PALABRAS - Pensamiento X

💬 Debo aclarar que hoy en día no estoy de acuerdo con muchas de las cosas que escribí aquí, y aun así comprendo que es parte de la evolución de la madurez de una persona. Por eso, aquí tenéis este humilde pensamiento.


Palabras


Se acabaron las palabras, las buenas conversaciones. Mentira. Aquello tan hermoso no es más que una lejana utopía sin sentido. No están muertas las palabras sino moribundas y apuñaladas, recientemente violentadas contra la pared. ¡Cuántos vocablos perdidos ya en el recuerdo! ¡Cuantos "te quiero" vacíos! Hoy, todos hablan y a nadie se le entiende, todos escriben pero nadie expresa circunstancias. Todos leen y ¿quién conversa? Desde mi infancia los libros adornaron las estanterías de mi hogar mas debieron situarse en las manos de mi madre para tener utilidad, incluso en las mías para al menos aparentar. Tantos profesores de los que pasé de mano en mano tan solo para almacenar en mí conocimientos abstractos, libres de significado a interpretar. Nada sustancioso se me mostró, más ¿qué solución poner? Quien no conoce a Dios no se lo puede imaginar. Carecemos de esencia en cuanto nos privan de la existencia.

Cuanto añoro una buena pluma en mi mano de esas en las que te manchabas sin querer queriendo tan solo para enorgullecerte de las marcas en tu piel. Cuanto añoro la espera de una carta por llegar, aquellas que se escribía con paciencia y con tiempo a cavilar. Tocarla en mis manos, olerla si era necesario y abrirla con el sumo cuidado que merecía el respeto de la intriga. Las letras a veces eran confusas pero ya familiarizada con ellas no costaba esfuerzo descifrarlas, al contrario. La forma era más importante que el contenido y este, a pesar de todo, era el mejor enigma con el más rocambolesco significado. Añoro demasiado el olor de un café en mis manos a medida que una conversación se alargaba y al contrario de los mensajes de hoy en día, no había una sola palabra que la terminara. No importa si no estás de acuerdo conmigo, no debes estarlo. Discute, grita, da golpes en la mesa si es necesario pero vive las palabras tanto como ellas abarcan.

Un beso, ha sido sustituido por unos píxeles coloreados en un tono rojo y con la forma de un muñeco inanimado. Un agradecimiento con unas palabras y desaparece el gesto de compensación. Un "lo siento" puede ser mentira y antes también pero se ha desvanecido la posibilidad de mostrar el rostro en disculpa. ¿Dónde quedaron los suspiros entre palabras? Ya no imploro la conversación sino el ambiente o la compañía. Sin querer, rozáis las manos y ella se sonroja. ¿A cuántos más ha sonreído mientras tú esperaba a que ella estuviese "en línea"? ¿A cuántos otros a dicho "te quiero" cuando tú cerraste la conexión? Ella puede mirarte solo a ti en una cita, mientras que tras la pantalla te mira a ti y espera a que otros cinco estén disponibles. ¿A caso tú no haces lo mismo? ¡Hipócrita!

La realidad no es perfecta pero lejos de ser horrible es hermosa. No podemos superar la facilidad para desconectar pero aun así no lo hacemos. Nos aferramos a esta virtualidad tan plástica que nos absorbe sin darnos cuenta. Nos consumimos y al mismo tiempo nos engañamos, nos creemos libres y jamás fuimos tan esclavos. Con el tiempo perderemos las buenas costumbres y no soy conservadora, Dios me libre, tan solo me siento nostálgica. Hablar con mi compañera y que el brillo en su rostro no sea por mis palabras sino por el brillo de su móvil en la pantalla. Suplicar por atención mientras mi madre se entretiene con el ordenador. ¿Qué buscan ahí dentro? La felicidad, me temo, pero no es el camino correcto. Todos allí metidos, descuidados, cualquier día van a encontrarse a sí mismos y verán hasta qué punto se han perdido.

Unas palabras, seguidas del sonido real de las risas. Las arrugas en su rostro mientras sonríe, una mano chocando con la mía en un leve contacto, más que necesario, imprescindible. Mi mano en su mejilla le hace mucho más real de lo que se esperaba y tras unas cuantas palabras, saltan las discusiones. ¿No son hermosas? He perdido ya la cuenta de todos los pequeños instantes de nuestros versos. ¿Cuántos cafés invertidos? ¿Cuántos paseos rutinarios? ¿Qué importa si no puedo registrarlos? Vivamos el momento, lejos de ilusiones. No sé si esta es la verdadera realidad, ¿y qué importa? Esta realidad me encanta.

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