IDENTIDADES [PARTE II] - Capítulo 1
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💬 Gracias por animarte a leer este fanfic. Comunico aquí que esta es la segunda temporada de tres. (Si quieres seguir leyendo te aconsejo que leas primero la temporada uno): "Identidades (JiKook) [Parte I]"
Si ya leíste la primera parte, espero
que te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada. Disfruta.
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CAPÍTULO 1
Jungkook
POV:
Siempre creí que mi vida sería sencilla y común como la del resto del mundo o al menos se esforzaron por hacerme creer en ello. Durante años estudié lo más maravilloso del mundo y aquello que me llenaba el alma, el arte. Por culpa de las retrógradas ideas de mi padre me vi obligado a trabajar de oficinista como secretario del jefe de una empresa de electrónica. Nunca he sido nadie que se rinda fácilmente por lo que acepté el puesto y conservé como pude la relación con mi familia a pesar de haberles decepcionado al contarles de mis orientaciones sexuales. ¿Qué podía hacer? Yo solo buscaba no su aprobación sino un mínimo de interés por el esfuerzo que hice al contarlo. Hoy no me arrepiento de ello. Ni de nada de lo que me haya pasado porque gracias a mi padre, hoy vivo con un hombre maravilloso.
—Appa… —Susurra en sueños el pequeño bebé dormido a mi lado en la cama. Ante su fruncido ceño, acaricio sus cabellos y poso mi mano que se ve enorme en comparación con su cuerpecito sobre su hombro sintiendo su incesante respiración. A los segundos parece calmarse.
Yoogeun ha sido una bendición en mi vida y en la de Jimin. Aún recuerdo las palabras de este cuando le pregunté que estaba dispuesto a hacer por su hija: “Morir”. Me contestó sin titubeos y hoy lo comprendo cuando miro a los ojos a este niño y puedo asentir y afirmar con la misma frialdad que moriría y mataría por quien hoy es mi hijo.
Jimin y yo nos casamos meses después de llegar a Barcelona. Fue algo rápido y sencillo porque nos inscribimos en el registro civil y firmamos unos papeles. No había sido la boda de mis sueños, ni tampoco la suya, estoy seguro. Aquel día cuando estábamos cenando me contó cómo había sido su primera boda con LeeSol, su esposa fallecida.
—Ambos con trajes tradicionales de corea. Sólo asistió su familia porque la mía ya había muerto. Había niños pequeños que lanzaban pétalos de rosas y el banquete fue suculento. –Decía—. Pero llegados a este punto no te cambio por nada. –Yo sonreí avergonzado y seguimos comiendo.
La idea de tener un hijo flotó en el ambiente durante mucho tiempo y cuando al fin tuvimos dinero para adoptar uno nos decidimos a regresar a Corea del Sur y acudir a un orfanato y rescatar a un niño que necesitase de nuestros cuidados. Nos dijeron que no era común que dos hombres casados se dignasen a adoptar, que las opciones más comunes eran la inseminación, el vientre de alquiler o cosas como esas pero no soportaba la idea de que una mujer se viera inseminada por el semen de mi marido y creo que a Jimin le ocurría lo mismo por lo que la mejor decisión fue rescatar a un niño con el que luego no tuviéramos problemas similares a que la madre no quisiera desprenderse de él.
Nada más llegamos al orfanato, una señora mayor nos atendió y nos pidió saber qué era lo que buscábamos en cuanto al sexo del niño y la edad. La edad era algo que no nos preocupaba siempre y cuando no fuera tan adulto como nosotros –al decir esto la señora se echó a reír— y respecto al sexo yo no tenía ningún problema pero Jimin si y dijo alto y claro: “No puede ser niña”. Desde un principio supe que algo como eso rondaba su mente, sabía que no podría vivir de nuevo la experiencia de criar a una niña porque el fantasma de su hija deambularía en su mente constantemente. Yo lo entendí y estuve de acuerdo.
En cuanto a niños, en el orfanato no había demasiados pero tampoco importó porque cuando un pequeño niño de tres años llamado Yoogeun apareció por la puerta de la sala para presentarse a nosotros, Jimin y yo nos miramos. Lo sabíamos, era él.
—¿Qué te ha hecho pensar que es él? –Me preguntó esa misma noche en un apartamento que alquilamos para pasar la semana antes de regresar con el niño. Aún no lo habíamos adoptado pero ambos estábamos seguros de la decisión que tomaríamos.
—No lo sé. –Le fui sincero—. Creo que sería capaz de cuidarlo pasara lo que pasara.
—Él me ha recordado a ti. –Me dijo él convencido.
—¿A mí?
—Sí. Se ve igual de adorable. –Se encogió de hombros y ninguno necesitó más.
—La decisión está tomada. –Sentencié.
Cuando regresábamos en el avión de nuevo a Barcelona Jimin revisaba con minucioso cuidado el historial de Yoogeun queriendo sumirse en su pasado. Mientras yo le observaba pareciera que leía un libro interesantísimo pero nada de lo que encontrara ahí iba a ser algo nuevo porque antes de adoptarlo ya nos contaron cómo había acabado donde acabó. Su padre trabajaba de abogado pero sufrió un derrame cerebral que le llevó al otro mundo al instante. Murió a los cinco meses de que su hijo naciera. Su madre, sumado a la depresión postparto que llevaba tiempo aguantando, enloqueció tras la muerte de su marido y se vio obligada a deshacerse de su hijo porque sufría problemas económicos y no pudo darle de comer. Todo ello en suma pudo con su persona y se suicidó arrojándose de un puente a los días de entregar a su hijo.
—Pobre niño. –Decía Jimin una y otra vez mientras yo abrazaba al niño dormido en mis brazos.
—De ahora en adelante será feliz. –Le dije con una sonrisa pero él no apartaba la vista de las páginas en la carpeta beige en sus manos—. Trae eso aquí. –Se las quité y le pasé al niño el cual se revolvía en el sueño. Los brazos de Jimin temblaron al principio y todo él se paralizó al sentir el peso del pequeño sobre él pero con los segundos se acostumbró y ambos acabaron dormidos durante el vuelo a España. Son tal para cual.
Dado a su prematura edad fue fácil explicarle que tendría dos padres en vez de uno y que no tendría mamá. Él lo aceptó con total normalidad y a veces era incluso confuso cuando decía cosas como “Papá, quiero tal cosa…” ambos dos nos mirábamos preguntándonos a quién se dirigiría pero con el tiempo, el pequeño aprendió a diferenciarnos llamándonos “Papá Min” o “Papá Kook”
—Ese es el papá conejo. –Le decía Jimin a veces dirigiéndose a mí y con dificultad el niño decía “Kook conejo” solo para verme rabiar. Yo contraatacaba haciendo que el niño nos diferenciara por el “Papa alto” y el “Papa enano”. A veces incluso podíamos ser más infantiles que él.
—Ya he llegado. –Dice Jimin dando un portazo al entrar.
Cuando regresamos a España alquilamos otra casa algo más grande donde el niño tuviera un dormitorio propio y que estuviera más cerca del nuevo trabajo que encontré. No era nada del otro mundo pero una tienda de ultramarinos* era mejor que un todo a cien. Jimin consiguió trabajo como taxista tras conseguir la licencia y su horario de lunes a jueves por las tardes. No era mucho su sueldo pero podía quedarse con el niño cuando yo trabajaba y no necesitábamos pagar a una guardería. Llevamos un año ya en esta situación, yo con mis veintiocho años y Jimin con treinta. Yoogeun cumplió cuatro hace nada.
—Shh… —Le digo saliendo del cuarto con un dedo sobre los labios—. Se ha dormido al fin.
—Oh. –Sonríe disculpándose—. ¿Qué tal estás? –Me pregunta dándome un beso en los labios.
—Bien. ¿Y tú? –Se quita la chaqueta del traje y respira profundo.
—Puf… —Suspira—. Los españoles se hacen odiar. –Sonríe.
—¿Qué ha pasado hoy? –Le pregunto dado que su trabajo a parte de un sueldo nos trae también divertidas anécdotas. Ambos vamos a la cocina donde podemos hablar más tranquilos sin miedo a levantar la voz y para que él cene algo.
—Un hombre borracho entró en el taxi.
—¿Qué hay de raro en eso?
—Que fue mi primer cliente, eran las cuatro de la tarde. ¿Quién se emborracha a esas horas?
—Yo. –Dije sin titubeos y reí tras su expresión atónita—. Alguna vez si lo he hecho. –Reconozco.
—En fin. –Suspira y continúa con su relato—. Entró diciendo: “Chinito, llévame a casa”. Le pregunté dónde vivía pero no sé si fue por la borrachera que se traía o porque no me expresé bien en español pero comenzó a gritar “¿No me has oído? ¡A casa! ¡A casa!” Y como me vio que no movía un solo dedo comentó a chapurrear en un chino inventado mientras se caía en los asientos traseros. –Yo río por sus expresiones.
—¿Y qué hiciste?
—Sacarle de mi coche antes de que me potara dentro. –Se encoge de hombros sonriendo—. No entiendo la manía de estos tíos. “Chinito” “Chino de mierda” –Dice en español—. No soy chino, joder. Soy norcoreano y a mucha honra, maldita sea. –Hace un puchero.
—Cállate y cena, que es tarde.
—¿Qué tal tu día? –Me pregunta al rato cuando ambos estamos en el salón, yo fumando un cigarro y él terminando de cenar.
—Cansado. Hoy ha habido más jaleo que otras veces pero no ha estado mal. Y por la tarde he estado viendo una película con Yoogeun y le he dado de cenar lo cual me ha llevado tres horas. –Suspiro siendo consciente de que odio esos momentos en los que llegan las horas de comer. Con Jimin, Yoogeun se porta genial y le obedece en todo.
—Mañana libro todo el día. –Me dice porque será viernes—. Me encargaré de él, no te preocupes.
—Bien… —Ambos nos sumimos en un silencio solo interrumpido por sus dientes triturando el sándwich en sus manos hasta que una débil voz aparece de la nada.
—¿Appa? –Pregunta Yoogeun apareciendo por la puerta del dormitorio mientras se frota los ojos algo desorientado. Rápido apago mi cigarro casi entero sobre el cenicero y echo el humo en mis pulmones lejos.
—¿Sí, hijo? –Sin contestarme viene corriendo hasta mí y extiende sus brazos para que le coja. Lo siento en mis piernas de cara a Jimin que cena tranquilo—. ¿Te hemos despertado? –Niega con la cabeza. Y abraza mi cuello aún algo dormido.
—¿Qué tal el cole? –Le pregunta Jimin. Ambos estamos preocupados por su rendimiento escolar o su relación con los compañeros ya que este es su primer año de clase. Salir de un orfanato no es fácil.
—Bien… —Dice aun con un ojo cerrado.
—La profesora dice que es todo un artista. ¿Verdad hijo? –Este asiente y Jimin llena sus carrillos de nuevo.
—Kook appa me ha dicho que te portas mal a la hora de comer. –Le espeta Jimin serio—. ¿No te gusta que Kook appa te ayude a comer? –El pobre, cohibido, se abraza a mí de nuevo.
—Da igual, Jimin. –Sonrío.
—Lo siento, appa… —Susurra y mi sonrisa se hace más grande.
—Es tarde, Yoogeun, ve a dormir de nuevo. –Veo a Jimin levantarse para llevar el plato vacío a la cocina y lavarlo junto con el resto de cacharros. El niño no se despega de mí y niega con la cabeza.
—Duerme conmigo. –Resignado a sus palabras y sabiendo que no le gusta dormir solo, ambos regresamos a mi cama y le tumbo a mi lado sintiendo como fluye su respiración. Comprendo perfectamente su mal hábito de dormir conmigo porque toda la vida en el orfanato dormían tal vez diez niños en una misma habitación y se ha acostumbrado a ello. Por eso soy transigente.
A los minutos, cuando siento el sueño invadirme, la puerta del cuarto se abre y veo a Jimin entrar despacio, observar la escena y abrazar al niño para posteriormente cargarlo en sus brazos. Lo saca de la cama y lo lleva a su cuarto con cuidado de no despertarle. Pasan unos segundos y de nuevo reaparece para arroparme a mí con una manta y desnudarse para cambiarse la ropa a algo más cómodo.
Apaga todas las luces de la casa y se mete conmigo en la cama. Sabe que estoy despierto y por ello comienza a hablar en susurros.
—Tenemos que empezar a quitarle la manía de dormirse con alguien. Tiene que aprender a dormir solo.
—Me da pena. No está acostumbrado a estar solo…
—Ya lo sé Jeon, pero debe aprender…
—Yo también tengo esa manía. –Me mira frunciendo el ceño por lo que me acerco a él y le abrazo dejando mi rostro en su cuello—. No podría dormir una sola noche sin ti.
Sonríe por la nariz y me abraza mucho más fuerte. Nos besamos unos minutos entre caricias y terminamos con un sonoro beso antes de caer rendidos.
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Capítulo 36 [PARTE I] Capítulo
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