LÍBRANOS DEL MAL (Jimin x JungKook x Yoongi) - Capítulo 7

 CAPÍTULO 7


YoonGi POV:

 

—Nos encantaría que leyeses una de tus historias en directo y después nos hablases de ti. De forma personal. –Asiento a sus palabras.

—Sería todo un honor. –Sonrío—. ¿Cuándo sería?

—El sábado, la semana que viene. –Me dice un día de domingo.

—Sin problema.

—Tienes una voz preciosa, Min Yoongi. –No me había fijado en el aspecto de la chica hasta que claramente ella se interesa por mí. Delgada y rubia. Ojos demasiado grandes para mi gusto. No gracias.

—Gracias. –Recojo mis cosas y me pongo en pie—. Hasta entonces.

 

 

Suspiro y entro por la puerta para encontrarme a Jimin tirado en el sofá como todos los domingos en su día libre. Espero una reacción completamente diferente a la que me muestra, que en vez de ser fría y distante, rápido se incorpora y salta del sofá para venir a mi encuentro. Incluso llego a pensar que viene a felicitarme por mi entrevista en la radio. Que va. Él no sabe nada de eso.

—Hola amor. –Rodea mi cuello con sus brazos y besa mis labios fugazmente pero de forma muy intensa.

—¿Y esto? –Dijo dejando la chaqueta y la cartera por ahí.

—Eres adorable…

—¿Ya no estás enfadado?

—¿Yo? Eres muy dulce. ¿Cómo sabes que me gustan esas cosas? –De repente detengo mis pasos por la casa y le miro serio, frunciendo el ceño sin entender una sola palabra de lo que me dice. Siento que me está gastando una broma de algo pero no me entero.

—¿Yo? ¿Qué cosas? –De repente saca de su bolsillo un posit como el que me encontré yo esta mañana en la nevera. Lo estira a mí y yo lo cojo en mis manos. Leo para mí.

Buenos días, espero que hayas dormido bien, te amo.

—Eres tan tierno… me encantan estas cosas. –De nuevo quiere abrazarme pero yo interpongo mi brazo en medio y no le dejo que lo haga.

—Muy gracioso Jimin. Yo no he escrito esto.

—Claro que sí. –Dice como si necesitase creérselo. Niego con la cabeza mientras voy al cubo de basura.

—¿Y esto? También he sido yo, ¿verdad? –Estiro y aplasto un poco el papel para que sea legible y le señalo la nevera—. Me lo pusiste anoche aquí. –Él lee el mensaje y poco a poco su rostro se torna pálido. Espero una reacción de él pero nada. Nada en absoluto. Yo comienzo a sentirme también algo nervioso pero de repente ríe y vuelve a la normalidad.

—Deja de gastarme bromas estúpidas.

—¿Dónde has encontrado eso?

—En el espejo del baño.

—No he pisado el baño en todo el día. –De nuevo ríe sin darle importancia a la situación y me da ambos papeles.

—Muy gracioso Yoongi. Madura y déjate de gilipolleces. –Regresa al sofá para despreocuparse y yo miro ambas notas, convencido de que las ha escrito él porque ambas tienen la misma caligrafía.

Me encojo de hombros ya acostumbrado a sus bromas de mal gusto y los tiro a la basura. Camino al sofá y me acuclillo donde su cabeza está apoyada. Él no me mira pero cuando sonrío infantil él parece prestarme atención.

—¿Qué?

—¿No preguntas dónde he estado?

—No. –Mira la tele de nuevo. Me encojo de hombros y me subo en el sofá apoyándome en su cadera. Me tumbo sobre él y me abrazo a él ronroneando.

—¿Y si te digo que he estado con mi amante? –Se encoge de hombros.

—Preséntamelo y hacemos un trío.

—Idiota. –Le pego—. Me van a pagar por asistir a un programa de radio y contar una de mis historias, y después me harán una entrevista. –De nuevo me ignora—. ¡Jimin!

Como no hace nada por prestarme atención me levanto de él y voy a la nevera para coger un pedazo de tarta. La pongo en un plato y paso el dedo por la nata degustando el dulce tan sabroso.

—¿No quieres? –Le pregunto sentándome de nuevo sobre él. Niega con la cabeza. Yo me encojo de hombros y dejo que parte de la nada caiga sobre su vientre que acabo de dejar al descubierto. El contacto con el frío le hace, ya sin remedio, sonreír a la par que me mira con una sonrisa traviesa en su rostro.

—Ups. –Tapo mi boca y dejo el plato en la mesa donde pueda alcanzarlo y me inclino para comer la nata de ahí pero antes sujeta mi barbilla y me mira esperanzado.

—¿Estamos bien, Yoongi? –Asiento y sonrío convencido de ello. Jamás podría estar a malas con esta cosa dulce debajo de mí, y menos cubierto de nata. ¡Qué locura!



 

 

 

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