SHERLOCK (YoonMin) [PARTE II] - Capítulo 2
CAPÍTULO 2
JungKook POV:
Después de aquello, regresar a casa fue una
experiencia demasiado demoledora. No recuerdo muy bien aquellos primeros días
después de saber que Yoongi seguía vivo en alguna parte y que ahora me veía
solo frente al piso, frente a la vida en general. Él lo había sido todo para mí
durante el tiempo suficiente como para que mi existencia girase en torno a él.
La casa se me caía a pedazos, cada pequeño recuerdo, cada instante que había
pasado con él regresaba a mí como una puñalada en el costado y había momentos en
que ni moverme quería. Deseaba por todos los medios que la incertidumbre
despareciese. Quería demasiado a Yoongi como para pensar que deseaba que
estuviese muerto, pero una parte de mí se sentía traicionada al no haber sabido
de sus planes. ¿Acaso yo era un problema? ¿Acaso no confiaba en mí? Yo le tenía
como un amigo, pero a veces me descubría a mi mismo tratándolo de humano,
cuando Yoongi era una fría máquina sin sentimientos, cuyo único amigo era su
propio ego y mi existencia jamás le perturbó lo suficiente como para
considerarme siquiera un compañero.
Mi ánimo, los primeros cinco días, saltaba de
la tristeza a la ira en pocos segundos y después retomaba su melancólica
expresión hasta que me bebía unas cuantas cervezas y me tiraba a dormir en el
sofá. Dos o tres noches, las primeras, dormí en el sofá porque una parte de mí
esperaba que en algún momento de la noche, Yoongi reapareciese por casa en
busca de algo, o sabe Dios porqué. Jamás me gustó predecir lo movimiento de
Yoongi pues eran inestables y variables. Pero aun así. Le aguardé unas cuantas
noches durmiendo en el salón. Estar allí tampoco me hacía bien pues a veces me
despertaba en plena noche y podía ver el perfil de Park Jimin sentado en
aquella butaca frente a mi rostro en el sofá, mirándome con esa prepotencia con
la que le conocí. Eso siempre acababa por sobresaltarme y aunque fuese solo un
espejismo, lograba quitarme el sueño por el resto de la noche.
Como le he dicho, los primeros cinco o seis
días después de aquello mi vida era un perpetuo vagabundear de una estancia a
otra de la casa mientras siempre me acompañaba una botella de cerveza de la
mano y al final lograba echar una cabezada que otra. Me destrozaba el
sentimiento de añoranza, y cuando no me sentía triste, me desahogaba a golpes
contra alguna que otra pared. Todo esto, sumándole el hecho de que no solo se
había largado un amigo, sino que había desaparecido el motivo de mi trabajo y
mi unía inspiración para escribir. No es cuestión de que se fuese mi musa, que
también, sino que dejé, como habrá comprobado, de escribir en mi blog sobre sus
aventuras pues no estaba su protagonista. A mis lectores no les interesan los
cortes que me hago al afeitarme vagamente o la cantidad de leche que le hecho a
mis cereales. Pero no solo eso es algo que lamentar. Un hobby no es nada
destacable. Mi trabajo consistía en hacer informes sobre sus casos que tomaba
él de forma voluntaria. Se había marchado el sujeto de mi trabajo, y solo me
quedaba alegar la indisposición a seguir trabajando sobre aquello, por lo que
me despidieron y me vi sin trabajo. Cobré unos quinientos dólares de
indemnización, pero eso, sumado al dinero que había conseguido ahorrar, solo me
daba para pagar el alquiler un par de meses más, sin contar los gastos de
comida.
A finales de aquella semana Taehyung fue a
visitarme, preocupado por mi estado dado que no había dado señales de vida por
unos cuantos días. Yo rehusé de su visita pero él logró convencerme de al menos
cenar juntos. Yo acabé accediendo pues gracias a él había logrado piso y
trabajo y había sido un buen amigo mucho tiempo. Pero creo que solo habría
accedido de ser él. Si hubiese sido otra persona, usted, la casera, mi madre
incluso, me habría puesto como un demonio para echarles de mi piso. No deseaba
visitas de ninguna clase y menos aún tener que lidiar con mis sentimientos a la
vez que intentaba mantener una agradable conversación convencional. Taehyung
pasó al salón y se quedó levemente impactado por lo mal que estaba todo. Libros
tirados por el suelo, varias botellas de cerveza acumuladas sobre la mesa, el
cenicero lleno de ceniza, algunas sillas caídas al suelo en la cocina, por no
hablar de la cantidad de trastos de química tirados por toda la mesa de la
cocina.
—Tienes esto hecho un desastre. –Me dijo algo
avergonzado mientras se quedaba en medio del salón con una bolsa sobre su mano.
Se quedó levemente paralizado, mirando de un lado a otro de la casa.
—Supongo. –Dije, un poco desanimado—. Pero la
verdad es que no está muy diferente a como Yoongi la ha dejado. –Le dije
mientras señalaba la cocina—. Si te soy sincero, me da miedo entrar ahí. Ha
dejado un montón de porquería del laboratorio en la cocina y a saber qué tienen
todos esos botes que tiene repartidos por todas partes.
—Vaya… —Dijo aun atónito. En ese momento fui
consciente de que era la primera vez que veía el piso, al menos desde que yo
estaba instalado en él, y así parecía indicarlo su rostro, pues miraba con
detalle cada pequeña parte del salón. En su cuerpo llevaba un abrigo negro
parecido a los que Yoongi solía usar, pero el de Taehyung era más amplio y
tenía algunos detalles en color gris. Vaqueros simples y un jersey de lana no
muy grueso de color beige. Estaba algo atontado mirando a todas partes hasta
que yo le saqué de su ensoñación, preguntándole por su inesperada visita.
—¿A qué has venido, aparte de hacerme compañía?
—¿Acaso no puedo venir a visitar a un amigo?
–Me preguntó ofendido mientras me extendía la bolsa que había traído—. Y de
seguro que no has cenado nada. A juzgar por la cocina, yo tampoco me atrevería
a cocinar nada ahí dentro. –Dijo divertido y su expresión me suavizó levemente
el carácter mientras que yo miraba dentro de la bolsa. Había varios paquetitos
de comida china, algo de pan chino que desprendía un dulce olor embriagador, y
un periódico del día. Yo lo dejé todo sobre la mesa mientras él se condujo a la
cocina para coger algo de beber. Soltó un alarido que me hizo reír por dentro.
Se había encontrado un frasco en la nevera con un par de ojos humanos metidos
en un suero amarillento—. ¿Por qué diablos tienes ojos en la nevera?
—Eran de Yoongi. –Le dije y mi voz sonó incluso
divertida—. Si no recuerdo mal estaba comprobando cuánto tardaban unos ojos
humanos metidos en suero en comenzar a mostrar signos de descomposición. –Me pasé
la mano por una de las sienes—. No lo recuerdo muy bien. ¿No hizo lo mismo con
una lengua? No lo sé. –Negué con el rostro, confuso con sus largas e
interminables explicaciones sobre sus experimentos anatómicos.
—Pues puedes tirarlos ya. –Me dijo, posando una
botella de agua fría sobre la mesa, retirando a la par varios botellines de
cerveza—. Él no va a regresar y creo que la salubridad de la comida que tienes
en la nevera te lo agradecerá. –Sus palabras me hirieron en lo más profundo de
mi persona pero intenté que mi expresión no se viese afectada con ello. Al
verme con las manos en el periódico descubrí un artículo en la sección de
sucesos que hablaba de lo ocurrido. Al parecer la noticia salió dos días antes
y aun estaba escandalizando a las personas. El artículo, aunque no lo recuerdo
muy bien, era apocalíptico. De verdad. Hablaba en un tono violento y poco
comprensivo con la situación. Alertaba a toda la población de que dos
criminales expertos estaban sueltos por la ciudad, y no solo eso, sino que podían
estar en cualquier parte del país. La policía ya estaba alertando a todas las
patrullas de las aduanas y los aeropuertos para no dejarlos salir pero nada
asegura que no estuviesen también fuera del propio país. Alertaba, con dos
fotografías de los propios desaparecidos, que podían estar siendo ayudados por
personajes importantes del partido en la oposición. Cuando me di cuenta del
nombre del periódico todo lo que había leído perdió importancia y arrojé el
periódico de ideología conservadora lejos de mí para perderme de nuevo en la
conversación con Taehyung. Él se había sentado en el asiento en donde Jimin se
sentó aquella vez y yo estaba justo en el lugar en que Yoongi se había
recostado aquél día. Saberlo me hizo sentir tremendamente vertiginoso pero olvidé
ese detalle e hice un esfuerzo por centrarme en el momento, y no dejarme llevar
por mis recuerdos.
Taehyung cogió uno de los pequeños paquetes
cúbicos de comida china, lo abrió con cuidado, y rápido sonrió con el olor de
la comida llegando a sus fosas nasales. Verle sonreír me hacía sentir tranquilo
y relajado. Con su abrigo colgando de uno de los reposabrazos y las piernas
cruzadas, se recostó sobre la butaca y se puso a comer en silencio mientras que
yo aun me debatía en si tenía realmente hambre como para comer o solo fingiría
un rato para no tener que escuchar sus reproches. La verdad es que esos días
había estado comiendo poco y mi estómago se había acostumbrado a no cenar
demasiado. Las luces fuera eran muy tenues. La oscuridad ya se había cernido
sobre Seúl y en el interior de mi piso solo nos alumbraba una nostálgica luz
anaranjada que combinaba a la perfección con el caoba de los muebles.
—Los policías han estado revolviendo esto hace
tres días. –Dije mientras Taehyung me miraba atento y masticaba sus fideos en
silencio—. Entraron con una orden y se pusieron a sacar huellas y todas esas
cosas. No revolvieron demasiado. Estaban buscando pistas del posible paradero,
pero la verdad es que a ninguno parecía importarles mucho que hubiese desaparecido.
—¿De verdad?
—Sí. El jefe del departamento parecía incluso
aliviado de no tener esa carga. Competencia en el equipo. Ya me entiendes. El
maravilloso Min Yoongi que con una sola mirada es capaz de resolver un caso que
a toda una plantilla de policías les cuesta un mes de solventar.
—¿Qué han estado mirando?
—Algunos libros por encima, su habitación, pero
se han centrado más en su escritorio, se han llevado su portátil, su teléfono
móvil, y se han llevado pruebas de las cosas que tenía “cocinando” en el
laboratorio. Cuando vieron los ojos en la nevera y los dedos humanos en el
congelador uno de ellos no se contuvo las náuseas y al final acabaron
espantándose solos.
—¿Te han dicho qué han averiguado de ello?
—Sí. –Dije—. Pero no había nada que no supiese.
El teléfono móvil que encontraron en el cuerpo que usaron como simulación no
había nada. Era como si fuese un móvil nuevo, pero con imágenes de él y de
algunos otros casos, tenía algunos números de teléfono… era como algo… también
falso. ¿Entiendes? Como si hubiese comprado un teléfono de pega con las cosas
que se supone que encontrarían en él. Por su puesto no encontraron ningún
contacto con el nombre de Park Jimin ni tampoco mensajes de desconocidos. En el
cuerpo de “Jimin” tampoco encontraros dispositivos, asique... –suspiré—. En su
portátil tampoco hallaron demasiadas cosas. Lo mismo. Es como si hubiese
borrado del disco duro todo aquello que pudiese entenderse como una sospecha.
—Pero hay gente preparada para rescatar cosas
borradas de los discos duros.
—Ya, pero estamos hablando de Min Yoongi.
¿Entiendes? Apuesto lo que sea a que él mismo se encargó de hacer que nadie más
que él pudiese acceder a esos contenidos. No sé. –Suspiré—. A veces pienso que
me estoy volviendo loco.
—Es normal, no te preocupes. –Dijo él con una
sonrisa amable y señaló con un gesto de los palillos en sus manos la cocina que
quedaba detrás de él—. ¿Qué hallaron en la cocina?
—Nada reseñable. Estaba intentando hacer una
especie de adhesivo con almidón de arroz para no sé qué mierda, también
hallaron restos de alcohol etílico, algunos disolventes y cocaína. –Dije
desanimado y él frunció el ceño, extrañado.
—¿Cocaína?
—Sí. Alguna vez me comentó que era consumidor.
Pero jamás le vi tomar. –Dije bajando la mirada pero Taehyung frunció el ceño
de nuevo.
—¿No encontraron restos de aquello que pudiese
haber matado a aquellas dos personas?
—No. Al parecer las envenenaron con una
disolución de Vitriolo. Pero no han encontrado restos de ello en esta casa.
Seguro que no lo preparó él. Y de prepararlo, no fue aquí. No sé si han tomado
muestras de lo que tuviese en el laboratorio del departamento policial, pero
seguro que allí encontrarán algo.
—No creo que lo busquen. –Dijo él, desanimado
pero con seriedad—. No necesitan una prueba para incriminarles. Saben que han
sido ellos. ¿Entiendes? –Me preguntó con condescendencia—. Incriminarles no es
el problema. El problema es encontrarlos.
—Lo sé. –Dije, entre desanimado y enfadado con
su carácter. Solo estaba enfadado conmigo mismo, pero él sería una posible
víctima de mi mal humor y estaba luchando contra viento y marea para no
mostrarme mal con él.
—¿Qué vas a hacer ahora? –Me preguntó
intentando cambiar de tema de conversación ero había pronunciado la pregunta a
la que tanto temía enfrentarme. Ni yo mismo quería hacerme cargo de ella, no al
menos hasta que la situación se hubiese suavizado, pero al contrario que
suavizarse, cada día se volvía más espinoso de tratar.
—No lo sé. –Dije triste mientras por dentro
intentaba mostrarme fuerte. Taehyung me miró un tanto dubitativo y yo le miré
expectante—. Tal vez, cuando ya no pueda seguir pagando el piso me vaya de
nuevo a Busán. Si no encuentro trabajo antes no podré pagar el piso. Y antes
solo tenía que pagar el cincuenta por ciento. Ahora tengo que pagar el alquiler
completo.
—Piensa en el lado positivo. Al menos no tienes
un compañero de piso que sea un sociópata.
—Supongo. –Dije triste, pero sus palabras
estaban empezando a hacer muy difícil la tarea de no enfadarme—. ¿Sabes? No
consigo sacarme de la cabeza que no haya intentado contactar conmigo. O al
menos advertirme de ello antes. No sé. ¿Entiendes lo que digo? –Él se quedó en
silencio—. Hablo de que al menos me dijese que él iba a estar bien, que se
había ido por voluntad. Me da la sensación de que ha debido decirme algo y yo
no me he dado ni cuenta.
—Seguro que algo te dijo, pero no creo que te
enterases. Solía decir muchas cosas raras.
—Tampoco me saco de la cabeza el día que
descubrí aquí los dos cadáveres. –Dije, triste pero nervioso. Señalé el suelo a
nuestro lado—. Cuando entré me quedé estupefacto, pero si hubiese sido Yoongi,
ni se habría parado a mirar los cuerpos. Seguro que habría caído en otra cosa
más importante.
—¿Cómo qué? –Me preguntó curioso y yo señalé
alrededor.
—Hay terribles y evidentes indicios de que
Yoongi se había fugado, y no era el cuerpo aquí en el suelo.
—¿Indicios? –Me preguntó con la misma
expresión.
—Sí. No estaban ni su pipa ni la bolsita de
tabaco. Él no solía llevarlas encima y solo solía fumar cuando estaba en casa.
—¿Fumaba en pipa? –Me preguntó Taehyung
sorprendido a la par que divertido. Sonreía por la sorpresa.
—Solía hacerlo. Aunque también le he visto
fumar cigarrillos y marihuana alguna que otra vez. Pero ese no es el caso.
–Dije, negando con las manos tras dejar la comida china sobre la mesa—. No le
habría importado no llevarse ninguno de los libros, ni el portátil, ni siquiera
su teléfono, pero su pipa… se la llevaría al infierno si hiciera falta.
—¿Y no está? —Miró alrededor.
—No hay ni rastro de ella. Y no creas que no la
he buscado. En una de las primeras noches añoraba el olor del tabaco de su pipa
y recaí en ellos. Entre sus pertenencias personales que el cadáver portaba no
estaba la pipa, y la policía aún no había venido a fisgonear en el piso. Por lo
que, si estaba, debía estar por alguna parte. Pero no hay rastro de ella.
–Repetí.
—Vaya… —Dijo Taehyung, pensativo—. ¿Solo falta
eso?
—Que yo sepa, sí. Pero no estoy seguro. Tampoco
me conozco al dedillo todas sus pertenencias. Jamás osé entrar en su cuarto,
así que no estoy seguro.
—Osé. –Me repitió Taehyung con una ceja en
alto, curioso e intrigado.
—Sí. Osé. ¿Qué ocurre?
—En pasado. –Dijo—. ¿Has entrado en su cuarto
estos días? –Me pregunta y yo le retiro la mirada, levemente avergonzado.
—He estado buscando indicios de que realmente
no ha pensado en mí al dejarme aquí abandonado como un maldito perro.
—¿Esperas encontrar una disculpa pintada en la
pared con tinta invisible? ¿O a lo mejor una especie de clave en el rollo de
papel del váter que al pasarlo a código binario te lleve a…?
—Déjalo. –Le pedí, pues sus palabras me estaban
haciendo sentir terriblemente avergonzado. Su expresión me estaba haciendo
sentir infantil y abochornado por mi comportamiento por lo que me dediqué a
mantenerme en silencio el resto de la velada. Cuando hubimos terminado de cenar
le ofrecí un té y evité hablar de nuevo sobre Yoongi aunque su nombre
aparecería siempre en la punta de mi lengua, por lo que me cohibí de hablar a
no ser que no fuese estrictamente necesario. Después de un par de tazas de té,
él se marchó deseándome un buen porvenir y advirtiéndome de que volvería a
visitarme pronto. No entendí ese pronto, pues podía estar hablando del día
siguiente o de unas semanas después. Tampoco deseaba volver a verle y no me
importó que se olvidase de mí. Como había hecho Yoongi, como parecía haber
hecho todo el mundo que me importaba.
Cuando regresé al salón me encontré de nuevo
con la soledad sentada en el sofá mirando con desdén los restos de la cena
sobre la mesa y yo mismo me desplomé en el sofá con una sensación de
abatimiento que me estaba comenzando a consumir, si no había empezado ya. Pero
todo cambió aquella noche. Una noche más en vela acompañado de unas cuantas
botellas de cerveza y la incansable soledad a mi lado.
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