendo ante él, le excita.

–Déjame ir, llegaré tarde. –Miento yo también. Nadie me espera aún.

–No, nada de eso. –Su mano libre de la barita se apoya en mi hombro y me empuja aún más, si es posible–, la espalda contra la pared de mármol brillante. Mi cabeza choca contra esta y me obligo a mirarle directo a los ojos. Esto da mucho más miedo porque a pesar de ser él la serpiente, soy yo quien cae bajo el hechizo.

–Yoongi…

–¿Sabes qué pasará si no gano?

–¿Hum? –Gimo porque temo hablar con su rostro tan cerca del mío. Su aliento, frío y directo, choca contra mi cara.

–Decepcionaré a mi padre, a mi casa, a mis amigos…

–N–No tienes amigos. –Digo casi como un suspiro pero me oye y aprieta más la batita en mi yugular.

–¿Estás jugando conmigo?

–N–No. –Digo murmurando.

–¿Sabes cómo juegan las serpientes?

–¿Cómo? –Ante mi pregunta une al fin nuestros cuerpo y siento toda su fuerza aplastándome. Su rostro, se interna en mi cuello y cuando habla, siento escalofríos por su aliento.

–Mordemos a nuestras presas. –Sin más, abre sus fauces y sus dientes chocan con mi piel. Un escalofrío me recorre y cuando muerde mi cuello, gimo involuntariamente por su gesto inesperado. Ya no siento la varita en mi cuello aunque probablemente siga allí. Me centro en dejarle espacio en mi cuello para exponerle y mis manos aferran fuertemente la capa en su uniforme.

Sus dientes aprietan mi piel sin dañarla, y sus labios, la aprisionan produciendo chasquidos que me ponen los pelos de punta. Su respiración se acelera y la suelta en mi oreja. Su lengua, se entretiene junto con el resto de su cuerpo y tras cansarse y dejar una notable marca en mi piel, lame por un segundo el moratón y sonríe tras ver su obra. Yo miro a todas partes sintiendo como mi corazón duele bajo mi pecho. Todo me sobrepasa y la niebla en mis pensamientos es cada vez más densa.

–Espero que esto te sirva de recuerdo de lo que me estoy jugando si pierdo. ¿Hum? –Tras decirlo se separa de mí y se aleja con paso rápido del baño. Sin poder evitarlo mis piernas tiemblan y caigo al suelo con la espalda apoyada en la pared. Cubro mi rostro acongojado en lágrimas.

 

 

Mis padres son muggles, y por ello, siempre me han hecho sentir inferior al resto de la casa, por no hablar, del resto de casas. Desde el primer día vine acompañado por mi amigo Taehyung el cual conocí en el tren. Ambos nos sentamos el uno frente al otro y mientras le veía intentando anudarse la corbata no pude evitar reír. Parecía un niño aún muy pequeño como para alejarse de sus padres. Yo igual. Ambos nos vimos solos en un mundo desconocido y tras ayudarle con la corbata, ambos nos hicimos amigos.

Ambos fuimos inseparables durante dos años y en el tercero, entró a nuestra casa un niño llamado JungKook. Ambos nos enamoramos de él y de sus dientes de conejo. Robándole de la compañía de los niños de su edad él nos prefirió a nosotros y desde entonces, siempre estamos juntos. Pero el tiempo ha pasado para todos y con los años, maduramos y la amistad se consolida. Nuestra mente se abrió dando paso a nuestro círculo de amigos a tres personas más, Jin y Hoseok de Hufflepuff, y Namjoon de Ravenclaw. Con estos últimos pasamos menos tiempo pero siempre es agradable ir con ellos fuera de la escuela o juntarnos todos en los pasillos para mantener una conversación.

Somos de diferentes casas pero todos estamos de acuerdo en que no se puede mantener amistad con la cuarta casa, Slytherin y por muchos que lo hayan intentado, todos han salido mal parado. A mí tampoco me hace gracia tener relación con nadie pero sin darme cuenta, me he visto metido en una confrontación con Min YoonGi, uno de los mejores alumnos de toda la casa y cuya generación, pertenece toda ella a Slytherin.

–Hyung, –me dice JungKook mientras nos encaminamos los tres de la casa Gryffindor hacia el campo de Quidditch–, lo harás genial. Si lo consigues, llegaremos a ganar los suficientes puntos este año. Seremos la casa ganadora. –Sus palabras no hace sino crear aún más presión sobre mis hombros.

–Gracias Kookie. –Le digo acariciando su cabeza bajo el gorro de su túnica. A nuestro alrededor cae una fina lluvia y sobre nuestras cabezas, las nubes forman una espesa niebla. No son las mejores condiciones para jugar un partido.

–Siempre somos los mejores. –Dice Taehyung a mi otro lado vestido igual que Jeon excepto por una bufanda con los colores de nuestra casa. Tiemblo ante ellos. Soy el único que no está cubierto con nada para protegerme de la lluvia. Acabaré empapado de todas maneras durante el juego.

–¿Estás nervioso, hyung? –Me pregunta JungKook mientras rodea mi brazo con el suyo.

–Un poco. –Asumo.

–No te preocupes por nada. –La escoba en mi otra mano es cada vez más pesada–. Ya verás como todo… –Le veo fruncir el ceño–. ¿Qué es eso que tienes ahí? –Pregunta casi en un susurro mientras su mano estira del cuello de mi camisa dejando libre el moratón que Yoongi me provocó una hora antes.

–¡Será mejor que me vaya ya! –Digo nervioso y despidiéndome de ambos y dejando a JungKook con su ceño extraviado, me largo lo antes posible de su tóxica presencia para conducirme a mi lugar junto a mis compañeros de equipo.

De nuevo salgo corriendo para, esta vez, salvarme de dar explicaciones. ¿Qué les diría? Saben que Yoongi me acosa siempre antes de cada partido pero ni se imaginan hasta qué extremo consigue llegar a veces. Nunca antes me había hecho nada parecido. Pero para ser sincero, antes prefiero esto que algún tipo de agresión física como ha ocurrido otras veces.

Cuando llego junto con mis compañeros de equipo todos me saludan con una palmadita en la espalda y nos colocamos en posición para salir. Antes de darme cuenta ya estoy con la escoba entre mis piernas y al toque de salida, nos subimos a ellas para despegar y volar por el aire saliendo al campo. El mundo entero nos corea excepto una pequeña parte de las gradas destinada a los del equipo Slytherin que se basta consigo mismo para corear a su equipo. Rápidamente nos colocamos en nuestros lugares en el campo y yo asciendo lejos de mis compañeros a la espera de que suelten la snitch dorada, mi misión. Mi opuesto, al otro lado del campo a la misma altura que yo, me mira desafiante. Sus manos aferran fuertemente su escoba pero al ser consciente de que le miro se yergue en ella y sonríe intimidándome. De nuevo, mis manos sudan.

El juego comienza.

Los jugadores de mi equipo son muy buenos, pero los del contrario, muy tramposos y contrarrestándose unos a otros, no conseguimos sobrepasar el empate de punto lo que conlleva que nos vemos en la obligación, Yoongi y yo, de ser quienes decidan quién gana o pierda.

–¡Acaba de ser soltada la snitch dorada! –Canturrea una voz por los micrófonos y Yoongi y yo nos miramos el uno al otro antes incluso de buscar la maldita pelota con la vista. Ambos nos comunicamos y decidimos comenzar nuestro terrible juego en el que inevitablemente uno de los dos va a perder. Espero ganar, con no muchas lesiones en mi cuerpo.

–¡Jimin! –Me grita uno de mis compañeros y rápidamente le veo ser rodeado por la snitch. Esta escribe órbitas alrededor de él y rápidamente me dirijo hacia su posición pero como si la bola lo supiera, se marcha.

Comienzo a perseguirla cuando una de las Bludgers ha sido repelida hacia mi posición por uno de los del equipo contrario y me obligo a esquivarla con lo que pierdo de vista la snitch. Me quedo desorientado por un momento mirando a todas partes pero soy demasiado lento y cuando miro a espalda, la Bludger me golpea en el hombro quitándome uno de los protectores. Rápidamente el público exclama y cierro fuertemente los ojos sintiendo como pierdo toda la fuerza en este brazo. Rápidamente salgo de la trayectoria de otro posible golpe y me elevo hasta que me siento lo suficientemente seguro como para sujetarme unos segundos el hombro dolorido.

La snitch es una jugadora muy traviesa y también fácil de odiar porque cuando menos pienso en cogerla, aparece frente a mis ojos con un gracioso contoneo y está incluso al alcance de mi mano pero cuando estiro rápidamente el brazo para cogerla se aleja de mí y me veo obligado a perseguirla. Lo hago durante al menos diez minutos hasta que en uno de los largos recorridos atravesando el campo aparece Yoongi a unos metros frente a mí a la espera de que le conduzca la snitch a su posición. Ya lo veo mirarnos a ambos y sonriendo, no hace otra cosa que esperar.

Yo me conformo con seguir persiguiéndola con la esperanza de alcanzarla pero mis ilusiones desaparecen cuando un jugador de Slytherin se cruza a posta en mi camino golpeando mi cuerpo para empujarme fuera de mi escoba. Al principio el golpe me aturde durante unos segundos pero cuando ya no siento la sujeción de la escoba entre mis piernas, caigo al vacío a doscientos metros del suelo. El público al principio exclama por la falta del equipo contrario pero cuando me ven a mí caer todo se llena de gritos de horror. Varios jugadores en la historia han muerto de esta terrible manera a los ojos de miles de espectadores. Caigo junto con la lluvia y siento ya el suelo muy cercano. Mi corazón se desborda y cierro fuertemente los ojos preparado para recibir el impacto pero no es uno brutal y agresivo el que me golpea. Sino que mi cuerpo cambia en su rumbo a la misma velocidad con la que caía y un brazo rodea mi cintura elevándome consigo en el aire. El público se ha callado excepto la parte de mi equipo contrario que abuchea algo. Tal vez haya sido que sigo vivo por lo que abuchean pero cuando mis manos son conscientes de nuevo de una gravedad extraña, palpo y me aferro al uniforme de otra persona en mis brazos, empapado ya por la lluvia. Abro los ojos mojados con dificultad para ver el rostro de Yoongi frente a mí, concentrado y enfadado. Tal vez, solo consigo mismo.

–Yoongi… –Susurro casi como una exhalación en mi último segundo de vida pero tras verme sentado casi en su regazo de cara a él pierdo totalmente la voz. Mis manos se sujetan inconscientemente a su cuerpo pero cuando hace un brusco movimiento con la escoba retorna mi miedo a caer y me aferro más fuertemente a él con una mano en su cintura y la otra sobre su hombro, de vez en cuando en su cuello, allí en su nuca donde su pelo mojado me hace cosquillas en la mano. Él no se mantiene distante, al contrario, me aferra a él con fuerza mientras intenta conducir la escoba lejos de la vista de las personas. Dentro de la nube que cubre todo el cielo.

Una vez detiene la escoba me separo de él para mirar su rostro inexpresivo.

–¿Por qué has hecho eso? –Le pregunto frunciendo el ceño.

–¿Me estás diciendo que debería haberte dejado caer?

–¡Deberías! –Le digo furioso, arremetiendo con mi puño en su camisa. Todavía cabe la posibilidad de que me deje caer de nuevo pero ya no le tengo miedo. Solo siento una impresionante descarga de adrenalina recorriendo mis venas. Él sujeta mi uniforme y me acerca a él mientras aprieta sus dientes enfadado y habla entre ellos.

–¡Si te llega a pasar algo… yo, yo! –Mis manos van a su muñeca que ejerce fuerza en mi ropa pero sin evitarlo me acerca aún más a él y estampa sus labios contra los míos. Un gesto violento que desemboca en un ligero roce. En nada.

–Yoongi… –suspiro. –Él aún se mantiene muy cerca de mi rostro con los labios húmedos y abiertos. Sus ojos, mirándome directamente. Vuelve a acercarse y esta vez acaricio su nuca indicándole que se acerque más. Me besa de nuevo mientras me acerco a su cuerpo. Su mano sale de mi camisa, desaparece por unos segundos y regresa pasándome algo a mi mano libre. Estaba demasiado concentrado en el beso, en sus cálidos labios, en su respiración sobre mis mejillas, en sus cabellos empapados y en el calor en mis mejillas como para ser consciente de todo lo que ocurría fuera de mi mente. De mi ensoñación.

Tras sentir como algo se mueve en mi mano, corto el beso poniendo ante mí aquello que me ha llamado la atención y el brillo de la snitch me hace dar un vuelco al corazón. Sus alas doradas baten el aire ligeramente unos segundos y se pliegan guardándose en su cavidad. Miro a Yoongi nervioso.

–¿Qué haces?

–Es para ti.

–¿Qué? –Niego con la cabeza–. La has cogido tú. –Encogiéndose de hombros me ayuda a sentarme de espaldas a él y descendemos hasta llegar a donde el público en las gradas nos recibe con abucheos. Nunca antes me había ocurrido esto y sin embargo me resulta una sensación demasiado cálida. Acogedora. Piso el césped y alzo la snitch ahora sí con los vítores de mi equipo pero hay aún una gran parte de la gente que sigue decepcionada. Más aún cuando Yoongi regresa a mi lado y tras palmear mi hombro, rodea mi cintura con su mano y alza bien alto mi brazo mostrándole a todo el mundo quien es el ganador.

El público está atónito.

Yo lo estoy también.

Yoongi nunca ha estado tan lúcido susurrando en mi oído.

–No me importa perderlo todo, menos a ti.

 

FIN


 

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