EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 34

 Capítulo 34

 

Taehyung POV:

26/07/1995

 

Las tres y media de la mañana. Doy una vuelta más en la cama y me paso las manos por el rostro suspirando largamente. Reprimo un gemido ahogado de la sensación de incertidumbre que lleva horas recorriéndome de pies a cabeza mientras intento por todos los medios controlar el miedo que me atenaza. Las sábanas me estorban, las aparto de mi cuerpo. El propio aire me molesta, este olor a cerrado, esta niebla que comienza a colarse por la ventana abierta, el leve rumor del viento, el sonido de algún coche pasando por la calle a nuestro lado. No consigo conciliar el sueño pero una parte de mí se resiste a pensar que es por incertidumbre. Es que no quiero dormir. No hasta que Yoongi no vuelva.

Me levanto de la cama y pongo los pies descalzos fuera. El suelo está frío pero es un frío que me hace sentir recompuesto y me atrevo a levantarme mientras paso mis manos por el pelo sobre mi frente, apartándomelo. No recuerdo cuándo ha sido la última vez que me he cortado el pelo, pero necesito volver a hacerlo pronto. Por un momento me recrimino el hecho de que me creo aun dentro de la sociedad, en donde las personas se cortan el pelo una vez al mes y bajan todos los días a comprar algo de pan. Es mentira. No estoy en esta conspiración de sociabilidad ni tampoco creo que pueda regresar, por lo que la longitud de mi pelo pierde importancia de repente.

Me pongo en pie y estiro el cuerpo. Me desentumezco los músculos y miro afuera antes de salir del cuarto. Cuando lo hago encuentro el salón y la cocina a oscuras con un regusto a cigarrillos y lasaña. Arrugo la nariz al no encontrar a Jeon por ningún lado y me adentro en el dormitorio de Yoongi encontrándole de cara a la ventana, con esta entreabierta y los brazos cruzados. Las luces apagadas, distingo su cuerpo por el perfil que se dibuja de las luces que vienen del exterior. Me recuerda a una madre preocupada, o a un esposo receloso. La imagen se me hace del todo enternecedora pero no puedo evitar preocuparme yo también y cuando me adentro en la habitación y hago presencia con el sonido de mis pasos él da un respingo volviéndose a mí pero no debo ser a quien espera porque me arruga su ceño y después me regala una sonrisa triste.

—Pensé que estabas durmiendo. –Me dice y se vuelve al exterior de nuevo pero yo avanzo hasta él y me pongo a su lado, apoyando mi barbilla en sus hombros.

—No puedo dormir. Y por lo que veo tú tampoco. –Le digo en un susurro porque no es necesario hablar más alto y la atmósfera puede quebrarse.

—No puedo. Es que no quiero cerrar los ojos porque me pongo a pensar en ciento de cosas que pueden pasarles y ag… —Niega con el rostro, desanimado.

—No te preocupes. Yoongi ha hecho cosas más complicadas que estas… —Le digo, y sorprendentemente, me cree y asiente—. Puede con esto y con más. Lo traerá de vuelta. Y si conocemos a Jimin como lo conocemos, creo que al ver que hemos ido en su ayuda llorará hasta que se le caigan los mocos de la nariz. –Digo y Jeon ríe con mis palabras. El sonido de su risa es reconciliador—. Cuando llegue aquí se pondrá a llorar. ¿Qué te apuestas?

—¿Lo crees en serio? –Me pregunta osado y yo asiento—. Yo no lo creo. Tiene mucho orgullo para eso…

—¿Apostamos algo? –Le pregunto—. ¿Te atreves?

—Claro. –Dice, animado—. ¿Qué quieres apostar? Mira que con el dinero no se juega…

—No, eso no. –Pienso unos segundos y acabo encontrando un premio mucho mejor que dinero—. Una mamada. –Suelto haciendo que Jeon de un respingo y me mire asustado, casi ruborizado. Me retira la mirada, serio.

—Qué asqueroso eres. –Dice, y se cruza de brazos. Resopla—. Vale. Trato hecho. –Me dice y se vuelve a mí estrechándome la mano y yo sonrío victorioso.

—Voy a ganar. Y lo sabes… —Digo y él se encoge de hombros, desinteresado mientras se vuelve a la ventana y su diversión se borra de su rostro para ser sustituido por una amarga melancolía que me contagia con una facilidad que no puedo controlar—. Volverán pronto, ya lo verás.

—¿Crees que ya ha llegado?

—Claro que ha llegado, y debe estar de camino a la casa de Jimin.

—¿Crees que la ha encontrado?

—Sí, lo creo. –Se gira a mí buscando de nuevo ese consuelo de mi conocimiento—. Te lo digo enserio, creo que es capaz de esto y de más.

—Espero que tengas razón. –Me dice y yo me abrazo a su cintura mientras él agarra mis manos sobre su vientre.

—Ya verás. Con suerte vendrán en menos de una hora…

—¿Eso crees?

—Sí, si Jimin no le entretiene por el camino. –Le digo y lo dejo en el aire pero Jeon se gira a mí con el ceño fruncido—. Ya me entiendes…

—¡Agg! Vaya imagen mental… —Se lamenta y yo río oculto en su hombro.

—¿Crees que no? ¿Otra apuesta?

—¡Déjate de apuestas, estoy preocupado! –Me dice dándome un codazo en el costado y me alejo de él mientras le veo coger un cigarrillo suelto del interior de sus vaqueros y un mechero de este. Se lleva el cigarrillo a los labios y lo enciende. Cuando suelta el humo desde sus labios se queda vagando un rato a nuestro alrededor y después se marcha lentamente por la ventana, camuflándose con la fina niebla que baila de un lado a otro. Yo me acerco un poco a la ventana y apoyo mi mano en el frío cristal—. ¿Crees que Jimin querrá venir? No sé si creerá a Yoongi cuando le cuente todo esto… tenía que haber ido con él.

—Sí le creerá. –Le digo, sincero—. No tiene otra alternativa.

—Tiene la alternativa de quedarse donde está. –Yo me encojo de hombros.

—¿Y eso de que le sirve? Mañana, o pasado, o dentro de una semana aparecerá su cara por todos los medios de comunicación y saltará por la ventana si sus padres no lo echan de casa.

—¿Y si no está en casa de sus padres? –Me pregunta aún más asustado.

—En ese caso Yoongi se ha metido en la boca del lobo…

—¡No me digas eso! –Exclama, nervioso, pero yo solo sonrío.

—Debes calmarte. Nosotros no podemos hacer nada más que esperar, rezar porque todo salga bien y…

—Pienso golpear a Jimin cuando vuelva. –Dice Jeon con la expresión de un niño de cinco años—. Y a Yoongi también.

—A Jimin lo entiendo, pero, ¿a Yoongi por qué?

—No lo sé. Por irse, sin mí. Por no haber llegado aún…

—No seas infantil. –Le digo y él hace un pico con los labios que me hace sonreír. Me pongo de cara a él con la espalda apoyada en la intersección entre la ventana y la pared y él me mira de reojo, comprobando que le estoy mirando directamente a él—. Tanto Jimin como tú sois unos malditos orgullosos…

—Lo sé. –Dice, tranquilo—. Hemos hablado de ello y somos conscientes.

—Por eso discutíais tanto los primeros días que nos conocimos todos, porque los polos iguales se repelen.

—Puede ser. –Dice, tranquilo, y una sonrisa divertida sale desde la comisura de su labio—. Voy a pegarle igual cuando venga. Ya verás como entonces sí que se pone a llorar…

—¿Quieres perder la apuesta? –Le pregunto alzando una ceja y él me retira la mirada orgulloso y yo sonrío para mis adentros.

—Sabías todo lo de Yoongi. –Dice de repente y me hace dar un respingo. Cuando entiendo sus palabras asiento, no muy seguro de qué debo decirle.

—Sí…

—Me lo ha contado todo, ¿sabes? Y me dijo que tú sabías su historial policial…

—Sí. Lo sé. –Asiento y miro al exterior pero Jungkook vuelve a hablarme.

—¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué no me dijiste que lo que salía en las noticias era cierto?

—No era cierto. –Digo, encogiéndome de hombros—. Solo estaba muy exagerado… ya sabes…

—Aun así. Defendí frente a Jimin que aquellas noticias no podían ser ciertas, y aun así… —Suspira y se pasa las manos por los ojos—. Supongo que ya da igual, pero aun así, me hubiera gustado que me lo contases.

—Yoongi no te lo habría contado si no le hubiese increpado a que lo hiciera. –Le digo a Jungkook y me cruzo de brazos. Él me mira sorprendido—. No al menos tan pronto. Su intención era contártelo, estoy seguro, pero la verdad es que no sé si tan pronto…

—¿Tú le dijiste que me lo contase todo? –Me encojo de hombros.

—Digamos que sí. En un principio pensé que era buena idea que supieras quien nos estaba guiando hacia la nada, pero luego él pensó que eres un chico listo, y qué harías preguntas. Ya sabes…

—¿Qué clase de preguntas? –Me pregunta curioso, casi receloso de mí.

—¿No te has preguntado hasta ahora porque solo han ido a pedir declaración a tus padres, aunque a los tres nos estén buscando? –A mi pregunta se queda levemente entumecido, después frunce el ceño y me devuelve una mirada seria—. Los padres de Yoongi, bueno ya sabes.

—Sí, me lo contó…

—Mis padres murieron hace un año. –Digo y él al principio no dice nada, no hace nada y se me queda mirando como si yo siguiese hablando, escuchando atentamente, pero yo ya no digo nada y él no oye nada.

—¿Cómo?

—Pues eso. En realidad, ha sido hace menos. Hace diez meses o así. –Me paso las manos por la cara, pensando la fecha exacta—. Murieron el doce de septiembre del año pasado.

—Pero… —Piensa—. Creo haber oído que has hablado de tus padres en alguna ocasión. –Intenta hacer memoria.

—No creo que haya especificado nada de que ellos estuviesen vivos… la verdad… —Digo tranquilo pero él me fusila con la mirada.

—¡Tus padres están muertos! –Dice, casi enfadado—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—No lo sé. No lo he creído oportuno…

—¿Cómo fue?

—En un accidente de coche. Fueron desde Daegú a Seúl para hacerme una visita. Murieron porque otro coche se les cruzó. Ellos salieron de la carretera y cayeron por un terraplén. –Digo pensándolo fríamente.

—Joder… —Murmura y le da una larga calada al cigarrillo mientras mira al vacío a través de los cristales de la ventana. Yo frunzo el ceño y me encojo de hombros.

—Estas cosas pasan. Aún es difícil para mí acordarme, así que prefiero no hacerlo…

—Por eso necesitabas el dinero…

—Sí. No solo tenía que pagar la mierda del piso en el que estaba viviendo en Seúl sino que también tenía que pagar la hipoteca del piso que ellos tienen aquí, en Daegú.

—¿Eres de aquí? ¿De Daegú?

—Sí. –Digo, tranquilo—. La idea de venirnos al piso de mis padres estaba latente, pero Yoongi me dijo que era como tirarse de cabeza a los brazos de Namjoon. Tiene sentido. Sería el primer lugar en el que me buscarían. Está a mi nombre…

—Entiendo. –Le da otra calada al cigarrillo, la última,  y lo apaga en un cenicero en la mesa cerca de él. Chasquea la lengua disgustado y después me abraza de sorpresa haciéndome dar un respingo.

—¿Qué…?

—Shh. –Me chista—. Es una convencionalidad, ¿no? ¿Necesitas mi pésame o puedo darte un beso?

—U—un beso… mejor. –Digo con las mejillas teñidas de rojo bermellón y cuando se separa de mi, deja un suave sello en mis labios que termina antes de darme cuenta, dejándome con una cara embobada delante de él. Sonrío avergonzado y él me acaricia el pelo mientras se vuelve a la venta y vuelve a esa expresión seria y melancólica. No consigo sacarle a Yoongi y Jimin de la mente, pero tampoco puedo yo, así que lo mejor es dejar que el miedo y la incertidumbre nos coman por separado—. Me voy, a ver si puedo dormir de una vez…

—Vale. –Me dice, cruzándose de brazos.

—Siento no haberte contado antes lo de mis padres. Y siento mi comportamiento los primeros días de convivencia. No estaba… en buen estado…

—Lo entiendo, no tienes de qué disculparte.

—Vale. Me voy. ¿Te vas a quedar despierto?

—Sí. Cuando los vea venir, te voy a llamar.

—Vale. –Asiento y me escabullo mientras cierro detrás de mí y me quedo de nuevo a solas en mi cuarto. Saboreo mis labios, sonrío para mis adentros y me tumbo en la cama, dejándome embargar de nuevo por los demonios del insomnio.  

     

 


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